Enciclopedia de la Literatura en México

Pan. Revista de literatura

Los primeros editores de Pan fueron Antonio Alatorre y Juan José Arreola, quienes en la primera entrega (junio de 1945) aclaran que hacer una revista literaria en Guadalajara es una tarea difícil, ya que no se cuenta con los apoyos necesarios. Se invita a los amigos a publicar y a alentar el proyecto.

Sin embargo, en la presentación a la edición facsimilar –publicada por el Fondo de Cultura Económica (fce)– Antonio Alatorre explica que Pan fue un divertimento.

La revista no contó con suscriptores ni anunciantes. Fue auspiciada por personas de Guadalajara y, a pesar de la falta de recursos económicos, sus editores publicaron siete números de excelente calidad en el papel y la tipografía; el título fue impreso en tres colores, el logotipo lo diseñó el pintor Alejandro Rangel Hidalgo (que también colaboró con algunas viñetas) y cada entrega constaba de 100 ejemplares.

Debido a que Arreola viaja al extranjero, Antonio Alatorre invita a Juan Rulfo a formar parte de la dirección de la revista y ambos se hacen cargo de la publicación hasta la entrega del número 6, cuando Alatorre viaja a la Ciudad de México. La dirección del número 7 y último (enero-febrero) queda bajo la responsabilidad de Adalberto Navarro Sánchez (también director de la revista jalisciense El Caetera), quien aumenta el número de páginas de Pan e incluso incorpora a la revista un suplemento. En cada una de las entregas de la revista se publicaron poemas, fragmentos de novelas, ensayos, relatos y traducciones.

La primera entrega incluía “Reflexiones sobre la forma” de Arturo Rivas Sáinz (también fundador de la revista EOS), "Fragmentos de una novela" de Arreola y un texto de Alfonso de Alba M. sobre Francisco González de León (de quien también se publicaron poemas). El segundo número edita "Nos han dado la tierra" de Rulfo, un texto de Riva Sáinz sobre Páramo de sueños de Alí Chumacero, y poemas de Antonio Alatorre. En la tercera entrega se publica "El converso" de Arreola, y poemas de Miguel Rodríguez Puga. La cuarta entrega reúne poemas de Adalberto Navarro Sánchez y Ramón López Velarde, así como "El desahucio" de Riva Sáinz. El quinto número publica poemas de Ricardo Serrano. La sexta entrega edita "Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos" y "Soneto", de Arreola; "Ojos que te vieron" de Chumacero; poemas de Luis Noyola Vázquez y de Juan de Alba, y el relato "Macario", de Rulfo. El último número incluye textos de Rivas Sáinz; poemas de Chumacero; "Ausentes", de Edmundo Báez; "A Beatriz", de Navarro Sánchez; reseñas de Alatorre y Navarro Sánchez, y el suplemento en el que se publicó "El despojo", de Georges Duhamel.

Cada número incluye traducciones de fragmentos de Maurois, Valéry, Dunoyer de Ségonzac, Cocteau, Raïsa Maritain y André Rousseaux, todas realizadas por Antonio Alatorre.

En junio de 1945 se publicó Pan. Revista de literatura: publicación fugaz, de formato sencillo y contenido breve. Pese a su naturaleza pasajera, su estudio resulta importante para la historia de la literatura. Su intencionalidad y las relaciones que se gestaron en ella, serán determinantes en las décadas posteriores. Por una parte, sus colaboradores serían influyentes en el medio cultural de México; y por otra, las obras publicadas serían un anticipo de lo que acontecería en el ámbito literario del país de los años subsecuentes. Aunque los testimonios de sus fundadores refieran a Pan como un ejercicio temprano de su inquietud como editores y una materialización de su pasión como lectores, ésta fue un amanecer de las publicaciones periódicas consagradas a la literatura fuera del centro del país. En ella, se hallarán los primeros pasos de algunos escritores que fueron referentes de la narrativa, poesía y cuento; tales como Juan José Arreola, Juan Rulfo y Alí Chumacero.   

 

Antecedentes

Previo al proyecto Pan. Revista de literatura, se halla Eos. Revista jalisciense de literatura (junio de 1943-octubre 1943) en la trayectoria editorial de Juan José Arreola. Como su nombre lo sugiere, en extensión y significado, la revista fue un breve preludio de la vida editorial de la literatura de Jalisco en dos sentidos. Por un lado, Juan José Arreola y Arturo Rivas Sáinz deseaban fundar en aquel estado un nuevo órgano de difusión cultural consagrado a la literatura. En el texto introductorio del primer número se mencionó que Eos sería una “revista intencionada y constructora” de las voces literarias de su época.[1] Y por otro, en dicha publicación se iniciarían las labores editoriales del escritor jalisciense. Pues como él mismo lo dice en la “Presentación” a la edición facsimilar de la revista, fue “autor, editor y lector” hasta el final de su publicación.[2]

La propuesta de dicha revista fue dar a conocer a jóvenes escritores (Arreola, el primero de ellos) por medio de publicaciones de obras íntegras, tal y como Rivas Sáinz lo propuso antes de iniciar el proyecto.[3] En ella se publicaron obras de los fundadores y de Rafael Alberti, Joaquín Ríos, Noel Rivas Sáinz, Adalberto Navarro Sánchez, Rafael López, Agustín Yáñez, entre otros. Y los géneros de su contenido fueron variados: cuento, ensayo, poesía y apuntes de obras literarias.

Eos tuvo una periodicidad mensual y de corta extensión: cuatro números. Pese a que el mismo Arreola la recuerda como un fracaso,[4] ésta y Pan pondrían las bases del proyecto editorial que el autor de Confabulario trabajaría a lo largo de su vida. Como lo menciona Sara Poot Herrera, su intención era “publicar a los jóvenes sin esperar otra recompensa que la satisfacción de ayudarlos”.[6]     

 

Perfil editorial

Dos años después de Eos, en 1945, Juan José Arreola y Antonio Alatorre emprendieron un nuevo proyecto editorial: Pan. Revista de literatura. Luego de su antecesora, Arreola buscó continuar su proyecto editorial e invitó a escritores, principiantes y versados, a publicar en la revista.[6] Ese deseo de difusión cultural también determinó en gran medida el nombre de la revista, pues, según Alatorre, se deseaba que la publicación fuera tan básica y elemental como el pan.[7] Por otra parte, se aludía a la deidad mítica homónima.[8] Se buscaba independencia –una cultural– semejante a la que el dios de los campos y cultivos poseía respecto al Olimpo.

Ambos escritores determinaron plasmar en dicha publicación los intereses estéticos que compartían. Como Arreola comentó,[9] buscaron concretar sus sueños que crecían en las diversas tertulias convenidas en el café “Nápoles” en Guadalajara.[10] En junio de 1945 se publicó el primer número de la revista, en el que ambos participaron. Se hallaron carentes de colaboraciones, pero su intención era hacer algo distinto a las publicaciones del periódico El Occidental.

En la revista se publicaron varios escritores que tendrían eco en la historia de la literatura. Algunos de ellos fueron Arturo Rivas Sáinz, Alfonso de Alba, Juan Rulfo, Miguel Rodríguez Puga, Adalberto Navarro Sánchez, Ramón López Velarde, Ricardo Serrano, Alí Chumacero, Luis Noyola Vázquez, Juan de Alba, Edmundo Baez y José Arriola Adame. Por su parte, se observaron algunos otros de procedencia europea, ya que la línea editorial básicamente estuvo sujeta a dar voz a quienes tenían inquietudes congruentes con las de los directores. La mayor parte de esos letrados eran franceses, tal fue el caso de Raïssa Maritain, Paul Valéry, André Maurois, André Rousseaux, Jean Cocteau, André Dunyoer de Segnozac, Edgar Neville, Georges Duhamel. La aparición de ellos representó dos cosas: por una parte, la naturaleza cosmopólita de los fundadores y de varios de sus colaboradores; y por otra, la capacidad de establecer un diálogo estético entre escritores mexicanos y europeos.[11]

En las entrevistas con Alatorre se percibe el encanto que la literatura europea, sobre todo la francesa, tuvo en las lecturas de Arreola y de él. Sergio López Mena destaca esa influencia en la producción de la revista y también lo que ambos consiguieron con esta publicación.

Pan: siete números de literatura cosmopolita, con sabor francés. Desembocadura de amistades con intereses literarios, pero sobre todo floración de un encuentro: el de Arreola y Alatorre. Como las mejores empresas, labor personal, vocación de la ilusión, realizada por el solo placer de haberla.[12]

 

El tiempo de Pan. Revista de literatura

La revista surgió en un contexto donde la estética encontró nuevos derroteros respecto a las últimas dos décadas: orientadas por narraciones de la Revolución mexicana. Poco a poco el sentido nacionalista fue sustituido por una exploración a nuevos confines estéticos. Eos ya comenzaba a dar avisos de las nuevas coordenadas del desarrollo cultural en México; no tanto por la procedencia de sus escritos, sino por la intencionalidad que tenía la revista: ser un nuevo órgano de difusión cultural. Pan se perfiló como una muestra de la descentralización de la cultura del país, respecto a las publicaciones creadas en la ciudad de México, como lo fue Tierra Nueva. Revista de Letras Universitarias (1940-1942) u Occidente (1944-1945).

Pan concretó las ambiciones de sus fundadores, quienes esperaban estrechar lazos entre la comunidad literaria de Guadalajara, tal y como se constató en la carta editorial del primer número de donde se sustraen las siguientes palabras:

Hacer una revista literaria en Guadalajara es tarea que ofrece a sus emprendedores más de un triste presagio.

El ejemplo de las publicaciones que nos han precedido no es ciertamente halagador. Todas ellas, sin contar una sola excepción, tuvieron vida episódica y señaladamente difícil.

Ahora en lugar de asumir una responsabilidad superior a nuestras fuerzas, plantamos este germen de revista, que sólo alcanzará su mejor desarrollo si a ella concurren nuestros amigos.

Publicando con el mayor decoro que nos sea posible los originales que nos sean confiados, esperamos que nuestra obra tenga muy pronto el mérito que trata de alcanzar.[13]

Concretar aquella ambición no fue una tarea sencilla. Se partía de la carencia los medios económicos, que finalmente fueron provistos por la generosidad de algunos mecenas: José Arriola Adame y Efraín González Luna.[14] En ese sentido, Alatorre reconoció la precariedad financiera de ambos editores al comenzar el proyecto. No obstante, el entusiasmo de Arreola proporcionó las bases para sacar los dos primeros números y ganar respeto entre los círculos literarios.[15] Esto les dio oportunidad a los escritores de adquirir una presencia que, poco a poco, fue difundida a lo largo del país.

Antonio Alatorre, en una entrevista publicada en el número de octubre de 1999 en Letras Libres, resaltó el hecho de que ambos editores tenían influencias y gustos cifrados en la literatura europea.[16] Aquellos años fueron los de la Segunda Guerra Mundial, suceso que dificultaría en extremo la importación de materiales para las imprentas y, sobre todo, contenidos literarios del continente europeo. Entre los escasos materiales que se tenían en aquel entonces, Alatorre obtuvo un tomo de las crónicas de Figaro, llamadas Suites francaises.[17] El autodidactismo que ha sido frecuentemente referido en Arreola y la disciplina de ambos fructificó en la especial tarea de leer y traducir a autores no tan conocidos que ambos hallaron en ese compendio de obras.

El descubrimiento de Alatorre muestra en parte las necesidades culturales de aquel entonces, de explorar y difundir. Dichas tareas serían iniciadas en el siglo XX con la revista Contemporáneos.  Y pese a las restricciones, fue recurrente en Pan el deseo de publicar y compartir propuestas estéticas de otros continentes, así como en las obras de cada uno de los editores, donde Xavier Villaurrutia y Carlos Pellicer son citados constantemente por Arreola.

 

Desarrollo y trayectoria

El corto tiempo de vida de Pan se puede comprender a partir de varios aspectos: las ocupaciones de sus editores, el escaso contenido y colaboradores, y los recursos económicos. El primer aspecto se puede apreciar en los cambios de dirección de la revista. La publicación se mantuvo durante siete números: los primeros seis de manera mensual y el séptimo, y último, bimestral. Los primeros cinco números (junio-octubre, 1945) los dirigieron Arreola y Alatorre; el sexto (noviembre 1945-febrero 1946) Alatorre y Juan Rulfo; y el séptimo (enero-febrero 1946) Adalberto Navarro Sánchez. Estos cambios se debieron a que los fundadores delegaron la dirección para atender otros proyectos: Arreola viajaría a París en 1945 para estudiar teatro y Alatorre viajaría a la capital del país en 1946.

En segundo lugar, la participación de nuevos escritores representó un obstáculo para su publicación. Uno de los problemas a los que Pan se enfrentó fue el de contar con textos originales.[18] En la introducción a la versión facsimilar, Alatorre comentó que las colaboraciones se podían contar “con los dedos de las manos”; y en efecto, fueron 10 poetas y tres prosistas los que figuraron en sus páginas. Ese detalle es posible constatarlo en el requerimiento de varios colofones: “Se solicita colaboración y canje”. No obstante, este problema ayudó a encontrar una forma de establecer un diálogo más profundo con otras literaturas: no sólo de otros contextos culturales, sino del mexicano también. Por una parte, significó el momento en el que Juan Rulfo publicaría el cuento “Nos han dado la tierra”. Alatorre menciona que ese cuento fue una verdadera sorpresa, pues ni Arreola ni él estaban enterados de que Rulfo escribiera.[19] Por otra, para Alatorre se convirtió en otra oportunidad de poder realizar algunas traducciones de los autores que le interesaban.

En el número cuatro, la revista sufrió un pequeño cambio, pues se le agregó un colofón con el nombre de la revista y su periodicidad: Pan. Revista mensual de literatura. Hecho que reflejaba el deseo de obtener una estabilidad y continuidad en sus publicaciones. En esta edición fueron publicados Arturo Rivas Sainz con el cuento “El desahucio”, la traducción de un ensayo de Jean Cocteau titulado “Fugacidad lenta de las cosas” y un cuento de Edgar Neville titulado “Fin”. La tarea de traducción introdujo otras formas de escritura y de relación con la literatura europea. Carente de colaboraciones, la quinta entrega sólo contó con una traducción de “Carta de un amigo” de Valéry y dos sonetos de Ricardo Serrano.

Posteriormente, Juan Rulfo publicó en la siguiente edición su cuento “Macario” y tomó la estafeta para seguir la publicación junto con Alatorre en el sexto número. Luego apareció “Carta a un zapatero que compuso mal unos zapatos” de Arreola, mismo texto con el que el autor de Varia Invención cerró su ciclo en Pan; para ese entonces se hallaba estudiando arte dramático con Louis Jouvet y Jean-Louis Barrault en el Théâtre de l´Athénée en París. Para Felipe Garrido ese último escrito de Arreola en la revista tendrá una reminiscencia directa con la figura del padre de Arreola, tan bien dibujado en La feria. En ese mismo número Alí Chumacero, colaborador constante, publicó el soneto “Ojos que te vieron”.

Será hasta enero de 1946 cuando Adalberto Navarro Sánchez, seguidor cercano de Eos y Pan, preparó la edición del número siete. A partir de ese momento se anuncia ya como bimestral. También se encontrarán cambios desde tipográficos, hasta la aparición de anuncios de negocios de Guadalajara, tales como Papelería Mejorada, Librería “Idea nueva” y óptica “Silva”. Dentro de los contenidos se integraron reseñas de los libros de José Antonio Portuondo, Héctor del Valle, Efraín Huerta y Max Aub, además de un suplemento traducido por Alatorre “El despojo”, de Georges Duhamel. Si bien en ese número es posible observar una publicación sólida y consistente, el número siete será con el que Pan cerró su ciclo. Navarro Sánchez no continuó con su publicación; aunque, luego, en 1950 creó la revista Et Caetera, misma que duraría hasta 1989.

La reedición cuenta con un valioso testimonio de Antonio Alatorre, que sirve como prólogo a la versión facsimilar de la revista. Ahí no habló de la riqueza que con el paso de las generaciones fue ganando Pan, sino de lo que significó en su momento la publicación para él y Arreola:

A mí me consta que Pan fue mero juego, diversión pura. Arreola y yo cuando la hicimos andábamos en las nubes. Soñábamos, y era placentera la ilusión de que nuestros sueños iban cuajando en algo concreto. Cada hoja que imprimimos, no era sino eso: ilusión de sueño realizado.[20]

 

Materialidad de la revista

Al igual que su nombre, Pan fue una revista de corta extensión. Los primeros tres números y el quinto contaron con 8 páginas, el cuarto y sexto con 10 y el séptimo con 59. Los primeros seis números estaban a dos columnas y el 7 estaba a una solamente. Cabe destacar, que de éste último mencionado, se añadió un suplemento donde se publicó el texto en prosa El despojo, de Georges Duhamel, traducido por Alatorre.  

La revista fue impresa con un tiraje de 100 ejemplares, sin ningún costo al público. El único momento en el que se incorporó un precio para venta fue en el número 7, donde se anunciaba el costo de un peso por ejemplar y cinco por los siete. Originalmente no fue una revista que contara con publicidad para su sostenimiento; pues, como se dijo anteriormente, la revista fue financiada en parte por el mecenazgo de amigos e interesados en la cultura. No obstante, al final de su vida se observó que en el último número de Pan había una sección dedicada a anuncios y publicidad. Probablemente, esa intrusión junto con el precio marcado, habla de una falta de apoyo por sus patrocinadores originales.  

El logotipo fue diseñado por el pintor colimense Alejandro Rangel Hidalgo, quien colaboró también con las viñetas que acompañaron a la publicación. La produjeron en papel de buena calidad (Supremo-Ledger) y a tres tintas, el logotipo lo imprimieron en negro, magenta y gris; mencionar este último aspecto resulta relevante ya que en la edición facsimilar del Fondo de Cultura Económica se pierden estos detalles.

 

Bibliografía

Aparicio de Rulfo, Clara, Los cuadernos de Rulfo, México, Era, 1994.

Carballo, Emanuel, “Cuentistas jóvenes de México”,  Revista de la Universidad de México, XI, núm. 4, 1956.

Castañón, Adolfo, Para leer a Juan José Arreola, México, Consejo Nacional para las Culturas y las Artes, 2008.

Del Paso, Fernando, Memoria y olvido. Vida de Juan José Arreola (1920-1947), México, Consejo Nacional para las Cultura y las Artes (Memorias Mexicanas), 1994.

Eos 1943, Pan 1945-1946, ed. facs., México, Fondo de Cultura Económica (Revistas Literarias Mexicanas Modernas), 1985.

Jiménez Baéz, Yvette, “Juan Rulfo, del páramo a la esperanza: estructura y sentido”, Nueva Revista de Filología Hispánica (México), vol. 36, no. 1, 1988, pp. 501-566.

López Mena, Sergio,  Los caminos de la creación en Juan Rulfo, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1993, pp. 55-68.

Orso, Arreola, El último juglar: memorias de Juan José Arreola, México, Diana, 1998.

Óscar, Mata, Juan José Arreola, maestro editor, México, Ediciones sin nombre/ Consejo Nacional para las Culturas y las Artes, 2003. 

Pereira, Armando (coord.), Diccionario de Literatura Mexicana. Siglo XX, México, Universidad Nacional Autónoma de México/ Ediciones Coyoacán, 2004.

Poot Herrera, Sara, Un giro en espiral. El proyecto literario de Juan José Arreola y otros ensayos sobre su obra, México, Universidad Nacional Autónoma de México (El estudio), 2009.

Ruffinelli, Jorge, El lugar de Rulfo y otros ensayos, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1980.

Sánchez Macgrégor, Joaquín, Rulfo y Barthes, análisis de un cuento, México, Domes, 1982.

 

Enlaces externos

Antonio Alatorre, “Juan José Arreola” en Letras Libres (México), no. 10, 1999, (consultado el 6 de diciembre del 2018).

Celorio, Gonzalo, “Antonio Alatorre y Carlos Prieto. Milenios de palabras”, Revista de la Universidad de México. no. 82, 2010, (consultado el 6 de diciembre del 2018).

Garrido, Felipe, “Arreola: cinco años” en Revista de la Universidad de México (México), no. 32, 2006, (consultado el 6 de diciembre del 2018).

Troncoso Araos, Ximena, “La feria discursiva de Juan José Arreola” en Acta literaria (Concepción, Chile), no. 27, 2002, (consultado el 6 de diciembre del 2018).

 

 

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OBRAS RELACIONADAS TEMÁTICA O FORMALMENTE
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