Enciclopedia de la Literatura en México

Instituto Nacional, El

El poeta cubano José María Heredia y Heredia llegó por primera vez a la capital mexicana en 1819, acompañado de su padre quien había sido nombrado alcalde del crimen. Al siguiente año murió su padre y el poeta regresó a su país, de donde pronto fue desterrado por motivos políticos. Huyendo de las persecuciones desatadas en Cuba contra quienes sustentaban ideas de independencia, viajó por Estados Unidos, donde compuso su famosa oda “Al Niágara”, y después, llamado por el presidente Victoria, volvió a México donde encontrarían eco sus actividades literarias y políticas.

En 1826, en unión de Claudio Linati y Florencio Galli, dirigió el periódico crítico y literario El Iris. Después, en 1829, intervino en la publicación del periódico La Miscelánea, cuya primera parte apareció en Tlalpan y la segunda en Toluca, en 1832. Dos años más tarde publicó Minerva, en Toluca, lugar donde contrajo matrimonio. Murió en 1839.

El paso de Heredia por México tuvo señalada importancia: él, que fue asiduo lector de Chateaubriand, Young y Lamartine, intervino decisivamente en las inclinaciones románticas de algunos poetas de la Academia de Letrán. Su presencia en México le dio ocasión para componer el poema “Al teocalli de Cholula”, que junto con la oda “Al Niágara” se considera lo mejor de su obra.

En uno de los artículos publicados por Heredia en El Iris nos describe la apertura del Instituto Nacional, en el salón de Actos de la Universidad. El programa consistió en la lectura, por el secretario, de la lista de socios, y en el discurso pronunciado por don Andrés Quintana Roo, en el cual señalaba como finalidad de la agrupación la de “analizar el estado actual de las luces europeas y los motivos poderosos que deben realzarlas en América”.[1] Las composiciones poéticas estuvieron a cargo de Francisco Manuel Sánchez de Tagle, Wenceslao Barquera y José María Heredia. Termina el citado artículo con un comentario de Heredia que se refiere a la ayuda económica que debe proporcionarse a un establecimiento que se inicia con tan buenos auspicios.

El maestro Altamirano, en la biografía que hizo de Ignacio Ramírez, se refiere a una academia fundada por Heredia. Dice textualmente: “Las letras patrias no habían tenido hasta allí, al menos después de la Independencia, ningún centro de trabajo, a no ser el de la academia fundada por el poeta Heredia, que duró poco”[2]. Tal vez estas palabras de Altamirano aludan a la actuación de Heredia en la instalación del centro antes mencionado; si no fue así, de cualquier manera, Altamirano consideró a Heredia como iniciador de un movimiento literario asociado que habría de ser superado por el propio Altamirano.


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