Enciclopedia de la Literatura en México

Traducción de las letras italianas en México

mostrar Introducción

El caso concreto de la literatura italiana en México presenta unas características muy especiales, pues es sólo en los últimos cuarenta años que ésta se ha difundido de forma consistente, gracias al esfuerzo conjunto de iniciativas universitarias y de editoriales independientes. Otro tanto puede decirse de los estudios sobre esta literatura, ya que si bien hasta hace relativamente poco tiempo no contábamos con ninguna pesquisa sobre la recepción de las letras italianas desde el siglo xix hasta nuestros días, ahora se está llevando a cabo en el marco de una serie de proyectos de largo alcance sobre la prensa mexicana, impulsados por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam.[1] Dentro de estos y otros esfuerzos encaminados a crear un espacio de debate sobre la italianística en nuestro país, autores italianos como Dante, Leopardi, Montale, Calvino, Magris se han insertado en el horizonte cultural de nuestros intelectuales gracias a las traducciones.[2] Existe entonces un mosaico amplio de escritores italianos en español, en su mayoría conformado por los grandes clásicos tardomedievales y por autores del siglo xx, cuya relación se comprende solamente por compartir un origen geográfico común. En este sentido, se puede afirmar que quizás la problemática de mayor calado tiene que ver con la necesidad de establecer líneas básicas para la comprensión histórica de los movimientos literarios.

Con todo, son pocas las traducciones del italiano de libros completos no solamente en México, sino en el ámbito hispano en general. De este grupo el mayor número de los casos son obras publicadas en otros países de Latinoamérica, específicamente en Argentina, pero más que nada importadas de España.[3]

De esta manera, las antologías representan el vehículo más frecuente de esta historia: ya se trate de libros, de esporádicos dossiers de algunas revistas o, más actualmente, de una página web, los autores cuya repercusión ha sido mayor en México se caracterizan por aparecer de forma conjunta en diversos compendios. Los índices de todas esas publicaciones, que en muchos de los casos han sido elaboradas gracias a la colaboración de varios traductores, son la muestra más tangible del esfuerzo por hacer asequible una tradición particularmente vasta y compleja. Se puede decir que ha sido una pequeña cofradía de intelectuales mexicanos la que de forma constante ha buscado los espacios de difusión de esta literatura. De allí que algunos de los nombres tengan un predominio mucho mayor en esta panorámica como en cualquier investigación que se quiera emprender sobre la temática en cuestión.

mostrar Siglo XIX

La literatura italiana en el siglo xix mexicano ocupa un lugar menos modesto de lo que se pueda pensar, ya que tanto la publicación de poemas, ensayos, fragmentos de obras teatrales, aún de forma esporádica, como la lectura de los originales o de traducciones provenientes de España, al ser traducidos, imitados, emulados y reinterpretados contribuyen a la creación de una identidad intelectual y literaria nacional[4] Por ejemplo, en el contexto del proceso de independencia destaca la publicación en 1827 de Las vigilias, un conjunto de prosas filosóficas de Torquato Tasso, traducidas por el cura independentista Manuel de la Torre Lloreda.

Los primeros intelectuales-traductores del italiano José Joaquín Pesado, Manuel Carpio y Rodríguez Galván eran también estudiosos y traductores de letras clásicas, lo que, junto al espíritu de la época, romántico, cristiano y nacionalista, explica muy bien tanto el éxito de Dante, Tasso y Alessandro Manzoni como el poco éxito de Francesco Petrarca, muy poco traducido y poco más imitado, por considerarse el creador de una ética y estética que caracterizó fuertemente el Siglo de Oro y la cultura novohispana, rechazados tanto por el juicio negativo que los románticos reservaron al gusto y estilo barrocos como por considerarse una herencia de la cultura colonial. En este contexto, mientras sorprende que autores como Ugo Foscolo y Giacomo Leopardi, afines al espíritu del tiempo y al perfil de los tres intelectuales-traductores mencionados, no tuvieran ningún eco, sorprende mucho menos la ausencia de Ludovico Ariosto, autor fantástico “poco adecuado a un país en guerra”[5] y de Giovanni Boccaccio.

El impacto de la actividad de traducción en la literatura nacional se observa también en en el esbozo del poema épico La revelación (1856), donde José Joaquín Pesado declara haberse inspirado en la Comedia dantesca; de inspiración manzoniana, cuando menos en los temas, parecen ser también las Odas sagradas de Manuel Carpio.

Un dato curioso […] es que Dante, por lo menos en las revistas y los diarios consultados para este estudio, no vuelve a aparecer; sin embargo, los grandes escritores mexicanos del momento [último tercio del siglo xix] -que en varios casos son parte del cuerpo de redacción de los periódicos, como Manuel Gutiérrez Nájera y José Tomás de Cuéllar-, conocían al poeta italiano y hay incluso textos que hacen referencia a él y, sobre todo, a la Divina Commedia.[6]

Un anuncio publicado en La Opinión en 1907 promociona la Divina comedia, y “Los cien cuentos de Boccacio [sic]”, sin embargo, no sabemos si los intelectuales que los refieren leyeron sus obras completas, o unas cuantas citas, o sólo tenían de éstas una idea general aunada a algunos lugares comunes. Si bien Gutiérrez Nájera, en un artículo titulado “Pia de Tolomei” publicado en La Libertad, en 1878 citó un fragmento del canto V del Purgatorio (versos 133-136) en italiano, haciéndonos suponer familiaridad con el texto y con el idioma, en otros casos la referencia al poeta parece basarse sólo un conocimiento superficial de algunos lugares comunes, como el caso de Tomás de Cuéllar, quien en un artículo publicado en La Libertad en 1883 representa la novedad de los baños al aire libre como un escenario digno del Infierno de Dante.[7]

El aprecio, además de Dante y Tasso, al Manzoni poeta, religioso y patriótico, se manifiesta en la traducción de la oda religiosa La pasión, realizada por Ignacio Rodríguez Galván alrededor de 1851. Su traducción de un fragmento de la tragedia Aristodemo, de Vincenzo Monti, incluida, con el título Las sombras de Dirce, en el primer tomo de sus Poemas (1851),[8] confirma el interés hacia la poesía patriótica.

En 1885 Francisco Sosa, en las Versiones castellanas de la Jerusalem libertada de Torcuato Tasso, publicado por la Secretaría de Fomento, lleva a cabo una crítica a las traducciones de José Joaquín Pesado, de José de la Pezuela Ceballos, conde de Cheste, y de Francisco Gómez Palacio, que, en su afán positivista de cientificismo, son precedidas por el texto de Tasso con una traducción literal en prosa a uso del lector, para que éste pueda comprobar las observaciones críticas del autor.[9]

A finales del siglo xix y comienzos del xx destaca el papel de la editorial barcelonesa Maucci (con sede también en México y Buenos Aires) en la difusión de la literatura italiana en México, aunque las traducciones fueran hechas en España. En su catálogo,[10] que en México se anunciaba en varias revistas y periódicos, se encuentran El príncipe y Escritos políticos e históricos de Maquiavelo [sic], Bertoldo, Bertoldino y Cacaseno de Julio César de la Croce [sic], Diálogos de Giacomo LeopardiLos novios de Alejandro [sicManzoniPiñoncito de Julio Collodi [sic], El difunto Matías Pascal, Cuando se es algo, La vida que te di y Seis personajes en busca de autor de Luigi Pirandello, el Breviario de estética de Benedetto CroceLas vírgenes de las rocas, Epíscopo y CompañíaEl triunfo de la muerte de Gabriele D’AnnunzioCorazón (Diario de un niño), Horas de RecreoLa novela de un maestro, EspañaCamila y Alberto y Novelas (La casa paterna/ Furio/ Manuel Menéndez/ Un gran día) de Edmondo De Amicis, Inmortalicemos la vida, IveliseLa canción de siempre y de nuncaEl asesinato del árbol antiguo, La muerte de Mata-HariSuéltate la trenza, María MagdalenaEl infierno de los hombres vivientesCartas de amor a las Modistillas La vida comienza mañana, de Guido de [sic] Verona, La ciega de Sorrente de Francisco [sic] Mastriani, y finalmente cuarenta y dos obras de Invernizio y una de F. D. Guerrazzi, que se publicaron también en folletín, como detallaremos en la sección correspondiente.

 

Publicaciones periódicas

Si anteriormente las traducciones publicadas en México habían sido principalmente de obras latinas y griegas, es con la independencia cuando se comienza a traducir literaturas modernas y a publicar “poemas, ensayos, discursos y porciones de textos autobiográficos, casi siempre sin indicar su proveniencia ni mencionar al traductor”.[11] El ejercicio de la traducción es una prueba de estilo para los intelectuales mexicanos, configurándose así como una actividad eminentemente creativa; muchos textos son traducciones de traducciones, prosificaciones, traducciones muy libres, que aparecen en revistas.[12]

Con la revista Miscelánea, publicada entre 1829 y 1832 por el clasicista José María Heredia, comienza una reflexión teórica sobre la traducción. La revista El año Nuevo (1837-1840), a pesar de su intención fuertemente nacionalista publica traducciones en cantidad creciente, hasta alcanzar el 50% de la totalidad de sus publicaciones en 1840. Entre las diez traducciones del italiano que aparecieron en esta revista (más dos imitaciones de Petrarca y de Manzoni) destaca la labor de José Joaquín Pesado, seguido por su amigo Manuel Carpio y por Ignacio Rodríguez Galván.[13]

Pesado firma las traducciones más importantes en esta época: la versión en prosa de los primeros tres cantos del Inferno, publicada en 1840 con el título Fragmentos de la Divina Comedia de Dante, fruto de “un trabajo filológico serio y riguroso”[14] y la de unos fragmentos de la tassiana Gerusalemme Liberata, en octava rima, publicados en 1860. Con respecto a la primera, se trata de una traducción que contribuyó a la ya notable fama de Dante entre los intelectuales mexicanos aunque, como se presentó en prosa, no tuviera muchos comentarios o críticas en su tiempo.[15] Con respecto a la segunda, en cambio, en cada octava de ella se refleja la experiencia poética del traductor y su cuidadoso estudio tanto de las traducciones anteriores como de sus críticas, que le permitió apegarse a forma, contenido e ideología, además de respetar los elementos lingüísticos y estilísticos del original.[16]

En el período de transición entre siglo XIX y XX, El Renacimiento (1869) y El Domingo (1871-1873) se consideran como precursoras y modelo de las revistas literarias sucesivas, como la Revista Nacional de Letras y Ciencias, la Revista Azul, la Revista Moderna, la Revista Moderna de México y El Mundo Ilustrado. Es evidente la influencia de Francia por un lado y de estéticas exóticas orientalistas como la japonesa por el otro.

En El Renacimiento, fundada y dirigida por Ignacio Manuel Altamirano, se publicaron dos traducciones, firmadas por Manuel Peredo: el drama sacro La pasión de Jesucristo de Pietro Metastasio (publicado durante la Semana Santa) y el canto XXIII del Inferno dantesco. Cabe destacar el cambio de la figura del traductor, quien ahora forma parte de la redacción. Encontramos otra traducción de un drama sacro de Metastasio firmada por Peredo, Santa Elena en el Calvario, para El Domingo en 1872, otra vez en ocasión de la Semana Santa. Siempre en 1872 El Domingo publica “Una visita”, un artículo-ensayo de crítica de Edmondo De Amicis, sin la firma del traductor. Probablemente se trata de la primera traducción en México de un texto de De Amicis, quien sería uno de los autores más traducidos en la prensa del Porfiriato.[17]

La única traducción del italiano que aparece, en marzo 1889, en la Revista Nacional de Letras y Ciencias (1889-1890) es un artículo del filólogo y profesor Marco Antonio Canini, titulado “La poesía erótica en los pueblos hispano-americanos” (que parece ser la introducción de una antología de poetas tanto italianos como extranjeros, titulada el Libro dell’Amore), sin firma del traductor. Su interés reside en el tema, al representar un análisis crítico de textos literarios mexicanos por parte de un extranjero, como bien lo destaca el mismo Justo Sierra en su introducción.[18]

En El Monitor Republicano Manuel del Palacio publicó tres poemas –dos en 1883 y uno en 1889– que imitaban a Giosuè Carducci.

Las únicas traducciones firmadas, todas a cargo de eminentes poetas, son un soneto de Benvenuto Cellini, traducido por Leopoldo Díaz, un poema de D’Annunzio traducido por Rafael López y una tragedia del mismo, La nave, traducida por Pedro Henríquez Ureña (que se publica dos veces, en febrero y en diciembre de 1909), y tres poemas de Pier Delle Vigne, traducidos por Enrique Díez-Canedo. Sin firma, la traducción de una prosa poética (la “Oda a las fuentes del Clitumno” de Carducci) y las de cuentos: uno de Luigi Capuana (“El cordero negro”), dos de Giovanni Papini (“Las imágenes del estanque” y “El gentilhombre enfermo. Su última visita”) y uno de Carlo Tarnassi (“El sueño de una mañana de primavera”).

El Diario del Hogar publica en el mismo día (26 de julio de 1882) un discurso de Ignacio Manuel Altamirano sobre la muerte de Giuseppe Garibaldi, acontecida el dos de junio de ese año, y un poema de Juan de Dios Peza, “A Garibaldi”.

En La Revista Azul (suplemento cultural de El partido Liberal, publicada entre 1894 y 1896), aparecieron en 1894 un cuento de Jesús Urueta inspirado en Boccaccio, un poema de Joaquín Trejo cuyo subtítulo es “Versión libre del italiano”, y un relato de viaje en dos partes de Manuel Flores, “Álbum de viaje. Hojas sueltas. Venecia de noche” y “Álbum de viaje. Hojas sueltas. Venecia de día”; en 1895 un poema de Enrique Fernández Granados, alias Fernangrana, titulado “Imitación de Steccheti [sic]. Resurrexit”; en 1896, un poema de Clemente Palma inspirado en Dante, “Dante a Italia”. Esta misma revista destaca por publicar numerosas traducciones de obras extranjeras. Del italiano se tradujeron especialmente poemas, con traducciones firmadas por intelectuales que no forman parte de la redacción y se configuran así como colaboradores ocasionales: tres de Carducci (“Surca mi nave, sola”, “De “Primavera y amor” y “En una iglesia gótica”) traducidos por Enrique Fernández Granados y uno más, el célebre “El buey”, traducido por Miguel Antonio Caro; uno de Leopardi (“Reposarás por siempre”), parafraseado por Calixto Oyuela, y otro (“Alrededor de una idea. Imitazione”), traducido por Juan Nicasio Gallego; un poema de Vincenzo Monti (“A la muerte”) traducido por Francisco G. Cosmes, quien se firma il traduttore tradittori [sic], uno de Lorenzo Stecchetti (“Quando cadràn [sic] le foglie”) con tres traducciones, por José Antonio Calcaño, Agustín F. Cuenca y Jacinto Gutiérrez Coll; dos poemas de D’Annunzio, traducidos por Balbino Dávalos. De D’Annunzio se publican también varios fragmentos de prosa, sin firma del traductor. Las otras prosas consisten en relatos educativos, sin firma del traductor: dos de De Amicis (“Escenas de la vida militar. La marcha” y “Del album [sic] de un padre”), y uno de Enrico Castelnuovo (“La pierna de Juanito”).[19] Cabe observar lo inusual de la indicación “paráfrasis” con respecto a un poema: ya que en esta época las traducciones tendían a ser bastante libres, esta indicación parece referirse a una reestructuración radical del texto, y marca la posición del traductor hacia su fuente.[20]

En 1894 aparece El Mundo. Semanario Ilustrado, un semanario de política y actualidad fuertemente basado en las imágenes, en particular en la fotografía, dirigido por el controversial y comercialmente exitoso periodista y editor Rafael Reyes Spíndola, fundador también de los diarios El Imparcial y El Universal; desde 1900 y hasta su cierre en 1911 su nombre queda como El Mundo Ilustrado. Sin dejar a lado la poesía, se enfoca en particular en la traducción de cuentos, publicando en particular a Giovanni Papini y Matilde Serao.

Es en la Revista Moderna. Arte y Ciencia (1898-1903), que después cambiará su nombre a Revista Moderna de México (1903-1911),[21] con la firma de Enrique Fernández Granados, alias Fernangrana, que la traducción de las letras italianas cobra mayor relevancia. Esta revista, que representa una instancia cultural de modernidad y abertura de México a Latinoamérica con un matiz exclusivamente estético y no político, contribuirá a la difusión de autores como D’Annunzio, Carducci, Stecchetti, Serao, Fogazzaro. Aparecen cuatro artículos-ensayo sobre D’Annunzio (uno en 1899, dos en 1903 y uno en 1908), dos de ellos firmados, uno por Pedro Emilio Coll y otro por Jenaro Fernández Mac-Gregor; un poema de Leopoldo Díaz inspirado en Carducci (1907) y una imagen titulada “Casa di Dante a Firenze” y acompañada de dos versos del Infierno (1909). Destacan las traducciones de ensayos críticos, todas sin firma: Fabio Colonna di Stigliano, “Una lámpara eterna y el descubrimiento del radio”; Guglielmo Ferrero, “D’Annunzio poeta”; “Examen crítico. Racine y la historia romana”; “Habilidad del rey Eduardo y su lección a los reyes de Europa”; Paolo Mantegazza, “De la melancolía”; Enrico Ferri, “El amor monstruoso en el teatro de Gabriele D’Annunzio” y “Cesare Lombroso. En la vida y en la ciencia”; Matias Calandrelli, “Zacconi y Novelli. En la Morte civile”. En dos casos se publican textos enfocados en México: la publicación en italiano de dos poemas de Giosuè Carducci tomados del segundo volumen de Levia gravia, el XIX “Per la spedizione del Messico” y el XX, “Anche per la stessa” y en 1910, en ocasión de la celebración del centenario de la independencia de México, la traducción (no firmada) de un ensayo de Pietro Carducci Teisser, “Desde Roma, Ruben Dario [sic] e la gioventu [sic] messicana”, tomado de la romana Revista Fraterna Latina, que muestra el interés de los intelectuales italianos hacia los procesos políticos y culturales latinoamericanos.[22] La calidad de estas traducciones es alta, especialmente si la comparamos con la de los folletines llegados a México ya traducidos desde España. A esto parecen haber contribuido los concursos periodísticos de traducción que se convocaron a partir de 1900.[23]

Después del cambio de nombre publicará también a autores poco conocidos como Benvenuto Cellini y Pier Delle Vigne, además de ensayos críticos de autores italianos, algunos de los cuales sobre México. Así, Revista Moderna. Arte y Ciencia publica un poema de Foscolo (“Hastío”) y vuelve a publicar “El buey” de Carducci; Alberto Leduc firma la traducción de una conferencia de Antonio Fogazzaro (“El gran poema del porvenir”), probablemente ofrecida en Francia y por lo tanto traducida del francés; es curioso notar que las citas en nota se dejan en lengua original, es decir francés o italiano. Balbino Dávalos traduce un poema de Lorenzo Stecchetti (“El nombre de María”); se publican también, sin firma del traductor, una epístola de Carducci (“Recuerdo de infancia”), un cuento de Serao (“la ramilletera”), dos ensayos de De Amicis (“Una conversación íntima con Gabriel D’Annunzio” y “La muerte de Bovio”) y otro de Fogazzaro (“La danza del oso”), un cuento (“Las campanas”) y una prosa poética (“El canto del ruiseñor”) de D’Annunzio y lo que parece, más que una traducción, un resumen de un ensayo crítico de Scipione Sighele sobre D’Annunzio y la psiquiatría. Lo que es peculiar es la inclusión de tres textos en italiano sin traducción: una canzone de D’Annunzio (“In morte di Giuseppe Verdi”) y una breve correspondencia entre Carducci (“da Bologna”) y D’Annunzio (“da Milano”), en forma de dos telegramas, a propósito de la publicación de la mencionada canzone .[24]

A finales del siglo XIX se abren nuevos espacios de difusión literaria: los suplementos culturales en los principales diarios nacionales comoEl Imparcial, El Universal, El Diario y La Opinión. Los géneros prevalentes son la poesía contemporánea, el cuento, que incluye el relato educativo, y el ensayo-artículo; las traducciones no siempre están firmadas. Si bien sabemos que se publicaron traducciones de autores italianos, la falta de índices y la cantidad de publicaciones hace su rastreo muy arduo. Marroquín Caravantes rastrea la presencia de Carducci en El Universal: “Coloquio con los árboles”, traducido por Laura M. de Cuenca (1890), “A Miramar” y “Godofredo Rudel. Carducci-Rime e ritme [sic]”, traducidos por Enrique Fernández Granados, “De Carducci. Homero III”, traducido por Ramón Mena (1900).[25]

Por otro lado, surge el fenómeno de los folletines incluidos en estos mismos diarios y destinados a un público popular, que trataremos en el siguiente apartado. En el umbral del siglo XX es importante mencionar El Mundo. Semanario Ilustrado. En los períodos entre 1898 y 1899 y entre 1902 y 1911, para los cuales tenemos datos desglosados, las traducciones firmadas son muy pocas, y todas de poesía: tres poemas de De Amicis, traducidos por Manuel S. Pichardo; uno de D’Annunzio (“Anima triste”), de 1904, traducido por Guillermo Valencia, que se vuelve a publicar sin firma y con otro título en 1911 (“Cuiusque eadem? Musa castellana”); siete poemas de Carducci traducidos por Enrique Fernández Granados y ya publicados anteriormente. No es casual que cuatro de ellos, “Primavera y amor”, “Ruit hora”, “El buey” y “En una iglesia gótica” aparezcan en la misma página del semanario el 3 de marzo de 1907, como homenaje póstumo al poeta, fallecido el 16 de febrero.[26] De D’Annunzio se publican también las traducciones sin firma de otro poema, de una prosa poética sobre Dante y de un cuento (“Delfino”); de Carducci, se publica sin firma la traducción de la conocida “Oda para la Reina de Italia” de 1878. Además, siempre sin firma, un poema de Lorenzo Stecchetti.[27]

Sin embargo es la prosa, y el cuento en particular, lo más traducido en El Mundo Ilustrado, invariablemente sin la firma del traductor: destaca Matilde Serao con once cuentos (“Una familia”, “Romeo y Julieta”, “El cristo muerto. Leyenda”, “Primer amor” “El palacio de doña Ana” “El juramento”, “La barca fantasma”, “Las ciudades muertas”, “Esperando”, “Pablo Espada”, “Corazón de porcelana”), seguida por Giovanni Papini con cinco: “El demonio me dijo…”, “El que no pudo amar…”, “Por qué quieres amarme”, “Las imágenes del estanque”, que había sido publicado una semana antes por Revista Moderna de México, y “La última visita del gentilhombre enfermo”, publicado también por la revista Arte en 1907, y en 1908 por Revista Moderna de México en una traducción distinta, probablemente hecha en España, con el título “El gentilhombre enfermo. Su última visita”. Finalmente, De Amicis con dos fragmentos de novela (“Una corrida de toros en España” y “Lides de gallos”), tres cuentos completos (“La hora divina”, Con mi hijo” y “La voz de la muerte”) y un ensayo crítico (“La pintura holandesa”).[28] También aparecieron un artículo de crítica literaria de Julio Burell sobre Stecchetti (1898), un poema inspirado a Carducci de A. Mayorga Rivas (1905), dos artículos-ensayos de crítica literaria de Carlos González Peña, sobre D’Annunzio (1910) y Fogazzaro (1911), una entrevista a Gabriele D’Annunzio (1910) de Jean Carrere y, sin firma, un artículo-ensayo titulado "Carducci y el militar" (1910) y una reseña de una nueva obra de D’Annunzio (1913).[29]

Finalmente, en 1907 en El Tiempo Ilustrado aparece un artículo-ensayo sin firma, “Plática literaria. Un personaje de D’Annunzio: Corrado Brando” y en El Imparcial un artículo-ensayo de Luis Paris que celebra el premio Nobel de Carducci.

 

El folletín

El éxito del folletín en Europa provocó su aparición, en las últimas décadas del siglo xix y en el umbral del xx, en los principales diarios mexicanos –El Universal, El Diario y La Opinión y El Imparcial. Destaca la presencia de la italiana Carolina Invernizio, cuyas novelas aventurosas y macabras fueron difundidas en folletines también en Italia.[30]

De Invernizio, en 1901, El Universal publicó El beso de la muerta, Venganza de una locaHistoria de una costurera.[31] El Diario publicó en 1908 El calvario de una madreArrepentimiento (segunda parte de El calvario de una madre), seguidas por Beatriz Cenci. Tomo i y Beatriz Cenci. Tomo ii, una novela de la mitad del siglo anterior firmada por Francesco Domenico Guerrazzi.[32] El diario veracruzano La Opinión publica una tras otra entre 1910 y 1911, La maldita y El hijo del ahorcado.

Por su parte El Imparcial, a cargo de Carlos Dufoo (quien en estos mismos años dirigía también El Mundo Ilustrado), fue el diario que más folletines publicó, entre los cuales casi todas las obras de Invernizio. Entre 1901 y 1905 se publican El beso de la muerta. (Primera parte, La muerta viva),Venganza de una loca, La huérfana de la juderíaPasiones y delitos, El espectro del pasadoLos amores de Marcelo, El crimen de la condesaEl resucitado, La hija del barberoParaíso e infierno, El último besoEl genio del mal, Secreto de un bandido, Las hijas de la duquesa, El ermitaño (Segunda parte de Las hijas de la duquesa), Las víctimas del amor, Rina, El hijo del ahorcado, La maldita; entre 1906 y 1907, La lucha por el amor, Dora o la hija del asesinoLos misterios del amor (Dora ii),El cofre misterioso (Dora iii),El castigo de un malvado (Dora iv); entre 1907 y 1908, Satanela (Misterios del crimen i)La mano de la muerta (Misterios del crimen ii)El suplicio de la inocencia (Misterios del crimen iii)Justicia divina (Misterios del crimen iv); entre 1908 y 1909 Las deshonradas. Tomo i, Las deshonradas. Tomo ii,La ciudad misteriosa y Los desesperados; en 1910, Sirena, Misterios de las buhardillas. Tomo i,Misterios de las buhardillas. Tomo ii y La clave de los misterios.[33]

En ningún caso en los folletines se menciona el nombre del traductor, sin embargo, muchas de las obras de Invernizio eran también publicadas como libros por la editorial barcelonesa Maucci.[34] La búsqueda en sus catálogos llevada a cabo por Marroquín Caravantes[35] nos arroja los nombres de Emilio Reverter Delmas, Carlos Ria-Baja, Teodomiro Moreno Durán, Ramón Orts-Ramos, Álvaro Carrillo, Tomás de M. Graells, Gonzalo Guasp y González, Francisco Javier Godó, F. Luis Obiols, Martínez Sagrera.[36]

En conclusión, el fenómeno del folletín marca una notable excepción en la difusión de las letras italianas en México: la publicación de casi toda la obra de Carolina Invernizio destaca como un caso único y peculiar, mientras que los autores canónicos italianos se difunden sólo de forma fragmentaria en periódicos, o en las traducciones españolas por Maucci, que difunde en México a algunos autores ya clásicos, como Machiavelli, Giulio Cesare, Croce, Manzoni, Leopardi, Collodi, Benedetto Croce y a varios contemporáneos de distinta índole, desde Pirandello y De Amicis hasta Guido da Verona, Guerrazzi, Mastriani y, notablemente, Invernizio.

Los autores más traducidos en las revistas son autores contemporáneos: D’Annunzio, Carducci y Stecchetti en la poesía y Serao, Papini, Fogazzaro y De Amicis en la prosa. Destaca también el interés hacia Torquato Tasso, al que se dedican dos libros: una antología de prosas filosóficas y una crítica a las traducciones de la Liberata. Hasta este momento, por otro lado, la reverencia hacia Dante se manifiesta más en textos inspirados a su figura que en traducciones.

mostrar Siglo XX (primera mitad)

Al entrar al siglo xx otros agentes, además de la prensa periódica, se suman a la difusión de la literatura italiana en nuestro país: a través de una iniciativa del aparato gubernamental el primer clásico que se difunde de manera masiva es Dante, gracias a la inclusión de la Divina Comedia, versión prosificada que no menciona al traductor, en la colección de los Clásicos verdes, promovida por José Vasconcelos.[37]

En el panorama de la traducción literaria de nuestro país este tipo de iniciativas han sido una constante fundamental. Un rasgo importante de las administraciones que surgieron después de la revolución es el papel del Estado frente a la cultura: juez y parte, las instituciones siempre han involucrado en su estructura a los creadores. Por esta razón, el papel de los intelectuales mexicanos como funcionarios públicos ha implicado el desarrollo de diversas estrategias para la difusión de las artes; si bien la cultura italiana no ha sido una de las protagonistas en esta historia, su presencia ha sido constante.

 

Revistas literarias

En las revistas literarias de la primera mitad del siglo xx la presencia de la literatura italiana es discreta, pero los ejemplos son interesantes y es preciso desglosarlos, debido a la importancia cultural de las publicaciones en que aparecieron. Estos testimonios se concentran sobre todo en Arte, Argos, El Maestro, Vida MexicanaEscala, Horizonte, ExamenContemporáneos, Barandal y El Hijo Pródigo.[38]

En Arte fue publicada la prosa breve “Garibaldi” (1908) de Edmondo de Amicis traducido por Osuna Sixto y el poema “Sueño” (1909) de Ada Negri, por Manuel S. Pichardo. Pocos años más tarde, en la revista Argos se da a conocer la “Elegía a José Verdi” de Gabriele D’Annunzio, traducido por José López. En otros números de ese proyecto se incluyeron poemas de Ada Negri en lengua original. El caso de Negri fue importante durante esos primeros años del siglo xx: en la revista El Maestro Eduardo Schure publica en 1921 un estudio dedicado exclusivamente a ella, en la que se incluyeron fragmentos de poemas traducidos por José Gorostiza. Algo similar sucede con Giovanni Papini: en El Maestro se publican en 1921 un fragmento de “Diez capítulos de la historia de Cristo” y un año más tarde el ensayo “Federico Nietzsche”. Este mismo año, una reseña en Vida Mexicana analiza el éxito europeo deStoria di Cristo y poco tiempo después, en Horizonte,[39] aparecen unos fragmentos de “Los hermanos muertos”. En ninguna de estas publicaciones se especifica al traductor.

En la década de los treinta, Xavier Villaurrutia se caracteriza por su interés en difundir la obra de Massimo Bontempelli: en el primer número de Escala aparece el cuento “La iniquidad”; en el número 36 de Contemporáneos, el ensayo “Para la historia del teatro danés”; y en el número de invierno de 1933-1934 de Número, la prosa breve “En África”. En Barandal, sin especificar al traductor, apareció un ensayo de Filippo Tomaso Marinetti, “Estética de los avisos luminosos”, publicado en el primer número de la revista. En el número 3 de Poesía (1938), en una sección dedicada por completo al movimiento surrealista, el peruano César Moro propone su versión del poema “Una noche” de Giorgio de Chirico.

En la Revista de la Universidad de México aparecen en esta década dos artículos de autores italianos, sin la firma del traductor. En el caso del primero (Guglielmo Ferrero, “Las lecciones de la historia, ¿fue César un precursor de Napoleón?”), publicado en 1937, se indica como fuente la revista francesa Les Nouvelles Littéraires, así que no fue traducido del italiano. El segundo artículo aparece en 1938 (Leo Ferrero, “La novela y la conciencia moral”) y fue tomado de la revista argentina Sur.[40]

Finalmente, situados en la década de los cuarenta, en los números 22 y 26 (ambos de 1945) de El Hijo Pródigo hay dos textos de Giorgio de Chirico, “Pequeña antología” y “Sinceridad”: solamente en el primero se indica como traductor a César Moro. En el número 42 (1946) de esa misma revista aparece el texto literario más extenso de todas las revistas de la época: la comedia en un acto “La tinaja” de Luigi Pirandello, traducida por Agustín Lazo y Xavier Villaurrutia, y el único caso presente en las revistas literarias de la primera mitad del siglo xx de un texto con una temática italiana muy local.[41] Las traducciones nos enfrentan a una problemática que habla bastante de esta práctica intelectual durante la primera mitad del siglo xx: frecuentemente se omite el traductor y, debido a que no se anexan las referencias bibliográficas, es difícil comprobar si los textos fueron traducidos a partir del original italiano.

Cabe destacar que en la primera mitad del siglo xx, con la única excepción de la Commedia dantesca, se publican únicamente escritores italianos contemporáneos, ninguno de los cuales se había integrado al canon en esa época. Resalta la voluntad por rastrear a protagonistas de los movimientos de vanguardia: además de difundir ideas de los miembros del Futurismo, como Marinetti y el propio Papini, también surge el interés hacia autores cuyas obras se desarrollaban en un marco europeo. Giorgio De Chirico es asimilado a nuestro contexto como parte del Surrealismo, y los cuentos de Massimo Bontempelli traducidos por Xavier Villaurrutia pertenecen al núcleo de su obra más ligada al cuento fantástico de impronta surrealista. Sin embargo, no hay todavía en esa época una búsqueda por comprender el contexto específico de producción y recepción de dichas obras.

mostrar Siglo XX (segunda mitad) y hasta nuestros días

Hacia la mitad del siglo xx es evidente el predominio de las revistas frente a las editoriales.[42] A partir de los años cincuenta, la consolidación del campo editorial mexicano redunda en una abundancia de traducciones de autores italianos. Por ende, la siguiente sección está organizada a partir de los agentes culturales y editoriales considerados como más representativos.

 

Las letras italianas en la unam

En la unam, las iniciativas para la difusión de las letras italófonas han sido numerosas.[43] El surgimiento y el paulatino incremento de los estudios sobre la cultura italiana se acompaña de la aparición de traducciones. Algunos proyectos realizados en la unam y las publicaciones que de ellos se derivan son espacios privilegiados para la socialización y visibilización de las reflexiones de los propios traductores sobre su quehacer. En el campo de las humanidades, todos los ejemplos se encuentran dispersos en las distintas empresas que las facultades e institutos de investigación han elaborado en sus trayectorias.

En 1924 se creó la Facultad de Filosofía y Letras. Entre las disposiciones especiales existía el requisito de demostrar la posesión del idioma como precedente necesario para poder estudiar la literatura.[44] En 1939 se creó la maestría en Letras y en 1942 el doctorado en Letras. En 1974 el Colegio de Letras Modernas, nacido en 1956 después de la separación de Letras Clásicas, se subdividió en dos: Letras Hispánicas, y Letras Modernas y Arte Dramático. En este colegio han impartido o imparten actualmente clases académicos y traductores como Alaíde Foppa, Mariapia Lamberti, Franca Bizzoni, José Luís Bernal, Annunziata Rossi, Fabio Morábito, Stefano Strazzabosco, Clara Ferri, Sabina Longhitano, Fernando Ibarra Chávez, Paola Leoni, Jorge Alberto Aguayo, Fabrizio Cossalter, Rodrigo Jardón y se han formado muchos traductores y académicos.

En 1956 Samuel Ramos funda el Centro de Estudios Literarios; más tarde, en 1973, de la unión de éste con el centro de Estudios Clásicos, el de Lingüística Hispánica y el de Estudios Mayas, nace el Instituto de Investigaciones Filológicas, en cuyo Seminario de Poética se desenvuelven dos importantes traductores: Fabio Morábito y Annunziata Rossi.

Vale la pena consignar que, fuera de lo estrictamente filológico pero al amparo de una institución universitaria, el Instituto de Investigaciones Estéticas, como parte de la celebración de los cuatrocientos años de la muerte de Michelangelo Buonarroti, respaldó al historiador del arte Justino Fernández para que publicara en 1964 un ambicioso estudio que estuvo acompañado por la traducción de la obra poética completa del artista italiano. Su ensayo está dividido cronológicamente tomando como referencia las horas del día en analogía de la vida del artista: la aurora, el día, el crepúsculo y la noche. Las razones de la traducción, revisada por Virginia Agostini y Rubén Bonifaz Nuño, se basan en la relación estrecha entre poesía y artes visuales que según Fernández caracterizó a este exponente del Renacimiento.[45] En este trabajo el especialista parte de una hipótesis: los versos de Michelangelo son una suerte de diario íntimo. Por esta razón, el investigador afirma que la intención principal fue ofrecer una “herramienta de trabajo” para los estudios de arte. Con todo, consideramos que el cuidado de la edición es notable: los 302 poemas están acompañados de una datación lo más precisa posible y el cuidado filológico de Fernández, en correspondencia con su hipótesis, rescata la información biográfica de los textos: se especifican las dedicatorias, las estaciones del año e incluso la descripción de la grafía en los manuscritos.

Las colecciones editoriales de la unam

La colección Nuestros Clásicos es una de las más longevas en la unam y desde su fundación se ha dedicado a ofrecer en español obras clave de la literatura universal para los estudiantes universitarios. En 1961 aparece el primer número dedicado a la literatura italiana, una Antología de la poesía italiana realizada y traducida por Manuel Durán. Este libro, que incluye una selección de poemas que van de la Edad Media hasta el siglo xx, también resalta por su prólogo, en el que Durán delinea una trayectoria de la lírica italiana que va de Jacopone de Todi y San Francisco de Assís hasta Filippo Tommaso Marinetti.

Guillermo Fernández, quizá el traductor más activo del italiano en México, ocupa un lugar protagónico en ésta y en otras colecciones universitarias. En lo que respecta a Nuestros Clásicos, Fernández traduce la Vida de Benvenuto Cellini, florentino, escrita por él mismo (1995) y Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, escritas por Giorgio Vasari, pintor aretino (1996), Los prometidos de Alessandro Manzoni (1997), Toda la vida de Alberto Savinio (1998), los Cuentos para un año de Luigi Pirandello (1998) y El Decamerón de Giovanni Boccaccio (2003), traducción en la que colaboró Vittore Bartra.

Otra obra de autor italiano publicada en Nuestros Clásicos es la traducción del Aminta de Torquato Tasso (2001), a cargo de Fabio Morábito. Asimismo dos obras del catálogo corresponden a traductores de España: la de Juan Boscán de El cortesano de Baldassar Castiglione (1997) y la de Francisco Almela Vives de la Vida nueva de Dante (2000); este título fue publicado junto con Breve tratado en alabanza de Dante de Giovanni Boccaccio, en traducción de Guillermo Fernández. Finalmente, también deben ser consignadas las traducciones de autores italianos, amén de que se trate de obras originalmente escritas en latín: Sobre el amor. Comentarios al banquete de Platón (1994) de Marsilio Ficino, a cargo de Maria Pia Lamberti y José Luís Bernal, y Las 900 tesis de Giovanni Pico della Mirandola, a cargo de Ernesto Priani.

Poemas y Ensayos es otra de las colecciones universitarias más emblemáticas, con casi medio siglo de vida. En 1979 aparece el que es probablemente el primer título proveniente de las letras italianas incluido en su catálogo, La alegría de Giuseppe Ungaretti, en traducción de Marco Antonio Campos (actual director de la colección). A partir de los años noventa en que comienza la época actual, las letras italianas, de la mano de las traducciones de Guillermo Fernández, ganan presencia. Este ciclo abre y cierra con dos títulos de poesía: Poesía completa de Cesare Pavese (1991) y Veintidós poetas italianos. Para el bautismo de nuestros fragmentos, con prólogo de Stefano Strazzabosco (2006). Hay que observar la presencia de libros de ensayos: El mito habsbúrgico en la literatura austriaca moderna de Claudio Magris (1998) y Poesía y no poesía de Benedetto Croce (1998), así como las únicas antologías de ensayos de crítica literaria y cultural de Eugenio Montale y de Giuseppe Ungaretti con que cuenta nuestra tradición bibliográfica, Sobre la poesía (2000) y Ensayos literarios (2000), respectivamente. Hasta ahora el más reciente título de ensayo de origen italiano dentro de la colección es El narrador y el crítico. Un panorama de la narrativa italiana del siglo xx (2003) cuya traducción, además de Guillermo Fernández, la realizó Mariapia Lamberti quien se encargó también de la selección de los textos.

En la icónica colección Material de Lectura, Guillermo Fernández traduce un sinfín de breves antologías de poesía y narrativa entre los años ochenta y el comienzo de los noventa. Los autores que tradujo forman un amplio abanico, cuya difusión conforma lo que en nuestro país se conoce como literatura italiana moderna y contemporánea: Eugenio Montale, Mario Luzi, Cesare Pavese, Michelangelo Coviello, Milo de Angelis, Valerio Magrelli, Gino Scartaghiande, Alberto Savinio, Pier Paolo Pasolini, Alberto Moravia, Vitaliano Brancati, Giuseppe Tomasi Lampedusa, Leonardo Sciascia, Dino Buzzati, Italo Calvino y Giovanni Verga. Destaca la antología de poemas de Eros Alesi, definido como el último poet maudit italiano y poco conocido aún en Italia. Para esta misma colección, Maria Pia Lamberti, como editora, y José Luís Bernal, como traductor, publicaron una selección de los Cantos de Leopardi,[46] Hugo Gutiérrez Vega seleccionó y tradujo una antología de poetas italianos y Edmundo Valadés, una selección de narraciones de Massimo Bontempelli.[47]

En 1989, dentro de la Dirección de Literatura, se crea la colección Textos de Difusión Cultural, con varias series, entre las cuales destaca El Puente, destinada a publicar ediciones bilingües de poetas de otras tradiciones literarias. Nuevamente son los poetas-traductores Guillermo Fernández, Marco Antonio Campos y Fabio Morábito[48] los que emprenden la labor de trasladar al español de México algunas obras representativas de las letras italianas del siglo xx y alimentar el catálogo de esta colección. En traducciones del primero aparecen Diálogos con Leucó de Cesare Pavese (1991) y En guaridas profundas de Bartolo Cattafi (1995). Del segundo, Un trago amargo de Umberto Saba (1992) y Poetas italianos del siglo xx (2004), el cual reúne las traducción de los libros que Campos había publicado previamente de Vincenzo Cardarelli[49] y los ya referidos de Giuseppe Ungaretti y Umberto Saba, salvo la traducción inédita en libro de un título de Salvatore Quasimodo; este volumen incluye notas biográficas y un epílogo de Stefano Strazzabosco. En versiones de Mórabito, aparece una antología de la poeta Patrizia Cavalli, Yo casi siempre duermo (2008).

Finalmente, dentro de la colección Ultramar, creada en 2014 por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial con la finalidad de difundir obras literarias centradas en los desplazamientos, la transculturalidad, la migración y el exilio, se incluye la novela Las personas de mi ciudad (2016) de Andrea Alí, profesor de italiano en el cele de la fes Acatlán, traducida por Andrea Muriel.

Publicaciones periódicas de la unam

De las publicaciones periódicas es justamente la Revista de la Universidad, durante algunas de sus etapas, el medio que ha concedido un espacio mayor a la difusión de la literatura italiana a través de las traducciones.

Si bien en sus primeras décadas la presencia de la literatura y cultura italianas es muy escasa, en 1955 Tomás Segovia estrena una serie de artículos que intituló Fidelidad de Italia. En ninguno de estos casos se trata de traducciones; sin embargo, en su conjunto representan una de las fuentes más claras de cómo circulaba esta literatura en nuestro contexto. Las indagaciones de Segovia resaltan por la inmersión en el contexto específico de la Italia de la posguerra, a partir de un viaje a Venecia, Florencia y Roma, y la relación que ésta estableció con su literatura. Por sus artículos dedicados a la novela italiana de esa época podemos saber que, en ese tiempo, las traducciones argentinas constituían el medio principal para leer a los escritores contemporáneos. Bajo la etiqueta del neorrealismo, comienzan a ser leídos autores como Cesare Pavese, Alberto Moravia, Carlo Levi, Guido Piovene, Corrado Alvaro y Elio Vittorini. Segovia los clasifica como exponentes de un “realismo poético” que a su parecer resumía el impulso general de las expresiones artísticas italianas de la época.[50]

El interés por ese movimiento también forma parte de las lecturas de José de la Colina, quien publica el mismo año una primera reseña sobre un libro dedicado al neorrealismo cinematográfico, “Pío Caro. El neorrealismo cinematográfico italiano”. Una década más tarde salen a la luz, el ensayo “Censura y Cultura” de Roberto Rossellini (1964), traducido por el propio de la Colina, y la primera traducción poética, unos fragmentos de la Divina Comedia (1965), por Homero Aridjis. El auge de la publicación de traducciones, especialmente poéticas, comienza en 1974, cuando aparecen, con breves ensayos introductorios, “Las odas bárbaras” de Giosuè Carducci por Tarcisio Herrera Zapién y un fragmento de La conciencia de Zeno de Italo Svevo, por Carlos Montemayor.

Tanto Segovia como José de la Colina continuaron su exploración del neorrealismo en los años posteriores para profundizar sus interpretaciones sobre Cesare Pavese, Federico Fellini, Giuseppe Ungaretti o Luchino Visconti. Estos artículos destacan porque se complejiza el campo de la recepción de la cultura italiana: ya no se trata simplemente de incluir narraciones breves o poemas, sino que se perfila un espacio para la investigación.

Si hasta la primera mitad del siglo xx una de las problemáticas centrales en la difusión de las letras italianas había sido su carácter fragmentario y la falta de contextualización de los textos traducidos con respecto a los movimientos literarios y los autores de Italia, a fines de los años sesenta, Alaíde Foppa conjunta investigación y traducción en un serie de artículos y traducciones. En 1967 publica “Un místico italiano del siglo xiii. Iacopone da Todi” y una semblanza de Pirandello a los treinta años de su muerte, “Luigi Pirandello, 1876/ 1936”. En los márgenes de “Un místico italiano…”, aparece su traducción del Llanto de la Virgen, la cual no solamente constituye un trabajo pionero en la difusión de la literatura medieval italiana, también es el resultado de una ardua investigación. Además, el ensayo que la acompaña supone una eficaz introducción a su contexto histórico-cultural. La elección de Iacopone da Todi se debió a su singularidad en la fundación de la literatura italiana, que a su vez tiene características completamente diferentes al resto de las otras tradiciones europeas.[51]

“Maquiavelo y El Príncipe” y “Carta de Maquiavelo a Francesco Vettori, Embajador de la República Florentina en Roma”, artículos publicados en 1968, analizan cuestiones sobre el Renacimiento con el objetivo de situar El príncipe en relación con toda la producción literaria de Machiavelli y con los eventos históricos que la acompañaron.[52] Foppa resalta que se trata de un literato cuya fama, marcada por la censura, opacó su obra, y defiende que las reflexiones políticas de este escritor están vinculadas con su faceta de narrador y dramaturgo. La Carta de Maquiavelo a Francesco Vettori, Embajador de la República Florentina en Roma es un documento que para la investigadora refleja tanto la personalidad como las dificultades que el escritor vivió durante la redacción de su tratado más famoso.[53]

En la Revista de la Universidad cabe destacar de nuevo la labor fundamental de Guillermo Fernández quien publica en 1977 “Apuntes autobiográficos” de Luchino Visconti, el ensayo “W. H. Auden” y el célebre poema “Rechina la polea del pozo” de Eugenio Montale, en 1978 “Lighea” de Tomasi di Lampedusa, y en 1979 “La divina mímesis” de Pier Paolo Pasolini. También vale la pena resaltar la inclusión tanto de traducciones como de textos académicos de italianística de producción local en el lapso que va de los años sesenta a la mitad de la década de los noventa. En los últimos veinte años este diálogo ha disminuido considerablemente: la aparición de traducciones ha sido muy escasa, aunque los artículos de investigación siguen explorando tanto temas consolidados en la tradición como expresiones literarias recientes.

El Periódico de Poesía, que a partir de 2007 dejó su versión impresa para ser una publicación exclusivamente digital, es otro de los espacios de la unam en el que están presentes traducciones de poetas italianos. Entre los trabajos más recientes están las traducciones de Diego Tapia “Jesús y la lagartija”, “El hombre de arcilla”, “La hormiga blanca” y “Tiempos modernos” de Claudio Pagelli;[54] “xlix”, “De la imagen tensa” y “Viático” de Clemente Rebora;[55] de Eleonora González Capria las rimas 32, 124 y 311 de Gaspara Stampa,[56] y de Reinhard Huamán Mori “Aquel lejos de nosotros” de Milo de Angelis.[57] En 2016, Rafael Hernández Aguilar ganó el premio del Círculo de Traductores del Periódico de Poesía, con la traducción de Mitos, una breve antología de Carla de Bellis.[58]

Fundado en 1994, el Anuario de Letras Modernas de la ffyl unam constituye un espacio de difusión de la cultura y la literatura italiana, junto con las otras letras modernas, abriéndose también a una perspectiva comparatista.

Investigación, docencia y traducción en la unam

En las colecciones Bitácora Poética y Cuadernos del Seminario de Poética, del Instituto de Investigaciones Filológicas, Annunziata Rossi ha conjuntado el estudio de la literatura italiana y su traducción: además de ser una especialista de la literatura del siglo xx, en particular de su relación con el fascismo, Rossi ha contribuido bastante en los estudios sobre el Renacimiento. El primer renacimiento florentino. Ideas y presagios del descubrimiento de América (1998) y Ensayos sobre el Renacimiento italiano (2002) son recopilaciones de textos que se relacionan directamente con el análisis y la selección de su antología de cuentos El relato del Renacimiento italiano (1996; segunda edición, bilingüe, 2007) que ha permitido difundir, por primera vez en México, los textos que han inspirado a los dramaturgos europeos de los siglos xvi-xvii y más allá.[59]

Fabio Morábito, investigador en el Centro de Estudios de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas y profesor de traducción en el departamento de letras italianas, en 1995 publicó Los pastores sin ovejas, un ensayo sobre la academia poética Arcadia del siglo xviii y su impronta en la literatura europea. En su trayectoria como traductor del italiano, y en el contexto de la italianística en México, resalta la recepción que suscitó su versión del ya mencionado Aminta de Torquato Tasso, incluido en Nuestros Clásicos por iniciativa de Augusto Monterroso, director de la colección en aquel entonces. La única traducción previa al español se remontaba a 1604. En su introducción Morábito explica que la versión de 1604, a cargo del poeta Juan de Jáuregui, respondía a una época en la que el traductor se sentía con derecho de modificar libremente el texto original, en este caso aumentando más de cien versos en diferentes partes de la obra. En cambio Morábito se propuso apegarse a la obra en este sentido, no agregar nuevos versos y mantener el principio compositivo en forma de silva. Sin embargo, la elección de términos contemporáneos para realidades de otro tiempo provocó que el filólogo Antonio Alatorre la considerara un tanto anacrónica y valorara la traducción de Jáuregui más apegada al original en este aspecto. Fuera de esta crítica, Alatorre resaltó las buenas intenciones del traductor actual por sentir “la necesidad de llamar la atención sobre un poema tan hermoso y olvidado”. En su réplica, Morábito argumentó que, allí donde Alatorre dice que se les escapan “detallitos”, Jáuregui había tratado de embellecer palabras que en el original de Tasso no son de un registro áulico.[60] Al margen de las ediciones universitarias, cabe mencionar que Morábito tradujo la poesía completa de Eugenio Montale (2006) para la editorial Galaxia Gutemberg.

Entre los muchos libros al cuidado de Mariapia Lamberti para la unam, El narrador y el crítico (2004) es una antología que ofrece un panorama de textos dedicados al rico diálogo que escritores y críticos entablaron en el siglo xx, traducidos por la misma Lamberti y por Guillermo Fernández. En este libro se encuentran las únicas traducciones al español del crítico Giacomo Debenedetti: un fragmento de un ensayo sobre la obra de Luigi Pirandello, proveniente de ii romanzo del Novecento, y un ensayo dedicado a Dino Buzzati, ambos traducidos por Guillermo Fernández. Esta antología difundió una de las líneas fundamentales de la literatura italiana del siglo pasado: la crítica literaria que, más allá de ser un vehículo para la interpretación, también se constituye como una actividad eminentemente creativa. Para El futurismo italiano de Olga Sáenz publicado por el Instituto de Investigaciones Estéticas en 2010, Lamberti, junto a José Luís Bernal, estuvo a cargo de la traducción de los manifiestos futuristas.

En 2018, la antología de las Rimas de Boccaccio, en edición de Fernando Ibarra Chávez, fruto de los seminarios de Literatura de la Edad Media impartidos en el Departamento de Letras Italianas de la ffyl unam, inaugura la colaboración de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam con la editorial oaxaqueña Almadía; la traducción está a cargo de los estudiantes de la carrera Imelda Almaraz Ojinaga, Nancy Rosas Zambrano, David Hazael Rodríguez Berea y Virginia Sánchez Jiménez. La carencia de material traducido con respecto a los autores de la Edad Media es evidente, incluso para los clásicos: revisitar la producción poética de Boccaccio nos acerca a una obra muy vasta y una gran variedad de géneros.[61] La recepción de Boccaccio, centrada preponderantemente en el Decamerón, deja a la sombra los aportes que dentro de la lírica lo distinguen de Dante y Petrarca, cuyas obras poéticas han sido mucho más estudiadas. El criterio de selección se enfoca en poemas que “cuentan con características poco comunes en la poesía de la época; por ejemplo, la presencia constante de encabalgamientos, las repeticiones léxicas y el uso reiterativo de conectores parecen obedecer más a razones métricas que sintácticas”.[62]

Por otra parte, entre las publicaciones del cuec, Miguel Bustos García tradujo todos los ensayos de Empirismo eretico que Pier Paolo Pasolini dedicó al cine: Cinema. El cine como semiología de la realidad (2006).

Rodrigo Jardón Herrera y Diego Antonio Mejía Estévez publicaron en la colección Pequeños Grandes Ensayos una antología de ensayos de Italo Svevo, La corrupción del alma (2016), y para la colección Licenciado Vidriera Bestias (2018) de Federigo Tozzi.

Finalmente en una de las antologías del Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras (Serrano Coronado y Desmet 2011) fue publicado el cuento “Sámana”, del escritor Pino Cacucci, que tradujeron en conjunto Consuelo Aguirre de los Reyes, Patricia Ángeles Delgado, Luciana Minerbi di Segni y Juan Porras Pulido, coordinados por Tomás Serrano Coronado, profesor de traducción tanto en cele como en El Colegio de México.

Proyectos relacionados con el Departamento de Letras Italianas de la ffyl

La Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, instituida en la ffyl en 1994 con la contribución de la Secretaría de Relaciones Exteriores (Ministero degli Affari Esteri) de Italia con el objetivo de promover los estudios de italianística en México, es la cátedra más longeva y una de las más activas de esta facultad. Las actividades de la Cátedra a lo largo de los últimos veinte años abarcan cursos especiales, seminarios, mesas redondas y otros eventos académicos, con la función tanto de complemento y profundización para los estudiantes de licenciatura y posgrado como de espacio de encuentro y diálogo entre italianistas de todo el mundo, latinoamericanos en particular, y de diálogo interdisciplinar entre críticos literarios, traductores y traductólogos, historiadores, críticos de arte y cine, filósofos, comparatistas, expertos en lingüística y didáctica, y docentes de lengua y cultura italiana. La Cátedra colabora también con el Instituto Italiano de Cultura de México para la organización de eventos académicos y culturales.

Las Jornadas Internacionales de Estudios Italianos, organizadas desde 1995 hasta la fecha con cadencia bianual por la Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, tienen el objetivo de reunir a italianistas de todo el mundo para compartir los resultados de sus investigaciones y contribuir a la difusión de la cultura italiana y su estudio. Los resultados de cada congreso se materializan en la publicación de un libro que reúne una selección dictaminada de artículos a partir de las ponencias presentadas: los tres cuadernos y los catorce libros publicados hasta la fecha por la unam y la Cátedra (un quinceavo libro monográfico, dedicado a Giovanni Boccaccio, fue publicado en Firenze por Franco Cesati),[63] la mayoría de los cuales ha estado a cargo de Mariapia Lamberti y Franca Bizzoni, se encuentran disponibles en el Repositorio Institucional de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam.[64] El décimo sexto libro a cargo de Sabina Longhitano y Fernando Ibarra Chávez se encuentra en publicación.

El blog staci (Seminario de Traducción de Textos de Autores Contemporáneos Italianos), creado y coordinado por Clara Ferri, profesora de traducción del Departamento de Letras Italianas, forma parte de la página web de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam y ofrece la posibilidad de aproximarse a traducciones muy meditadas. En este espacio periódicamente se publican fragmentos, en edición bilingüe, de traducciones realizadas por los estudiantes de traducción de la carrera de Letras Italianas. Se encuentran autores ya clásicos, como Leonardo Sciascia, Pier Vittorio Tondelli y Remo Bodei, y otros contemporáneos, como Stefano Benni, Carlo Lucarelli, Barbara Garlaschelli, Mauro Corona. Los traductores son: María Teresa Aguilar Garrido, Edita Diana Cabrera Becerra, Silvia Cruz López, Mariana Isabel Enríquez Alatriste, Claudia Isabel Flores Ramírez, Nadia Daniela García Medina, Violeta Rosales Hernández, Karol Einhorn López Aldana, Brenda Olimpia Mora Santana, Jaime Rea González, Carolina Rodríguez Monti, Mauricio Horacio Ronquillo Valdez, Margarita Liliana Salvatierra Cruz, Lourdes Estela Sánchez Durán, Juan Diego Tapia Perea, Marcos Tavera Casado y Néstor Josué David Venegas Ramos.[65]

Las traducciones literarias al español de Clara Ferri incluyen ensayos de Antonio Tabucchi (para la revista Reforma), Angelo d’Orsi, Norberto Bobbio (para la revista Fractal), Milan Kundera, Danilo Kiš, Massimo Rizzante (para Letras Libres); para la editorial Planeta, Ferri tradujo la novela Adesso de Chiara Gamberale, publicada con el título Una vida tan verdadera en 2017. Junto con el investigador y periodista Fabrizio Lorusso, Ferri estuvo a cargo de la edición de Ni una más (Universidad Iberoamericana de Nuevo León, 2017): una antología de cuentos de autores italianos, traducidos tanto por miembros de staci como por otros estudiantes y egresados del área de traducción, en torno a la problemática del feminicidio.[66]

Además de varias traducciones de poesía para editoriales independientes, el ya mencionado Stefano Strazzabosco, profesor de literatura del siglo xx del Departamento de Letras Italianas, coordinó la traducción, a cargo de un equipo de estudiantes del Departamento de Letras Italianas de la unam, de la antología de poetas contemporáneos sicilianos Sicilia: la tierra del titiritero publicada por una editorial independiente (Circo Literario, 2017).

Entre las modalidades de titulación de la carrera de Letras Italianas de la ffyl unam se incluye la traducción comentada. Los autores traducidos no son sólo los más canónicos. Entre los trabajos más destacados en los últimos años deben mencionarse: Non ora, non qui de Erri de Luca, Pinocchio de Carlo Collodi, el poema “Addio” –primera parte de ii mondo salvato dai ragazzini- de Elsa Morante, dos ensayos de Pier Paolo Pasolini, La casa sull’albero de Bianca Pitzorno, Seta de Alessandro Baricco, Invettive e licenze de Dario Bellezza, textos humorísticos de Giovanni Guareschi, tres cuentos de Primo Levi, Pinocchia y La moglie dell’eroe de Stefano Benni, Coppia aperta, quasi spalancata de Dario Fo, Seratina de Niccoló Ammaniti y Luisa Brancaccio, tres ensayos de Le piccole virtù de Natalia Ginzburg, Ambarabà de Giuseppe Culicchia; en Letras Clásicas, la Collatio laureationis de Petrarca, una selección del De mulieribus claris de Boccaccio y el Liber de sole et de Lumine de Marsilio Ficino.

Entre las tesis de crítica, además de análisis de corte distinto sobre autores muy conocidos como Dante, Boccaccio, Machiavelli, Ariosto, Tasso, Galilei, Foscolo, Leopardi, Manzoni, D’Annunzio, Fogazzaro, Pirandello, Svevo, Montale, Ungaretti, Vittorini, Fenoglio, Calvino, Sciascia, Buzzati, Tomasi di Lampedusa, Morante, Levi, Pavese, Pasolini, Fo y Rame, destacan autores menos difundidos, tanto antiguos como modernos y contemporáneos: Cielo d’Alcamo, Burchiello, Giovanni Pico della Mirandola, Pietro Aretino, tres tratadistas del siglo xvii (Pellegrini, Pallavicino y Tesauro), Tommaso Campanella, Giordano Bruno, Gianbattista Marino, Pietro Verri, Luigi Illica y Giuseppe Giacosa ( libretistas de La Bohéme de Puccini), Neera, Massimo Bontempelli, Francesco Jovine, Vasco Pratolini, Giorgio Bassani, Renata Viganò, Ignazio Silone, Giorgio Manganelli, Guido Morselli, Antonio de Petro, Alessandro Baricco, Claudio Magris, Gianni Celati, Sebastiano Vassalli, Mariateresa Di Lascia, Andrea Camilleri, y un autor italiano que se desenvolvió en México: Carlo Coccioli.

En las tesis de la Maestría en Traducción del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios del Colegio de México, se han estudiado obras italianas del siglo xx: Sergio Trejo Aparicio con El tratamiento de la variación lingüística no estándar como reflejo de la oralidad en un texto literario: Traducción comentada de Ragazzi di vita de Pier Paolo Pasolini. Brenda Olimpia Mora Santana con Los marcadores discursivos en Morte accidentale di un anarchico de Dario Fo: análisis contrastivo con las traducciones al español de Carla Matteini y Sergio Martínez y Montserrat Mira Mosso con La introducción y difusión de novelas estadunidenses traducidas en la Italia fascista (1922-1943): entre traduzione e italianizzazione.

 

Otros espacios universitarios

En la colección Biblioteca del Universitario de la Universidad Veracruzana, fundada en 2006 bajo la dirección de Sergio Pitol, se han publicado La conciencia de Zeno (2008) de Italo Svevo, El difunto Matías Pascal (2012) de Luigi Pirandello, y El mar, el amor y la muerte. Cuatro novelas cortas italianas de Camilo Boito, Corrado Alvaro, Silvio D’Arzo y Giuseppe Tomasi di Lampedusa (2015). Estos volúmenes reúnen traducciones del Rafael Cansinos Assens para el primero, de Guillermo Fernández para el segundo; y de Rafael Antúnez y Ana Villada para el tercero. En la colección ‘Sergio Pitol’ se encuentra la única traducción del italiano del escritor mexicano: Salto mortal de Luigi Malerba. En 2016, Ana Villada publicó dentro de la emblemática colección Ficción de esta misma universidad una antología de narrativa con traducciones propias y de Antúnez: Cuentos del Novecento italiano: un modelo para armar. Podría decirse que estos dos traductores, Rafael Antúnez (1960) y Ana Villada (1975), alimentan la italianística desde Veracruz. El primero también ha publicado la traducción de algunos relatos de Dino Buzzati en el volumen El escarabajo y otros cuentos (2002).

La revista La Colmena de la Universidad Autónoma del Estado de México, se benefició por más de veinte años de la colaboración con Guillermo Fernández, quien se ocupó, desde mediados de los años noventa hasta 2012, año de su muerte, de la columna “La colmena en Italia”, dedicada a la traducción de autores italianos, principalmente poetas. Es imposible aquí hacer un recuento de todos los autores traducidos en casi veinte años:[67] además de los ya citados destacan Michelangelo Buonarroti, Francesco Guicciardini, Giovanni Papini, Elio Vittorini, Alda Merini, Antonia Pozzi, Patrizia Valduga, Giovanna Frene, Andrea Zanzotto, Antonio Tabucchi, Paolo Ruffilli, Michele de Giacomo, Stefano Strazzabosco, Marco Perilli.

El Instituto mexiquense de la Cultura publicó algunas notables traducciones de Guillermo Fernández: Reflexiones literarias de Giacomo Leopardi (2006), Escritos literarios de Leonardo Da Vinci (2007), Lighea; un siglo de cuento italiano (2007),Todos los cuentos de Italo Svevo (2008), La boutique del misterio de Dino Buzzati (2009), Aforismos políticos y sociales de Francesco Guicciardini (2009).

En la colección Clásicos del Pensamiento Político de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México se imprimió una edición bilingüe de El Príncipe de Niccolò Machiavelli (2008), traducido por Stella Mastrangelo, que había sido publicado en Montevideo por Nordan Comunidad en 1993, ganando dos premios.

Para el Instituto Mora, Mastrangelo tradujo Reformadores del siglo xviii en Italia del historiador Franco Venturi (2003).

En 2008 Italia fue el país invitado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, lo que redundó en la visita de varios escritores e intelectuales italianos y en la publicación de un número, titulado Stazione Italia, de la revista literaria de la Universidad de Guadalajara Luvina (número 53, invierno 2008), que contiene traducciones de fragmentos de autores contemporáneos italianos, muchos de los cuales eran completamente desconocidos en México. Este número presenta una amplia y variada selección de textos de autores contemporáneos. Los traductores son: Mariapia Lamberti,[68] María Teresa Meneses,[69] Jorge Alberto Aguayo,[70] Brenda Mora,[71] Guillermo Fernández,[72] Beatriz Galindo,[73] Fabio Morábito,[74] Sergio Trejo,[75] Mara Donat y Marco Antonio Campos,[76] Jeannette L. Clariond,[77] Renato Sandoval Bacigalupo,[78] Jeamel Flores Haboud,[79] Manuela Torquati,[80] Juan Castro,[81] Silvia Cruz,[82] Marcela Tavera Soria,[83] Dulce María Zúñiga[84] y una autotraducción de Emilio Coco.[85]  

 

Otros proyectos editoriales

Desde su fundación en 1934, el Fondo de Cultura Económica se ha caracterizado por impulsar de forma paralela la divulgación del pensamiento mexicano, latinoamericano y europeo. En el caso de la cultura italiana se han recuperado no sólo obras literarias, sino también estudios humanísticos y del pensamiento político, filosófico, histórico y antropológico, lo cual resulta pertinente incluir aquí porque complementa un panorama centrado sí en la literatura pero que no puede prescindir del todo de otras aportaciones que nutren la cultura italiana contemporánea.

Para los Breviarios en 1955 el fce publica la Introducción al existencialismo de Nicola Abbagnano en traducción de José Gaos y en 1956 Historia de la astronomía de Giorgio Abetti, traducida por Alejandro Rossi. Desde los años ochenta, las traducciones de Stella Mastrangelo para el Fondo han difundido en América Latina las ideas políticas de figuras tan importantes como Federico Chabod (La idea de nación, 1987) y Norberto Bobbio (Perfil ideológico del siglo xx en Italia, 1989); a filósofos como Gianbattista Vico (Sobre la mente heroica, en G. Tagliacozzo, M. Mooney y D.F. Verene, Vico y el pensamiento contemporáneo, 1988) a los historiadores Armando Saitta (Guía crítica de la historia, 1989), Arnaldo Momigliano (dos antologías traducidas del inglés: De paganos, judíos y cristianos, 1992, y Ensayos de historiografía antigua, 1993) y Salvatore Lupo (Historia de la mafia: desde sus orígenes hasta nuestros días, 2009). En lo estrictamente literario, además se encuentran las traducciones de las novelas Delito de Estado de Maria Bellonci (1985), Crucigrama (1990) de Leonardo Sciascia y México de Emilio Cecchi (1989). Para el fce Mastrangelo traduce también obras de crítica literaria (Sergio Lambiase y G. Battista Nazzaro, Marinetti y los futuristas, 1988), antropología (Pietro Scarduelli, Dioses, espíritus, ancestros, 1988), islamística (Alessandro Bausani, El Islam en su cultura, 1988). Además de la ya referida traducción de El Príncipe, de Niccolò Machiavelli Mastrangelo vierte también en 1990 el Epistolario (1512-1527).

Para esta misma casa editorial, Fabio Morábito ha traducido textos de literatura infantil como Pinocho con botas (1992) y La historia y la gloria y otros relatos (1992) de Luigi Malerba, Las aventuras de Pierino en el mercado de Luino (1993) de Piero Chiara y El planeta de los ratonejos de Renata Schiavo Campo (1992).

El Fondo ha publicado tres antologías de la lírica italiana. La primera de ellas, El surco y la brasa (1974), compilada por Marco Antonio Montes de Oca, recoge las versiones de Manuel Durán de poemas de Vittorio Alferi, Dante, Michelangelo Buonarroti, Alfonso Gatto, Eugenio Montale, Petrarca, Salvatore Quasimodo y Torquato Tasso; de Tomás Segovia, de Carducci y Ungaretti; de Eduardo Lizalde, de Boccaccio; de Salvador Elizondo, de Cecco Angiolieri; y de José Emilio Pacheco, de Salvatore Quasimodo. Más breve, la segunda, Cuaderno de traducciones (1984), es el primero número de la colección Cuadernos de la Gaceta. Únicamente incluye traducciones de Rubén Bonifaz Nuño de algunos sonetos de Dante y de Fabio Mórabito de un par de poemas de Umberto Saba.

Por su parte, la tercera, Traslaciones. Poetas traductores 1939–1959 (2011) a cargo de Tedi López Mills incluye una selección de traducciones de poesía italiana más amplia. Este ambicioso proyecto presenta un rico panorama de treinta y tres poetas traductores que va de José Emilio Pacheco a Alfonso D’Aquino. Los poetas que traducen del italiano no son la mayoría, y a continuación se enlistan, junto con los poemas que aparecen en la selección de Mills, porque sus elecciones dan cuenta de una parte de la recepción de la literatura italiana en México durante las últimas décadas: Homero Aridjis, “El cántico de las creaturas” de San Francisco de Asís y varios fragmentos del Inferno dantesco; Elsa Cross, “La balada del exilio” de Guido Cavalcanti; Marco Antonio Campos, “Desde la cuesta”, “Cuando se abría el velario”, “Mujer”, “Ulises” y “Tenía” de Umberto Saba, “Abandono”, “Cruel adiós”, “Liguria”, “Noche de Liguria”, “Parábola”, “A la tierra”, “Paso nocturno” y “Un fanal” de Vincenzo Cardarelli, “Soy una criatura”, “Peregrinaje”, “San Martín del Carso”, “Nostalgia”, “Despedida”, “Otra noche” y “Vagabundo” de Giuseppe Ungaretti; David Huerta, “Taccion i boschi” de Torquato Tasso; Francisco Serrano, “Mil veces, oh dulce mía guerrera” y “Si con verme me mata, o si sonríe” de Francesco Petrarca; José Luis Rivas, “La cabra” de Umberto Saba; Fabio Morábito, dieciocho poemas tomados de su traducción de Eugenio Montale; Francisco Segovia, “No encuentro paz, ni puedo hacer la guerra” de Francesco Petrarca, “También tú eres la colina” y “Eres la tierra y la muerte” de Cesare Pavese; Alfonso D’Aquino, “El infinito” de Giacomo Leopardi, “Mañana”, “Recuerdo de África”, “Alegría de náufragos”, “Sereno” y “Soy una criatura” de Giuseppe Ungaretti, “Hacia el fondo” de Eugenio Montale, “Invierno” y “Hambre” de Alfonso Gatto.

De la importante y difundida colección “Sepan cuantos…” de Porrúa, hay que considerar que su catálogo digital no menciona el nombre del traductor de ninguna de las obras provenientes de otras tradiciones, y en muchos de los casos solamente se menciona el nombre del prologuista. En 1962 publican la Divina Comedia (n. 15) de Dante, con introducción y comentario de Francisco Montes de Oca; en 1970, El príncipe (n. 152) de Niccolò Machiavelli, con prólogo de Antonio Gómez Robledo y Corazón (n. 157) de Edmondo de Amicis, con prólogo de María Elvira Bermúdez; en 1971, Los novios (n. 178) de Alessandro Manzoni con estudio de Federico Baráibar; en 1982, El Decamerón (n. 380) de Boccaccio con prólogo de Francisco Montes de Oca; en 1983, la Jerusalén liberada (n. 403) de Torquato Tasso, con prólogo de M. Th. Laignel; en 1986, el Cancionero (n. 492) de Petrarca con prólogo de Ernst Hatch Wilkins; en 1994, la Autobiografía (n. 623) de Benvenuto Cellini con prólogo de Manuel Ramírez; en 1996, las Vidas de grandes artistas (n. 660) de Giorgio Vasari con prólogo de Rudolf Chadraba; y en 2005, los Viajes (n. 371) de Marco Polo con introducción de María Elvira Bermúdez. Para 1972 María Elvira Bermúdez introduce Sandokan (n. 220) de Emilio Salgari, quien es el autor italiano con mayor presencia en este catálogo: con introducciones de Bermúdez aparecen de ese año y hasta 1989 veinticinco libros del escritor de Verona. El segundo escritor italiano con más presencia en “Sepan cuantos…” es Giovanni Papini: Gog (n. 421), Historia de Cristo (n. 424), en 1994 Los operarios de la viña y otros ensayos (n. 644) y en 2004 El Diablo (n. 737). Otro escritor del siglo xx presente en la colección es Alberto Moravia, con Cuentos romanos (n. 726), publicados en 2001.

Para Juan Pablos, en 1979 Mastrangelo traduce El “Risorgimento” de Antonio Gramsci, que es el número 19 de los Quaderni dal Carcere, dedicado a un análisis de la independencia italiana.[86]

Para la colección Cien del Mundo, lanzada por conaculta en 1984, Guillermo Fernández tradujo Descripciones de descripciones (1995), una selección amplia de los artículos periodísticos de Pier Paolo Pasolini. En el mismo año se publican, en la traducción de Jordi Teixidor y con un prólogo de Mariapia Lamberti, las Prosas Morales de Giacomo Leopardi. En 2000, Stella Mastrangelo dio a conocer una de las novelas nodales del Romanticismo italiano, Las últimas cartas de Jacopo Ortis de Ugo Foscolo; finalmente, gracias al trabajo de Sergio Martínez, se publicaron dos comedias del último Premio Nobel italiano: El papa y la bruja. El diablo con tetas (2012) de Dario Fo.  conaculta comisionó a Clara Ferri una nueva traducción de la serie de libros de Emilio Salgari dedicada a los piratas del Caribe, que se empezó a publicar en 2018: El Corsario NegroLa reina de los Caribes, Yolanda la hija del Corsario Negro, El hijo del Corsario Rojo, Los últimos filibusteros.

Para siglo xxi, Stella Mastrangelo tradujo la antología de crítica literaria seleccionada por Alfonso Berardinelli La cultura del 900: La literatura (1985).

Tomás Serrano Coronado tradujo para Joaquín Mortiz El polvo de México de Pino Cacucci (1996) y coordinó también la traducción colectiva de Demasiado corazón, del mismo autor, publicada por el Instituto Italiano de Cultura en 2016.

El catálogo de Sexto Piso comprende obras fundamentales de Carlo Emilio Gadda, Paolo Volponi, Giorgio Colli, Claudio Magris, aunque no todas hechas en México. Las traducciones que se han hecho en el país incluyen de Stella Mastrangelo, El patrón de Goffredo Parise (2014); Guillermo Fernández, Aquiles enamorado de Alberto Savinio (2004); Teresa Ramírez Vadillo, El loco impuro (2003) y La locura que viene de las ninfas (2008) de Roberto Calasso; Fernando Macotela, Fellini. Les cuento de mí (2007) de Costanzo Costantini; María Teresa Meneses, Literatura y derecho ante la ley (2009) y El conde y otros relatos (2014) de Claudio Magris; Rossella Bergamaschi y Antonio Castilla, La persuasión y la retórica de Carlo Michelstaedter (2009), Ernesto Kavi, La muchacha indecible. Mito y misterio en Kore (2014) y El fuego y el relato (2016) de Giorgio Agamben.

La Secretaría de Cultura, en colaboración con la editorial Vanilla Planifolia, cuyo objetivo es difundir textos distantes de nuestro ámbito cultural, publicó La cocina futurista y otros textos, de Filippo Tommaso Marinetti y Luigi Colombo Fillìa (2017), traducido por Guillermo Piro.

Para una edición conmemorativa facsimilar del Príncipe de Machiavelli (Taurus y Senado de la República, 2013) Sabina Longhitano tradujo la carta del autor a Francesco Vettori del 10 de diciembre 1513, la nota introductoria del primer editor, Antonio Blado D’Asola y el prólogo de Maurizio Viroli.[87] Longhitano tradujo también las citas del latín y del griego en la edición de De la disimulación honesta di Torquato Accetto (Colección Libros de Artefacto, 2001), traducida del italiano por Rossella Bergamaschi, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Para Ediciones El Milagro, una editorial especializada en textos teatrales, Guillermo Fernández publicó Alfabeto pirandelliano de Leonardo Sciascia (1997).

El breve y selecto catálogo de la editorial Ai Trani, dirigida por el académico italiano Fabrizio Cossalter, publicó textos en la encrucijada entre crítica y literatura como Examen de conciencia de un literato, de Renato Serra (2015), en la traducción del mismo Cossalter y de Rodrigo Jardón Herrera; dos obras de Massimo Rizzante, No somos los últimos (2015) y Diálogos de la forma perdida (2016), ambas traducidas por Carmen Ruiz de Apodaca; y la colección de aforismos de Mario Andrea Rigoni, Vanidad (2017), traducida por Fabrizio Cossalter.

Taller Ditoria publicó una traducción de dominio público del Cuento de Alibech de Giovanni Boccaccio (2009) y de Giacomo Leopardi Sobre el amor. Antología del Zibaldone (2009), a cargo de Guillermo Fernández.

La colección Autoria, que marca la colaboración de Taller Ditoria con la editorial independiente italiana Auieo, dirigida por el editor y escritor Marco Perilli, publicó, además de la traducción de Mariapia Lamberti del Cuento del gordo carpintero (2008), la primera traducción al español, a cargo de Nayelly Zabaleta Solís, de Kn de Carlo Belli (2009), una colección de aforismos de 1935.

En la sección mexicana de Auieo, fundada en 2011, además de reeditar en versión bilingüe la traducción de Lamberti de El cuento del gordo carpintero (2015), se publican, siempre en versión bilingüe, las traducciones de Guillermo Fernández de Jóvenes sin trabajo de Valerio Magrelli (2011) y de una selección de textos de Leonardo da Vinci titulada Bestiario, fábulas y pensamientos (2014).

Como las antologías editadas por el Fondo muestran, la poesía ha sido uno de los géneros literarios privilegiados por las traducciones hechas en México de las letras italianas con la particularidad del binomio traductor-poeta. Los límites de espacio que ciñen este panorama, sólo permiten enfocar lo aparecido en libros y dejar como una tarea pendiente, la presencia de las letras italianas y en particular de la poesía italiana en las publicaciones periódicas, impresas y electrónicas, en los últimos cuarenta años.

El Tucán de Virginia publicó en la traducción de Guillermo Fernández Poemas de Mario Luzi (1982), Cantos órficos de Dino Campana (1990) y Poemas de Valerio Magrelli (1990); de Emilio Coco, Escúchame señor (2013), traducido por Marco Antonio Campos, y el ya referido Vendrá la muerte y tendrá tus ojos de Cesare Pavese (2016), a cargo de Stefano Strazzabosco y Marco Antonio Campos. Para Ediciones Sin Nombre Stefano Strazzabosco tradujo La miel de Tonino Guerra (2004). La poeta y traductora Elvia De Angelis publicó para las Ediciones Papeles Privados la poesía completa de Cesare Pavese (2001). Para la editorial hispano-mexicana especializada en poesía Vaso Roto, la escritora y traductora de poesía Jeannette L. Clariond publica sus traducciones de tres poemarios de Alda Merini: Cuerpo de amor (2009), Magnificat (2009) y La carne de los ángeles (2009). Para Papeles Privados, Clariond tradujo una Antología de Roberto Carifi (2000); para editoriales españolas, de Merini La tierra Santa (Valencia, Pre-textos, 2001) y Baladas no pagadas (2005, Barcelona, Editorial La Poesía, Señor Hidalgo); de Primo Levi A una hora incierta (2005, Barcelona, Editorial La Poesía, Señor Hidalgo). Para Vaso Roto, Eduardo Montagner Anguiano y Giampiero Bucci Gabrielle tradujeron El (necesario) mentir (2012) de Andrea Zanzotto. Hay que mencionar la publicación de un texto poco difundido inclusive en Italia, Dies Irae (Garabatos, 2015) de Antonio de Petro, con la traducción de Víctor García Salas, a cargo también, junto con Carlos Ciade Castellanos, de la traducción de las Poesías de Giovanni Riva (Ediciones del Lirio, 2015).

Las aportaciones de diversas instituciones universitarias del país, sobre todo de la unam, y de instituciones de promoción de la cultura del Estado, como el Fondo de Cultura Económica y conaculta, marcan la pauta editorial de las letras italianas de este periodo. Todos estos proyectos editoriales constituyen las bases del aumento considerable de traducciones que han surgido en estos primeros años del siglo xxi. Sin lugar a duda las décadas que van de los años noventa a los albores del nuevo milenio son en las que se han dado a conocer el mayor número de autores y de obras de la literatura italiana en nuestro país. En los últimos años destacan las numerosas iniciativas de las editoriales independientes, que representan un ejemplo claro, al mismo tiempo de innovación y continuidad, de un constante flujo e intercambio cultural entre México e Italia.

mostrar Referencias

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Foppa, Alaide. “Un místico italiano del siglo xiii. Iacopone da Todi”, Revista de la Universidad de México, 8,  abril, 1967, pp. 23-25.

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Lorusso, Fabrizio. “Presentación del libro Le persone della mia città di Andrea Alì #Mexico”, l''America Latina. Immaginari e Storie dai Sud del Mondo, 19 de octubre de 2014.

Marci, Giuseppe. “Camilleri biografo di Pirandello”. De Dante a Camilleri: estudios sobre literatura y cultura italiana, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, (en publicación).

Marroquín Caravantes, Xrysw Susana, "Difusión y traducción de literatura italiana en México. (Puente entre los siglos xix y xx)", tesis por defender, Ciudad de México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2019.

Morábito, Fabio. “El nado del traductor”, Acta Poética, 21, 2000, pp. 371-379.

Rossi, Annunziata. El relato del Renacimiento italiano, Ciudad de México, UNAM, 2007.

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Sheridan, Guillermo. "Editor", Letras Libres, diciembre, 2006.

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Libros publicados por la Cátedra Extraordinaria Italo Calvino (en orden cronológico)

Berardinelli, Alfonso. 50 anni di letteratura italiana/ 50 años de literatura italiana (bilingüe), Mariapia Lamberti y Franca Bizzoni (ed.), Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, Cuaderno 1 de la Cátedra Calvino, 1996.

Lamberti, Mariapia y Franca Bizzoni (ed.). Palabras, poetas e imágenes de Italia, Ciudad de México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1997.

----. Italia: la realidad y la creación, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 1999.

----. La Italia del siglo XX, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 2001.

----. Italia: literatura, pensamiento y sociedad, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 2003.

Strazzabosco, Stefano (ed.). Aproximaciones a Giordano Bruno en el cuarto centenario de su muerte, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, Cuaderno 2 de la Cátedra Calvino, 2003.

Carrillo, María (ed.). Italo Calvino, homenajes y análisis, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, Cuaderno 3 de la Cátedra Calvino, 2005.

Lamberti, Mariapia y Franca Bizzoni (ed.). Italia a través de los siglos. Lengua, ideas, literatura, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 2005.

Lamberti, Mariapia (ed.). Petrarca y el petrarquismo en Europa y América, Ciudad de México, UNAM, FFyL, 2006.

Lamberti, Mariapia y Franca Bizzoni (ed.). Italo Calvino y la cultura de Italia, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 2007.

----. Italia y la generación 1900-1910, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 2009.

Lamberti, Mariapia y Fernando Ibarra Chávez (ed.). Italia y los italianos: lengua, literatura e historia, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 2011.

Mazzoleni, Marco, Sobre didáctica de la Traducción, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, Cuaderno 4 de la Cátedra Calvino, 2011.

Lamberti, Mariapia, Fernando Ibarra Chávez y Sabina Longhitano (ed.). Italia: 150 años como nación, Ciudad de México, UNAM, Cátedra Extraordinaria Italo Calvino, 2013.

----. Giovanni Boccaccio (1313-1375): influenza e attualità, Firenze, Franco Cesati, 2015.

Longhitano, Sabina (ed.). La Italia del siglo XIX al XXI: literatura, crítica, historia, cultura, Ciudad de México, UNAM y Cátedra extraordinaria Italo Calvino, 2017.

Ibarra Chávez, Fernando (ed.). Crítica y literatura de Italia. XII Jornadas Internacionales de Estudios Italianos, Ciudad de México, UNAM, Cátedra extraordinaria Italo Calvino, 2018.

Longhitano, Sabina, y Fernando Ibarra Chávez (ed.), De Dante a Camilleri. Literatura y cultura italiana, Ciudad de México, UNAM, Cátedra extraordinaria Italo Calvino, en publicación.

 

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Traducciones bibliográficas referidas

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----, El mar, el amor y la muerte: Cuatro novelas cortas italianas , trad. Rafael Antúnez y Ana Villada, Veracruz, Universidad Veracruzana, (Biblioteca del Universitario), 2015.

----, Cuentos del Novecento italiano: un modelo para armar, trad. Ana Villada y Rafael Antúnez, Veracruz, Universidad Veracruzana, 2016.

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Accetto,Torquato, De la disimulación honesta, trad. Rossella Bergamaschi, Ciudad de México, Colecciones de libros de artefacto, 2001.

Agamben, Giorgio, El fuego y el relato, trad. Ernesto Kavi, Ciudad de México, Sexto Piso, 2016.

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Alí, Andrea, Las personas de mi ciudad, trad. Andrea Muriel López, Ciudad de México, UNAM, (Ultramar), 2016.

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Belli, Carlo, Kn, vers. Nayelli Zabaleta Solís, Ciudad de México, Taller Ditoria, CONACULTA, Dirección General de Publicaciones, 2009.

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