Enciclopedia de la Literatura en México

Manuel Altolaguirre

Nació en Málaga, España, el 29 de junio de 1905; muere en Burgos, España, el 26 de julio de 1959. Ensayista y poeta. Vivió exiliado en La Habana y Francia. Radicó en México desde 1943. Estudió Leyes en Málaga y Granada. Realizó estudios de tipografía en Londres. Fue cofundador de la Imprenta Sur, donde editó Ambos (1925) y Litoral (1926); publicó la Revista 1616 (Londres, 1932); editor, con Concha Méndez, de Caballo Verde para la Poesía y Hora de España (España, 1935). Perteneció a la Generación del 27. Escribió guiones cinematográficos, entre los que destacan Subida al cielo y El Cantar de los cantares. Premio Nacional de Literatura 1933, España, por La lenta libertad. Premio Nacional de Obra de Teatro 1938, España, por Ni un solo muerto. Ganó el Águila de Plata y el Premio de la Crítica en el Festival de Cannes 1952 por el guión Subida al cielo.

Hizo la carrera de abogado en Málaga y Granada. En 1927 fundó la imprenta "Sur" en compañía de Emilio Prados, en la que se editaron las revistas Ambos (1925) y Litoral (1926). Editó la revista Poesía (1930-1931), primero en Málaga y luego en París. En 1932 publicó una nueva revista, que Federico García Lorca nombró Héroe. Contrajo matrimonio con la poeta Concha Méndez, con quien estableció su residencia temporal en Londres. En esa ciudad estudió tipografía y editó la revista 1616 (año común a Shakespeare y Cervantes). En 1935 publicó en España y en compañía de Pablo Neruda las revistas Caballo Verde para la Poesía y Hora de España. En esta última se combinan la poesía, la crítica y el ensayo. Editó en La Habana, Cuba, la colección poética La Verónica en 1939. Se estableció en México en 1943; con Juan Rejano, Luis Cernuda y Emilio Prados, entre otros, editó la revista Litoral (1944). En 1950 fundó la productora de cine "Isla" y produjo siete películas.  En 1959 viajó a España, donde sufrió un accidente automovilístico que le causó la muerte.

Manuel Altolaguirre fue el más joven de los poetas de la Generación del 27. Su obra comprende poesía, teatro, biografía, traducciones, argumentos cinematográficos y colaboraciones en revistas de Europa y América. Ser editor, director e impresor de revistas literarias de gran calidad tipográfica le permitió fusionar el placer de escribir con el de artesano. Alcanzó renombre en España por su calidad poética. Dolor, soledad y nostalgia afloran en su poesía, que forma parte de innumerables antologías de poesía española, de textos escolares mexicanos y de publicaciones extranjeras. Algunos de sus poemas fueron traducidos a otras lenguas. Como guionista y director de películas recibió elogios, especialmente por El cantar de los cantares, presentada fuera de concurso en el festival de San Sebastián, España, el año de su muerte.

Manuel Altolaguirre (Málaga, 1905-Burgos, 1959) desarrolló en su vida las facetas de poeta, editor e impresor, director de revistas, dramaturgo, guionista y productor. Y su vínculo con la poesía se manifestó tempranamente, ya que sin haber cumplido los veinte años de edad fundó su primera revista de poesía, en la que aparecieron colaboraciones de poetas muy reconocidos, además de las de algunos compañeros de la generación del 27 a la que él mismo perteneció. Posteriormente viajó a Francia e Inglaterra y de regreso a España militó en las filas de la República. Como muchos compañeros suyos, abandonó el país en 1939 para exiliarse primero en Cuba y pasar luego a México. En 1959, durante una visita a España, donde iba a presentar su película Adamuz, en el Festival de Cine de San Sebastián, murió a causa de un accidente automovilístico.

Desde el punto de vista literario, Altolaguirre tuvo una abundante producción escrita de la que se pueden mencionar: Las islas invitadas y otros poemas (1926), Ejemplo y Poemas del agua (1927), compuestos y editados en la malagueña Imprenta Sur, propiedad de Emilio Prados Such (Málaga 1899-México 1962). Seguirán luego los poemarios Soledades juntas (1931), La lenta libertad (1933), por el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura, Las islas invitadas (1936), Nube temporal (1939), Poemas de las islas invitadas (1944), Nuevos poemas de las islas invitadas (1946), Fin de un amor (1949) y Poemas en América (1955). Escribió además un libro de memorias, El caballo griego (1958), numerosos artículos de crítica literaria, algunas traducciones y obras de teatro.

Imagen 1. Manuel Altolaguirre, Nube temporal, La Habana, La Verónica (El Ciervo Herido), 1939.

También tuvo un desarrollo destacado en el ámbito cinematográfico: como guionista consiguió el Premio de la Crítica al mejor argumento en el Festival de Cine de Cannes de 1952 y el “Águila de plata” concedida por la Asociación de Periodistas Cinematográficos de México por la película Subida al cielo, dirigida por su amigo Luis Buñuel. Como productor trabajó en Las estrellas, de Carlos Arniches y Misericordia, hecha con base en la obra de Benito Pérez Galdós; y como director de cine filmó Cantar de los Cantares, basado en la versión de fray Luis de León.

Sin embargo, un aspecto que deseamos destacar es su labor como editor e impresor. En 1926, en su Málaga natal y al lado de Emilio Prados (Málaga, 1899 - Ciudad de México, 1962) y José María Souviron Huelin (Málaga, 1904-1973), sacó la revista Litoral, uno de los medios impresos más importantes de la Generación del 27. Más tarde Altolaguirre editaría otras revistas: Héroe (1932-1933), La Verónica y 1616 (1934-1935), Caballo Verde para la Poesía (1935-1936), la mayoría junto a su primera esposa, la poeta Concha Méndez.

De la Imprenta Sur escribirá:

Nuestra imprenta tenía forma de barco, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marinas, cajas de galletas y vino para los náufragos. Era una imprenta llena de aprendices, uno manco, aprendices como grumetes, que llenaban de alegría el pequeño taller, que tenía flores, cuadros de Picasso, música de don Manuel de Falla, libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes. Imprenta alegre como un circo y peligrosa para mí cuando Emilio Prados, tirador seguro, dibujaba mi silueta en la pared con unos punzones”.[1]

El taller fue, en efecto, centro de reunión y tertulia artística y literaria, y de ella salieron algunos de los textos emblemáticos de la poesía española de la primera mitad del siglo xx como Perfil del aire de Luis Cernuda (1927) y Canciones de Federico García Lorca, por mencionar sólo dos.

Además, en la imprenta portátil adquirida a comienzos de 1930, Altolaguirre imprimió por sí mismo, en su domicilio malagueño del barrio de Limonar Alto, con papel Ingres y caracteres Bodoni, la revista Poesía, donde se incluyen otros tres poemarios (Escarmiento, Vida poética y Lo invisible). Para el verano de 1931, tras vender aquella imprenta, viaja a París, y en otoño, a la isla de Port-Cros, junto a Rafael Alberti. Poco después llega a Madrid, donde publicará con la Editorial Plutarco Soledades juntas. Años más tarde aparecen sus revistas Héroe (Madrid, 1932-1936), o 1616 (Londres, 1934 y 1935), base de Caballo Verde para la Poesía, que habrá de imprimir y cuidar tipográficamente a su vuelta a España y será dirigida por Pablo Neruda (1935-1936). Éste le habrá de recordar en Confieso que he vivido, como “imprentero” glorioso y tipógrafo con “manos de arcángel”, “siempre lleno de risa y sonrisa”.

Su afición, casi adicción, a la impresión tipográfica está también descrita en sus memorias Caballo griego. En ese texto relata cómo, durante la Guerra Civil Española estando en el frente de lucha en Cataluña, no sólo logró que sus superiores le instalaran un modesto taller de imprenta sino que para publicar España en el corazón, de Neruda, hizo que los soldados fabricaran el papel de la edición, y en la pasta incluyeron una bandera enemiga y la camisa de un prisionero enemigo.

Como consecuencia de su militancia republicana tuvo que exiliarse primero en Cuba donde permaneció entre 1939 y 1943 y creó la imprenta La Verónica, que luego trasladó a México, donde vivió entre 1943 y 1950. Su personalidad multifacética y la larga estancia en tierra azteca contribuyeron a su pronta integración cultural con México y su activa participación en todo tipo de proyectos, algunos de los cuáles desarrolló a la par de los contactos con viejos amigos malagueños y otros exiliados republicanos en México como el ya citado Prados, José Bergamín Gutiérrez (Madrid, 1895-Fuentebravía. Cádiz, 1983), José Moreno Villa (Málaga 1887- México, 1955), Enrique Díez-Canedo (Badajoz, 1879- México, 1944), Ramón Gaya (Murcia 1910- Valencia, 2005) o el sevillano Luis Cernuda (1902- México, 1963).

Imagen 2. Regino Pedroso, Más allá canta el mar..., La Habana, La Verónica, 1939.

Una de las primeras labores que desarrolló en México fue la regencia de los Talleres Tipográficos de la Secretaría de Educación Pública, durante el periodo en que fue secretario Jaime Torres Bodet (1943-1946). Sin embargo pronto retomaría sus actividades privadas. Tras un encuentro con el presidente Cárdenas revivió La Verónica, cuyas ediciones fueron impresas en el taller de Adrián Morales. En esta casa editorial aparecieron, por un lado, la colección poética Aires de mi España con obras de Lope de Vega y Quevedo, y, por otro, obras de corte más actual e inclusive mexicano como la segunda edición de Canek. Historia y leyenda de un héroe maya de Ermilo Abreu Gómez (1942).

Además de haber revivido La Verónica, en 1944 Altolaguirre resucitó la revista Litoral que, al igual que en su primera etapa, tuvo una corta pero intensa vida. Un año más tarde surgía la editorial Isla que se inauguraría con la colección de “El siglo de Oro”. Las portadas de esa serie estarían caracterizadas por unos grabados de floreros dieciochescos y un manejo tipográfico con una elzeviriana compuesta enteramente en altas de diversos cuerpos, en rojo y negro. A esta colección se sumarán las colecciones de “Los Románticos” y “Los Modernos”, que presentarán un tratamiento proyectual similar, sólo distinto por el uso de otros grabados de sabor antiguo. Dos libros de Isla merecen mención especial porque se trata de literatura para niños: Lo que sabía mi loro y Navidad. Villancicos. Pastorelas. Posadas. Piñatas, ambos eran de la autoría de José Moreno Villa y aparecieron en 1945. Sin embargo los proyectos editoriales de ese periodo estuvieron determinados e íntimamente relacionados con la inestabilidad derivada de sus problemas amorosos y la difícil situación económica de la posguerra.

Una de sus últimas obras como impresor apareció en 1949, cuando se publicó en Isla su poemario Fin de un amor, con lo que se convertiría en uno de sus sellos visuales característicos e inconfundibles: el uso tipográfico de la familia Bodoni en altas y bajas y diversos cuerpos, a dos tintas, distribuidas con maestría en el espacio de la página.

Como mencionamos líneas arriba, a partir de la década de los cincuenta Altolaguirre se dedicaría completamente a las tareas cinematográficas; sin embargo, sus trabajos de edición y tipografía son una contribución relevante a la cultura visual hispanomexicana en el espacio que hermana la creación literaria y la producción editorial.

 

Bibliografía

Altolaguirre, Manuel, Los pasos profundos, recopil., cronología y estudio bibliográfico James Valender, Málaga, Litoral, núm. 181-182, 1983.

----, Poesías completas [1926-1959], Precedidas del ensayo de Luis Cernuda,  México,  Fondo de Cultura Económica, Colección Tezontle, [primera edición 1960], 2005.

Neira, Julio, Manuel Altolaguirre, impresor y editor, Madrid, Consejo Social de la Universidad de Málaga/ Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, 2009.