Enciclopedia de la Literatura en México

Cristóbal Nonato

mostrar Introducción

Cristóbal Nonato de Carlos Fuentes es una novela de ruptura, estructurada de manera compleja y elíptica. La historia futurista se ubica en el México apocalíptico de 1992. Después de una desgracia ocurrida en 1990, México es aún más caótico y está mutilado. El gobierno emprende una política de concursos nacionales para distraer a los habitantes de la vorágine. Uno de esos certámenes anima la historia de Cristóbal Nonato: “El niño de sexo masculino que nazca precisamente a las 0:00 del día 12 de octubre de 1992... será proclamado Hijo Pródigo De La Patria”[1]. Ante la oportunidad, Ángel Fagoaga (joven de 22 años), que había resuelto no hacer nada, plantar nada o decir nada que no durara cinco siglos, decide concebir a un niño que se convirtiera en el vástago espléndido del pueblo y, de paso, solucionar sus problemas morales y económicos. La primera edición de Cristóbal Nonato corrió a cargo del Fondo de Cultura Económica, dentro de la colección Tierra Firme, en enero de 1987 y tuvo un tiraje de 5,000 ejemplares. La obra de Fuentes fue traducida al inglés y publicada por Farrar Straus & Giroux en 1989. De igual forma, fue traducida al francés y publicada por Gallimard en 1990. En el año 2008 Alfaguara hizo una reedición conmemorativa de 3000 ejemplares.

mostrar Carnaval

La historia es narrada por el nonato Cristóbal quien, desde el vientre de su madre y en un monólogo constante, se pregunta si vale la pena nacer en un país como México: lugar de hombres tristes y niños alegres.

Fuentes engendró a Cristóbal, y Cristóbal más que un personaje es la novela en sí. Novela estructurada en nueve partes coincidentes con el proceso incubatorio. La obra, contando el prólogo y el epílogo, está conformada por noventa y dos capítulos y 1992 es su año fatídico.

Ángel Palomar Fagoaga, después de la muerte de sus padres cuando era niño, había quedado al cuidado de sus tías maternas, dos mujeres mojigatas y solapadas cuyas actitudes hacen que el adolescente termine por huir de la casa. Así llega al amparo de sus abuelos paternos: un par de ancianos revolucionarios que lo cuidarán durante su primera juventud. En ese período se gestan los dos antagonismos que Ángel deberá enfrentar durante 1992. Primero surgirá la rivalidad con el escritor frustrado Matamoros Moreno, quien habrá de buscar venganza hasta sus últimas consecuencias por la sencilla razón de que el joven Palomar se rehúsa a comentarle uno de sus escritos literarios. Después, surgirá la enemistad con su tío materno, Homero Fagoaga, un político priista que buscará quedarse con la cuantiosa herencia que había heredado de sus padres, y que habría de usufructuar cuando cumpliera veintidós años. Ángel huye de Matamoros y al mismo tiempo busca la manera de vengarse de su tío Homero, y en el periplo, físico e interno, decide que debe buscar un país hecho para durar.

Para llegar a la fecha del concurso íntegro, y junto a su mujer Ángeles, Ángel contará con la ayuda de un tío de ella, el defensor de los indios Fernando Benítez, y los Four Jodiditos: integrantes pobres de un grupo musical rescatados de la ignominia por el mismo Benítez. En los nueve meses que constituyen el presente narrativo de la obra, los personajes centrales de Cristóbal Nonato deberán defender sus vidas y voluntades del vórtice revolucionario en el que se ha convertido la nación.

Los protagonistas de Cristóbal Nonato presencian o personifican el giro de un triángulo imaginario, la inversión de la pirámide. En la rotación de la figura geométrica algunos brincan y otros caen en tanto que los más huyen. Finalmente, todos quedarán anquilosados en el fondo del mismo recipiente poliédrico: el carnaval que precede a la destrucción.

Teresita Mauro afirmó que la fecha tan simbólica en la que Fuentes imaginó Cristóbal Nonato le sirvió para “estructurar una realidad casi profética, ordenada alrededor de sus temas recurrentes: el pasado y el presente, la identidad mejicana [sic] y de Latinoamérica en general”. La novela intenta abarcar la realidad mexicana en el espacio contextual latinoamericano: “el mundo occidental, el pasado que se funde en el presente que, para el autor, ya es futuro”.[2]

Carlos Fuentes había comenzado a escribir Cristóbal Nonato en 1981, el mismo año en que publicó Agua quemada. No obstante, ocurrieron dos eventos importantes antes de que la novela viera la luz. En 1985 salió Gringo viejo, el primer libro de un mexicano que encabezara la lista de ventas del New York Times. Ese mismo año, en septiembre, la Ciudad de México fue cimbrada por el gran terremoto. El segundo suceso intervino en la redacción de Cristóbal Nonato. Uno de sus personajes, Federico Robles Chacón; ministro de la Secretaría de Patrimonio y Vehiculación, y el cerebro que dirige al país despojado, había comenzado su carrera política como uno de los miembros de la sociedad civil encargados de restaurar el orden después de la hecatombe. Es posible que Fuentes obtuviera inspiración sobre las proyecciones apocalípticas que vislumbra para 1992 de los dos años difíciles de reconstrucción, que transcurrieron entre el sismo y la publicación de la novela.

En 1986 Carlos Fuentes vivía en Inglaterra y era catedrático en la Universidad de Cambridge. Ese mismo año apareció en inglés la colección de ensayos titulada My self with others, con ediciones simultáneas en Alemania, Holanda y los países escandinavos.

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De acuerdo con una genealogía propuesta por Fuentes en la misma novela, Cristóbal es hijo de Jacques el fatalista, la novela del francés Denis Diderot. Nieto de Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, la novela del inglés Laurence Sterne. Bisnieto de Alonso Quijada, mejor conocido como Don Quijote de la Mancha; la novela de Cervantes.

Si se tiene la primera edición de Alfaguara, publicada en 2008, y se abre el libro en la página 122, se encontrará una página en blanco. El lector, o elector, es invitado a completarla con su imaginación. Debe llenarla con el escrito que Matamoros Moreno le entregó a Ángel en busca de un comentario.

Al respecto, Teresita Mauro apuntó que, en Cristóbal Nonato, Fuentes se apropió de algunas licencias discursivas de la novela de Sterne: las dos son narradas por un ser aún no nacido, consideran páginas en blanco que deben ser completadas por el lector, e incluye dibujos en vez de descripciones de los objetos.

La misma autora encontró que había un número considerable de autores que Carlos Fuentes hizo copartícipes de su discurso narrativo:

… podemos reconocer frases, citas y palabras que pertenecen a Don Quijote y a Sancho, a Sor Juana Inés de la Cruz, a Quevedo y Góngora, a Octavio Paz… Recorren también la novela personajes de otras novelas –Quijote y Sancho, Pedro Páramo, Aureliano Buendía, Gregorio Samsa, e innumerables autores a los que cita expresamente, ya sea en los epígrafes que encabezan cada parte del libro, o simplemente en el discurso, a otros los convierte en personajes, como a los poetas mejicanos López Velarde, Fernando Benítez, al norteamericano Norman Mailer, al español Juan Goytisolo. Cita frases de Manuel Mujica Láinez, James Joyce, Nabokov, M. Kundera, G. Grass y una lista interminable de autores…[3]

El crítico Julio Ortega comentó que Cristóbal Nonato iba mucho más allá de la novela latinoamericana que se escribía en la década de los ochenta, decaída y convencional, y que se hallaba en las instancias más radicales de la narración en español: “junto a Don Julián de Juan GoytisoloLarva de Julián Ríos, Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante y Colibrí de Severo Sarduy… Sólo otra novela hipanoamericana, La vida exagerada de Martín Romaña, de Alfredo Bryce Echenique, había intentado una festiva verbalización paralela”.[4]

A través de una lectura política, Santiago Juan Navarro realizó un estudio comparativo entre Los hijos de la medianoche, de Salman Rushdie, y Cristóbal Nonato. De  esta manera, consideró que los dos autores se burlan, a partir de sus novelas, del concepto tradicional de la historia vista como una empresa que responde a pautas totalizadoras. Vieron la construcción de los estados nación de la misma forma en que se realiza una novela: actos de fabulación que manipulan el pasado en busca de legitimidad. Las dos novelas comienzan con un héroe que personifica el pasado y que añora la comunidad.

Las preocupaciones formales e ideológicas de Fuentes y de Rushdie corren de manera paralela. Ninguno de los dos aporta una respuesta sencilla al dilema entre la necesidad privada y la demanda pública. Los dos se suscriben a una literatura de protesta individual, renunciando al adoctrinamiento colectivo. En lo que las dos novelas acertaron, fue en elegir un desplazamiento de la historia de las élites hacia lo marginal y periférico. Las dos novelas constituyen celebraciones de lo heterogéneo entre lo distópico y los poderes monolíticos de las sociedades postcoloniales.[5]

Un año después de que Cristóbal Nonato fuera publicada, apareció en Chile la novela El cuarto mundo de la chilena Diamela Eltit. Las autoras Gisela Norat y Agnes Scott College realizaron un estudio puntual bajo la premisa de que las dos obras dialogaban entre sí, a pesar de que la primera hubiera sido escrita por un autor consagrado, y que la segunda hubiera sido realizada en la periferia literaria: “ambas novelas comparten el mismo recurso del feto narrante”.[6]

mostrar Desarrollo de recursos técnicos: La cólera y la risa

En junio de 1988, un año después de que el Fondo de Cultura Económica (FCE) publicara la primera edición de Cristóbal Nonato, la revista Vuelta divulgó dos textos consagrados a la novela de Carlos Fuentes. En uno de ellos, Julio Ortega aseguró que el libro “es una metáfora festiva y corrosiva que convoca a la lectura en la propuesta radical de rehacer el porvenir con el lenguaje –la cólera y la risa”.[7] El mismo crítico apuntó que el lenguaje abrumador, brillante y circulatorio, es en realidad líquido amniótico, y que la novela, en sí, constituye el vientre materno. Que el lector asiste a la gestación de un relato.[8]

En efecto, Cristóbal Nonato es, antes que nada, un festín lírico. Veinticuatro años después de que el libro viera la luz, su creador publicó el ensayo La gran novela latinoamericana, y en él dejó sentadas las bases de su propuesta autoral: “la aproximación a la palabra no puede ser excluyente o restrictiva”. Adolfo Castañón, también en Vuelta, consideró que la escritura de Fuentes se abría sin disimulación a la religiosidad, a la oración, a la plegaria y a la poesía, incluso más que a la prosa.[9]

Cristóbal todo lo ha inscrito en sus células y goza de una memoria prenatal que conoce el pasado, percibe el presente y, al mismo tiempo, forma parte del futuro. Por ello, el narrador utiliza digresiones temporales, analepsis y prolepsis, para hablar de su pasado familiar y de las condiciones políticas del país. El nonato sabe cuál fue su momento fundacional: cuando Ángel padre encuentra a su mujer y creación, Ángeles. “Mi padre conoció en agosto el rostro de mi madre y sólo al conocerlo tuvo la voluntad de poner en marcha el plan simbólico de la destrucción de Homero a través de la destrucción de Acapulco que en realidad se resolvía en una esplendorosa ilusión de salvar a la Suave Patria, la Patria Buena: pero esto tomó, sepan susmercedesbenz, algo así como medio año entero…”.[10]

La escena en la que los padres de Cristóbal se miran por primera vez ejemplifica con precisión el ambiente fársico y festivo a través del cual transitan la anécdota y su lenguaje. O tal vez sería más apropiado decir, el lenguaje con su anécdota. Ángel estaba “secretéandole” a la oreja de la estatua de Benito Juárez en el Hemiciclo de la Alameda. Ni siquiera el nonato sabe lo que le decía, aunque bien podemos suponer que le pide al liberal mexicano, como a un dios, una mujer. Ángeles lo mira y decide treparse en la misma estatua y pega su oído a la otra oreja del benemérito. Trata de oír las palabras del que será su hombre, y escucha: “Oye chata, si logramos escucharnos a través de las orejas de mármol del Gran Zapoteca, ya la hicimos chata, ya la hicimos”.[11] Ángel rehace su porvenir con el lenguaje.

Fuentes procura rescatar la oralidad, a pesar de hacerlo en su antítesis escrita. Sabe, como el Fernando Benítez cronista de la historia, y como el Fernando Benítez personaje epónimo del primero, “que al morir un indio muere con él toda una biblioteca. Y es que en un mundo derrotado que debió hacerse invisible para no ser, una vez derrotado, notado, la oralidad es más segura que la literalidad”.[12] Ángel y Ángeles engendran a Cristóbal en un país derrotado por sí mismo, y ese mismo día ella le pregunta a su pareja: “¿Qué idioma hablará nuestro hijo?” Realiza el cuestionamiento, preocupada de que su concepción no cuente con una lengua, es decir con un pasado. Cuando nazca y olvide lo que ha aprendido en el vientre ¿con qué herramientas contará para crear su pretérito fabulario y a la vez su porvenir austero?

De acuerdo con Julio Ortega, en su monólogo delirante, Cristóbal convoca a un elector cómplice, activo en la verbalización irrestricta del mundo, y no apela a un lector. Fuentes estaba seguro de que el lector desprevenido dejaría pronto la lectura.

Para Adolfo Castañón, en la novela apreciamos una estética de la fuerza que se encadena a la tradición barroca: “según algunos como Lezama LimaFuentes mismo, la única puerta auténtica de Hispanoamérica hacia la modernidad. En este sentido, el libro no seduce: avasalla, y se impone desesperadamente y con violencia al lector. La lengua de Fuentes, hirviente y visceral, apresurada y trilingüe, lépera y barroca aparece como una gran matriz convulsa dentro de la cual se gesta el monstruo de la novela, un freak literario indiferente a los cánones, a los códigos genéticos y genéricos”.[13]

mostrar Mamadoc: la madre de todos los mexicanos

En junio de 1985, un año y medio antes de que la novela fuera publicada, apareció en el suplemento Sábado del periódico Unomásuno la exclusiva de Carlos Fuentes titulada: “Nuestra Señora Mamadoc”. Era un adelanto de Cristóbal Nonato. En el fragmento divulgado con anticipo se narraba la gestación de un nuevo símbolo patrio.

El ministro Federico Robles Chacón distinguió en una taquimecanógrafa humilde, novia de un agente funerario, a Mamadoc: madre y doctora de todos los mexicanos. Interrumpió una junta interministerial en la que se discutía la falta de un sistema que sustituyera al que se agotaba, y dijo, mientras que señalaba a la amanuense: “Vean a esa muchacha. ¿La ven? ¿Qué ven? A una pinche secretaria mecanógrafa. Pues yo veo lo mismo que el obispo Juan de Zumárraga hace cuatro siglos. Yo veo a una virgencita mexicana”.[14]  Flores Chacón convirtió a la mujer en un símbolo nacional. Nadie la poseería excepto el pueblo. Ella sería la encargada de dar el grito el día de la Independencia y también el triunfo de todos. Por medio de Mamadoc, Robles Chacón habría creado a la madre de todos los mexicanos para convertirse en el padre de la madre de todos.

Eko, el ilustrador, acompañó el adelanto publicado en Sábado con una viñeta en la que aparece una mujer voluptuosa y extravagante con dos serpientes alrededor del vientre, cuyas colas alimentan, cual cordones umbilicales, a unos fetos que la acompañan fuera de ella.

Carlos Fuentes aseguró que Cristóbal Nonato era un exorcismo: “Lo que pasa con la literatura latinoamericana es que al poco tiempo las fantasías más extravagantes se nos convierten en realidad cotidiana. Algo así sucede con Cristóbal Nonato. Yo sólo quise escribir una novela de acuerdo con los más estrictos cánones del formalismo ruso: procesar y reprocesar los niveles de lenguaje, hasta convertir al lenguaje en imagen de otro lenguaje”.[15]

Cristóbal Nonato es la creación de un símbolo, la creación de un lenguaje y la gestación de un relato extravagante y fársico que transita entre el humor y la tragedia. Algunas de las predicciones apocalípticas del autor se han cumplido a lo largo de veinticinco años. Con el paso del tiempo, la novela abandonará su lugar de texto futurista para acomodarse en los anaqueles de la historia, y sólo entonces será juzgada con la prudencia que merece.

mostrar Bibliografía

Castañón, Adolfo, “Cristóbal Nonato de Carlos Fuentes”, Vuelta, núm. 139, 1988, pp. 44-46.

Fuentes, Carlos, “Nuestra Señora Mamadoc”, Sábado, núm. 401, 1985, pp. 1-3.

----, La gran novela latinoamericana, México, D. F., Alfaguara, 2011, pp. 9-11.

Mauro, Teresita, “Los mitos y la historia de Méjico en Carlos Fuentes”, Revista de la Facultad de Educación de Albacate, núm. 2, 1988, pp. 9-30.

Norat, Gisela, “Diálogo fraternal: El cuarto mundo de Diamela Eltit y Cristóbal Nonato de Carlos Fuentes”, Chasqui: revista de literatura latinoamericana, núm. 2, vol. xxxiii, noviembre, 1994, pp. 74-85.

Ortega, Julio, “Cristóbal Nonato de Carlos Fuentes”, Vuelta, núm. 139, 1988, pp. 46-49.

mostrar Enlaces externos

Juan Navarro, Santiago, “The dialogic imagination of Salman Rushdie and Carlos Fuentes: National Allegories and the scene of writing in Midnight´s Children and Cristóbal Nonato”, (consultado el 19 de septiembre de 2012).

Martínez, Alba Nora, “La presencia poética de López Velarde en Cristóbal Nonato”, Cdigital Universidad Veracruzana, (consultado el 18 de septiembre de 2012).

Perilli, Carmen, “Cartografías del deseo y la memoria: escritura de la historia en la narrativa de Carlos Fuentes”, Revista estudios, (consultado el 18 de septiembre de 2012).

Poot Herrera, Sara, “Cristóbal Nonato. Novela irreverente del descubrimiento”, Portal de revistas científicas y arbitradas de la Universidad Nacional Autónoma de México, (consultado el 18 de septiembre de 2012).


* Esta contraportada corresponde a la edición de 1987. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


La acción, digamos lineal, de Cristóbal Nonato, se desarrolla en el México de 1992, "después del desastre de 1990". Para esta fecha se han cumplido todas las predicciones catastrofistas que pesaban sobre el país: una lluvia ácida y negra cae sobre Makesicko City, la urbe más poblada y más contaminada. sin embargo, los mecanismos de control político perduran, y la manipulación mantiene a las masas infinitas enajenadas en toda suerte de festejos y concursos. Uno de ellos da pie al inicio de la novela: el premio a la pareja cuyo hijo nazca en el primer minuto del 12 de octubre, aniversario del quinto centenario del descubrimiento de América. Ángel y Ángeles deciden concursar, y los nueve meses de gestación de Cristóbal Nonato -consciente y monologante desde antes de su nacimiento- sirven de telón de fondo para un recorrido en el que el arte narrativo no olvida los méritos del sarcasmo cruel, de la ironía tierna ni de un humorismo que nos lleva finalmente, a reírnos de nosotros mismos.

Cristóbal Nonato -novela que, como un réquiem, cierra un ciclo iniciado con La región más transparente- es, en el gran fresco que ha realizado Carlos fuentes con su variada obra, a la que corresponde el lugar de la experimentación con el tiempo, con el lenguaje, con la imaginación desmedida; es una obra, por llamarla de algún modo, de vanguardia dentro de la tradición.

"En Cristóbal Nonato el genio visionario de fuentes escribe una novela en forma de profecía donde se alternan la política y la ciencia ficción, los paisajes apocalípticos, el costumbrismo prospectivo y los monólogos visionarios." 
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2001. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


Una lluvia ácida cae sobre Makesicko City, la urbe más poblada y más contaminada. Los mecanismos de control político son implacables y la manipulación mantiene a las masas enajenadas en festejos y concursos, uno de ellos, el premio a la pareja cuyo hijo nazca en el primer minuto del 12 de octubre. En el vientre de su madre, donde cavila y desde donde percibe los fragores del mundo, Cristóbal se pregunta: ¿vale la pena nacer?
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2008. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.



Cristóbal Nonato se desarrolla en el México de 1992, cuando se han cumplido todas las predicciones catastrofistas que pesaban sobre el país, y la manipulación mantiene a las masas enajenada en toda suerte de festejos y concursos.

Una lluvia ácida cae sobre Makesicko City, la urbe más poblada y más contaminada. Los mecanismos de control político son implacables y la manipulación mantiene a las masas enajenadas en festejos y concursos, uno de ellos, el premio a la pareja cuyo hijo nazca en el primer minuto del 12 de octubre. En el vientre de su madre, donde cavila y desde donde percibe los fragores del mundo, Cristóbal se pregunta: ¿vale la pena nacer?
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2016. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.



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