Enciclopedia de la Literatura en México

Patología del ser

mostrar Introducción

En 1981 Ramón Martínez Ocaranza (1915-1982) publicó en la editorial Diógenes, de la Ciudad de México, su poemario Patología del ser. Este texto representa la última obra dispuesta por el autor; más obras siguieron editándose de manera póstuma.

Para la crítica literaria este texto de Martínez Ocaranza, trabajado de 1975 a 1979, representa la propuesta poética donde se hacen perceptibles sus rasgos característicos como autor y en donde se vislumbran con claridad las asimilaciones de autores y propuestas estéticas que lo definieron. El poeta se acerca a la tradición de la poesía mística desde los discursos científicos, metaliterarios y metaficcional: su figura como autor-poeta se presenta en los varios prólogos que anteceden a las secciones del libro y en el epílogo. Una de las secciones del libro está pensada como un poema en siete novelas, lo que habla de un intento por desestabilizar la idea de géneros literarios. El trabajo más significativo en Patología del ser es la asimilación de la forma poética de los cantares bíblicos, desde donde trata temas metafísicos (“Los caminos del ser”), filosóficos (“Carta a Jean-Paul Sartre”), literarios (“El padre del minotauro”) y metaficticios (“Biografía del poeta”).

Este poemario de Martínez Ocaranza sobresale del resto de su obra por la asimilación de las preocupaciones literarias de otros autores, como Ezra Pound o san Juan de la Cruz, y porque los poemas que lo integran están basados en construcciones dialécticas de conceptos e imágenes, inquietud heredada principalmente de sus lecturas marxistas. Patología del ser se puede inscribir en la línea de obras mexicanas que, como Los muros de agua de José Revueltas y Muerte sin fin de José Gorostiza, tratan el tema del ser humano haciendo evidente desde la forma misma las contradicciones de las que se integra.

mostrar Contexto

La política nacional unipartidaria mexicana en los años setenta se caracterizó por sus métodos para acallar a la oposición política de izquierda. El mandato de Luis Echeverría, de 1970 a 1976, involucrado directamente en la matanza de Tlatelolco en 1968, mantuvo un programa de guerra sucia a baja escala en los medios de comunicación. Constante contra los guerrilleros y los partidarios socialistas y comunistas, a los que espiaba, secuestraba, torturaba y desaparecía de forma sistemática. Con José López Portillo (presidente de 1976 a 1982) se dieron reformas políticas que intentaban volver pluripartidario el sistema de elección, y hacia el final de su mandato se devaluó la moneda nacional, lo que llevó a una crisis económica y a la multiplicación de la deuda externa.

En esas fechas Michoacán era un estado caracterizado por la presencia de grupos socialistas y guerrilleros. Esto ocasionó un escaso apoyo de los programas de desarrollo socioeconómico del gobierno federal. La producción agrícola, actividad económica más importante del estado, disminuyó considerablemente, por lo que la tasa de emigración hacia la capital, al norte del país y a los Estados Unidos se elevó. Lo que se tradujo en una recomposición económica y social desigual respecto a las zonas urbanas y las rurales, que eran mayoría.

Ramón Martínez Ocaranza, en estos años, había escrito y publicado Elegía de los triángulos (1974), que es el poemario donde congrega en su discurso las distintas herencias de la poesía en México: la hispánica clásica y vanguardista, las apropiaciones de la lengua inglesa, y la prehispánica; para escribir sobre el contexto social del país. El epicentro simbólico de este poemario son los acontecimientos en Tlatelolco años antes y las reacciones ante éstos. También publicó su poemario Elegías en la muerte de Pablo Neruda (1977). Como su nombre lo indica, son textos nacidos tras la muerte del vate chileno en 1973, que era uno de sus mejores amigos; hecho que se sumó al golpe de estado en contra del gobierno de izquierda de Salvador Allende en septiembre de ese mismo año. Martínez Ocaranza perdió en una corta temporada al amigo que más admiraba y su esperanza en la política; se vio asimismo huérfano en los dos aspectos que rigieron su vida hasta esa fecha.

A la par que escribía sus elegías, Martínez Ocaranza trabajó en el proyecto que desembocaría en el poemario Patología del ser (1981). Comparado con sus anteriores libros, este poemario está estructurado y pensado como una unidad, hecho que se hace evidente en el prólogo donde explica su propia estructura y fines hermenéuticos respecto al texto que antecede:

La Patología del ser se inicia con un Prólogo del Actor.
     Este Prólogo del Actor, se subdivide, a su vez, en cuatro partes: A) En mi taller, B) Dedicatoria, C) El origen, y D) Índice crítico.
      En mi taller es el principio de lo que después de la edición del libro serán los Comentarios a la Patología del ser.
      Es una manera de juzgar, anticipadamente, las partes fundamentales de la obra.
     La Dedicatoria centra una especie de poética de las potencias que contribuyeron a la motivación de la creación.
    El origen es una confesión –muy sincera– de las partes que dan origen a la estructuración de mis metáforas.
      Y el Índice crítico –como ya queda señalado– juzga las partes en que se divide la Patología del ser.
   Viene a continuación una Introducción proteica. Es un intento autohermenéutico –en poesía– de compenetración de mis imágenes que se transmigran en metáforas.[1]

Estructuralmente los textos de este poemario están construidos gracias a un proceso dialéctico (tesis, antítesis, síntesis), apropiado de sus lecturas marxistas y su etapa de redactor en el periódico oficial del Partido Comunista Mexicano: La voz de México. Este hecho inscribe indirectamente al poemario –ya que las problematizaciones tratadas no están enfocadas sólo en el aspecto social– en la línea de la poesía militante (Efraín Huerta, Ricardo Castillo) por su constante rebatimiento de las ideas del control hegemónico. Sin embargo, es relevante que Ramón Martínez Ocaranza se enfoca en llevar a cabo una apropiación de los discursos bíblicos, místicos, vanguardistas (James Joyce, Ezra Pound, Federico García Lorca) y el matemático pitagórico para cuestionar lo ontológico, que es núcleo de este libro.

Este proceso dialéctico, utilizado como una ars poetica por Martínez Ocaranza, puede sintetizarse en su poema “Los incendios del ser” en donde se lee:

Porque víboras son las estructuras del No cuando es el Sí para no serlo.
Voz del Verbo. Y más condición del Ser negado.[2]

El Verbo como categoría del ser nace como resultado de negar su propio estado anterior de existencia, pero esta nueva naturaleza no se concibe como un estatismo sino como un proceso en perpetuo movimiento.

En un contexto nacional, hacia 1980 la poesía en México estaba en un proceso de encontrar una manera de conciliar las dos vetas que la habían definido desde los años cincuenta, como sostiene Julián Herbert: la del cultismo (Octavio Paz, David Huerta) y la coloquial (Jaime Sabines, Ricardo Yáñez); se suma a esto la aparición de una vertiente neobarroca que congregaba a ambas formas para desbordarlas (Gerardo Deniz), y el uso de nuevas tecnologías que comenzaron a modificar la concepción de la escritura (Ulises Carrión).[3] En el último libro de Martínez Ocaranza la preocupación, lejos de inscribirse en este diálogo de formas y cruce de corrientes estéticas, se enfrenta a la incertidumbre ante las contradicciones sociales que él vivía y percibía desde Morelia: la disparidad entre la provincia y la capital del país, no sólo política sino económica, educacional y cultural.

Si bien estéticamente Patología del ser, en el contexto artístico nacional es anacrónico, sus preocupaciones se asemejan, desde lo poético, a la propuesta social e ideológica del escritor duranguense José Revueltas (1914-1976), a quien Martínez Ocaranza conoció a temprana edad, y de quien fue gran amigo. Sus obras comparten una asimilación y tergiversación de las formas vanguardistas de entreguerras, una representación cruda de la problemática social y política que vivía México en esos tiempos, las contradicciones del sistema político y la presencia de temas mitológicos prehispánicos en la vida cotidiana.

mostrar Expansión del campo poético

Patología del ser es un libro que entreteje su cuerpo textual con apropiaciones de obras literarias de otros escritores, recurriendo al uso de elementos paratextuales, con el objetivo estético de desestabilizar la idea liminar de los textos literarios; y así, desbordar la significación del discurso que se crea en ellos. En dichos discursos Martínez Ocaranza entremezcla formas literarias con una posición metaliteraria que enriquece con su postura filosófica marxista. Al recurrir a elementos y estrategias ya asimiladas por la tradición poética mexicana, lo que propone Martínez Ocaranza con este libro es obviar la idea de no-originalidad en la creación y cambiar el foco poetizante de la mirada al hecho de sobreescribir: de escribir en segundo grado.[4]

El último poemario, publicado en vida de Ramón Martínez Ocaranza, está dividido en tres secciones: “Poemas en siete novelas”, “Los Edipos” y “Cantares de las Negaciones”. Estos apartados comparten la característica de ser textos escritos sobre discursos literarios anteriores; respectivamente: el género novelesco y la genealogía de autores más significativos para él, el personaje Edipo –en el que confluye la visión freudiana– y el libro bíblico “El cantar de los cantares”. El libro tiene también un “Prólogo del Actor”, una “Introducción proteica” y un “Epílogo”; que son textos con funciones parentéticas del significado de la obra.

El “Prólogo de Actor”, es un texto que alterna entre el versículo y la prosa, esta forma implica una alteración a la concepción de prólogo –que regularmente es una prosa sin el tratamiento formal de la poesía, que apela más a ser un texto explicativo, o un exordio para leer la obra a la que se antepone–, y tiene como función absorber al cuerpo textual un elemento (el prólogo) que por lo general orbita alrededor de la obra.

Exigente lector: este libro que tienes ahora entre tus manos –trabajado durante los años que van de 1975 a 1979– me ha costado más dolores de “… celebro… [así fue escrito en el original]” –si es que alguno tengo– que si hubiera dedicado mi pobre vida a las ciencias físico-matemáticas.[5]

Desde el comienzo del libro, Martínez Ocaranza establece que lo poético en su discurso existe de manera paralela al discurso científico; tanto uno como otro implican distintas formas de proyectar y tratar de encontrarle sentido a la realidad. En Patología del ser este diálogo entre discursos se explicita con la incursión constante de figuras y palabras propias de un vocabulario relacionado con la geometría y las matemáticas, que se combinan mediante un léxico y conceptos filosóficos a la herencia poética de Martínez Ocaranza: la poesía moderna y la mística. En su cantar llamado “A la gran madre”, es posible leer interrogantes a manera de detonador: “¿Cuántos cuernos multiplicados por sus infinitos murieron al nacer?”,[6] u otras, donde la imagen se basa en otorgar rasgos ontológicos de sufrimiento a objetos geométricos: “Porque los óleos no penetran la podredumbre de los círculos”.[7] Y en su poema “Segundo Edipo”, el lenguaje geométrico es puesto a límite respecto a la capacidad estética que busca el poeta michoacano: “Los cuatro menos uno tres en uno. Saber multiplicar el menos uno. Para luego morir en una isla de multiplicación acumulada”;[8] si bien la disposición de esta estrofa se hace a semejanza de la prosa, en realidad está compuesta por cuatro endecasílabos, lo que no sólo compensa y equilibra el uso de un vocabulario tradicionalmente no-poético, sino que expone que tanto la disposición gráfica como el ritmo interno tienen un valor esencial para la interpretación del poema.

Esta disposición contrapuntística de discursos, aparentemente disímiles, se corresponde con una dialéctica para explorar las posibilidades de expansión de lo considerado poético. En su poema-cantar llamado “Autocrítica”, Ramón Martínez Ocaranza usa la estructura de un diálogo y se puede asumir como una métrica irregular:

—¿Me puede usted decir por qué demonios se traga los binomios?
—¿Será porque está loco?
—Usted no sabe de geometría.
—Pero conozco los escalofriantes teoremas del Destino.[9]

Este procedimiento de ampliación de aquello que es posible poetizar –la geometría– y de las maneras de hacerlo –un diálogo– que lleva a cabo Martínez Ocaranza está en relación con la propuesta del escritor y teórico mexicano Alfonso Reyes[10] de pensar lo ‘literario’ como un campo estetizante de los lenguajes. Para Reyes es posible pensar lo literario como un espacio donde en algún momento incursionan otros discursos, como el científico, y ahí el autor los dota de una capacidad propia del arte para llegar a una experimentación de asombro y crítica de la realidad que se nombra. Este proceso se traduce como un ‘nuevo’ territorio alcanzado, en el instante de la lectura del texto, por la literatura.

mostrar Reincorporación vanguardista y psicología

Los elementos que tradicionalmente no forman parte del canon poético tienen una presencia importante en Patología del ser en comparación con los anteriores libros de poesía de Ramón Martínez Ocaranza. En poemarios precedentes, como Al pan pan y al vino vino (1941) y Ávido amor (1944), predominan elementos de apropiación satírica; en libros como Muros de soledad (1951) y Otoño encarcelado (1968), el tono y las maneras de articular las imágenes están más en correspondencia con la tradición poética modernista y de vanguardia escrita en español. Sin embargo, no es que esos procesos anteriores no se presenten en este último poemario; en el poema “El verbo es. No es. Sí es. Quién sabe”, es notorio el calco al procedimiento de Xavier Villaurrutia en “Nocturno en que nada se oye”, quien escribe:

Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada.[11]

De manera más breve, en el poema referido de Martínez Ocaranza, como una referencia al poeta, miembro del grupo de los Contemporáneos, se lee: “Camíname de mar a mar amargo. Para saber amar. A mar. A mármol”.[12]

En Patología del ser están combinadas las estrategias de creación de la tradición mexicana de la primera mitad del siglo xx, con elementos del discurso científico matemático y de la geometría. Y como novedad en su poética, en este último poemario aparecen conceptos de psicología para problematizar lo ontológico:

Preconciencia del Ser es el elemento de la inconsciencia para la conciencia.
Que llagas del No-Ser no se dialogan. Ni cuando se dialogan en sí mismas.[13]

Estos conceptos, que confluyen con la postura dialéctica de creación de Martínez Ocaranza, en general se refieren al proceso de estructuración del inconsciente como lenguaje,[14] y al estado anterior a esa estructuración: un estado vedado a toda práctica expresiva, pero que sí logra hacerse presente de una manera oblicua y sistemática, según George Steiner, gracias al psicoanálisis y en la escritura.[15]

Ese estado anterior a la razón preconsciente –a toda sistematización científica– se presenta como una no-forma indecible, desde donde el “Ser” estructura un primer estado de sí como un sistema ordenado de signos, como lengua. La dialéctica del “Ser” y el “No-Ser”[16] en este libro, es en realidad el choque entre la posibilidad de articular una conciencia y no poder hacerlo en el momento deseado. Como se dijo arriba, y como se vio en el ejemplo anterior, la problemática principal del poemario es precisamente cómo se conforma ese ser: sus contradicciones inherentes, sus deseos conscientes e inconscientes, la circunstancia que lo forma:

Que yo ya no soy yo. No soy mi muerte.
Soy el cuaderno de una circunstancia.[17]

mostrar Poesía de la razón

En la franja entre expresarse y no poder hacerlo, está la imposibilidad de trascendencia del “Ser” que se crea y es recreado por Martínez Ocaranza; este “Ser”[18] es el yo lírico presentado desde el “Prólogo del Autor” como creador. Durante el poemario la voz lírica se busca autocrítica, y articula bajo los discursos que tiene aprendidos, a veces gracias a la apropiación de formas ya asimiladas, otras como la búsqueda del límite del lenguaje poético. De esta manera hay un doble proceso dialéctico, de contradicción y síntesis: 1) el del léxico usado, y 2) el de los conceptos que se van creando. Esta doble articulación de planos es una de las características principales de la propuesta estética de Ramón Martínez Ocaranza en Patología del ser. De manera ejemplar, en el poema “Los incendios del ser” está escrito:

Invisible parece lo visible. No es visible lo que aparenta Ser.
Ni las esferas nos comunican sus profundidades.[19]

Esta contradicción dialéctica del discurso refuerza la concepción de Martínez Ocaranza respecto a la creación poética: un proceso que tiene como una de sus finalidades, en este poemario, dar una razón al “Ser”.[20]

En este libro Martínez Ocaranza establece un diálogo, a la vez que se integra, con la poesía que se enfoca en la problematización del “Ser”[21] desde la razón, creando puntos de encuentro y debate entre la filosofía y la poesía. En su prólogo, Ramón Martínez Ocaranza escribe:

El fuego lo encienden los poetas.
Pero lo apagan los filósofos.
Un día el poeta se robará esos Fragmentos[22] para los vientos
del enigma.
Y la filosofía se hará poesía.[23]

En México el más destacado poeta en esta tradición (que para Miguel Capistrán está compuesta por el “Primero sueño” de sor Juana Inés de la Cruz, el “Cementerio marino” de Paul Valéry, la obra de T. S. Eliot y “Canto a un dios mineral” de Jorge Cuesta)[24] es José Gorostiza y su poema Muerte sin fin, publicado en 1939. Un verso de este texto del poeta tabasqueño, se incluye a manera de cita, pero dentro del cuerpo de la “Introducción proteica” de Patología del ser; es decir, Martínez Ocaranza cita reescribiendo el verso, se apropia de la imagen recontextualizándola y escribe a partir de ella:

“...Oh, inteligencia, soledad en llamas…”
El mar se contamina de serpientes. Una serpiente:
soledad vacía.[25]

La inteligencia, como idea y concepto articulador, acompañará durante todo el poemario al yo lírico. En la última sección se hace uso del atributo ígneo de la inteligencia para presentarla como el motor del proceso que hizo posible la transposición entre “Ser” y “No-Ser” en los poemas –entre lo inconsciente en el consciente–: “Fantasmas del No-Ser en Ser ardiendo”.[26]

mostrar Continuidad prehispánica

En Patología del ser están combinadas las estrategias de creación de la tradición mexicana de la primera mitad del siglo xx, como hizo en su poemario Elegía de los triángulos: congrega las herencias de la poesía en México: la hispánica clásica y vanguardista, las apropiaciones de la lengua inglesa, y la prehispánica. Respecto a esta última tradición es posible encontrar recurrencias formales en el último poemario editado por Ramón Martínez Ocaranza, principalmente lo que respecta al largo aliento de los cantares y al continuo uso de interrogaciones, como en el siguiente fragmento perteneciente al “Canto de orfandad” de la cultura azteca:

Creámoslo, corazón mío: ¿es acaso nuestra mansión la tierra? No hago más que sufrir, porque sólo en angustia vivimos. ¿Dónde he de cortar, dónde he de pedir flores que así una vez más he de esparcir en la tierra?[27]

Rubén Bonifaz Nuño escribe respecto a este incesante cuestionarse, que es esencial del proceso dialéctico y de la poética de Martínez Ocaranza, en la cosmología prehispánica en México: en ella el ser humano asume “[...] su función creadora como obligación permanente. La creación no es un hecho instantáneo, sino un proceso interminable. El hombre ha de cumplirla sin interrupción, tomando sobre sí el deber de encaminar hacia su perfección lo inicialmente creado”.[28] Y precisa:

Tales preguntas y respuestas tienen, en la raíz, dos asuntos: el ser humano mismo y el mundo en el cual se incluye. El vehículo mediante el cual son poderosas a exteriorizarse, es el lenguaje. Habla el ser humano. Juzga que las respuestas encontradas para sus preguntas existenciales, merecen no sólo transmitirse a sus más cercanos congéneres, sino manifestarse como aspiración de permanencia. Se vale entonces, para este fin, de la escritura.[29]

A la vez que Patología del ser dialoga con el poema de José Gorostiza, también sigue el programa para la escritura del mundo prehispánico mexicano, al que actualiza llevándolo a sus circunstancias de vida y escritura.

mostrar Recepción

El primer estudio globalizante de la obra de Ramón Martínez Ocaranza lo realizó María Teresa Perdomo, en donde habló de las constantes formales y temáticas de su obra.[30] Posteriormente siguió el libro de Margarita Rodríguez Morales y Marco Antonio López López, quienes realizan un recorrido por la obra de Martínez Ocaranza y su relación con la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.[31]

A pesar de ser considerado por Enrique González Rojo Arthur como el poemario más importante en la obra poética de Martínez Ocaranza,[32] Patología del ser tuvo poca atención por los medios literarios del país y de Morelia, donde falleció éste en septiembre de 1982, un año después de la publicación del libro. En el Diccionario de escritores mexicanos, preparado por Aurora Ocampo, únicamente se consignan notas críticas de lecturas inmediatas a otros libros, reseñas de su obra, y textos homenaje tras su muerte,[33] pero no sobre el poemario en cuestión. Sólo existen las palabras preliminares de Oralva Castillo Nájera a la edición del libro donde lo define como barroco porque destruye toda preconcepción que va instaurando.

El primer acercamiento crítico a Patología del ser, lo hizo el poeta González Rojo Arthur en 1995, con un ensayo llamado “La Patología del ser de Martínez Ocaranza”, publicado en una revista de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; en ella escribió:

¿Qué es, para Martínez Ocaranza, la patología del ser? La convicción de que la realidad en su conjunto se halla enferma. Que es defectuosa. Que está mal estructurada. [...] La patología no es un atributo de una parte de la realidad o de ciertos entes, sino del ser en cuanto tal. La patología abarca al cosmos, a las creencias humanas, a la sociedad, al individuo y al propio poeta.[34]

Y esto le lleva a afirmar que este proyecto poetizador, esta particular visión de la realidad del poeta michoacano, es el tema englobante y el parámetro filosófico, ético y moral, de su mundo lírico. Cuando en 2009 se publicó el primer tomo de la obras completas de Martínez Ocaranza, Ernesto Hernández Doblas retomó lo dicho por los dos anteriores autores para declarar el poemario como la cima de la estética y propuesta poética del poeta michoacano, y lo ubica en la línea del neo-barroquismo.[35]

En este múltiple entrecruzamiento de discursos heterogéneos radica la valía formal de este poemario de Ramón Martínez Ocaranza, quien define su poética como un proceso de búsqueda para darle un sentido al “Ser”:[36] al yo lírico que se problematiza a sí mismo en sus poemas. Martínez Ocaranza logra lo anterior al cuestionar la ontología a través de la muerte, de la literatura, la geometría y las matemáticas, del inconsciente, de su contexto y sus tradiciones:

Que poeta no es el que conoce la ciencia de su Ser.
Poeta quiere decir hacer un Ser.
Un Ser ardiendo que arde y que se apaga eternamente.[37]

mostrar Bibliografía

Bonifaz Nuño, Rubén, Cosmogonía Antigua Mexicana. Hipótesis iconográfica y textual, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Seminario de Estudios Prehispánicos para la Descolonización de México, 1995.

Diccionario de escritores mexicanos. Siglo xx, dir. y asesoría de Aurora M. Ocampo, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Filológicas/ Centro de Estudios Literarios, 2000.

Genette, Gérard, Palimpestos. La literatura en segundo grado, trad. de Cecilia Fernández Prieto, Madrid, Taurus, 1989.

Gorostiza, José, Poesía y Prosa, ed. de Miguel Capistrán y Jaime Labastida, colab. de Martha Gorostiza, México, D. F., Siglo xxi, 2007.

Herbert, Julián, Apuntes sobre poesía mexicana reciente, México, D. F., Bonobos, 2010.

Lacan, Jacques, Escritos 1, trad. de Tomás Segovia y Armando Suárez, México, D. F., Siglo xxi (Biblioteca Nueva), 2013.

Martínez Ocaranza, Ramón, Patología del ser, México, D. F., Diógenes, 1981.

----, Poesía Reunida 1941-1968, Morelia, Secretaría de Cultura de Michoacán/ Fundación Cultural Ramón Martínez Ocaranza, 2009.

----, Poesía Reunida 1969-1982, Morelia, Secretaría de Cultura de Michoacán/ Fundación Cultural Ramón Martínez Ocaranza, 2010.

Perdomo, María Teresa, Ramón Martínez Ocaranza, El poeta y su mundo, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1988.

Poesía indígena de la altiplanicie, selec., vers., introd. y notas de Ángel María Garibay, México, D. F., Universidad Nacional Autónoma de México/ Coordinación de Humanidades (Biblioteca del Estudiante Universitario; 11), 1992.

Reyes, Alfonso, Obras completas xv. El deslinde. Apuntes para la teoría literaria, México, D. F., Fondo de Cultura Económica (Letras Mexicanas), 1963.

Rodríguez Morales, Margarita y López López, Marco Antonio, Ramón Martínez Ocaranza. Un poeta nicolaita, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2002.

Steiner, George, Sobre la dificultad y otros ensayos, trad. de Adriana Margarita Díaz Enciso, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, 2001.

Villaurrutia, Xavier, Nostalgia de la muerte, ed. de Luis Tiscareño, México, D. F., La orquídea errante, 2013.

mostrar Enlaces externos

Delgado, Alejandro, Aproximación a los triángulos [Documental], Revista Clarimonda, (consultado el 11 de mayo de 2016).

"Fundación Cultural Ramón Martínez Ocaranza, A. C.", (consultado el 11 de mayo de 2016).

Letras de cambio, suplemento del periódico El Cambio de Michoacán, dedicado a Ramón Martínez Ocaranza, 27 septiembre 2014, (consultado el 11 de mayo de 2016).

Wong, Óscar, 1915-1982, Martínez Ocaranza, salmos y caústicos ensalmos, Revista digital EOM/ El dígoras, núm. 38, diciembre de 2005, (consultado el 11 de mayo de 2016).

“Ramón Martínez Ocaranza pertenece a la esfera de los que asumen su trascendencia de la vida pública, en comunidad. Pese a ello, su obra no es más clara a los oídos del amplio público. En Patología del ser tenemos un lenguaje marcadamente oscuro, plagado de alusiones filosóficas, teológicas y literarias que no son fáciles de desentrañar. Aunque él no se asumiría —bajo su propia terminología— como un poeta intelectual, queda en este volumen la tentativa de conjuntar las dos esferas que parecían imposibles de unir: la tradición hermética y la vocación social y crítica […] Poco conocido entre el amplio público, pero fervorosamente leído entre un reducido número de personas, así es Ramón Martínez Ocaranza. Su obra, como muchas otras, confirma que en México tendemos a dejar fuera de la historia literaria a los poco convencionales, a los que no se ajustan a la norma.”

Israel Ramírez

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


 

Otras obras de la colección (Archivo Negro de la Poesía Mexicana):

Obras por número o año

Obras por género literario

Radio : poema inalámbrico en trece mensajes
México, D. F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

Sangre roja : versos libertarios
México, D. F.: Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

Híkuri
México, D. F.: Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

Maquinaciones
México, D. F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

Los danzantes: espacios estatuarios
México, D. F. : Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

El retorno y otros poemas
México, D. F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

La oración del ogro
México, D. F. : Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

Patología del ser
México, D. F. : Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

Radio
México, D. F.: Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

Morada del colibrí
México, D. F.: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).

 Poema nuevo
Ciudad de México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes [CONACULTA] / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes / Malpaís Ediciones (Archivo Negro de la Poesía Mexicana).