Enciclopedia de la Literatura en México

Francisco Orozco Muñoz

José Luis Martínez
1995 / 05 oct 2018 13:53

Francisco Orozco Muñoz (1884-1950) fue un emocionado y delicado poeta en sus dos libros de versos: ¡Oh, tú, que comienzas a tener un pasado! Pequeños poemas (Bruselas, 1932) y Renglones de Sevilla (1947, con un “cartel” de José Rubén Romero); que dio testimonio de la Invasión y conquista de la Bélgica mártir (Madrid, 1915, con preliminares de Francisco Villaespesa y Amado Nervo) y de Bélgica en paz (1919, con carta de Mauricio Maeterlinck y prólogo de Antonio Castro). 

Como estudiante de Medicina en Lieja se alistó como voluntario en la Cruz Roja durante la Primera Guerra Mundial. Fue diputado federal por la xxviii Legislatura (1918-1920); secretario del Servicio Diplomático en Bélgica, Suiza y España; comisario general del Pabellón de México en la Exposición Iberoamericana (Sevilla, 1929); director de Publicaciones del Museo Nacional y de la Escuela de Bibliotecarios; jefe del Departamento de Bibliotecas. En Guanajuato rescató de la oscuridad la obra del notable pintor popular Hermenegildo Bustos (1823-1907). Colaboró en México Moderno, La Falange, Número y El Hijo Pródigo con cuentos, artículos y poemas.

Francisco Orozco Muñoz, escritor y diplomático, publicó ensayo y poesía. En su primer libro de poesía, ¿Oh, tú, que comienzas a tener un pasado!..., recuerda y contrasta la perspectiva del mundo entre un padre y su hijo. Renglones de Sevilla, poemas escritos entre 1929 y 1931, recoge sus vivencias en la ciudad andaluza. En su crónica, Invasión y conquista de la Bélgica Mártir narra su experiencia de guerra ante la llegada de los alemanes a Lieja, en catorce apartados registra treinta y un días de resistencia a la ocupación. Bélgica en la paz, se divide en cuatro partes: en la primera, “La Escuela”, estudia el sistema de enseñanza belga; en la segunda, “La Ciudad y el Amor”, presenta pequeñas postales en que se describe poéticamente diversos lugares del país; en la tercera, “El año en Lovaina”, describe su llegada y adaptación a la tierra belga, y la última, el relato de su partida y la justificación del libro a partir de una cita de su admirado Maeterlinck.