Enciclopedia de la Literatura en México

TradUIC. Revista de Traducción Literaria

Introducción

Traduic. Revista de Traducción Literaria es la única revista dedicada específicamente al campo de la traducción literaria que ha existido en México. Fue fundada por Adriana Domínguez Mares, Alfredo Cid Jurado, Tomás Serrano Coronado y Luz María Vargas, quienes fueron parte del antiguo claustro de la Escuela de Traducción de la Universidad Intercontinental.[1] En un primer momento se estimó que la revista podía funcionar como un órgano interno de comunicación entre y para los estudiantes de la licenciatura en Traducción. Sin embargo, a partir del número 2, la directora Adriana Domínguez Mares procuró que el contenido diera cuenta, en la medida de lo posible, de las discusiones en el ámbito de la traducción.[2] De hecho su participación en congresos y encuentros internacionales (Cuba, Madrid, Montreal, etc.), le permitieron establecer una sólida red de traductores, académicos y especialistas a los que más tarde pidió artículos. Gracias también, a la presencia de Domínguez Mares y de Luz María Vargas (la directora de la Escuela de Traducción de la uic durante la vida activa de la publicación), en dichos eventos académicos, Traduic tuvo suscriptores de muchas partes del mundo y llegó a varias universidades con las que se establecieron intercambios en países como China, Corea, Israel, Sudáfrica, Kenia, Marruecos, Perú, Argentina, España, Francia e Italia, entre otros.[3] Para los últimos números, el consejo científico consultor de la revista estaba conformado por figuras de los Estudios de Traducción de la talla de Gideon Toury, Dinda Gorlée, Miguel Ángel Vega Cernuda, Peeter Torop, Gertrudis Payàs, Sonia Bravo Utrera, o del campo de la Semiótica como Paolo Fabbri, entre muchos otros traductores, escritores, académicos y/o formadores de traductores como Marco Antonio Campos, Mónica Mansour, Elsa Cross, Ofelia Arruti, Leticia García, Elisabeth Siefer, Monique Legros, Anna María Leoni y Rodney Williamson. La revista se dejó de publicar en 2007,[4] Domínguez Mares se despidió de los lectores con las siguientes palabras:

Ésta es la última entrega de Traduic. Con ella cerramos un ciclo de dieciséis años y veintitrés ejemplares de reflexiones, debates, traducciones y entrevistas teniendo siempre como punto de partida la traducción literaria y el arte gráfico de música de fondo.

Agradecemos a nuestros lectores su acompañamiento a lo largo de estos años; a nuestros colaboradores de México y otros países, su valiosa y desinteresada participación porque por ellos Traduic conquistó espacios a nivel internacional y aportó al mundo de la traducción.[5]

 

Hablar y editar sobre Estudios de la Traducción en México

La revista surgió en un contexto muy propicio e interesante a nivel institucional, nacional e internacional para los estudios y la práctica de la traducción. A nivel institucional, la revista aparece al mismo tiempo que se crea la licenciatura en Traducción de la uic, como soporte y medio de comunicación del proyecto dentro de la comunidad. Desde 1984, la Escuela de Lenguas (posteriormente Escuela de Traducción) propuso y buscó validar una licenciatura en Docencia de Lenguas Modernas, primero ante la sep y luego ante la unam. Estos esfuerzos no prosperaron, por lo que se decidió dar un giro hacia la Traducción. Así, a partir de 1985, Luz María Vargas Escobedo (directora de la Escuela de Traducción y del cle, centro de lenguas de la uic, en aquella época) se incorpora a la Escuela de Lenguas para elaborar programas de Traducción, con el objetivo de proponer un proyecto de licenciatura en forma. Desde 1986, se inició el proyecto e implementación del plan de la licenciatura en Traducción, el cual fue aprobado por la sep el 29 de enero de 1993, “producto, en primer lugar, del impacto y auge que la Traducción como materia de estudio y mercado de trabajo estaba teniendo en otros países, y en el nuestro, debido al incipiente proceso de globalización”.[6]

En el ámbito nacional, a principios de la década de los años ochenta, los egresados de la tercera generación del Programa para la Formación de Traductores (1978-1980) de El Colegio de México,[7] Alejandro Zenker, Danielle Zaslavsky, Nair Anaya, Blanca Luz Pulido, María Ofelia Arruti, entre otros, fundaron la atp (Asociación de Traductores Profesionales), primera asociación formal de traductores en México, cuyo primer presidente fue Alejandro Zenker. Bajo la dirección de Zenker, la organización se hizo miembro de la Federación Internacional de Traductores (fit), y se convirtió en el primer centro regional de este organismo para los países de América del Norte. Esto facilitó que la asociación impulsara una infinidad de actividades en torno a la traducción hasta entonces inéditas en el país.[8] Zenker organizó los Coloquios sobre Problemas de la Traducción Literaria (tres en total) en colaboración con el fce, el inba, la unam y el colmex, un número especial de la Revista de Bellas Artes, titulado Los problemas de la traducción literaria (1982) y gestionó la creación del Premio Alfonso x a la Traducción Literaria, que se entregó en tres o cuatro emisiones y que dio lugar a la creación del Programa de Fomento a la Traducción Literaria, vigente de 1995 a 2007.[9]

Finalmente, a nivel internacional, en la década de los noventa, los Estudios de Traducción (como se le conoce al área de estudio en el mundo académico anglosajón) se establecieron como una disciplina aparte);[10] gracias a todas las publicaciones académicas, encuentros, congresos, coloquios en el campo o disciplinas afines; y finalmente a la diseminación de programas de formación de traductores alrededor del mundo durante las dos décadas anteriores. El establecimiento de la Traducción como disciplina desembocó en la proliferación y desarrollo de nuevas publicaciones periódicas especializadas en el área como ttr (Traduction, terminologie, rédaction) en Canadá, fundada en 1988, Target en los Países Bajos en 1989 y The Translator en el Reino Unido en 1995. Por lo que no es de extrañarse que el programa de la licenciatura en Traducción y la propia fundación de la Escuela de Traducción de la uic, incluyeran la edición de una publicación periódica.

 

Organización de la revista y números especiales

De 1991 a 2007, se publicaron veintitrés números (contando el primero, el número 0). La aparición de estos fue semestral del número 0 al 15, con algunas pausas (como la de un año entre el número 11, otoño-invierno de 1995, y el número 12, otoño-invierno de 1997). Del número 15 en adelante (2000) la publicación fue anual. En el número 2, se fijaron las secciones de la revista, las cuales sólo desaparecieron temporalmente en algunos de los números especiales o cambiaron de nombre por decisión de la directora o del consejo editorial.[11] De acuerdo son su contenido, las secciones pueden clasificarse en tres tipos.[12] Las secciones “Hablemos de traducción” y “Poesía” son secciones de artículos de reflexión sobre el fenómeno de la traducción como producto y/o proceso, sobre todo dentro del espacio geográfico mexicano e iberoamericano. Algunos ejemplos de temáticas abordadas en dichas secciones son las diferentes concepciones de la traducción literaria como producto y proceso, la didáctica de la traducción, la crítica de traducciones literarias y los ambientes institucionales de la traducción en México (eventos de traducción como conferencias y talleres), etc. “Cuento conmigo”, “La entrevista con” y también “Poesía” son secciones de práctica de la traducción, pues en estas aparecían publicaciones de fragmentos de obras, de cuentos o poemas completos, de entrevistas (sobre todo entrevistas de Magazine littéraire) o de artículos sobre traducción, estudios de traducción, estudios literarios y culturales. Finalmente, las secciones “Literatura hoy”, “In memoriam” y “Qué hay para” pueden denominarse como de “mediación cultural”, pues en ellas se publicaron artículos de difusión de literaturas extranjeras y nacionales, a partir de escritos derivados de la lectura de obras como artículos en otras lenguas, donde se presenta la obra de un autor, su biografía, una experiencia de lectura personal o reseña, etc.[13]

Dentro de los veintitrés números hubo cinco ediciones especiales. La primera fue el número 1 que se dedicó a la conmemoración del xv aniversario de la fundación de la uic con el tema “universidad y traducción”. El número 10 fue la segunda edición especial, para celebrar el quinto aniversario de existencia de la revista. Otros números especiales fueron el 16, sobre traducción intersemiótica, en específico entre literatura y música, cuyo editor invitado fue el compositor, músico y académico de la unam Mario Stern; el 20 de traducción de Teatro, que tuvo como editor invitado al catedrático y traductor teatral de la ffyl de la unam Alfredo Michel Modenessi; y finalmente el número 21 de traducción de la cultura con la participación de traductores como Bozenna Anna Zaboklicka Zakwaska (traductora literaria del polaco al castellano y al catalán de autores como Witold Gombrowicz, Andrzej Kusniewicz, Slawomir Mrozek, Tadeusz Konwicki, Jaroslaw Iwaszkiewicz, etc.), Bárbara Bertoni (traductora en las direcciones español, francés, inglés y portugués al italiano, quien ha traducido más de cincuenta volúmenes de narrativa)[14] y Sonia Bravo Utrera (académica española de la Universidad de las Palmas Canaria, autora de varios textos académicos sobre traducción).[15]

 

Etapas y contenidos

Durante sus dieciséis años de vida, la revista pasó por tres etapas. En la etapa fundacional, que abarcó del número 0 al 3, se definieron tanto la temática principal como las secciones de la revista.[16] Entre las traducciones literarias que destacan del periodo fundacional deben mencionarse dos cuentos: un cuento de la crónica antigua japonesa “KO JI KI” (cuentos que se escribieron a finales del siglo vii, aproximadamente, que describen el origen del país y de la familia imperial), La emperatriz Sojobime y su hermano Sojobiko, traducción de Tokiyo Tanaka (publicado a lo largo de los tres primeros números) y un cuento belga, Nuestro buen señor y la vaca, de Feliz Timmermans, traducción de Roos De Witte.

La segunda etapa va del número 4 al 13. En la mayoría de estos números la edición se encuentra a cargo de la directora Adriana Domínguez Mares y del editor Tomás Serrano Coronado. A partir del número 12, Alfredo Cid Jurado figura como corresponsal en Italia, lo que explica la colaboración de semiólogos o académicos de los Estudios de Traducción como Laura Alcini, Natalia Giannoni, Cristina Demaria y Andrea Bernardelli (las colaboraciones de los últimos cuatro fueron traducidas por Consuelo Aguirre). Esta etapa podría considerarse como de afianzamiento y crecimiento, pues, en primer lugar, los artículos sobre traducción son presentados de forma más académica y formal, ya que la mayoría se acompaña de notas y una bibliografía al final, cuestión ausente en las contribuciones de los primeros números.

En el número 4, figuran un artículo de Agustín Cadena (“Un triple oficion literario”) y otro de Danielle Zaslavsky (“Hablar o traducir”) del i Encuentro Regional de Investigadores de Lingüística Aplicada y del iv Coloquio de ammmlex, respectivamente. En el número 6, se incluyeron ponencias del iv Encuentro Internacional de Traductores literarios, como “El pozo de Lebab o de la traducción como un trabajo interior” del escritor y traductor Alberto Blanco,[17] “La traducción o el viaje al interior de los signos” de Blanca Luz Pulido, escritora, editora y traductora del inglés, francés, italiano y portugués al español, “Anatomía de una traducción” de la traductora Susanne Lange y una sobre didáctica de la traducción titulada “Sobre la enseñanza de la Traducción literaria” de Andrés J. González Ortega. El siguiente número presenta ponencias de la quinta edición de los Encuentros Complutenses en torno a la Traducción de académicos y traductores españoles como Loreto Bravo de Urquía (“Atrición y regresión: problemas de merma lingüística”), Ramón Sánchez Lizarralde (“La experiencia de un traductor de lengua albanesa”), y una del mexicano Héctor Orestes Aguilar (“La traducción como creación”).

Para el número 8, el v Encuentro Internacional de Traductores Literarios fue el escenario que proporcionó las colaboraciones de la sección “Hablemos sobre traducción”, con artículos de Bernardo Ruiz (“Retrospectiva de la Traducción”), Sandro Cohen (“Para traducir poesía”), Bárbara Bertoni (“Traducir Lo demás es silencio”), Leticia García Cortés (“Implicaciones culturales de la traducción del inglés chicano al español”), Michelle Collins (“Traducir el discurso femenino: mediado lo inmediato”) y una entrevista a Valentín García Yebra, en donde compartió su experiencia como miembro de la Real Academia de la Lengua Española.

Como ya se mencionó el número 10 fue una edición especial para celebrar los cinco años de vida de la publicación. Este número se editó como una antología de la mayoría de los artículos vertidos en los nueve números anteriores. El objetivo principal de este número, además de la obvia conmemoración, fue afianzar la publicación como “un foro abierto a las inquietudes, reflexiones, propuestas y experiencias de los traductores, un espacio siempre abierto para el diálogo”[18] entre quienes comparten la pasión por traducir. Sobre todo como un foro sumamente consciente, a diferencia de su etapa fundacional, de la invisibilidad de los traductores, de la interdisciplinaridad del campo, de la “gama ilimitada de posibilidades”[19] que plantea el proceso traslatorio, y por ende, de la necesidad de pluralidad en su concepción y tratamiento. De ahí que la organización propuesta para el número diera cuenta justamente de la diversidad de enfoques y contenidos, presentados en siete secciones: “Origen y mito de la traducción” con contribuciones de los poetas, narradores y traductores (inglés-español, francés-español) Bernardo Ruiz y Alberto Blanco así como de Hortensia Moreno, narradora, periodista y académica de la unam; “Lingüística y traducción”, sección en la que destaca el artículo de Siri Nergaard (“La traducción intersemiótica”), académica noruega de los Estudios de Traducción, reconocida a nivel internacional por uno de sus últimos artículos en coautoría con Stefano Arduini “Translation: A New Pardigm” (2011), donde se propone una nueva época para los Estudios de Traducción como un campo de investigación transdisciplinario, cambiante y completamente abierto, bajo el nombre de estudios de post-traducción; “Enseñanza de la traducción” con intervenciones de académicos, formadores de traductores, y traductores de la ffyl de la unam como Federico Patán, Ricardo Ancira y Agustín Cadena; “Traducción de poesía”, categoría en la que sobresalen las intervenciones de Sandro Cohen y Claude Beausoleil (poeta y traductor del español al francés, de origen quebequense). Dentro de la quinta sección, “Experiencias de traducción”, encontramos artículos testimoniales de traductores de la talla de Susanne Lange (traductora del español al alemán de autores como Fernando del Paso, Juan Rulfo, Federico García Lorca, Luis Cernuda y muy reconocida por su traducción de El Quijote),[20] Héctor Orestes Aguilar, ensayista, narrador y traductor del alemán al español, a quien se le otorgó el premio de Traducción del Ministerio de Educación y Cultura de Austria por su traducción al español de El barón Bagge de Alexander Lernet-Horlenia (2008); y de Ramón Sánchez Lizarralde, la voz del escritor albanés Ismail Kaderé en España y laureado traductor de ese país. En la sexta, “Ideología, cultura y traducción”, se cuenta con colaboraciones sumamente interesantes como la de Vicente Marcial Cerqueda, narrador en lengua indígena binnizá, quien expone un panorama de la traducción en la tradición literaria zapoteca, y la de Leticia García Cortés, quien propone un estudio de implicaciones culturales en la traducción del chicano al español. Finalmente, la serie de diálogos de la séptima sección denominada “Entrevistas”, llevados a cabo por Adriana Domínguez Mares y Tomás Serrado Coronado, en que destacan las entrevistas hechas a académicos y traductores del espacio español y mexicano de la talla de Agustín García Yebra, Monique Legros, Sandro Cohen, Mónica Mansour y Claudia Lucotti.

Finalmente, en el número 13, se presentaron ponencias del viii Encuentro Internacional de Traductores Literarios y del ii Coloquio de la Asociación Méxicana de Lingüística Aplicada que versó sobre la traducción: “Desde la lengua objeto hacia las lenguas del sujeto: hacia una perspectiva posmodernista en la teoría de la traducción” de Rodney Williamson, “Para acabar con la traición” de Mónica Mansour, “Reflexiones teóricas para el traductor” de Gertrudis Payàs, “El insulto y el albur: una lectura parafrástica” de Marisela Colín y “¿Cómo salvar la broma local a nivel global?” de Marlene Rall. Además de la entrevista con Louis Jolicoeur, académico del departamento de lenguas, lingüística y traducción de la Universidad Laval.

En esta etapa, la sección “Cuento contigo” presenta traducciones bilingües del ruso, alemán, italiano y árabe. En los números 4 y 7, se publican las versiones de tres cuentos rusos anónimos “El marido que se hizo cargo de la casa” de Alma Millán López, “De cómo el mujik pidió un préstamo al diablo” de Érica González Apodaca y de Magdalena Okhuysen Casal “El campesino y la liebre”. Del alemán al español fueron publicadas traducciones bilingües de algunos autores poco difundidos en español como Rahel Hutmacher (autora suiza) y Peter Handke (autor austriaco). De Hutmacher, Ricardo Corchado Fabila tradujo el cuento “Huida” (número 8),[21] y de Handke, Michael Knapp, el cuento “Epopeya de un embarque (número 11). Otra traducción del cuento de un autor de lengua alemana, en edición bilingüe, fue el relato corto de Wolfgang Hildesheimer “Del porqué me transformé en ruiseñor”, traducido por Elisabeth Siefer y Cecilia Tercero.[22] Además en el número 13, tenemos una traducción colectiva del cuento “La anciana indigna” de Bertolt Brecht, vertido al español por alumnos del Taller de Traducción del Departamento de Estudios Alemanes de la Universidad de Puerto Rico en San Juan, bajo la supervisión y guía del doctor Víctor Castro. Del italiano se publicaron traducciones de dos relatos cortos de Antonio Tabucchi, a cargo de Tomás Serrano Coronado (uno en edición bilingüe en el número 12, “Sueño de Federico García Lorca, poeta y antifacista”, y otro en la sección “In memoriam” del número 13 como homenaje a Giacomo Leopardi).[23] Del árabe, sólo se publicó, en el número 9, la traducción del cuento “El mercado del martes” del escritor Jaled Es-Sawi, en versión de José Luis López Habib y Camelina Ramírez.[24]

La tercera etapa de la revista va del número 14 hasta su última entrega, el número 22.[25] En este periodo la revista se convirtió en una publicación indexada (gracias a lo cual actualmente figura en reti[26] y en bitra),[27] y logró formar un consejo editorial (Ofelia Arruti, Sonia Bravo Utrera, Marco Antonio Campos, Alfredo Cid, Elsa Cross, Anna María Leoni, Monique Legros, Gertrudis Payàs y Elisabeth Siefer) y un consejo científico consultor formado por académicos de renombre en esta área del conocimiento. Durante este periodo también logró obtener su issn (a partir del número 17, figura en su portada) y los números de certificado de reserva otorgado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor, de licitud del título y del contenido, los cuales aparecen en la hoja legal del número 19.

En esta etapa se observa una mayor internacionalización con respecto a los colaboradores de la segunda, pues se cuenta con publicaciones de escritores, académicos o investigadores no sólo del mundo hispanohablante o de Italia (presentes en la etapa anterior), sino también de otras latitudes tan insospechadas como Bulgaria, Polonia, Irlanda y Alemania. Entre las colaboraciones de esta última etapa, destaca la de Christiane Nord (número 14) “El enfoque funcionalista en la traducción”.[28] En el mismo número, también encontramos dos artículos interesantes, el de la académica cubana Lourdes Arencia Rodríguez titulado “Doña María, primera intérprete femenina del nuevo mundo: historia y leyenda”, pues es uno de los primeros sobre historia de la Interpretación en América que la publicación ofreció; otro de Domingo Meneses Méndez sobre “Problemas de traducción en lenguas mayas de Chiapas”, el segundo artículo de la publicación sobre traducción como proceso o como concepto en lenguas indígenas del país. Y, por último, otra colaboración de la sección “Reflexiones sobre traducción” es el artículo “De citas en los Bosques” de Helena Lozano Miralles, académica discípula de Umberto Eco y la traductora de los textos del autor italiano al castellano. Otra aportación interesante en el número es la entrevista a Jacques Thiérot, traductor del portugués al francés, el primero en traducir el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade a esa lengua en 1982.[29]

La mayoría de las colaboraciones del número 15 versan sobre hermeneútica y traducción: dos traducciones de académicos italianos por Laura Cisneros, la primera de Donatella di Cesare “Hablar es traducir a las fuentes de la herméutica” y la segunda de Domenico Jervolino “Hermenéutica y traducción: el otro, el extranjero, el huésped”. La tercera colaboración “Hacia una hermenéutica de la traducción” de Elena Tamargo, poeta cubana y célebre traductora del alemán al español de la obra de Friedrich Hölderlin.

El número 16, como ya se mencionó, se trató de un número temático sobre traducción intersemiótica, en específico, sobre la concepción de la composición musical como traducción. Entre los colaboradores del número destacan Mario Stern (coordinador invitado), Gonzálo Camacho, Alejandro Romero y Rubén López Cano, además de una entrevista hecha por Stern al compositor y teórico musical Raymond Monelle sobre traducción y música, vertida al español por Emma Hoebens.

El número 17 contó con las colaboraciones de Mariana Frenk-Westheim (“Traducción y utopía”); de Arturo Vázquez Barrón, formador de traductores del antiguo diplomado en Traducción Literaria del ifal, traductor literario y actual presidente de la ametli, “La traducción literaria como versión y diferentes niveles de literalidad. Traduce bien, aunque mal te paguen”; de Nair María Anaya Ferreria, traductora literaria, investigadora, formadora de traductores y académica de la ffyl de la unam, “El papel del intérprete/traductor en la Conquista y el proceso de aculturación del Nuevo Mundo”. Finalmente, en este número se presenta una reflexión de Elisabeth Siefer, titulada “Entre altavoces, voces altas y voces bajas, la voz en off del traductor. Reflexiones sobre oralidad y traducción”. En la sección “La entrevista con…”, Roberto García Bonilla sostiene una plática con Mariana Frenk-Westheim sobre sus “huellas y atisbos como traductora”.

A partir del número 18, la revista cambia de diseño y amplía su nombre al incluir el subtítulo Revista de Traducción Literaria. En este número, destacan las colaboraciones de dos traductores literarios, Gabriel Iaculli, traductor de Rulfo al francés, con su artículo “Decir lo implícito”, traducido por el escritor Alberto Ruy Sánchez;[30] y la de Rada Panchovska, sobre la traducción de poesía y de poesía búlgara “Los puentes de la poesía”.

En el número 19, en la sección “Reflexiones de traducción” tenemos la de la investigadora, académica de la unam y traductora, Céline Desmet “Traducción y evaluación”, la del poeta y traductor de literatura latinoamericana al neerlandés Stefaan van den Bremt, “Un traductor entre dos poéticas”, y la de la escritora y traductora quebequense del inglés y del español al francés, Hélène Rioux, “Traducción: música, ética”. En este número, se publicó una entrevista a Pura López Colomé, poeta y traductora, llevada a cabo por Tomás Serrano Coronado.

Entre los artículos más sobresalientes de la edición monográfica dedicada a la traducción de teatro, publicados en el número 20, tenemos el de David Johnston, “Reflexiones sobre la traducción teatral y la insularidad”, académico y profesor irlandés de la Queen’s University Belfast, cuyos temas de investigación son el teatro y la traducción de teatro y drama, especialmente sobre el teatro español de los siglos de oro e hispanoamericano, quien además tiene varias publicaciones en su haber y cuenta con un proyecto de base de datos de dramaturgias de España y de Hispanoamérica.[31] También sobresalen las contribuciones de colaboradores del mundo hispanohablante como las de los mexicanos Alfredo Michel Modenessi, “Observaciones primarias sobre la traducción de teatro en México”, y David Olguín, dramaturgo, director, editor y traductor, “El laboratorio del idioma”; el artículo de Mary Vázquez Artigas, académica uruguaya y profesional del teatro en ese país, titulado “La experiencia de la traducción de obras dramáticas para su escenificación en el Uruguay”; el artículo del académico y germanista español Miguel Sáenz, “La experiencia de la traducción de obras dramáticas en España”;[32] y por último la publicación de María Stern, “Traducir teatro: Antígona en Nueva York” investigadora y académica de la ffyl, traductora del polaco al español y autora de la Antología de teatro polaco contemporáneo, y de Vida y muerte del teatro náhuatl.

En el número 21, dedicado a la traducción de la cultura, vuelven a aparecer dos nuevas colaboraciones con una latitud en común, América y Cuba, de Sonia Bravo Utrera (“La traducción: variable de identidad cultural en los textos literarios cubanoamericanos”) y de Bárbara Bertoni (“Traducir más allá del océano: americanismos y términos culturales de Cuba”). Otra colaboración, que habla de un autor polaco en contacto con la lengua española durante su residencia en Argentina, es la de la académica y traductora de literatura polaca al castellano y al catalán de la Universidad de Barcelona, Bozena Anna Zaboklicka Zakwaska, “El lenguaje “visible” de Witold Gombrowicz en las traducciones al castellano”.

En la sección de “Reflexiones sobre traducción” del número final, se publicaron otra colaboración de Hélène Rioux, traducida por Alejandra Cabrera, “Escribir: Traducir nuestra propia lengua” y las colaboraciones de Ana Elena Gonzáles Treviño, “Versos perversos: La traducción de novelas en verso de Pushkin a Vikram Seth”, académica e investigadora de la ffyl de la unam; de María Alejandra Valero, traductora independiente e investigadora en Historia de la Traducción en América Latina, “El Cojo Ilustrado (1892-1915): Una valiosa fuente de investigación para la historia de la traducción en Venezuela”; y una, cuya temática pareciera alejarse del hilo conductor de la revista, la traducción literaria, pero que embona perfectamente, pues apela a la función poética del lenguaje, “La metáfora en el alemán económico-empresarial: Fundamentos cognitivos y traducción al español” de Alfonso Corbacho Sánchez, investigador español en el área de Traducción e Interpretación (Grupo HUM-821).

En lo que respecta a las traducciones literarias, se cuenta con obras traducidas del francés al castellano: el poema El amorío de Yolande Villemaire, poeta y novelista quebequense, traducción de Mónica Mansour (versión bilingüe, número 22) y Brisées, ensayo breve de Michel Leiris (número 21), en traducción de Gerardo Fernández Fe, poeta y traductor cubano.

Entre las traducciones del alemán al español de este periodo de la revista, en el número 15 aparece “El ser humano” cuento de Kurt Tucholsky, periodista y escritor alemán, traducido por Alejandra Rueda Salcedo y Elisabeth Siefer. En ese mismo número, en la sección de Poesía, se encuentran las traducciones de dos poemas de Erich Kästner, escritor alemán, especialmente conocido por su poesía satírica y sus libros para niños, “El desarrollo de la humanidad” y “Fantasía de pasado mañana”, traducidos por Elisabeth Siefer y Geishel Curiel, respectivamente. Una curiosidad entre las traducciones del alemán es el texto del escritor, poeta del maratí, pintor y cineasta, nacido en India, Dilip Purushottam Chitre “Vivir sobre el puente”, conferencia o testimonio de transculturalidad, traducción y postcolonialismo, presentado en el Instituto de Asia del Sur de la Universidad de Heidelberg en 1987, traducida a su vez al alemán por Rainer Kimming. Se trata de una traducción colectiva indirecta (el original está en inglés, pero se tradujo del alemán, aunque se tuvo acceso al texto en inglés, ya que el equipo de traducción contactó al autor), llevada a cabo en el Seminario de Traducción del Departamento de Letras Alemanas de la ffyl de la unam por Bettina Ecker, Micaela García, Omar Gómez, Diana González, Adolfo F. Mantilla, José Alberto Reyes, José Luis Sánchez y la profesora Elisabeth Siefer, como responsable. En este periodo, sólo hubo una traducción del italiano al español en versión bilingüe, en el número 14, “El último vuelo” un cuento de Pino Cacucci, traducido por Tomás Serrano Coronado.

Durante esta etapa también encontramos traducciones de obras en lenguas minoritarias o no practicadas en las dos etapas anteriores de la revista, como el caso de la traducción del latín al español del número 16, traducción de un fragmento de la obra Metamorfosis de Publio Ovidio Nasón, (iii, versos 339-510) por Antonio Ruiz de Elvira. En el número 18, Rada Panchovska ofreció una serie de traducciones de poemas cortos de diferentes autores búlgaros del siglo xx (versiones no bilingües) como Iván Teofilov, Malina Tómova, Gueorgui Gospodínov, Amelia Lícheva, Plamen Dóinov, Boiko Pénchev y la misma traductora y escritora, Rada Panchovska. Finalmente, tenemos dos traducciones del portugués de Brasil al español, la primera en el número 17, el cuento titulado “El color de las cosas” de Nélida Piñón, traducido por Rodolfo Mata y Regina Crespo; la segunda, otra curiosidad literaria, la traducción del Manifiesto de la poesía Pau Brasil de Oswald de Andrade por Mónica Zúñiga Arroyo, donde el autor muestra su postura en contra del eurocentrismo de las élites brasileñas de mediados del siglo xx y a favor de la diferencia de la identidad brasileña y latinoamericana. Dentro de este recorrido es notable la ausencia de traducciones literarias del inglés al español, la única contribución en esta dirección de lenguas fue la de Ángel Ríos Martínez, quien tradujo un cuento del estadounidense T. Coraghessan Boyle “Zapatos”. Las lenguas de las que se hicieron más traducciones literarias a lo largo de la vida activa de la publicación fueron sin duda el francés, el italiano y el alemán. Esta cuestión puede atribuirse al hecho de que las lenguas de trabajo de los fundadores, editores y colaboradores más cercanos de la revista como Elisabeth Siefer eran dichas lenguas.

En los últimos dos números, el 21 y el 22, la sección “Cuento en espejo” difundió traducciones bilingües de cuentos hechas por estudiantes para dos concursos nacionales de traducción literaria (2006 y 2007). Esta sección también albergaría la traducción de textos de escritores jóvenes como “El pozole” de Ana Olivo (traducción de Galia Irigoyen Cerecedo), “Más vale Pluto que nada” de Yves Pagès (traducción de Lizette Estrada Romo), “La lámpara” de Brian Fine (traducción de Jaet Garibaldi), “La inspiración” de Daniel Boulanger (traducción de Paula Daniela Verga Fuentes) y “La canoa voladora” versión de S.E. Schlosser (traducción de Abraham Vilchis Chávez). Otra contribución hecha por estudiantes digna de mencionarse en el último número, es la adaptación a un registro bajo de dos guardias, convertidos en policías capitalinos de la primera escena de Las preciosas ridículas de Molière, que Ricardo Chimal Ávalos (actual docente de la licenciatura en Traducción de la uic) y Emmanuel D. García Setién, alumnos en ese entonces de la Escuela de Traducción de la uic, llevaron a cabo como ejercicio experimental de traducción, dentro de una nueva sección llamada “El laboratorio”, nuevo espacio posiblemente reservado a estudiantes.

 

Balance de una publicación fundacional

La revista Traduic fue el proyecto de una red de traductores y estudiosos de la traducción con una agenda académica y activista muy concreta: crear un foro que permitiera la visibilización de los traductores y del campo; que fungiera como un medio de comunicación para el gremio en el país y con el extranjero; como una publicación que apoyara y legitimara académicamente a la Escuela de Traducción de la uic y a su licenciatura; y que se interesaba y promovía principalmente el estudio y la práctica de la traducción literaria como proceso y como producto. Este último aspecto se hace patente en los programas de la carrera de 1993 y del 2002, pues en estos el estudio de la literatura, primero como materia obligatoria en los diferentes semestres del primer plan (1993), tanto para el área de inglés como para el área de francés, y posteriormente como materia optativa en el segundo plan (2002), tenía un papel protagónico, al grado de hacer parecer a la traducción literaria como una de las especialidades de traducción con más peso en la currícula.[33] Prueba de ello es la gran cantidad de tesis y/o tesinas dedicadas a esta especialidad de traducción en el acervo de la biblioteca de la universidad.

Sin embargo, también hay que decir que el interés por la literatura no sólo obedecía a una inclinación por parte del cuerpo académico y fundador de la revista, sino también a la intención de formar no sólo “mediadores lingüísticos”, sino también culturales. Ese objetivo se persiguió desde la fundación de la licenciatura en esta universidad en voz de Luz María Vargas, en su artículo “La necesidad de la traducción como un programa universitario” del primer número de la revista en las vísperas de la creación de la licenciatura en los años 1991 y 1992:

debe considerarse un área de conocimientos del entorno cultural (historia, literatura, civilización) que comprenda los países en donde se hablan las lenguas con las cuales se va a trabajar. Este aspecto es de vital importancia. Un traductor que no conoce las características de las personas que se expresan en las lenguas objeto de su trabajo, con dificultad podrá saber qué se pretende transmitir y cómo hacerlo.[34]

Posteriormente el aspecto cultural en la formación del traductor se refrendaría y concretizaría en los dos primeros planes de estudio de la licenciatura, pues sobre todo en el del 2002, se hace hincapié en el desarrollo de una “biculturalidad” en los alumnos.

Como se mencionó la revista se encuentra registrada en el portal de revistas de Traducción y de Estudios de Traducción reti, en donde el único comentario que se hace al respecto, es que dejó de publicarse. Con respecto a su aparición en bitra, además de presentar sus años de aparición, su lugar de origen, periodicidad, formato, material, tipo de papel, ilustraciones, su estado actual, la dependencia a la que pertenece, el nombre de la directora y el editor, en la base de datos se le describe como una revista “que estudia el proceso de la traducción, más que a la traducción como producto”, cuestión que parece un tanto reduccionista, pues la revista no sólo publicaba artículos de ese corte, sino también artículos que trataban a la traducción como producto, entre otras temáticas de los Estudios de Traducción como la didáctica, los tipos de enfoques para el estudio de la traducción o para abordar una traducción, la crítica de traducciones literarias, historiografía de la traducción en diferentes épocas o comunidades, etc.

En cuanto a la existencia de estudios previos sobre la revista, el único encontrado hasta la fecha, en el que no figura como tema central, sino como uno de los objetos de estudio, es el artículo de Francisco Javier Vargas Gómez “Los estudios de traducción en Hispanoamérica: un estudio bibliométrico de la producción publicada en revistas con filiación hispanoamericana”.[35] El estudio arrojó dos datos relevantes sobre la publicación. En primer lugar, Traduic es la segunda revista en Latinoamérica en publicar artículos sobre y de Traducción (59 artículos, es decir, 8.81% del porcentaje total durante los años abarcados por el estudio hecho a 72 revistas de la región), tomando en cuenta que el 70 % de la producción científica en eti que se ha publicado en la zona data de los últimos veinte a veinticinco años.[36] Y, en segundo lugar, en el artículo se muestra también que a la publicación están afiliados dos de los autores más productivos de la zona en la disciplina, Adriana Domínguez Mares con 6 artículos (5 en coautoría, 0.89% del total cuantificado) y Tomás Serrano Coronado con 5 artículos (4 en coautoría, 0.74% del total cuantificado). Finalmente, cabe mencionar que el autor enfatiza que este estudio representa una visión estrictamente limitada del fenómeno y de los datos, por lo que hace hincapié en que será necesario complementarlo con otros estudios, a partir de otros corpus de publicaciones periódicas y no periódicas. En conclusión, aun cuando el estudio no es determinante, no podemos dejar de preguntarnos hasta donde hubiera podido llegar la publicación, si se le hubiera seguido brindando el apoyo económico, humano y material necesario. Sirva la presente entrada para arrojar luz sobre el esfuerzo de todos los colaboradores que hicieron posible este proyecto durante sus 16 años de vida y que construyeron un espacio de comunicación sobre y para los Estudios de Traducción en nuestro país y en Hispanoamérica.

 

Referencias

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Traducciones

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