“La mar es morir”, pero antes, después y simultáneamente, la vida, el tiempo, la historia, la poesía. Antonio Leal une el Caribe con el Mediterráneo, hace su propio océano navegable con la luz de un idioma poético que se vuelve como ola y como llama.
Alabanza del mar y la poesía, Thalassa les canta a las sirenas que cantan, a su vez, para el navegante y el náufrago. Diosas, señoras de la noche, las sirenas descienden de la luna.
Son la eterna imagen del deseo y la poesía. Están allí, en el mar, para ser vistas y escuchadas, pero jamás serán nuestras ni de nadie.
Diálogo con las olas y con la gran tradición poética, Thalassa va de Ítaca a Chetumal, de la guerra de Troya al terrorismo que baña de sangre nuestros fugaces y feroces días.
La mano que ha escrito este poema es la mano de Orfeo. Llega al paraíso profanado y encuentra al delfín cautivo y al santuario de las tortugas convertido en hotel de lujo.
Thalassa es el gran canto del mundo marino. del Caribe mexicano y el mare nostrum de los mitos universales. Hay que leer, y sobre todo releer, este gran poema. Hay que admirar sin reserva lo que Antonio Leal ha logrado en este oleaje de palabras.
José Emilio Pacheco