Enciclopedia de la Literatura en México

La literatura actual en maya

Paul M. Worley
16 feb 2021 11:26

mostrar Introducción

¿Qué es la literatura? ¿Cómo se define “una tradición literaria,” o “literatura” en general? Lejos de contestar estas preguntas, esperamos que este breve panorama de la literatura maya peninsular abra un espacio para que el lector medite precisamente en estas preguntas. Aunque el objeto de este artículo enciclopédico es la época actual, hay que admitir que las raíces de esta literatura están en las culturas presentes en estas tierras por miles de años antes de la llegada de los europeos. Además, las consecuencias del saqueo y destrucción llevados a cabo durante la época colonial persisten hasta la fecha en todas las Américas.

En el campo que llamamos “literatura”, los procesos coloniales han tenido un impacto profundo en la recepción y producción de una literatura indígena. En el caso de las culturas mayas en general, por ejemplo, ya había “escritura” que se conocía con el nombre de ts’íib. Dicho esto, ts’íib no es necesariamente lo que el no-indígena entiende por escritura dado que, como nos explica Pedro Uc Be,[1] el acto de hacer la milpa y las antiguas ciudades mayas también son ejemplos de escritura, o ts’íib, desde lo maya. El sentido de que la literatura maya contemporánea participe en un campo multimedia es algo señalado por muchos escritores a lo largo de la zona maya que todavía no se ha investigado mucho. Así que, aunque estos escritores escriben en el sentido occidental, usando letras latinas, también se aprovechan del ts’íib, continuando una tradición literaria propia que fue interrumpida por la Conquista y colonización pero nunca extinguida.

mostrar De lo literario a la literatura maya

Como se sabe, los códices corresponden más a la concepción no-indígena del libro, en particular debido a su sistema de elaboración: los glifos. Dicho esto, hay que recordar que éstos también se empleaban en muchos medios, desde la alfarería hasta la arquitectura monumental. Sólo hay cuatro códices existentes que escaparon a las hogueras: el códice de Madrid, el códice de París, el códice de Dresden y el códice de Grolier. Asimismo, hay que admitir que, debido a estas circunstancias, a lo largo de la Colonia los intelectuales indígenas adoptaron las letras latinas tanto para defenderse en las Cortes como para sus propios fines. El ejemplo por excelencia de este fenómeno en la zona maya sería el renombrado Popol wuj de los maya-k’iche’. Aunque la mayoría de los análisis de esta obra se enfoca en su contenido mítico, es también un texto cuyas voces reconocen la realidad colonial de su momento histórico. El investigador Dennis Tedlock argumenta que la copia que tenemos no es tanto una transcripción de un texto glífico, sino la transcripción de una lectura oral.[2] Y no son únicamente los k’iche’ quienes participaron en este proceso de llevar el conocimiento de los códices a la letra latina. En Yucatán los escribanos elaboraron los llamados libros del Chilam Balam, los cuales, según esta tradición, fueron escritos por un sacerdote maya que profetizaba la venida de los españoles unos años antes de la invasión. Para nosotros lo importante de estos libros es que dan testimonio de que el pueblo maya mantenía su propia forma de grabar hechos históricos a pesar de los esfuerzos para exterminar esta misma.

Empezamos con esta reflexión porque muchos de los mismos autores mayas conscientemente se orientan hacia esta herencia literaria. La figura del Chilam Balam, por ejemplo, ha sido inspiración para autores como el dramaturgo maya Armando Dzul Ek (1947-2017), así como para autores que escriben en otras lenguas mayenses, como el escritor tzeltal Josías López Gómez (1959) y el jakalteko Victor Montejo (1951).[3] Este gesto se equipara con otras tendencias: el uso de la oralidad como fuente de conocimiento ancestral o referencias a figuras pertinentes a la cultura maya como los aluxes (seres traviesos que protegen las milpas), que revindican lo maya en el ambiente escritural. Después de este breve resumen, echemos un vistazo a algunos de los mas destacados autores que se han dedicado a estos procesos de desarrollo y revitalización lingüístico-cultural.

mostrar Algunos perfiles

Debido a las limitaciones de espacio, no se puede reconocer a todos los autores, proyectos y obras mayas que merecen mencionarse. Así, se presenta un breve resumen de los autores, proyectos y textos que más han influido en el desarrollo de estos movimientos durante los últimos 40 años. Es importante mencionar que no hay un solo movimiento literario en la lengua maya, sino varios, con acercamientos, opiniones y tendencias propios, unos con años de experiencia y otros que hasta hace poco se gestionaron. Por ser un panorama, haré hincapié en los destacados con la esperanza de generar interés en el lector, con la intención de que éste vaya desarrollando su conocimiento de esta literatura a través de y según sus propios gustos y procesos de investigación.

Como se indica más adelante, los talleres han sido una de las más importantes vías para el desarrollo y producción de la literatura maya contemporánea. A finales de los años 70 varios jóvenes mayahablantes se entrenaron como promotores cultures, lo que jugó un papel fundamental en su formación. Los cuales no solamente publicaron sus textos con la Secretaría de Educación Pública, sino también llegaron a formar el Taller de Literatura Maya en Mérida gracias a la iniciativa de José Tec Poot (1949-1985) y Carlos Montemayor (1947-2010). Sería con éste que llegaría la atención del mundo literario con la serie inicial Maya Dziibo’ob Bejla’e en 1992. Además, la ciudad de Campeche ha sido sitio de varios talleres, desde el Grupo Literario Génali, con sus raíces en los 70, hasta el Taller de Calkiní, con figuras distinguidas como Waldemar Noh Tzec (1949) y Briceida Cuevas Cob (1969) entre sus integrantes. También merece una mención la asociación civil Maya’on = “Somos mayas,” que desde su fundación ha patrocinado un sin fin de eventos literarios con el propósito de promover la cultura y lengua mayas.

En cuanto a los autores, empecemos con los tres galardonados con el premio de literatura indígena mas importante de México: el Premio Nezahualcóyotl. Dos veces ganadora del premio Alfredo Barrera Vázquez de la Universidad Autónoma de Yucatán, en 2014 la escritora Marisol (Sol) Ceh Moo (1978) ganó el Nezahualcóyotl con su novela Chen tumen chu’úpen = Sólo por ser mujer. A nivel nacional, es notable que fue la segunda mujer honorada con este premio. En el contexto de la literatura maya, continúa la trayectoria estética y temática de esta gran autora como una de las más importantes del México actual. No sólo demuestra el desarrollo novelístico del idioma maya, sino también abre espacios dentro de esta literatura para abordar temas tabúes como el menosprecio hacia las mujeres en las comunidades. Unos cuatro años antes, el escritor Isaac Carrillo Can (1983-2017) ganó el mismo premio por U yóok’otilo’ob áakab = Danzas de la noche. La misma historia del premio señala la particularidad de esta obra: dado que su protagonista es una joven, el comité que le entregó el premio a Carrillo pensaba que el autor también era una mujer.[4] Es decir, esta anécdota verifica el talento del autor, que podía manejar el tema de una joven en proceso de concientizarse de su cultura de una forma tan íntima y creíble que el comité no pensaba que fuera hombre. Su muerte inesperada en 2017 se sigue lamentando. Y finalmente, solamente dos años antes del éxito de Carrillo fue el poeta Wildernain Villegas (1981) quien, con U k’aay ch’i’ibal = Canto de la estirpe, hizo historia en la literatura de la península por ser el primer escritor en idioma maya premiado con este honor nacional. Aparte de su belleza poética, este texto trae el imaginario maya a la poesía, aprovechándose de puntos de referencia como los aluxes, el inframundo, la selva, los jmeen, y la diosa Ix chéel en la elaboración de un texto que habla desde lo maya en el principio del siglo presente.

Además de los ganadores del Premio Nezahualcóyotl, la literatura en idioma maya se ha distinguido tanto en la narrativa como en el teatro y la poesía; muchos de los autores participan en la vida literaria en más de un solo género. Además, para muchos la escritura en sí no es el fin de sus labores, sino escriben para asegurar el futuro de su idioma y su cultura.

Es quizás Domingo Dzul Poot (1927) quien da pie a la narrativa actual en los años setenta. Colaborador del investigador Alfredo Barrera Vázquez y fuente inagotable de conocimiento, Dzul Poot ha publicado varios libros de cuentos y relatos desde los años ochenta, y tiene una cantidad más que aún no se ha editado. Cualquier análisis de la narrativa sería incompleta sin hablar de los dos autores que iniciaron la novela en este idioma. Con Mukult’an in nool = Secretos del abuelo (2001) Jorge Miguel Cocom Pech (1952) profundiza nuestra concepción de “lo maya” y privilegia las formas de saber y conocer tradicionales de este pueblo. Javier Gómez Navarrete (1942) se destaca por su novela histórica Cecilio Chi’ (2003), que orgullosamente da otra perspectiva a la “Guerra de Castas” en Yucatán. Hay que ceder un lugar especial también a Ana Patricia Martínez Huchim (1964-2018), quien luchó constantemente para promover el idioma y cultura entre la juventud. Ganadora del premio Alfredo Barrera Vázquez de la uady, en su obra toca temas de la marginalización y discriminación aún dentro de las comunidades mayas. En el teatro, María Luisa Góngora Pacheco (1955) y su grupo teatral Chan Dzunu’un han jugado un papel importante en aumentar la presencia del teatro y el performance comunitario a lo largo de la península. Otro de los más destacados es el recién fallecido Armando Dzul Ek, cuya trayectoria en el teatro se enraizó gracias a su trabajo como director de la escuela bilingüe Doroteo Arango en Maní. Su obra elabora extensivamente la conciencia histórica del pueblo maya que tantos escritores e intelectuales no mayas han ignorado por más de 500 años.

Es común escuchar que la poesía es el género más desarrollado entre los escritores mayas actuales, tal vez con mucha razón. Cierto o no, es sin duda el género más popular entre los escritores, dado que hasta los que se han destacado en la narrativa también han publicado sus propias colecciones de poesía. Del pueblo de Calkiní, Campeche, la antes mencionada Briceida Cuevas Cob es frecuentemente loada por ser la mejor poeta en el idioma maya, y su texto Je’ bix k’in = Como el sol (1998) es una de las colecciones poéticas más importantes. Del mismo pueblo, entre la producción de Waldermar Noh Tzec se cuenta con que es uno de los muy pocos escritores que publicó una colección monolingüe en español aparte de sus obras bilingües. Sus compañeros le estiman tanto que el Premio Internacional de Poesía del Mundo Maya Waldemar Noh Tzec lleva su nombre por esta razón. Por último, Feliciano Sánchez Chan es otro promotor y escritor incansable, que ha ganado fama internacional con su poemario Uk’p’´el wayak = Siete sueños (1999), colección íntima que lleva al lector por un bello recorrido del Mayab.

mostrar Tendencias de la literatura maya contemporánea

Antes de abarcar el tema de los movimientos mayas contemporáneos, primero hay que subrayar la historia compleja del contexto yucateco, así como el papel que la noción de “lo maya” juega en ésta. Basta recordar, por ejemplo, que en Forjando Patria el destacado pensador mexicano Manuel Gamio señala que esta región en particular es una “pequeña patria”, donde a principios del siglo pasado la cerveza del centro del país se servía como si fuera “extranjera”.[5] Es decir, la península se ve distinta del resto país, y no es coincidencia que en los años después de la Revolución mexicana los intelectuales peninsulares simultáneamente se desviaran de las tendencias del llamado centro. En tal sentido, hay que entender los esfuerzos literarios de autores como Antonio Mediz Bolio (1844-1957), Luis Rosado Vega (1873-1958), Ermilo Abreu Gómez (1894-1971), o algunos de los que se asoman en las página de la revista Yikal Maya Than (1939-1955), como una respuesta al nacionalismo mexicano. Mientras éste hace hincapié en narrativas y símbolos asociados con la Conquista española de los aztecas y su imperio, aquellos autores elaboraron una visión de lo yucateco con raíces en lo maya: su cultura, su idioma y sus románticas ciudades perdidas en las misteriosa selvas del Mayab.[6] Por lo problemático o folclórico que este proyecto sea y su forma de representar a las poblaciones indígenas de la península, de muchas maneras sigue siendo la forma dominante de representación de lo maya por los no-mayas. Junto con los famosos tomos del explorador estadounidense John Lloyd Stephens (1805-1852), son estos autores cuyas obras y representaciones de lo maya tienen mayor distribución y circulación tanto en Yucatán y México, como en el resto del mundo.

Como se verá, este trasfondo regional es clave para entender la evolución del movimiento literario maya peninsular. Por uno lado, confirma que hay cierto interés popular en promover lo maya de alguna forma (aunque sea turística), mientras que, por el otro, subraya el hecho de que esta inclinación se cruza con la promoción de la identidad yucateca (de muchas formas, claro, opuesta a lo mexicano). Ahora bien, aclaramos que la labor de escribir la historia completa del activismo literario maya en Yucatán queda pendiente y que en este espacio limitado se pretende elaborar un perfil amplio de cómo y por qué surgió éste a finales de los años setenta del siglo XX. Durante aquella época muchos de los que llegaron a formar parte de la primera generación de escritores mayas se entrenaron como promotores culturales, antropólogos, y lingüistas con apoyo del gobierno mexicano[7] en un momento político en que el mismo gobierno, encabezado por el presidente José López Portillo (1976-82), promovía una especie de “indigenismo participatorio”[8] en que a los pueblos indígenas se les otorgó poder de gestión dentro de los mecanismos burocráticos del gobierno mexicano. Durante este tiempo este grupo publicó a través de instituciones como la Secretaría de Educación Pública varios textos de perfil etnográfico. Jop’el baxalo’ob = Cinco juegos (1984), de María Luisa Góngora Pacheco, sería representativo de estos esfuerzos tempranos. Junto con estos proyectos, se asomó un profundo interés por la preservación y el desarrollo cultural y lingüístico del pueblo maya, así que la mayoría de estos textos se publicó en el formato bilingüe que predomina hasta la actualidad. Como tal, cabe mencionar que el trabajo de elaborar y estandarizar la ortografía del idioma fue un proyecto gemelo que estuvo en marcha durante esos mismos años. Como frutos de estas iniciativas fraternas, se cuenta con logros como el Diccionario Maya Cordemex (1980) y la “Declaración de Pátzcuaro” (1980), que busca elaborar un abecedario oficial del idioma maya.

Así, no es sorprendente que varios de los autores de estos textos etnográficos llegaran a formar parte del famoso Taller de Literatura Maya, establecido en 1982 por, entre otros, la antes mencionada Góngora Pacheco, Santiago Domínguez Ake (1951) y Miguel Ángel May May (1959). Fundado por el Maya José Tec Poot junto con el apoyo del poeta y pensador mexicano Carlos Montemayor, este Taller fue patrocinado a nivel nacional e internacional por distintas organizaciones como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (conaculta), el Instituto Nacional Indigenista (ini), la Secretaría de Desarrollo Social (sedesol) y la Fundación Rockefeller de eeuu. A pesar de su importancia, es necesario subrayar que dicho taller no surgió de la nada y que uno de los textos que produjo, como parte de la serie Maya Dziibo’ob Bejla’e en 1992, tiene sus principios en los proyectos de la  sep. Un buen ejemplo de esta trayectoria sería la historia de Felipe Carrillo Puerto en Muxupip escrita por Domínguez Aké, publicada por ambas instancias. Además, como ya vimos, éste no es el único taller literario del mayab; de hecho, aparte de los talleres oficiales hay muchos otros, la gran mayoría resultado de esfuerzos personales por parte de los autores.

Si se hace más hincapié en el Taller de Literatura Maya es porque es el proyecto que más nos conduce a la época contemporánea en que literatura en lengua maya es visibilizada tanto a nivel nacional como regional, una época en que las literaturas en idiomas indígenas en México se han oficializado según las normas literarias globales en cuanto a los talleres, la publicación, los recitales y los premios. Organizaciones estatales, como el Instituto para el Desarrollo de la Cultura Maya de Yucatán (indemaya), tienen como parte de su misión apoyar y fomentar la difusión del idioma, y se han creado espacios muy importantes como la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo, en donde trabajan escritores premiados, como Wildernain Villegas Carrillo (ganador del Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas) y Donny Limber de Atocha Brito May (dos veces ganador del Premio Waldemar Noh Tzec), nacido en 1973. Desde el 2012 y el llamado “Fin del Mundo,” se ha llevado a cabo el Festival Internacional de la Cultura Maya, ficMaya, y durante unos años se organizó otro festival independiente como respuesta a éste, el Ch’anil kaaj o Fiesta del pueblo. En resumen, lejos de ser sujetos folclóricos, los escritores de habla maya se han insertado en los imaginarios yucatecos y mexicanos con una fuerte declaración de que su cultura sigue viva, su idioma aún se habla y de que tienen derecho a la auto-representación en un entorno literario pluriétnico y plurilingüe.

mostrar Rasgos de la literatura maya contemporánea

Dado este contexto, la trayectoria de la literatura maya peninsular se caracteriza por un baile constante entre las entidades gubernamentales que apoyan las actividades literarias de los escritores y una búsqueda por la independencia creativa. Más que nada, se manifiesta en cuestiones estéticas que giran en torno a dos características de esta literatura: la oralidad y la Maya Dziibo’ob traducción. En cuanto a la oralidad, esta tendencia se ve plenamente a través de las tres colecciones publicadas dentro de la serie Maya Dziibo’ob Bejla’e (1992; 1996; 1998).[9] A pesar de que ya había escritores en lengua maya que practicaban géneros como la poesía o el teatro, en la primera serie predominaron monografías étnicas, los tsikbal del entorno tradicional y esfuerzos para transformar la oralidad de los pueblos en letra escrita. Así se notó la influencia en los escritores de haber sido entrenados como promotores culturales y las expectativas de los órganos gubernamentales.

Dicho esto, hay que entender que los autores aún no lograban apartarse del marco folclórico de los proyectos previos. Como señalo en otro espacio,[10] en la colección U tzikbalilo’ob Oxkutzkab yéetel Maní (1992) recopilada por Góngora Pacheco, la promotora cultural desarrolla varios mecanismos literarios para abrir un espacio en donde atribuye los cuentos a contadores particulares. Así logra presentar el acto de contar cuentos como algo vivo y constante en los pueblos y rechaza que la colección se reduzca a los patrones folclóricos de principios de siglo. Aunque la primera serie incluye un poemario de Gerardo Can Pat (1957-1994) y dos volúmenes de teatro editados por Feliciano Sánchez (1960), la tensión entre estas tendencias y los poderes creativos de los autores resalta aún más cuando comparamos esta orientación de la primera con obras de la tercera colección.

Por un lado, cada volumen en la serie de 1998 pertenece a un género literario distinto (poesía, teatro, narrativa) a la vez que cuenta con un autor propio que lo produjo. Por el otro lado, aunque Chan moson = Pequeño remolino, de Góngora Pacheco, se presenta como si viniera de los cuentos orales del pueblo, parece ser invención de la autora. Subraya cómo el tsikbal oral como género literario maya sirve para entender el presente y futuro tanto como el pasado.

Durante los años noventa y el principio de la década pasada, la gran mayoría de la narrativa y poesía publicada se nutría del tsikbal como modo apropiado para armar la literatura maya y se nota en volúmenes tan distintos como la colección de poesía Je’ bix k’in = Como el sol, de Briceida Cuevas Cob, y la novela Mukult’an in nool = Secretos del abuelo, de Jorge Miguel Cocom Pech. Dicho esto, varios empezaron a llevar el tsikbal mucho mas allá de su entorno tradicional para dirigirse al momento actual. Hagamos referencia a dos cuentos que ganaron el Premio Alfredo Barrera Vázquez en los Juegos Literarios Nacionales de Yucatán en 2005 y en 2006, respectivamente. Lejos de ser “tradicional”, el primero, “Chen konel = Es por demás”, de Martínez Huchim, es quizá la primera publicación que aborda los temas del machismo, el abuso doméstico y los derechos de las mujeres en las comunidades mayas. Siguiendo otro hilo totalmente diferente, el segundo, “Táanxal kaajile’ ku chíimpoltaj maaya kaaj, ma’ je’ex tu lu’umile’ = La cultura maya es respetada en otros lugares, no cómo acá”, de Felipe Castillo Tzec (1977), trata del tema de la migración indígena a eeuu, criticando el hecho de que el idioma y la cultura mayas se valoran más en el extranjero que en sus tierras de origen. La novela de Ceh Moo, X-Teya, u uksi’ikal ko’olel = Teya, un corazón de mujer (2008), no es solamente la primera novela publicada en el idioma maya por una mujer, sino también la primera que se declara novela por encima de otras cosas. Como tal, es interesante retomar la observación del investigador Maya-K’iche’ Emilio del Valle Escalante,[11] quien observa que en esta obra la autora invierte la mirada tradicional indigenista, buscando declarar un fin al indigenismo como proyecto del Estado en México a través de la representación de esta voz propia.

La segunda característica en que se manifiesta esta tensión está en el formato bilingüe de las publicaciones. Por un lado, hay un pragmatismo innegable en el hecho de que cualquier publicación en idioma maya tenga su versión en español. Aunque el número de los que pueden leer en maya sigue creciendo, es obvio que hay más lectores en español a nivel regional, nacional y global. Buena prueba de este fenómeno es que la novela monolingüe en idioma maya de Jorge Echeverría Lope (1947), con ironía titulada Ponte esta ropa (1993), es casi totalmente desconocida. Frecuentemente se refiere a Mukult’an in nool, de Cocom Pech, o Cecilio Ch’i, de Gómez Navarrete, como la primera novela en este idioma aunque éstas dos se publicaron casi una década después de aquélla.

Por otro lado, esto también significa que los autores mismos están obligados a asumir el papel de traductor, además del de autor. Así, se nota que desde las publicaciones y entrevistas más tempranas el tema de la lengua se politizó. Mientras autores como May May (2004) dicen que es necesario pensar el texto primero en maya y luego traducirlo al español, otros no obedecen tales directrices. Mas aún, la noción de que esta literatura siempre es bilingüe evita una discusión de las formas en que los autores se articulan entre ambos idiomas. Por ejemplo, una obra de teatro de Dzul Ek, publicada en la tercera serie de Maya Dziibo’ob Bejla’e, se titula “Bix úuchik u bo’ot ku’si’ip’il ‘Manilo’ob’ tu ja’abil 1562”, cuya traducción literal sería: “Como los de Maní pagaron por sus pecados en 1562”, pero fue titulada “El auto de fe de Maní o choque de dos culturas” en español. No hay ninguna dificultad para traducir el título del maya al español, así que es obvio que el dramaturgo se vale del título para articular la obra de una forma distinta para dos públicos diferentes, o para un tercer público capaz de leer las dos versiones. Como argumento,[12] no son pocos los escritores en lenguas indígenas que se posicionan de esta manera, a pesar del formato oficialmente bilingüe de sus obras. Además, por lo menos un escritor, Brito de Atocha May, ha empezado a experimentar con una estética que cruza los dos idiomas, una estética en que palabras en una lengua, como “kej” en maya, por ejemplo, sugieren posibilidades lingüísticas en la otra, como “qué” o “que” en castellano. Así poco a poco los escritores se van distanciando de los proyectos oficiales esencialistas y demuestran el desarrollo constante de este idioma y su literatura en el siglo xxi.

mostrar Recepción de la literatura maya contemporánea

Debido a nuestro enfoque en la época y producción literaria contemporáneas, queda fuera de nuestro marco una discusión sobre los excelentes estudios con temas tan diversos como los libros del Chilam Balam y la oralidad maya. Ahora bien, basta decir que la crítica de estas literaturas quizás empieza con el incansable investigador Francesc Ligorred Perramon, cuya obra se inició en los años ochenta y continua hasta el presente, y cuyo trabajo ha servido para definir la orientación interdisciplinaria al campo. Siguiendo los pasos de Allan F. Burns en su An Epoch of Miracles: Oral Literature of the Yucatec Maya (1983), en 1990 publicó Consideraciones sobre la literatura oral de los mayas modernos y unos siete años después el primer libro con tema explícito de la literatura maya escrita: U Mayathanoob ti Dzib = Voces de la escritura. No es coincidencia que dos de las figuras más importantes de la literatura maya y su crítica, Martínez Huchim y Cristina Leirana Alcocer, escribieran sus tesis de licenciatura bajo dirección del catalán en 1996. La de Martínez Huchim aborda el tema de la literatura oral en el pueblo de Xocen mientras que la de Leirana Alcocer, la manera en que los mismos autores mayas entienden el proyecto literario. Ambos trabajos se caracterizan por su compromiso profundo con la cultura e idioma del pueblo maya, apartándose de una crítica literaria que se basa en libros en favor de metodologías en donde el investigador se involucra con las personas que se asoman en sus estudios. Desde entonces, las dos investigadores han publicado extensamente. Entre otras publicaciones, Leirana publicó Conjurando el silencio: Algunos aspectos de la diversidad literaria (2005), con Celia Esperanza Rosado Avilés editó Interacción social en las representaciones literarias y culturales de Yucatán y el Caribe (2011) y junto con Martínez Huchim colaboró con Margaret Shrimpton en la publicación de Voz Viva: Literatura maya en Yucatán (2012). Tanto por la excelencia de su compromiso como por su contenido, los esfuerzos de estos tres investigadores: Ligorred Peramon, Martinez Huchim y Leirana Alcocer son indispensables para el lector que busca desarrollar una visión profunda y crítica de los movimientos literarios mayas en la península.

En general hay dos destacadas tendencias en la crítica de estos textos. Por un lado, muchos trabajos de investigación, donde se examinan estas obras, se acercan al tema desde una perspectiva Pan-Maya o, para adoptar el vocablo de Chadwick,[13] “Trans-Indígena” en el sentido de que son estudios comparativos enfocados en la producción literaria de más de un solo grupo étnico-lingüístico. En particular me refiero a los estudios claves de investigadores como Gloria Chacón, Luz María Lepe Lira, Arturo Arias, Teresa Dey y el estudio que publiqué con Rita M. Palacios. La ventaja de tal acercamiento es tremenda, dado que los escritores mismos participan en talleres literarios multilingües en contextos nacionales e internacionales, donde la lengua que los participantes tienen en común es el castellano. Además, refuerza y reconoce los sentimientos de solidaridad y de resistencia compartida que sí existen entre lugares tan distintos como Yucatán, las reservas en eeuu y el territorio ancestral mapuche.

Por otro lado existen los estudios de las antes mencionadas Martinez Huchim, Leirana Alcocer, Donald Frischmann, unos estudios que publiqué yo mismo y los publicados por los mismos escritores o intelectuales del pueblo mayahablante. Tienden a limitarse al contexto regional yucateco, abarcando temas como las situaciones particulares de los autores y esta literatura, así como el uso del idioma indígena en los textos. No es que una postura sea mejor que la otra, especialmente dado que todos los investigadores pasamos de una tendencia a otra. Más bien, reflejan el hecho de que el campo de la literatura indígena es de por sí plurilingüe y pluricultural, sitio de múltiples intersecciones de personas, saberes y disciplinas.

La otra tendencia que se destaca en la crítica de esta literatura se centra en la cuestión del uso de los idiomas en textos que son supuestamente bilingües. Como somos pocos los no-mayas que leemos maya, y aún menos que leemos varias lenguas mayenses, la mayoría de la crítica escrita por investigadores no–mayas se enfoca más en el contenido social, político o cultural de estos textos que en su forma estética. Esta situación claramente señala la necesidad de que nosotros busquemos más oportunidades para la colaboración y aprendizaje del idioma.

Dicho esto, sí hay una crítica literaria escrita por mayahablantes. En adición a la crítica escrita por los autores ya señalados, entre estos críticos se destacan Genner Llanes-Ortiz, Pedro Uc Be, Brito de Atocha May, Villegas, y otros que se asocian con el espacio El Chilam Balam, una revista que publica tanto crítica como obras originales en idioma maya. De tremendo valor, estos críticos y sus textos constantemente abogan por un campo literario que sea más cultural y lingüísticamente inclusivo, y por una literatura maya que se desarrolle según sus propias normas, valores, y estéticas. Un buen ejemplo de esta tendencia es el texto “Yaan Muuk’ Ich Cha’anil = El potencial de Cha’anil,” en donde Llanes-Ortiz[14] demuestra cómo se puede repensar el papel del idioma maya en los recitales literarios a través de la categoría maya del ch’anil o performance.

En cuanto al tema del género, la poesía ha recibido más atención de estos críticos que la narrativa, y estos dos aún más que el teatro. Por un lado uno asume que eso tiene que ver con las limitaciones a las cuales el escritor en idioma maya se enfrenta al lanzarse a la escritura bilingüe. Específicamente, la publicación bilingüe conlleva un gasto doble para la publicación del texto, situación que lógicamente ha impedido el desarrollo de la narrativa. Eso nos conduce a una circunstancia donde la poesía, desde los esfuerzos de Génali y el Taller de Literatura Maya, se ha destacado como vanguardia de esta literatura de una forma más amplia. Por otro lado, también hay que señalar el papel que el texto en lengua maya juega para un público mucho más acostumbrado a leer en español. Si uno no está tan acostumbrado a leer en cualquier idioma, es un poco más fácil deletrear unos versos de poesía que enfrentarse con cien páginas o más de narrativa. Y claro, esta misma situación ha tenido un impacto aún más grave en relación a la crítica del teatro. Como este género se dirige directamente en vivo al pueblo mayahablante sin preocuparse por el soporte del libro, de alguna forma es más eficaz en llegar al pueblo. Al mismo tiempo, es casi inaccesible al crítico no maya que no se ha dedicado al estudio de la lengua entender tales performances. Por eso, el crítico que no es hablante del idioma está limitado a las obras impresas de los dramaturgos que han logrado publicarse. Eso hace que los textos sobre los performances comunitarios del antropólogo Llanes-Ortiz sean aún más indispensables.

Por último, hay que mencionar el importantísimo lugar que ocupan las antologías en el desarrollo de estas literaturas y su recepción. Desde la colaboración entre Montemayor y Tec Poot en la creación del Taller y la subsecuente publicación de la serie Maya Dziibo’ob Bejla’e, las antologías han sido sitios de colaboración entre autores, intelectuales y críticos, en donde se proveen amplias perspectivas en cuanto a la producción literaria actual. Junto con Frischmann, en el 2004, Montemayor logró publicar varios de estos textos en el inglés de eeuu en los tres volúmenes trilingües de Words of the True Peoples = Palabras de los seres verdaderos. Editado otra vez por Montemayor y Frischmann, en el 2009, algunos de los mismos textos se volvieron a publicar en Yucatán en formato trilingüe bajo del título U túumben k’aayilo’ob x-ya;axche’ = Los nuevos cantos de la ceiba = The New Songs of the Ceiba. Seis años después en el 2015, Frischmann colaboró con May May para editar y publicar un segundo volumen bilingüe en maya y español. Mientras el primer volumen se enfocaba en escritores ya establecidos, este segundo creó un espacio importante para la generación joven. Por ejemplo, aparte de los tres ganadores del premio Nezahualcóyotl Isaac Carrillo Can, Sol Ceh Moo y Wildernaín Villegas Carrillo, aparecieron las contribuciones de Ismael May May (1973), Lázaro Hilario Tuz Chi (1975) y Sasil Sánchez Chan (1991). Un año después Frischmann volvió a la publicación trilingüe, con Villegas compiló otra antología dedicada a los escritores de Quintana Roo: U suut t’aaan = El retorno de la palabra = The Return of the Word. Otras publicaciones se hacen a un nivel más local por los autores mismos. El incansable Feliciano Sánchez, por ejemplo, ha editado y publicado varias compilaciones bajo el nombre Narrativa Maya desde el 2012 a través de la Asociación Civil Miatzil Maayáa; hasta la fecha la Unión de Escritores Comunitarios de Yucatán ha publicado tres volúmenes de su Compilación literaria del Maya, cuyos trabajos mayormente están en castellano. Rompiendo “el doble silencio al que las predisponía su condición de mujeres y de mayas”[15] en el 2017 María Elisa Chavarrea Chim compiló Sakalbil woojo’ob =Palabras Tejidas, importante intervención bilingüe que ilumina la producción literaria de las escritoras.

mostrar Bibliografía

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mostrar Enlaces externos

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