A las palabras que la gente pronuncia se las lleva el viento, a las que están impresas en papel se las lleva el fuego. O el agua, o los insectos, o las bombas, o la mera negligencia, o el violento odio de un conquistador que pretende borrar el pasado. En la obra que el lector tiene en las manos se revisa la aterradora y frecuente práctica de destrucción de libros, en ocasiones como consecuencia de una invasión o una venganza, en otras como resultado de un accidente, en lagunas más como un símbolo, pues muchas hogueras de libros en realidad buscaban aniquilar a sus autores. Dejando de lado la indignación que el tema provoca, aunque sin escatimar calificativos cargados de ironía, Lucien x. Polastron recorre diversas geografías y épocas –desde los depósitos de arcilla con escritura cuneiforme hasta el saqueo en la Bagdad ocupada por el ejército estadounidense– para enfrentarnos con la nefasta vocación de los hombres que pretenden silenciar las obras que hablan con sus lectores desde el papel. Aquí se exponen temas como:
- La era del papiro, cuando florecieron Egipto, Grecia, Roma y Constantinopla;
- el islam, tanto en medio oriente y África como en Europa;
- la gente del libro: el pueblo judío y la persecución bibliográfica a la que se ha sometido:
- los reinos asiáticos del bambú, la meditación y el pincel: China, India y Japón;
- el occidente cristiano, de la edad media a la era moderna, pasando por la voraz inquisición;
- los nuevos biblioclastas: la Alemania nazi, la Rusia estalinista, los convulsos Balcanes, entre otros;
- las tragedias en tiempos de paz, cuando la naturaleza, el mar, el robo o la muerte cercenan los acervos bibliográficos;
- el desmantelamiento contemporáneo de bibliotecas;
- las opiniones o ficciones de autores célebres acerca del peligro –o la necesidad– de destruir todos los libros.
Esta historia de la interminable destrucción de bibliotecas es un modesto homenaje a los millones de obras desaparecidas y una advertencia para que hagamos de la preservación bibliográfica –tanto en lo personal como a escala mundial– un compromiso impostergable. Y además es, como una imagen en negativo, la crónica del insaciable anhelo humano de reunir todos los libros bajo un mismo techo.