Enciclopedia de la Literatura en México

Imprenta y edición literaria en Aguascalientes. Siglo XIX

mostrar Introducción

Tras la independencia de México en 1821 y el establecimiento de la primera república federal en 1824, Aguascalientes seguía perteneciendo al estado de Zacatecas como un municipio. Las pugnas entre las élites locales con las zacatecanas llevaron a una larga lucha por su autonomía que no se consiguió definitivamente sino hasta 1857, con el establecimiento de la segunda constitución liberal.

La disputa por el poder entre federalistas y centralistas llevaron a Antonio López de Santa Anna a otorgar a Aguascalientes su autonomía en 1835. Este hecho fue importante en esta historia porque en ese contexto de doble autonomía y en medio de las rencillas por el poder en México, llegó por primera vez la imprenta a Aguascalientes y se convirtió a partir de entonces, 1826, en un medio fundamental en el cual las élites locales en disputa buscaron posicionarse públicamente.

La revolución inadvertida que significó la imprenta, en palabras de Elizabeth L. Eisenstein para la modernidad europea[1] se vivió de alguna manera en América Latina tras la apertura económica y el establecimiento de la libertad de imprenta, como un logro republicano y liberal. Ya se sabía de este lado del orbe los beneficios y la necesidad en la construcción de la república, de la anhelada revolución de las letras. Así, en la reconfiguración sociopolítica, la llegada de la imprenta a las provincias que no tuvieron antes la posibilidad de publicar significó, desde un inicio, una herramienta de poder administrativo y económico tan útil y necesaria para posicionar públicamente las posturas políticas e ideológicas de las élites en disputa.

La imprenta propició, como lo advierte la antes citada investigadora, la difusión de la alfabetización y modificó la manera en que las élites letradas se relacionaron con los textos impresos, lo que propició diferentes resultados entre ellas.[2] En Aguascalientes la búsqueda de nuevos espacios o posición social de las élites y grupos emergentes como los artesanos, a través de los medios disponibles tras consumarse la independencia, fue muchas veces una necesidad. Uno de esos medios fue la imprenta, que no sólo representó un medio de difusión, sino también una herramienta de poder, quien tenía una imprenta tenía el poder de difundir información, además, de la posibilidad de un negocio. Las dinámicas de las élites locales y los grupos emergentes se fueron modificando conforme sucedió el siglo xix y la imprenta tuvo un papel preponderante, particularmente en lo que refiere a la comunicación, fue “un agente de cambio”.[3]

El estudio de la imprenta en Aguascalientes como objetivo específico ha permitido observar su propia historicidad, identificando tres momentos: la primera imprenta, de 1826 a 1846; la consolidación: hegemonía de la familia Chávez, de 1847 a 1873; y, la diversificación de la imprenta, a partir de 1874 hasta 1896. La primera imprenta se caracterizó por la no continuidad, la poca experiencia y pericia de los impresores, la escasez y poca diversificación del tipo de impresos. La segunda, de hegemonía de la familia Chávez, por la continuidad, la introducción de procesos de estampación de la imagen, del surgimiento de una generación de escritores locales, del mejoramiento de las condiciones materiales, la diversidad de la prensa, del formato de impresos y las temáticas que se abordaron. Finalmente, la tercera, de diversificación de los talleres de imprenta, el mejoramiento en la estética impresa, la amplitud de temáticas, la consolidación de la prensa y de la impresión de libros de extensión amplia, la solidez de los autores locales y la edición de impresos de importancia nacional. Como veremos más adelante, cada una de estas etapas tiene sus rasgos y características propias, respondiendo a una propia línea histórica.

mostrar Los estudios previos de la imprenta en México y Aguascalientes

Los estudios de la historia de la imprenta en México han vivido un repunte importante en las últimas décadas gracias a un creciente interés académico por la cultura impresa desde los centros de investigación más importantes del país, creando una tendencia que hoy día se expande a otras regiones de la República. Esto ha provocado un redescubrimiento de anteriores estudios y el replanteamiento de las temáticas y aproximaciones desde nuevas tendencias historiográficas. Concretamente la historia de la imprenta tiene en Joaquín García Icazbalceta y José Toribio Medina a los primeros estudiosos del tema desde la etapa colonial hispanoamericana hasta las independencias, que a su vez cuentan con antecedentes como las obras de Eguiara y Eguren con la Bibliotheca Mexicana de 1755 y Beristáin de Souza.

La aproximación a la historia de la imprenta y el libro se retoma con mayor énfasis y diversidad temática a partir de los años 60 del siglo xx. Las temáticas abordadas las define claramente Marina Garone Gravier en “Fuentes para el estudio de la tipografía, la imprenta y el libro antiguo mexicano (1539-1821)”[4] donde identifica las áreas abordadas: bibliotecas, periodismo y lectura, ya sea desde el centro o las regiones y hace énfasis en la escasa investigación sobre la materialidad, los contextos legales y el comercio. Desde la publicación de este artículo en 2012, se han sumado algunas investigaciones, entre las que se pueden destacar la tesis de doctorado de Manuel Suárez Rivera, que aborda el comercio y las redes familiares en la última etapa colonial mexicana, y otros estudios sobre tipografía[5] y la cultura del libro en algunas regiones y periodos.[6] El estudio de la cultura impresa y el libro ha ido fortaleciéndose en México gracias al surgimiento de proyectos académicos, como por ejemplo los que se han desarrollado en el seno del Seminario Interdisciplinario de Bibliología, perteneciente al Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México[7] y que ha promovido la discusión, análisis y propuestas en encuentros, congresos, mesas de debate y publicaciones mediante la vinculación con distintas instituciones mexicanas e internacionales.

En cuanto al siglo xix, los estudios de la imprenta y cultura impresa han estado mayormente enfocados en la historia de la prensa, su relación con el liberalismo y el uso de la imprenta como medio para la discusión entre los distintos grupos ideológicos, conservadores o liberales, así como el papel de la imprenta en la búsqueda de la construcción de una idea de nación y el fortalecimiento del nacionalismo. En este sentido la formación de la Red de Historiadores de la Prensa en 1998 ha generado un creciente análisis del fenómeno en Iberoamérica a través de congresos, coloquios, encuentros nacionales e internacionales.[8]

Esta creciente discusión, análisis e investigaciones han permeado los intereses de los académicos regionales en los últimos años y ha generado interés por el estudio de la imprenta en ciudades y estados de México como Guadalajara, San Luis Potosí, Monterrey y Yucatán.

De los distintos estados del país, Aguascalientes ha sido uno prácticamente sin estudiar en casi todas las temáticas vinculadas al ámbito del libro, salvo el caso del grabador José Guadalupe Posada quien ha merecido numerosos trabajos por las implicaciones culturales, históricas y artísticas que ha tenido para México. Recientemente se publicó el libro José Guadalupe Posada a 100 años de su partida de Helia Emma Bonilla Reyna, dentro del marco de la conmemoración de cien años de la muerte del artista. Posada está vinculado directamente con José Trinidad Pedroza, tipógrafo e impresor con el que aprendió y trabajó en Aguascalientes y León; sin embargo, no hay estudios a profundidad sobre Pedroza, aunque se le menciona como uno de los impresores más importantes de Aguascalientes.

El estudio de la imprenta en Aguascalientes ha sido abordado por Francisco Antúnez quien, en 1950, publicó Breve historia de una vieja imprenta de Aguascalientes. Posteriormente amplió ese trabajo y lo tituló “La imprenta en Aguascalientes” publicado en Letras sobre Aguascalientes, obra de Antonio Acevedo Escobedo.[9] Recientemente, Jesús Gómez Serrano en su colección Aguascalientes en la historia 1786-1920 aborda el tema de la prensa, así como el de la imprenta, los impresores e impresos en el siglo xix y principios del xx.[10]

Otros estudios recientes, pero más periféricos, pueden contribuir al estudio de la imprenta y la gráfica en Aguascalientes en el siglo xix. Me refiero concretamente al trabajo de Terán Fuentes Aparador del progreso. Análisis del discurso político de las exposiciones del siglo xix de la Feria (Temporada) de San Marcos, 1851-1891, de 2011, que nos acerca al estudio de la tipografía.[11]

El creciente interés desde distintas disciplinas por reinterpretar el siglo xix en Aguascalientes ha propiciado nuevos estudios sobre la prensa, la literatura y las sociabilidades culturales. Ése es el caso de Francisco Javier Fernández Martínez con su tesis de maestría presentada en 2006, Rescate hemerográfico y análisis de las implicaciones de El Instructor, publicación científica, literaria y de filología: periódico Aguascalentense del siglo xix[12] y, actualmente en elaboración de su tesis de doctorado Revista La Imitación (1850). Ruptura y continuidad en la primera publicación literaria aguascalentense;[13] así como Marco Antonio García Robles, con sus tesis en proceso: Arte y poder: masones y sus prácticas discursivas en el Aguascalientes del siglo xix.[14] Ambos, desde dos perspectivas distintas, la literatura el primero y la masonería el segundo, están abonando a la comprensión del siglo xix aguascalentense. Es de destacar la publicación de Luciano Ramírez Hurtado, El sublime arte de Apeles. Historia de la enseñanza del dibujo en Aguascalientes (1832-1924),[15] en la que, a través de las academias de dibujo, nos muestra los vínculos existentes entre el arte y las redes de poder locales, relacionadas muchas veces de manera directa a los artesanos, tipógrafos e impresores. De esta manera, la historia de la imprenta no se aísla en el proceso histórico cultural de Aguascalientes, sino que se identifica como parte de fenómenos interrelacionados propios pero vinculados entre sí.

Respecto a familias de impresores, destacan los estudios de la familia Chávez, particularmente de José María, quien es reconocido por ser el principal precursor de la imprenta y las artes gráficas en Aguascalientes en el siglo xix; sin embargo, estos estudios están enfocados en su actividad política y –en menor medida– a su trabajo como impresor. Los estudios a los que me refiero son: Abril 5 de 1964, Primer Centenario del Fusilamiento del Ilustre Patricio Don José María Chávez Alonzo. Gobernador y comandante militar del Estado de Aguascalientes, de Agustín Velázquez Chávez, editor, y del mismo, Don José María Chávez Alonzo. Semblanzas, iconografía y documentos.[16] Del resto de la familia Chávez, tenemos Amor, ciencia y gloria. La contribución de los Chávez y los Castañeda en el desarrollo del México Moderno, de Pedro A. Velázquez.[17]

Quien identificó familias de impresores en Aguascalientes fue Francisco Antúnez en sus obras ya mencionadas, en donde no sólo se refiere a la familia Chávez, sino a los Pedroza, Rodríguez Romo, Valadés y de manera destacada el caso de Jesús Díaz de León. Respecto a Rodríguez Romo y Valadés son nulos los estudios. Sólo en la ya mencionada obra de Ramírez Hurtado se presta atención a Antonio Valadés y su hijo, por su importancia como grabadores. Sobre Trinidad Pedroza e hijos son nulos los trabajos salvo las referencias que se hacen especialmente a Trinidad por su relación con José Guadalupe Posada. Sobre Jesús Díaz de León, por ser un caso muy particular, se han hecho estudios recientes, pero desde otras perspectivas que no son la imprenta, sino su trabajo científico, así el trabajo de Jesús Gil Rendon, La obra científica del doctor Jesús Díaz de León: análisis de la obra publicada en el periódico El Instructor, 1884-1907.[18]

Otro texto que podemos citar es Horizontes literarios en Aguascalientes: escritores del siglo xix y xx, coordinado por Alicia Giacinti Comte, en el que da cuenta de los escritores más destacados de Aguascalientes y su relación con la prensa entre estos dos siglos.[19]

Referente al estudio de los impresos aguascalentenses, sólo ha sido abordado por Francisco Antúnez, que como profesor y estudioso de la tipografía tenía un conocimiento más amplio de la materialidad, estética y técnica del trabajo de imprenta.

Generalmente, la manera en que se han estudiado ha sido como medio de difusión empleado por los grupos divergentes, y cómo estos utilizaron la imprenta y los impresos para hacer públicas sus diferencias y con ello influenciar social y políticamente al público. Como el conflicto ventilado en el Correo Político de Zacatecas entre Juan Gutiérrez Solana y Fran Antonio Gálvez en 1826 y que fue estudiado por Marco Antonio García Robles.[20] O también, el conflicto indagado brevemente por Gómez Serrano, entre Tomás López Pimentel, Cayetano Valadez, Rafael Reyes, Felipe Granada y Mariano Rodríguez por el impreso Pueblos libres, si a todos las armas damos, necios nos jubilamos de 1827, que llevó a López Pimentel a demandar a los implicados.[21]

Desde los estudios de prensa, Alain Luévano Díaz se ha ocupado de este estado, pero para el siglo xx con el texto “1945. El Sol del Centro y el inicio del periodismo industrial en Aguascalientes” en Rompecabezas del papel. La prensa y el periodismo desde las regiones de México. Siglos xix y xx,[22] y con Luciano Ramírez Hurtado, “La prensa y los papelitos en los murales pintados por Osvaldo Barra en Palacio de Gobierno de Aguascalientes: una respuesta a las críticas” en la revista Caleidoscopio.[23] De igual manera Gómez Serrano y Enrique Rodríguez Varela en los libros ya mencionados Aguascalientes en la historia.            

Si bien la imprenta ha sido vista sólo como un medio, el más importante sí, pero un medio más fundamental para entender el conflicto entre los grupos políticos e ideológicos a través de la prensa, a la fecha la producción impresa no ha sido abordada desde la perspectiva de la historia editorial, al menos no en lo que refiere a Aguascalientes ni tampoco se ha puesto énfasis en la edición literatura.

mostrar La primera imprenta (1826 a 1846)

La llegada y establecimiento de los primeros talleres de imprenta en la región de Zacatecas, Aguascalientes y Jalisco florecieron principalmente durante la Primera República Federal a excepción de Jalisco que para 1792 ya tenía en Guadalajara su primer taller de imprenta.[24] Como cabecera política, económica y cultural de la región histórica de la Nueva Galicia durante el periodo colonial,[25] Guadalajara fue innovadora y adelantada en su contexto regional, mas no dentro de la Nueva España. Según Gutiérrez Lorenzo, la llegada de la primera imprenta a Guadalajara puede ser explicada por dos factores: “por un lado el gran número de imprentas que operan en la ciudad de México; y por otro el despunte socioeconómico de la Nueva Galicia, crecimiento sin precedentes que se tradujo en la aparición de una próspera oligarquía mercantil con fuerte sentimiento regionalista”.[26] Guadalajara como la ciudad avanzada tecnológica y culturalmente en la región siguieron predominando en el siglo xix y esto se verá reflejado en la llegada de las primeras imprentas a las ciudades de Zacatecas y Aguascalientes.

La propagación de imprentas privadas y públicas se vio favorecida a partir de 1821 con el Reglamento de libertad de imprenta del Imperio Mexicano,[27] pero es desde 1824 con el establecimiento de la república que la difusión de los talleres de imprenta es creciente y exponencial, tanto de imprentas de gobierno como de imprentas privadas.[28] Si bien se tiene alguna información sobre imprentas pequeñas llamadas “imprentillas” o “imprentitas”[29] un tanto comunes durante el periodo de guerra de independencia,[30] además de Guadalajara –que fue, por mucho, el principal centro generador de impresos y establecimiento de imprentas en la región– están casos como el de Guanajuato que tuvo su imprenta “pequeña, trashumante y efímera, a más de clandestina” en 1812.[31] Pero es realmente en la década de los veinte que vemos una difusión muy marcada del establecimiento de imprentas, particularmente de gobierno, que va a dar impulso a la cultura impresa y que motivarán a partir de entonces el establecimiento de talleres de grupos o asociaciones y privados de carácter comercial.

El establecimiento de la primera imprenta en Aguascalientes está vinculado a varios factores determinantes que lo hicieron posible, por un lado, las élites locales y sus divergencias alimentadas por ideales liberales, la formación de nuevos grupos o asociaciones modernas, la dependencia administrativa con Zacatecas y, posteriormente, la pugna con Zacatecas por la búsqueda de autonomía.

El hecho de que Aguascalientes fuera un partido de Zacatecas a partir de 1824 marcó la diferencia en el establecimiento de la primera imprenta aguascalentense, la dependencia político-administrativa a la capital del estado condicionó en alguna manera la escasez de imprentas y por consiguiente la producción de impresos. Sin embargo, es precisamente esta dependencia administrativa lo que provocó pugnas entre las élites de ambas entidades e incentivó el uso de la imprenta como medio de difusión de las ideas de los diferentes grupos en confrontación.

La primera imprenta en Aguascalientes fue establecida en una etapa compleja, de doble autonomía; por un lado, la reorganización del Estado mexicano tras la consumación de la Independencia y por otro, con el deseo de algunas de las élites de Aguascalientes de lograr ser un estado autónomo, ya que era municipio de Zacatecas.

Entre 1826 y 1839, el periodo de la primera imprenta, se establecieron ocho talleres, todos en periodos no más largos que tres años. Esta falta de continuidad puede atribuirse a la inestabilidad política y económica, la constante migración, pero también a la dificultad para hacerse del material necesario y la falta de pericia de los primeros impresores. Sin embargo, ésta fue la base de formación de los impresores que darían continuidad, años después, a la etapa de consolidación entre 1847 y 1873, que se caracterizó por la hegemonía de la familia Chávez.

Las dos primeras imprentas locales respondieron a las necesidades de grupos, ambos aparentemente liberales y republicanos, uno más moderado que otro. La primera imprenta fue de Juan María Gordoa, un impresor originario de Pinos y relacionado con quien fuera obispo de Guadalajara y diputado en las Cortes de Cádiz, José Miguel Gordoa y Barrios. También relacionado con Luis de la Rosa Oteiza, ambos miembros de renombradas familias pinenses, llegan a Aguascalientes entre 1824 y 1826. La relación es importante porque es Luis de la Rosa quien instala, junto con otros personajes, la Sociedad de Amigos de Aguascalientes en 1827 y con ella la segunda imprenta conocida de Aguascalientes.

De Gordoa se conocen siete impresos, cuatro de ellos de orden religioso, de los cuales dos especialmente fueron muy populares a lo largo del siglo xix, Devoción al Santísimo Patriarca Señor San José (1826) y Novena del Señor del Encino: que se venera en la Ciudad de Aguas Calientes (1829), esta última una reimpresión de la primera edición hecha en San Luis Potosí en la Imprenta de Alexo Infante en 1822. Los otros tres impresos son de carácter político en torno a la expulsión de los españoles y las necesidades que enfrenta el país en esa época, tendiendo a consejos morales y políticos. Es probable que de esa misma imprenta saliera lo que es el primer periódico de Aguascalientes, el Imparcial de Aguas Calientes, anunciado en 1827, de carácter liberal que promovía el estudio de la economía política y el impulso de la propiedad individual unida al aprovechamiento de los recursos, como principal fuente para el desarrollo de la riqueza y, el fomento a la educación a través de artículos de “ciencias y artes [que] solo comprenderemos aquellas que mas directamente influyan en la riqueza de la nación”,[32] como la química, la geografía y el dibujo. Su objetivo principal era entonces, no el quehacer político, sino la ilustración de la sociedad, como lo dijeron en su presentación:

Es necesario que la atención pública, ocupada en asuntos políticos y de gabinete, apenas se fijará en nuestros trabajos; pero no faltará también quien conozca la utilidad de los objetos á que nos hemos dedicado; y cuando cesen las agitaciones, se conocerá que no hemos empleado nuestra pluma en frivolidades y declamaciones.[33]

Es notorio el poco interés por la edición literaria en Aguascalientes en esta primera etapa de la imprenta, en cambio podemos observar una postura más bien pragmática en el uso de los medios de difusión del conocimiento, al menos de un grupo de la población que tenía acceso a la imprenta.

No fue sino la Sociedad de Amigos, de una manifiesta actividad política, la que mandó a imprimir el Elogio fúnebre dedicado a la memoria del ciudadano Prisciliano Sánches, pronunciado la noche del 8 del enero en la Sociedad Patriótica de Aguascalientes, que, si bien no es una obra literaria en sí misma, es una primera expresión impresa de la oratoria y los discursos públicos. Fue escrito por Luis de la Rosa e impreso en la Imprenta “De el Águila” de la Ciudad de México, unos meses antes de que tuvieran su propia imprenta en 1827.

De la imprenta de la Sociedad de Amigos conocemos sólo dos impresos, sus Estatutos y Plan presentado al congreso del estado libre de Zacatecas por la comisión encargada de la redacción del Código Civil y Criminal, ambos, de 1827.

Imagen 1. Estatutos de la Sociedad de amigos de Aguascalientes.
Biblioteca de México “José Vasconcelos”, Fondo reservado.

El primer impresor de Aguascalientes fue Juan María Gordoa. A partir de él el aprendizaje del oficio permitió la diversificación. Destacaron dos aprendices: Francisco Jiménez de Sandi y Antonio Valadez, este último fue de muchas maneras el principal promotor de la imprenta, pues fue quien aprendió mejor el oficio, lo perfeccionó y difundió. Es de suponer que Jiménez de Sandi y Valadez aprendieron en el taller de Gordoa, ya que ambos fueron poco tiempo después los impresores de la Sociedad de Amigos de Aguascalientes.

Valadez merece una mención especial. Nació en Aguascalientes en 1798, aprendió de Gordoa el oficio de tipógrafo e impresor, fue encargado provisional de la Imprenta de la Sociedad de Amigos de Aguascalientes en 1827, al siguiente año estuvo en Zacatecas, de su tránsito temporal se conoce un impreso: Armandina, o la victima de la preocupacion: tragedia en tres actos, de Fernando Calderón y Beltrán, tal vez la primera edición que Valadez hiciera de una obra literaria. Años después y siendo un adulto, fue un alumno destacado de la Academia de Dibujo de Aguascalientes. Su deseo de perfeccionar la técnica y mejorar en su trabajo compositivo fue notorio. Un par de años después, en 1835, sabemos gracias a la investigación de Luciano Ramírez, que fue director de la Academia de Dibujo de Aguascalientes hasta 1839. La confianza que depositó en él Francisco Semería, primer director de la Academia, lo hizo ir creando una carrera propia ya que le suplía en sus ausencias. De Semería aprendió además del dibujo, la administración de la Academia y muy seguramente los vínculos con los proveedores de material propios para esta institución.[35] Valadez fue también el primer impresor de la Imprenta “De el Águila”, de los hermanos Pablo Nepomuceno y José María Chávez, además de introductor de la técnica de grabado como de aprendizaje en la Academia. Este último dato cabe destacarlo, ya que, siendo Valadez el encargado de la Imprenta de la Sociedad cuando se imprimieron sus Estatutos, aparece lo que pudieran ser los primeros grabados en una publicación de Aguascalientes quizá del mismo Valadez, dato que no podemos confirmar completamente porque los grabados no están firmados. Es evidente pues, que el papel que desempeñó Antonio Valadez en la imprenta y las artes gráficas en Aguascalientes fue muy importante.

Aparentemente no hubo imprentas entre el periodo 1827 y 1830, ya que no se han localizado impresos de estos años; pero entre 1831 y 1835 empiezaron a abundar, en este periodo se localizan las de: Antonio González y Compañía (1831-1833), Guadalupe González (1833-1834), Felipe Granada (1834), Toribio López y Compañía (1834-1835) y la Imprenta “De el Águila” (1835-1838).

De Antonio González encontramos tres impresos, un sermón religioso y el primer documento de gobierno conocido hasta el momento: el Bando para el régimen de la municipalidad de la ciudad de Aguascalientes (1833); también de él localizamos la primera lista de jurados de imprenta de Aguascalientes fechada en 1831, la segunda es de 1833 pero sale de la imprenta de Guadalupe Sandoval, y de hecho es el único impreso que localizamos de este taller. En ambos casos desconocemos más datos sobre ellos y dónde estuvo localizado su taller, pero cabe mencionar que ambos aparecen en las respectivas listas de jurados de imprenta como “pintores”.

Contra la guerra cibil: la pluma a de aser la guerra es un impreso de Juan José de Mata Ximénez de Sandi, que sólo figura por sus iniciales en el papel “J.J.M.X.S”. La obra fue publicada en 1834 en la imprenta de Torivio López y Compañía, que localizamos en la Biblioteca de la Universidad Estatal de San Diego, de la cual no encontramos ninguna otra referencia ni conocemos otro impreso. Lo interesante de este documento está en la descripción catalográfica de la biblioteca, en la que se transcribe la nota de un librero en la que dice que es un ejemplo maravilloso de tipografía provincial mexicana que versa en contra de la influencia del rito masónico yorkino y la guerra civil.

De la imprenta de Felipe Granada, de quien no tenemos mayores datos, sólo conocemos dos impresos, Adiciones y reformas al reglamento de policía hecho en el año anterior de 1834 para la municipalidad de Aguascalientes y El imparcial les regala esos cordiales a todos los liberales, este último mencionado por Jesús Gómez Serrano en Aguascalientes en la historia.

mostrar La Imprenta “De el Águila”

Mención especial merece la Imprenta “De el Águila”, que fue, después de la Gordoa, la más productiva en esta primera etapa de la imprenta en Aguascalientes. Estuvo en funciones en el periodo entre 1835 y 1838, una etapa compleja de la historia de Aguascalientes.

Durante la Primera República Federal, las diferencias entre Aguascalientes y Zacatecas se acentuaron, por un lado, el gobierno zacatecano era uno de los más reconocidos defensores del federalismo, por otro, la élite aguascalentense, principalmente agrícola, rechazaba algunos de los postulados del gobierno de Zacatecas. Estas diferencias regionales, respondían, como bien lo dicen Gómez Serrano y Delgado “con la reorganización del territorio nacional y la formación en distintas regiones de nuevos centros de poder”.[36]

La abolición del sistema federal en 1834 y el establecimiento del orden central fue el telón de fondo para la búsqueda de la separación de Aguascalientes. Zacatecas se alzó en armas contra el sistema central, el ataque del ejército mexicano al mando del General Santa Anna contra las Milicias Cívicas zacatecanas culminó con la derrota de Zacatecas en mayo de 1835.

La élite aguascalentense aprovechó el paso de Santa Anna por la ciudad para intentar convencerlo de darle la autonomía a Aguascalientes. La sanción del gobierno central contra Zacatecas fue, entre otras cosas, darle autonomía a Aguascalientes. Así, el 21 de mayo del 35, el Congreso General le dio el título de territorio y un año y medio después, en diciembre de 1836, Aguascalientes se convirtió en Departamento.

En este contexto, los hermanos Pablo y José María establecieron lo que fue la primera imprenta de la familia Chávez en 1835, fecha que tomamos de Francisco Antúnez, la cual coincide con la compra de una prensa que hizo Pablo a la Casa de Comercio Meyer y compañía y también concuerda con el primer impreso del que se tiene registro.

El taller de la Imprenta “De el Águila”, como se llamó la de los hermanos Chávez, puede confundirse con una imprenta del estado de Zacatecas que en 1827 fue acusada de sediciosa por pobladores de Durango, que identificaron en el periódico Águila artículos contrarios al gobierno de Durango,[37] sin embargo, se desconoce que existiera en Aguascalientes alguna imprenta o periódico con este nombre en esa fecha.

La compra de la prensa fue hecha por Pablo N. Chávez tal vez a finales de 1834 o a inicios de 1835 y costó 1000 pesos de los cuales aún debía 400 en mayo de 1838.[38] Fue comprada a la casa de comercio Meyer y Compañía, a través de su representante legal en Aguascalientes, Miguel Moore.

A partir de 1828, la llegada de extranjeros a Aguascalientes se fue incrementando y con ellos las representaciones de Casas de Comercio establecidas en Tampico. Este incremento de población extranjera se debió, por un lado, a la instalación de la Feria en 1828 y, por otro, a la generación de impuestos municipales a mercancías extranjeras y exigencia de la revisión de mercancías en las aduanas, como fue el caso de San Luis Potosí. Comerciantes británicos establecidos en Tamaulipas que tenían representaciones en San Luis Potosí decidieron migrar a Zacatecas y unos específicamente a Aguascalientes.

Pablo N. Chávez compró la prensa a Spitta Meyer, Casa Comercial instalada en Tampico y con representación en Aguascalientes. De esta prensa no sabemos sus especificaciones, sólo que era una “prensa de imprimir”. Pero si consideramos que la casa comercial era británica, se puede suponer que la prensa también lo era.

El mercado de la imprenta en Aguascalientes aún era pequeño, pese a los intentos de los gobiernos federalistas y centralistas de alfabetización, el acceso a la lectura y circulación de los impresos era menor, por ello podemos explicar que todos los talleres de imprenta existentes desde 1826 no tuvieran continuidad y duraran poco, incluso hasta el periodo de 1845. Como lo exponen Martin y Febvre, era una empresa condenada al fracaso: 

si al cabo de cierto tiempo no se hallaba la oficina asentada sobre cimientos lo suficientemente sólidos y sanos para obtener beneficios […] solamente se subsistieron, al cabo de cierto tiempo, los que se encontraban respaldados por condiciones comerciales favorables.[39]

Si bien, Aguascalientes contaba con una población considerable, un aproximado de 60 mil habitantes hacia 1837 en todo el Departamento y 16 mil en la ciudad, los niveles de analfabetismo probablemente aún eran altos y las condiciones económicas no del todo favorables, por un lado, por la reciente separación de Zacatecas y, por otro, por las condiciones generales del país.

Considerando lo anterior, una prensa manual era suficiente para la demanda de impresos en Aguascalientes. La producción de impresos para la época era poca, aun estimando que los impresos que han llegado hasta nuestros días son un porcentaje pequeño de los que seguramente circularon. Entre el periodo de 1835 y 1838, tenemos un registro de 14 impresos, 10 de José María Chávez, tres de Vicente Alonzo de Hinojos y una de Felipe Granada. En lo que respecta a la producción de periódicos, a este último se le atribuye la impresión del periódico El Imparcial, que como hemos visto en el capítulo anterior, anunció su salida en 1827 y probablemente fue impreso en la imprenta de Gordoa. Que se trate del mismo periódico es difícil afirmarlo, pero sabemos que un Imparcial circuló en 1827 y otro en 1836. Por su parte, Francisco Díaz de León menciona en “Datos para la historia del periodismo en Aguascalientes”, que en 1837 José María Chávez fundó el periódico El Águila y, Jesús Gómez Serrano identifica, a través de Agustín R. González, El Trompito; de ambos no tenemos ejemplares localizados.

Los artesanos eran un sector social importante en el sistema de trabajo y la actividad económica de Zacatecas durante toda la primera mitad del siglo xix. René Amaro Peñaflores, en su libro Los gremios acostumbrados. Los artesanos de Zacatecas, 1780-1870,[40] identifica que, alrededor de 1830 se contabilizaron 6773 artesanos en todo el estado de Zacatecas; en Aguascalientes, según Gómez Serrano y Delgado en su texto Aguascalientes: historia breve,[41] hacia 1837 se contabilizaron 358 talleres con 1322 operarios, sin contar con el maestro artesano o dueño. O sea, un aproximado de 3 a 4 oficiales por taller, más el maestro y él o los aprendices. Estamos hablando de un aproximado de más de 1750 artesanos en una población de 16 mil habitantes en la ciudad de Aguascalientes, o sea, el 11% de la población.

Para adentrarnos en la vida del taller, es importante hacer mención de la organización jerárquica artesanal. El maestro artesano, que estaba arriba en la estructura, porque era el propietario del taller, ya había pasado por el proceso de aprendizaje, había hecho funciones de oficial y era, como lo dice el propio concepto, un experto en las habilidades propias del oficio al que se dedicara. A él le seguían los oficiales u operarios, que eran conocedores del oficio y que en algún momento podían aspirar a tener su propio taller; los aprendices, que llegaban al taller a través de un contrato entre el maestro artesano y los padres del niño o joven, no recibían un pago pero se les ofrecía manutención y los conocimientos del oficio, de esta manera aspiraban a ser oficiales y convertirse en hombres productivos. Otra manera de incorporarse al sector artesanal, al menos en el proyecto educativo del gobierno zacatecano de 1831, fue a través de las Escuelas de Artes y Oficios.

En el caso de los talleres familiares, como lo era por tradición la familia Chávez, la lógica era la misma, sólo que escalar en la jerarquía del taller era parte de un proceso habitual y con el tiempo era común que se convirtieran en maestros artesanos con taller propio. Existía una relación entre producción, conocimiento, inversión y relaciones sociales, que proporcionaban mayores ventajas. Un taller de imprenta funcionaba de manera similar, pero podía estar condicionado por el tipo de conocimiento que requería.

La Imprenta “De el Águila” probablemente se ubicó en el Barrio del Encino, cercano o contiguo a las casas, oficinas y talleres familiares. Era un taller pequeño con una sola prensa manual, muy probablemente de metal, que no requería, como los grandes talleres tipográficos, de una cantidad considerable de trabajadores, no debía pasar de seis. Como lo expone Gaskell, con una prensa manual en un taller pequeño, un sólo tipógrafo o cajista podía hacer todo el trabajo de composición, a esto le sumamos la impresión, que lo hacían dos personas, más el responsable de imprenta y alguno o algunos más que ayudaran en los generales.[42]

Pablo participó como inversor, muy probablemente estaba involucrado en muchas de las decisiones comerciales y económicas de la imprenta. Por su parte, José María fue el responsable del taller y aparece como tal o, “a cargo de”, en todos los impresos encontrados. Ser responsable consistía en ser una suerte de administrador y encargado de cuidar todo el trabajo, procurar el material necesario, atender clientes, en sí, la organización y buen funcionamiento del taller de imprenta. Pero el papel más importante sin el cual no tendría sentido la imprenta era el del tipógrafo, y ese lo desempeñó Antonio Valadez, un impresor con experiencia.

 

Imagen 2. Grabado localizado al final de los Estatutos de la Sociedad de Amigos de Aguascalientes.

De Antonio Valadez podemos decir que no es de extrañar que haya sido alumno en la Academia de Dibujo puesto que maestros artesanos se inscribían en las diferentes academias, debido al proyecto educativo zacatecano de 1831 que impulsaba las artes para el desarrollo de los oficios. Tal vez su deseo por perfeccionar el dibujo y trasladarlo al grabado fue su motivación. Podríamos decir que él fue el impulsor del grabado en Aguascalientes, como lo fueron los primeros grabados localizados hasta el momento, que se encuentran en los Estatutos de la Sociedad de Amigos de Aguascalientes, de 1827, y del que además presumimos que, probablemente, fueran de Valadez. Como ya se mencionó anteriormente, como director de la Academia introdujo la clase de grabado, ofreciendo él mismo, algo del material necesario que seguramente era parte de su propio taller.

Es importante destacar el vínculo entre José María Chávez y Valadez, porque de esta unión laboral nació el profundo interés de Chávez por la imprenta. Valadez se incorporó al taller de los hermanos Chávez desde 1835, las similitudes entre los impresos descritos por Antúnez, son muy similares a las características que encontramos en los impresos de la Imprenta “De el Águila”. Dice Antúnez: “Casi todas sus composiciones que conocemos nos parecen equilibradas y graciosas, porque Valadez gustaba de adornar con viñetas –grabadas casi siempre por él mismo– el principio y el final de sus impresos”.[43]

 

Imágenes 3 y 4. Francisco Flores Alatorre, “El gobernador constitucional del Departamento de Aguascalientes a sus conciudadanos”, Aguascalientes, Impreso de la Imprenta “De el Águila”, 1927. Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, Biblioteca, Impresos, Caja 8, Sobre 10.

Tenemos localizados diez impresos que podemos agrupar en dos tipos temáticos: los de gobierno y los privados.

El gobierno del Departamento no tenía imprenta propia, por lo que los enviaban a la Imprenta “De el Águila”,[44] de estos tenemos: El gobernador constitucional del Departamento de Aguascalientes Francisco Flores Alatorre a sus conciudadanos, expresa sus motivos para ser gobernador; Estadística de los caminos principales de rueda y herradura del departamento de Aguascalientes que comprende el itinerario y distancia de los principales poblados; Itinerario de los caminos que cruzan el Departamento de Aguascalientes; Estado general o guía del Departamento de Aguascalientes, que comprende: primero, la división del poder público; segundo, la demarcación de las autoridades respectivas; tercero, el nombre y carácter de todos los lugares habitados; cuarto la población respectiva de cada uno; y, Manifiesto del gobernador de Aguascalientes; a consecuencia de la guerra de Francia. Los cuatro primeros de 1837 y el último de 1838.

Los impresos privados son: Representación dirigida por los vecinos de Aguascalientes al excelentísimo señor presidente de la República, haciéndole presente la necesidad en que se halla la nación de restablecer la Constitución de 1824, con las reformas que ha demostrado la experiencia; Refutación del informe que la Junta Departamental de Aguascalientes dirigió a la Cámara de Diputados, contra la exposición en que algunos vecinos de la misma ciudad, pedimos el restablecimiento de la federación en la República; Consejo a los Federalistas; El comandante principal de este departamento á sus tropas de la guarnición; y, Todos debemos hablar, pero ninguno mentir: la verdad se hace decir, y los hechos confesar. O sea, Contestación al Imparcial de 16 de noviembre. El primero de 1837, los tres siguientes de 1838 y el último de 1836.

Todos eran trabajos de tamaño medio, entre hojas sueltas, folletos y periódicos. De estos diez impresos, cuatro son de una hoja, uno de tres hojas, uno de cuatro, uno de seis, uno de nueve, uno de 16 y uno de 19 hojas. Los folletos con más de tres hojas tienen cubierta de papel haciendo la función de portada y contraportada y reforzaban los cuadernillos con una costura sencilla.

El periódico El Águila salió a la luz pública en 1837 y se imprimía de dos a tres veces al mes, datos que sabemos gracias a Díaz de León.[45]

Con base en esta muestra de la producción de la Imprenta “De el Águila”, podemos observar: por un lado, que era una imprenta que cumplía con su cometido, la producción a petición de los clientes, como lo que era, un negocio. Su producción era pequeña, lo que significa que el consumo y demanda aún no exigía grandes producciones. El tipo de impresos no pasaba más allá de 20 hojas. Y, hubo un cuidado en las impresiones, tratando de que llevaran algún elemento visual o decorativo.

Los acontecimientos del 19 de mayo de 1838 fueron el último detonante que dio fin a la Imprenta “De el Águila”. Las determinaciones del gobierno local que afectaron de forma directa el negocio familiar, así como la postura política-ideológica de Pablo y José María. Tras la publicación del bando contra toda reunión de más de cinco personas, los impresos y los escritores, en noviembre de 1837, los hermanos Chávez se radicalizaron. Muy seguramente varios de los impresos, sino es que todos, salían de la Imprenta “De el Águila”.

Por el lado contrario, para López de Nava, los Chávez representaban en 1837 una oposición importante, pese a que en su imprenta mandaba imprimir sus publicaciones de gobierno, eran ellos los que tenían el medio por el cual podrían atacarlo. Es muy probable que antes del manifiesto federalista, López de Nava ya acosaba de una manera u otra a los hermanos Chávez y su Imprenta “De el Águila”.

Uno de los últimos impresos de la Imprenta “De el Águila” que conocemos fue un Manifiesto del Gobernador de Aguascalientes por la Guerra de los Pasteles en marzo de 1838, tal vez algún contrato obligaba al gobierno de Flores Alatorre a necesitar los servicios de la imprenta, pero con la revuelta federalista de mayo se vio forzado a buscar una solución definitiva.

Así, en junio de 1838 la imprenta fue embargada por el prefecto Felipe Carrión siguiendo la orden del gobernador Francisco Flores Alatorre, argumentando que no era de su propiedad y que era necesario presentar las pruebas. Los Chávez presentaron los títulos de propiedad y argumentaron:

y á pesar de esto aun sigue embargada nuestra propiedad: quizá no consideran legales nuestros títulos aquel Escmo. Sr., quizá hay alguno que representa contra nosotros: pero en caso nunca sería á aquella autoridad á quien debería ocurrir nuestro acreedor: hay más, como aquellas soberanas autoridades están en posesión de la oficina, se está haciendo uso de ella imprimiendo proclamas.[46] 

En el mismo escrito publicado en el periódico El Cosmopolita el 14 de julio de 1838, los dueños de la imprenta argumentaron que ellos no habían participado en la revuelta federalista.[47] Finalmente, parece que el adeudo a la Casa de Comercio Meyer fue el pretexto para embargar la prensa y con ello el fin de la Imprenta “De el Águila”.

mostrar La ausencia de imprentas (1840-1846)

Un sólo taller de imprenta subsistió tras el cierre de la Imprenta “De el Águila”, la “De palo de Vicente Alonzo de Hinojos”, de la cual tenemos muy poca información. Conocemos tres impresos entre los años de 1836 y 1839, de carácter religioso. Existe además la referencia de una imprenta de Diego Pérez de Ortigoza en 1839, sin más información.

De la imprenta de Alonzo de Hinojos podemos pensar que podría ser la primera dedicada a impresos religiosos, sin embargo, es difícil afirmarlo, ya que parece más bien una práctica común en esta primera etapa de las imprentas de Aguascalientes, que no tuvieran un único sesgo temático o que representara exclusivamente a un grupo ideológico determinado. No olvidemos que un taller de imprenta era también un negocio y si era complicado mantener la constancia, siendo fiel a un sólo grupo podría ser doblemente complicado. Incluso, esto pudo haber sido la causa del fracaso de algunas de las imprentas de esta primera etapa, como el caso de las de Gordoa y de la Sociedad de Amigos de Aguascalientes; sin embargo, parece que se aprendió de las experiencias previas, al menos podemos mencionar el caso de los hermanos Chávez que, pese a las diferencias con el gobierno local, mantuvieron una relación comercial necesaria para ambos.

Es muy difícil conocer las causas de la nula existencia de imprentas en la etapa entre 1840 y 1846, pero podemos suponer que las políticas del poder local en contra de la libertad de imprenta pudieron haber influido. Los primeros intentos locales de regular el uso de la imprenta fueron entre 1831 y 1834, de los cuales conocemos existieron ya una lista de jurados de imprenta, al menos al tener un órgano rector podría mantener ciertas políticas aplicables de la libertad de imprenta, misma que fue protegida con la Constitución de 1824. Sin embargo, Las Siete Leyes y el poder centralista marcaron la diferencia, al considerar que debía existir una responsabilidad por el bien de la sociedad, lo motivaba a imponer límites a la libertad de imprenta, como fue en el caso de Aguascalientes que, durante el periodo centralista y su primer periodo autónomo, buscó por los medios legales posibles contener la libertad de imprenta.

En 1837 fue elegido por el presidente Bustamante el gobernador Francisco Flores Alatorre, que estuvo en el cargo hasta 1841. Su administración se caracterizó por conflictiva, muchas de las decisiones tomadas por él y por la asamblea departamental causaron aún más división de la que ya existía por la lucha nacional que se daba por el federalismo.

El aumento de cobros a los locatarios del Parián, el incremento de aranceles a los productos locales como el mezcal y los aguardientes en general, el cobro en especie a los dueños de estancos de tabaco, son sólo algunos de los ejemplos de las decisiones que tomó el nuevo gobierno y que provocaron muchas inconformidades.

Hacia finales de 1837 circulaban muchos impresos anónimos y sin pie de imprenta en contra del gobierno local y el sistema central, fue tal la preocupación de la Junta Departamental que, a petición del Ayuntamiento, se puso a discusión la búsqueda de soluciones claras respecto de estas actitudes “sediciosas” en sesión de la Junta Departamental. La postura más clara fue la de José María López de Nava quien una vez que defendió la libertad de imprenta, manifestó sus límites:

después de exponer los abusos que se cometen con el uso de la libertad que tiene todo mexicano para poder imprimir y circular sus ideas políticas sin previa censura: que todo individuo es dueño de su opinión, sin que autoridad ninguna le pueda poner trabas.[48]

Para López de Nava, los límites debían ser defendidos por las autoridades, como su función se los exige, siendo garantes de la paz pública, porque consideraba a los impresos que circulaban como alteradores de la paz social, el orden público, disidentes y revolucionarios. Avanzado el discurso fue incrementando el tono y arremetió contra la imprenta, “ha llegado el abuso de esta franquicia a su mayor colmo pudiéndose decir que la imprenta la han convertido en su receptáculo inmundo”.[49] El discurso, transcrito por el secretario, está incompleto, pero por fortuna se encuentra en otro expediente la propuesta de acción para limitar la circulación de impresos sediciosos e incluye al parecer el discurso completo. No podemos asegurar que el mismo haya sido escrito por López de Nava, pero es tal su parecido que es muy probable, pese a no estar firmado.

En ese texto se refieren a los propagadores de los impresos así como a sus escritores como “algunos genios díscolos perturbadores de la paz, imprimiendo, y publicando papeles notoriamente escandalosos y subversivos como los que se han visto en estos días”[50] y, “como [sic] allegado hasta el extremo el desenfreno de ciertos hombres altaneros y revoltosos, han apurado la [ilegible] y sufrimiento del supremo gobierno”.[51] Este escrito concluye con la propuesta de reglamento que finalmente se mandó imprimir a finales de 1837.

Estos acontecimientos, sumados a los serios problemas económicos que enfrentaba el gobierno local, limitaron la producción de publicaciones, incluso propios de la administración. Los impresos que conocemos de gobierno fueron publicados en la imprenta de Aniceto Villagrana en Zacatecas y por Ignacio Cumplido en la Ciudad de México.

Felipe Cosío, quien era gobernador entre 1846 y 1848, argumentaba en 1847 que: “si la imprenta no se ha puesto en planta, ha sido por la falta de recursos y porque en esta ciudad no se encuentran personas ideales para esos trabajos”.[52] Lo anterior comprueba que no existían impresores en Aguascalientes y que solamente gracias al impulso del gobernador fue posible atraer nuevamente la imprenta a la ciudad. Esos factores fueron tres: la limitación de la libertad de imprenta, los problemas económicos y la falta de impresores capaces generaron esta ausencia de imprentas en Aguascalientes, ya fueran privadas o de gobierno. Finalmente, la limitación de la libertad de imprenta de los talleres privados y las políticas coercitivas del gobierno local provocaron el cierre de las imprentas privadas y la migración de algunos artesanos impresores, lo que afectó el funcionamiento de la misma imprenta de gobierno.

Habían pasado veinte años desde que se estableciera la primera imprenta de Aguascalientes y en esos años observamos una gran dinámica de interacción entre élites, artesanos, gobierno local e impresores. Esta etapa, se caracterizó por una gran inestabilidad, deseos de establecer los medios que consideraban fundamentales para el progreso del pueblo, las tensiones por el ejercicio del poder y al reacomodo de grupos sociales gracias al acceso a medios como la imprenta que permitieron a nuevos actores acceder a la vida y opinión pública. En conclusión, la imprenta fue un medio de poder y eso lo entendieron tanto los nuevos inversionistas privados como quienes ejercieron el poder. En esos veinte años se dio una etapa de aprendizaje de 1826 a 1829; otra, de diversificación entre 1835 y 1839 y, por último, una de control por parte del gobierno local que empieza a configurarse desde 1837, que se radicaliza en 1838 y que finalmente lleva a la ausencia de imprentas entre 1840 y 1846. Tras esta última etapa de vacío sobreviene la consolidación y continuidad de los talleres de imprenta de la mano de los hermanos Chávez, particularmente de José María, quien creó una especie de monopolio familiar de la imprenta en Aguascalientes que duró por lo menos quince años.

mostrar La etapa de consolidación: hegemonía de la familia Chávez (1847 a 1873)

En 1846, Felipe Cosío inició un proyecto con el objetivo de reimpulsar la imprenta de gobierno, cosa que logró en 1847. Preparó un reglamento de imprenta en el que se especificaba que debería hacerse un periódico oficial de dos números semanales en pliego común, se establecían costos de impresiones por tamaño y papel, así como de anuncios y salarios de un director, dos componedores, un corrector, dos tintadores, cajistas y peones.[53]

Se señaló que la imprenta dejaría de ser de la injerencia del congreso para pasar a la del gobierno, y se dispone además que se siga imprimiendo el periódico El Noticioso, con noticias políticas de interés para la sociedad en general y se dejará de imprimir El Patriota, ya que no podían asumirse los costos. De igual manera, al no poderse pagar correctores, serían los mismos diputados locales los que asumirían esa tarea.[54]

Fue así y gracias a que fue contratado como impresor de gobierno, que José María regresó a Aguascalientes en 1847. Los años en el exilio fueron fundamentales en el rumbo que tomaría a su regreso. En Zacatecas, donde migró Chávez, hubo un gran impulso al desarrollo fabril por los gobiernos liberales, sustentado en la tradición laboriosa y artesanal de la región. Se destacó “La Zacatecana”, una unidad productiva manufacturera donde se fabricaban paños de fieltro, tuvo una gran aceptación en los mercados locales y regionales.[55] La visión de los dueños de la Zacatecana estuvo fundada por un lado, en la atracción de maestros artesanos franceses para que enseñaran técnicas y herramientas novedosas,[56] y por el otro, atraer y mejorar los niveles de vida de operarios y maestros artesanos que “padecían la falta de trabajo y hasta la miseria por la mala situación económica y la inestabilidad política nacional y estatal”, como fue el caso de José María. Él, al momento de su migración a Zacatecas, era un experimentado maestro artesano en madera y metal, que aprendió el manejo de las prensas y la composición tipográfica de la mano de Antonio Valadez en la Imprenta “De el Águila”.

José María regresó a Aguascalientes casi diez años después como un impresor más experimentado, decidido a iniciar su propio taller, sus dos años como impresor de gobierno y seguramente la experiencia en La Zacatecana, así como el contacto con maestros artesanos franceses ayudaron a definir con claridad sus objetivos.

 

Imagen 5. José María Chávez. Biblioteca Pública Central Centenario Bicentenario, Acervo Alejandro Topete Del Valle, Fototeca, Gobernadores.

Tras dos años como director de la imprenta de gobierno, en 1849 estableció su taller “El Esfuerzo”, que sería un hito en Aguascalientes y casi un mito en cuanto a la organización del trabajo, con influencia del socialismo utópico, basado en el autoaprendizaje obtenido por la experiencia y también por la lectura de nuevos métodos y técnicas. Fue un defensor y difusor de las artes, de la enseñanza de las artes para su aplicación en el trabajo manual, finalmente, para lograr una mejora en las condiciones de vida de los artesanos. Como lo escribió en una carta a su hijo Sóstenes en 1857, tras ser electo diputado local:

se [sic] que me tocó este encargo que, si he admitido, ha sido por un principio de orgullo; puro orgullo noble, pues me lleno de satisfacción cuando veo que Aguascalientes es el primer estado que trata de sacar de la esfera miserable y olvidada en que se han visto á [sic] las clases trabajadoras, elevando a una villa de los legisladores a un pobre artesano.[57]

 

Imagen 6. Anuncio Taller El Esfuerzo. Biblioteca Pública Central Centenario Bicentenario, Acervo Topete del Valle, Familia Chávez.

Estamos pues, ante un artesano ilustrado y liberal que creía que la educación era el método mediante el cual las clases trabajadoras –en particular los artesanos– podrían mejorar sus condiciones de vida y contribuir con el desarrollo económico y moral de la población. Consideraba, además, como ya se ha mencionado, que las artes, especialmente el dibujo, eran fundamentales para el desarrollo de la manufactura y en la importancia de la literatura para infundir valores patrios y heroicos. Pero también era un activo comerciante además de artesano.

Su motor fue promover y crear los mecanismos necesarios para la mejora de la clase artesanal y, en lo personal, proveer a su familia de mejores condiciones económicas y sociales. Se autodefinió como un hombre humilde que tiene que trabajar por sacar adelante a sus hijos y fue la edición de la literatura uno de sus principales objetivos. Gracias a su visión se imprimieron los primeros libros de literatura y el primer periódico de temática enteramente literaria y artística en Aguascalientes. Es entonces cuando podemos empezar a hablar de edición literaria en el estado, pese a que ya habían existido algunas publicaciones en el periódico oficial El Patriota, en el que Antonio Cornejo llegó a publicar algunos poemas.

José María hizo de su imprenta prácticamente un monopolio familiar, durante el periodo de 1849 y 1861 la imprenta de José María era la única. Este periodo fue de experimentación, innovación, producción y consolidación. Los primeros años, entre 1848 y 1854, trabajó con la vieja prensa manual del taller de “El Águila”.

Podemos decir que partir de 1849 el impulso que se le dio a la literatura se consolidó con los proyectos editoriales de Chávez. En ese año se publicó en su imprenta Instituto literario de ciencias y artes, organizado por el supremo gobierno del Estado a 20 de noviembre de 1848 de José Gerardo García Rojas, que consistió en la instauración de aquel instituto en el que se establecieron clases de latín, castellano y francés, entre otras. No es fortuito que justo un año después los proyectos de edición literaria de Chávez se cristalizaran y coincidieran, además, con el proyecto educativo de Jesús Terán en el que la materia de literatura fue una de las más promovidas. De tal forma, el proyecto educativo estaba íntimamente ligado al editorial.

En 1850 se fundó La Imitación. Periódico de literatura, bellas letras y artes, primer periódico semanal dedicado a la literatura y las artes en Aguascalientes. Antes, algunos como El Porvenir. Periódico semi oficial ya incluían algo de literatura, particularmente poesía, pero sin ser su objetivo principal. La Imitación fue crucial porque de ella surgió una primera generación de literatos hidrocálidos, muchos de ellos artesanos que aprendieron en el taller “El Esfuerzo” las artes mecánicas y que con el tiempo se volvieron periodistas, tipógrafos, grabadores y políticos, un caso emblemático fue el de Antonio Cornejo. “El Esfuerzo” fue una suerte de taller escuela, como lo dice Luciano Ramírez,[58] que sustituyó a las distintas academias y escuelas de artes para artesanos en tiempos de inestabilidad política. No olvidemos que justo en este periodo recién se salía de la intervención de Estados Unidos sobre México y continuaban los conflictos entre federalistas y centralistas.

Imagen 7. Semanario La Imitación, 1850. Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes. Hemeroteca. Fotografía de Alicia Cruz.

La Imitación. Periódico de literatura, bellas letras y artes fue un semanario en el cual publicaron la primera generación de poetas y escritores hidrocálidos: Pablo M. Ogazón, M. Piña, J.M. Valdeña, Carlos Fragoso, Esteban Ávila y por supuesto Antonio Cornejo. También se reproducían poemas y escritos de autores españoles como José Zorrilla y Fernán Caballero, así como de otros mexicanos como Fernando Calderón. Era común, que el editor del periódico introdujera pequeños poemas anónimos. Fue tal la magnitud del proyecto que Antúnez lo llegó a comparar la publicación con Presente amistoso dedicado a las señoritas mexicanas de Ignacio Cumplido,[59] suponemos, por el cuidado de la edición. Sin embargo, su estructura era distinta, el texto se dividía en dos columnas, adornados con orlas, sellos y en algunos casos acompañados de impresiones.

Imagen 8. Fernán Caballero, “La suegra del diablo”, Semanario La Imitación. Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes. Hemeroteca. Fotografía de Alicia Cruz.

Según lo menciona Gómez Serrano y lo reafirma Francisco Javier Martínez, La Imitación incentivó lo que sería la primera Asociación Literaria de Aguascalientes, fundada, entre otros, por Esteban Ávila, “El Crepúsculo Literario”, que en 1861 tendría su propio periódico.[60]

También en el semanario La Imitación se publicaron las primeras novelas por entregas. Fue el caso de Ángela y Ricardo, novela inédita del artesano, tipógrafo, escritor y periodista, Antonio Cornejo; escrita en cuatro capítulos y publicada en tres entregas.

 

Imagen 9. Antonio Cornejo, “Ángela y Ricardo”, Semanario La Imitación. Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes. Hemeroteca. Fotografía de Alicia Cruz.

Las otras dos novelas que publicó fueron Los misterios del pueblo (1851), de Eugenio Sue y Ángel Pitou: novela histórica (1852), de Alejandro Dumas. De alguna manera, las tres novelas responden, si sumamos Ángela y Ricardo, tanto temática como formalmente, con un perfil constitutivo de la literatura mexicana, que: “con la poesía romántica, los cuadros de costumbres y la novela de folletín se perfila la nueva literatura mexicana de mediados del siglo xix”.[61] Las novelas de autores franceses fueron sus primeras impresiones en formato libro de más de 200 hojas y encuadernado en pasta dura y piel, según lo que hemos localizado hasta el momento. Esto responde a un cambio, o al menos un deseo, en la elaboración del libro de mayor impacto y alcance.

A diferencia de Ángela y Ricardo, las obras de Sue y Dumas significaron un cambio en la pequeña producción de impresos en Aguascalientes. Si bien, la primera también es única e innovadora para el momento de Aguascalientes, no podemos ubicarla dentro de un fenómeno de circulación, apropiación y reedición, como lo fueron las dos posteriores. El objetivo, el público y la lectura fueron pensados por Chávez de forma distinta; ahí radica su significado.

Francisco Antúnez hace referencia a lo que él llamó un éxito editorial del cual se hicieron varias ediciones, por ejemplo: El mentor o ayo de los niños, con 39 ilustraciones, tal vez de Valadez. Sin embargo, ha sido imposible localizar alguna referencia más al respecto, ya que se desconoce de dónde haya sacado esta referencia. Pudiera tratarse de una reedición hecha por Chávez de El mentor o El ayo de los niños, en las escuelas de la Republica mejicana, editada en la librería de La Rosa en 1837.

De 1849 a 1864, año de la muerte de José María Chávez, se conocen veintiocho impresos de su taller, seis de ellos de gobierno, dos de carácter privado en defensa de algún juicio, dos mandados a hacer por agrupaciones de ciudadanos, tres religiosos, cinco sobre la autonomía de Aguascalientes, dos novelas, cinco discursos cívicos, uno sobre asuntos políticos de Jalisco, la constitución de Aguascalientes de 1857 y un catálogo descriptivo sobre siembra y cultivo.

Si bien sabemos que no es la totalidad de sus impresos sí es representativo. La gran diversidad de impresos dan cuenta de que no sólo se imprimía a grupos políticos, esto es, no era una imprenta dedicada o que brindara sus servicios a sus grupos afines, como él mismo lo decía:

Amante entusiasta de mi Patria, sólo procuro su engrandecimiento, y esto me anima a impulsar, en la parte que me toca, su prosperidad, mi imprenta no ha sido el órgano exclusivo de algún partido, sino que, generalmente, le he servido a todos los que han querido publicar sus ideas y pensamientos.[62]

No podemos olvidar que era, además de artesano, comerciante. En la época en que aún no ocupaba cargos públicos, en especial durante la década de los cincuenta, solía salir a trabajar a Zacatecas, particularmente a la Zacatecana y también a los Altos de Jalisco, a ofertar y vender sus productos, ya fueran carretas o libros. Aprovechaba los viajes para hacerse de la materia prima necesaria para continuar sus labores en Aguascalientes. Durante esos periodos, Chávez encargaba la imprenta a Antonio Cornejo y se dedicaba a coordinar los trabajos de carpintería a su esposa Néstora y a su madre. Finalmente, Chávez era un liberal.

Tenemos la referencia que hace Antúnez sobre una edición de El judío errante de Eugenio Sue en 1861, misma que no contabilizamos en la suma total anteriormente mencionada, igual que El mentor o El ayo de los niños, ya que ninguna ha sido localizada hasta el momento.[63] Mas no debemos dudar de que hayan sido realmente impresas, ya que Antúnez fue un acucioso investigador, como se lo mencionó en varias cartas a su amigo Antonio Acevedo Escobedo:

Yo estoy escribiendo ahora un trabajo relativo a una notable edición de la novela de Sué [sic], “El Judío Errante” hecha aquí, en Aguascalientes, en 1861, en la imprenta de don José María Chávez. Se trata de un lindo specimen [sic] de la tipografía romántica mexicana muy poco conocido. En la ilustración de este libro pusieron mano, en las planchas litográficas y grabados en madera, don José Trinidad Pedroza, don Sóstenes Esteban Chávez, hijo de don José María, y otros grabadores.[64]

En su texto sobre la imprenta en Aguascalientes, mencionó además que se trató de una edición por entregas, en tres tomos con un total de 536 páginas, con 20 láminas litográficas firmadas por Vicente Trillo y Sóstenes E. Chávez, seis xilografías firmadas por T. de León y Trinidad Pedroza que fueron copiadas a “Salazar” de una edición anterior hecha en México.[65]

Cabe mencionar que en la tipografía de Chávez se introdujo la litografía y la fotografía, esta última de la mano de su hijo Sóstenes E. Chávez, quien aprendió sobre esta nueva tecnología en la Ciudad de México. Pese a las dificultades que les implicó encontrar los suministros propios para poder llevar acabo esta tarea, para 1863 ya anunciaban la venta de cámaras fotográficas.

Hacia 1854 aparecen unos impresos de la Imprenta “De el Águila”, propiedad de Antonio Valadez. Desgraciadamente no tenemos más datos de ella, pero podemos afirmar que se trata de la imprenta del ya reconocido impresor quien fuera maestro de José María Chávez: Antonio Valadez. Otras dos imprentas aparecen entre 1860 y 1865: se trata de la imprenta de Antonio T. Escoto (1860) y la de Higinio Aleriano (1865), de las cuales sólo se conocen tres impresos en total; y de la última son dos impresos, ambos de carácter religioso.

Durante el periodo de dominio de la imprenta de José María Chávez surgió otra imprenta, la de Esteban Ávila y Martín W. Chávez, hermano menor de José María. De esta imprenta, llamada “Ávila y Chávez”, de corta duración y creada durante el gobierno de Esteban Ávila (1860-1862), a manera de defensa de las políticas de Ávila y en franca oposición a la postura política de sus hermanos, lo que lo llevó a traicionar a Pablo y hacer que lo exiliaran del estado en 1861 junto con Jesús F. López, un político y escritor local muy aguerrido y productivo. Esta disputa familiar se dio en medio de la división del partido liberal entre los rojos, a los cuales pertenecían Ávila y Chávez y los moderados, a los cuales pertenecía Pablo. De esta imprenta sólo conocemos cuatro impresos, de los cuales uno fue de gran importancia local: el Cuadro Sinóptico del Estado de Aguascalientes, formado según los últimos datos, por Isidoro Epstein, referido por Enrique Rodríguez Varela.[66]

Tras la muerte de José María Chávez en 1864, al ser fusilado siendo gobernador del estado y habiendo salido a pelear contra los franceses, las imprentas de los Chávez iniciaron su decadencia. Sóstenes, su hijo, y Néstora Pedroza, su esposa, se hicieron cargo del Taller “El Esfuerzo” hasta 1870, año en que vendieron al gobierno del estado la imprenta. Durante estos seis años de juicios por partición de bienes, de búsqueda de una pensión del gobierno federal y de crisis económica, la elaboración de impresos disminuyó considerablemente. Tras la venta de la imprenta, Sóstenes pasó a ser impresor de gobierno tal vez por dos años; con el tiempo, su imagen se fue desdibujando.

Fue entonces que apareció de manera independiente Trinidad Pedroza, quien era impresor y litógrafo en el taller de José María Chávez y a la sazón su cuñado. Pedroza fue el más destacado impresor aprendiz de Chávez, no obstante comenzó su carrera tras la muerte de José María. Su irrupción en el mundo de la imprenta marcó una importante diferencia por el tipo de temas que publicó.

De la imprenta de Trinidad Pedroza identificamos tres etapas distintas; de 1865 a 1872, en la que inició con un sólo taller y después, en 1869 que se asoció con Martina, viuda de Martín W. Chávez, hasta 1872, año en que abandona Aguascalientes aparentemente por problemas políticos; de 1873 a 1889, la consolidación de su trabajo; y, finalmente la etapa en que se asoció con sus hijos a partir de 1889 y hasta el fin de la imprenta ya entrado el siglo xx.

La diversidad que encontramos en el trabajo de Pedroza destaca por sus anuncios publicitarios, carteles, etc., y por la publicación de obras de formato amplio y temas novedosos para Aguascalientes. Lo que más sobresale de su trabajo es la excelente manufactura en la gráfica, en donde Posada aprendió el oficio. Pero se ha estudiado poco su trabajo como impresor, que optó por editar cierto tipo de libros.

Se sabe que era del grupo de los liberales rojos, liberal radical, amigo de Martín W. Chávez y Esteban Ávila. Esto es notorio en sus primeros impresos, de 1865 El Imperio y el clero Mexicano de Abbate Testory, el capellán mayor del ejército francés en México; en 1867 El despertador de los fanáticos: estracto de los retratos de varios papas, de Juan Amador. También destaca el periódico El Jicote, dirigido por él y con el cual, se sabe, se hizo de muchos enemigos, lo que lo obligó salir de Aguascalientes por poco tiempo.

Tras la muerte de Chávez otras imprentas surgieron, la de Macedonio Palomino que pudiera ser la imprenta llamada “Económica”, la cual se caracterizó en sus primeros años por imprimir sólo textos literarios. De esta primera etapa conocemos: Ensayos poéticos de la “Sociedad de aficionados a la literatura” (1867), Ensayos poéticos de la “Sociedad de aficionados a la literatura” (1871) y El amigo de los niños, de Abate Sabatier y reimpreso en 1873. La Imprenta Económica de alguna manera fue la competencia directa de la imprenta de Pedroza, a partir de 1874. Entre 1871 y 1874 el impresor de gobierno fue Epigmenio Parga.

Cabe mencionar que la edición literaria en esta etapa, caracterizada por el impulso que le dio José María Chávez, también se vio acompañada del surgimiento de asociaciones literarias. Por un lado, la ya mencionada El Crepúsculo Literario, que imprimía tanto en la imprenta de Ávila y Chávez como en la “imprenta literaria en el establecimiento “El Esfuerzo”. Por otro lado, la ya mencionada también, Sociedad de Aficionados a la Literatura.

La producción de periódicos incrementó considerablemente entre 1849 y 1873. Hasta ahora se han contabilizado 63 periódicos, todos ellos de poca duración, pero de aparición de acuerdo con los distintos momentos político-histórico que se vivían. Todos los periódicos se imprimían en alguna de las imprentas antes mencionadas, finalmente las imprentas cumplían con ese objetivo de producción y comercial.

La etapa del fuerte dominio de Chávez constituyó el afianzamiento de la imprenta como un agente de cambio. Más allá de observarse como una herramienta a favor de dos grupos políticos oponentes, una idea ya por demás caduca, la imprenta en Aguascalientes en esta etapa se consolidó como un negocio, pero también como un medio para llevar a cabo una revolución cultural. Su éxito y solidez se debió tanto a factores ideológicos, relaciones de poder, nuevos proyectos económicos, como a las nuevas sociabilidades. A partir de esta tecnología, se relacionaron los nuevos artesanos, las viejas élites y fue una parte indisoluble en la formación de nuevas élites con nuevas prácticas culturales.

mostrar Diversificación de los talleres de imprenta

Esta última etapa de la imprenta en el siglo xix aguascalentense se caracterizó por la solidez de nuevos talleres de imprenta, modernos, productores en mayor cantidad y con mayor rapidez, con editores enfocados en el aspecto estético y la diversificación temática en pleno Porfiriato.

La idea de progreso y el acceso a tecnologías cada vez mejores, un Aguascalientes con mucho mayor desarrollo económico con la instalación de la Gran Fundición Central Mexicana, y posteriormente el establecimiento de los talleres del ferrocarril, permitieron que la dinámica del estado se modificara. Junto con la creciente migración de extranjeros se diversificó la economía, dejó de ser un estado agrícola, artesanal y comercial para ser uno industrial, lo cual impactó en las imprentas de la época. Sobre todo, destacaron tres imprentas la de Trinidad Pedroza, la de Jesús Díaz de León y la de Ricardo Romo Rodríguez. Las tres –vinculadas entre sí– marcaron el tránsito hacia el Aguascalientes del siglo xx.

En este periodo se consolidó el trabajo tipográfico en Aguascalientes y se vivió su momento de mayor esplendor junto con el desarrollo de las artes. Las exposiciones de industria, agricultura, minería y objetos curiosos que se realizaban desde la segunda mitad del siglo xix se convirtieron en un ejemplo claro del progreso social, científico y artístico de Aguascalientes. Se consolidaron las artes y se dieron las bases para el desarrollo de la industria local.

Lo interesante es que estos factores propiciaron en el ámbito tipográfico un auge cultural durante el porfiriato. Jesús Díaz de León marcó la pauta en cuanto a temáticas, usos tipográficos e innovación. La introducción de textos científicos fue otro factor de gran innovación, pero fue El Cantar de los Cantares de Salomón el ejemplo editorial por excelencia de Aguascalientes, ya que fue un esfuerzo en conjunto por parte de Díaz de León e impreso en el taller de Trinidad Pedroza. Fue traducido del hebreo al griego, latín, alemán, francés, inglés y español; está impreso con caractéres hebreos, tiene un total de 275 páginas y fue impreso en 1891, pero primero fue publicado en el periódico El Instructor en 1889.

En esta etapa se imprimió el periódico más longevo de Aguascalientes hasta el momento, El Instructor, que apareció entre 1884 y 1907. Los dos escritores más destacados y sólidos de Aguascalientes que publicaron en esta etapa fueron Jesús F. López y Jesús Díaz de León.

Entre 1873 y 1900 se publicaron en Aguascalientes más de ochenta y cinco periódicos, ejemplo claro de la diversificación de la imprenta, la literatura y la prensa. Para entonces la imprenta aguascalentense vivía una saludable y productiva vida y seguía en crecimiento.

Esta última etapa, en especial, requiere de muchos más estudios y análisis, porque además de ser muy rica no se ha estudiado, desde los años cuarenta del siglo pasado. Se necesitan nuevos enfoques, así como promover la investigación entre los más jóvenes en busca de distintas perspectivas y respuestas.

mostrar Conclusión

Establecer un panorama general de la imprenta en el siglo xix aguascalentense puede ser un motor de búsqueda inicial para nuevas interpretaciones de la historia de siglo xix en este estado. Partimos de la idea de que la imprenta generó una revolución cultural, que fue un “agente de cambio” en Aguascalientes, ya que siguiendo su desarrollo es posible observar el intercambio de ideas, las relaciones de poder, el ejercicio de poder y el impacto particular en el ámbito cultural.

Se puede notar que los anhelos de los primeros editores fueron muy distintos de los últimos. Mientras que para los primeros su deseo era transmitir sus ideas mediante la imprenta, para los segundos lo era promover la cultura, las artes, la literatura, la ciencia y el conocimiento para el progreso de las sociedades. Así, para los de la última etapa, fue la consolidación de los anhelos previos, pero con un enfoque distinto, difundir la ciencia y la apertura al mundo, para generar un conocimiento propio y una identidad propia.

Los primeros impresores fueron parte de la ya muchas veces estudiada lucha de pluma, pero a lo largo de los años los intereses de los editores fueron cambiando, así como el uso que el gobierno y, especialmente, los privados, hicieron de la imprenta. Pasó de ser la imprenta de unos pocos a la imprenta privada para el uso de los que pudieran. Vimos cómo la ideología se convirtió en pragmática, o lo que es lo mismo, la cristalización de los sueños de editores como Chávez que tampoco supieron como confrontar la libertad de imprenta de los más jóvenes y sus ideas radicales.

La imprenta coadyuvó de manera significativa al acceso del poder y el orden público a una nueva clase de artesanos que se abrieron camino en medio de conflictos políticos de profundas raíces sociales. Así, en la primera etapa –bajo el dominio ya fuera de la imprenta o del ejercicio del poder– se niega la aceptación de la creciente clase trabajadora. Sin embargo, en la segunda etapa es posible apreciar un ascenso social de los artesanos que, gracias al liberalismo económico y una visión clara, se hicieron de un espacio público y una solidez que finalmente sucumbió ante el establecimiento definitivo del liberalismo. Entonces, una nueva clase social ocupó el rango más alto, los extranjeros. Para entonces los tipógrafos ya tenían la claridad de lo que significaba la imprenta: un negocio.

La perspectiva que nos brinda estudiar la historia del siglo xix desde la historia del libro es que nos permite observar dinámicas culturales distintas. Aquellos personajes que fueron vistos desde la política perdieron dimensión cultural, es por ello que los estudios culturales son tan necesarios. Porque al identificar al editor, tipógrafo, grabador, litógrafo, en relación con el poder, la sociedad y sus ideales en la vida práctica, es posible dimensionar al personaje y su correlación con unas redes mucho más amplias y complejas poco visibles desde otras perspectivas.

Las tres etapas propuestas para identificar una historicidad de la cultura editorial de la literatura en Aguascalientes del siglo xix que hemos presentado se pueden ampliar y mejorar en la medida en que más investigaciones de mayor profundidad vayan surgiendo, por eso no está de más hacer un llamado a seguir ese camino.

mostrar Fuentes y bibliografía

Archivos y bibliotecas

AHEA: Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes

BPCCB: Biblioteca Pública Central Centenario Bicentenario

HNDM: Hemeroteca Nacional Digital de México

Pabellón Antonio Acevedo Escobedo.

 

Referencias

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mostrar Enlaces externos

Ramírez Hurtado, Luciano, El sublime arte de Apeles. Historia de la enseñanza del dibujo en Aguascalientes (1832-1925), Aguascalientes, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2017.

Red de Historiadores de la Prensa.

Seminario Interdisciplinario de Bibliología.


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