Enciclopedia de la Literatura en México

Santiago Sierra Méndez

Ángel Muñoz Fernández
1995 / 07 ago 2017 12:43

Nació en Campeche, Campeche, en 1850 y murió en la Ciudad de México en 1880. Hijo de Justo Sierra O´Reilly. Estudió en su ciudad natal y en Mérida cursó lenguas clásicas y filosofía. Murió en duelo de pistola con Ireneo Paz por diferencias políticas. Escritor. En Veracruz fundó la revista Violetas y en la Ciudad de México colaboró en El Renacimiento, La Ilustración espírita, El Federalista y otros.

Santiago Sierra Méndez nació la noche del 3 de febrero de 1850 en Campeche, México, y murió en duelo contra Ireneo Paz la mañana del 27 de abril de 1880 en la Hacienda de San Javier, ubicada en los alrededores de Tlalnepantla, México; fue el cuarto de los cinco hijos concebidos por el matrimonio Concepción Méndez Echazarreta y Justo Sierra O’Reilly. Antes de residir en la Ciudad de México, Chano Sierra –como solían llamarlo afectuosamente amigos y familiares– vivió en Yucatán y Veracruz. También, al lado de su esposa Tarsila González e hijos, pasó poco más de un año en Santiago de Chile (1878-1879) por razones diplomáticas.
Es probable que Santiago Sierra –novelista, cuentista, poeta, ensayista, crítico literario, crónico teatral, diplomático, político, periodista, hombre de armas, profesor de historia y geografía, director, redactor y editor de periódicos y revistas, traductor del inglés, francés y alemán, médium, impresor, intelectual y divulgador de las ciencias– haya estudiado filosofía y lenguas clásicas en el Liceo Científico y Comercial en Yucatán. Al igual que la mayoría de los escritores decimonónicos en América Latina, con excepción de pocos como Justo Sierra que sí presentó su examen profesional de abogado, Santiago se formó en buena medida en el autodidactismo. Se interesó a edad muy temprana por la historia, la geografía y los idiomas inglés y francés, los cuales seguramente aprendió en los manuales que circulaban con gran éxito por toda la República Mexicana.
Gracias a sus amplios conocimientos, se desempeñó como profesor titulado de historia y geografía en 1871 y, al año siguiente, fue nombrado para impartir cátedra de historia universal y en particular de la República en la Escuela Central Municipal. También durante la primera mitad de 1874 fungió como profesor sustituto de la cátedra de geografía en la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres –Enrique de Olavarría y Ferrari, el titular, había tenido que salir del país. Años atrás, además había formado parte del sínodo que calificó los exámenes profesionales de la materia de geografía, presentados por Antonio García Cubas el 19 de noviembre de 1870 en el Conservatorio de Música. 
Se sabe que Sierra Méndez ocupó el puesto de escribiente segundo (interino) de la sección de América en la Secretaría de Relaciones Exteriores del 15 de julio de 1874 al 22 de marzo de 1876. Posteriormente, fue asignado a la sección de Europa con el cargo de escribiente tercero; y hacia el 23 o 24 de agosto de 1877, comenzó a ejercer sus tareas de Oficial primero de la Secretaría del Senado. A su regreso a la Secretaría de Relaciones 
(1878), fue nombrado secretario de la Legación de México en Sudamérica (Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia y Venezuela); lo acompañaron en el viaje Leonardo López Portillo, ministro plenipotenciario de México en América del Sur, y Anselmo de la Portilla, hijo, oficial traductor o segundo secretario. Debido al comportamiento ímprobo del jefe de la Legación, el 13 de diciembre de 1878 el gobierno mexicano ordenó su destitución y designó a Chano como encargado de Negocios ad interim de México en América del Sur.
Entre 1870 y 1872, Santiago Sierra se incorporó a la fila integrantes de diferentes asociaciones y sociedades científicas, literarias, religiosas y políticas en nuestro país, a saber: Sociedad de Libres Pensadores (mayo de 1870), Asociación Político Militar (febrero de 1871), Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (mayo de 1871), Liceo Hidalgo, segunda época (ca. abril de 1872) y Sociedad Espírita Central de la República Mexicana (agosto de 1872); en ellas participó como socio de número y en algunos casos como presidente. Asimismo, colaboró activamente en sus órganos oficiales El Libre Pensador (1870) y La Ilustración Espírita (1872-1879) y en sus veladas y sesiones, por ejemplo, durante la polémica entre materialistas y espiritistas acaecida en el mes de abril de 1875 en las instalaciones de El Liceo Hidalgo y en las del Teatro del Conservatorio.
Desde agosto de 1868 hasta abril de 1880 (12 años de escritura a veces interrumpida por asuntos diplomáticos, militares, oficiales y por motivos desconocidos), el segundo hijo varón de Justo Sierra O’Reilly colaboró como director, redactor, propietario, traductor, editor responsable, redactor en jefe, correspondiente y gacetillero en poco más de una veintena de publicaciones hemerográficas capitalinas y foráneas; destacan la Biblioteca Económica (1871), la Biblioteca de los Niños (1874), El Bien Público (1876), el Diario Oficial del Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos (1875-1876), El Distrito Federal (1871-1876), El Domingo (1871-1872), La Época (1877), El Federalista (1871-1876), La Guirnalda (1868), La Libertad (1878-1880, propiedad de Justo Sierra), La Luz en México (1872-1873), El Minero Mexicano (1874-1875), El Mundo Científico (1877-1878), El Renacimiento (1869), La Revista de Mérida (1869-1870), El Semanario Ilustrado (1868), El Siglo Diez y Nueve (187-1876), La Vida de México (1868) y Violetas (1869).
Con excepción de la dramaturgia, el joven escritor compuso poemas, novelas, cuentos, ensayos, artículos, editoriales, noticias del día, cartas, crónicas teatrales, columnas científicas, críticas literarias, noticias sobre el acontecer de la ciencia en Occidente, discursos, retratos y semblanzas, contestaciones, artículos de opinión, propaganda espírita y traducciones literarias y generales. Amén de utilizar la forma Santiago Sierra para firmar sus trabajos, usó los siguientes seudónimos, iniciales y abreviaturas: Alter Ego, Ch. B., Chilam-Balam, Eleutheros, Quintín, S. S., S. Sierra y Silviano. Es de señalar que algunos de éstos fueron empleados en casos específicos, por ejemplo, para la columna científica titulada “Kaleidoscopio” (1874-1875), se suscribió el disfraz literario de Chilam Balam y, para el periódico El Libre Pensador (1870), así como para los primeros textos en La Ilustración Espírita (1872-1878), se eligió el de Eleutheros (libre, en griego). Alter Ego fue usado de modo conjunto por los hermanos Justo y Santiago en la mejor época periodística-literaria que tuvo El Federalista.
De haber salido a la venta El niño demócrata –“libro de lectura para uso de las escuelas primarias”, según Manuel Payno– habría sido la única obra publicada en vida por Chano: toda su producción, hasta donde he podido investigar, se encuentra dispersa en periódicos, revistas y alguna que otra antología poética. El niño demócrata, de cuya supuesta aparición se avisó en la prensa a finales de mayo de 1871, fue elaborado de manera conjunta con Gustavo Adolfo Baz, literato, dramaturgo, periodista, político y compañero de Santiago en la redacción de El Federalista
En La lira de la juventud (Imprenta de la Bohemia literaria, México, 1872) y La lira mexicana (R. Velasco, Madrid, 1879), ambos títulos preparados por Juan E. Barbero y Juan de Dios Peza, respectivamente, fueron coleccionados cinco poemas y “Fragmentos de un canto a México” (1877) de Santiago Sierra; cabe avisar que estos dos materiales bibliográficos son –hasta donde tengo conocimiento– los únicos en los que el hermano menor de Justo vio en vida antologados algunos poemas suyos. 
Grosso modo, se podría asegurar que tanto su producción en prosa como en verso fueron elogiadas por sus contemporáneos: Ignacio Manuel Altamirano habló muy bien de sus poemas en sus famosas “Crónicas de la semana” aparecidas en El Renacimiento (septiembre de 1869); su gran amigo y compañero de trabajo en La Guirnalda y Violetas, Rafael de Zayas Enríquez, comentó favorablemente Viajes por una oreja, novela científica o de tema científico de Santiago Sierra escrita por entregas en la segunda mitad de 1869, que recuerda por su asunto a los primeros Viajes extraordinarios (1862-1868) de Julio Verne. Sin embargo, fue el mismo Zayas quien le reprochó a Chano el haberse alejado de las bellas letras por dedicarse de lleno al espiritismo y a la ciencia; cito sucintamente las palabras de Zayas Enríquez del 11 de agosto de 1874: “[Santiago] se ha avergonzado de sus elucubraciones poéticas; quería quemar la mano con que bosquejó la Caza del tigre [novela], vaciar el cerebro que soñó las flores de fuego, del cielo, de nieve [relatos], etc., etc., y sólo acepta sus controversias con La Voz de México [diario católico …] Hoy no piensa sino en los espíritus más o menos perfeccionados” (en El Eco de Ambos Mundos, p. 1).
Algunas muestras prosódicas de Santiago Sierra fueron vistas con buenos ojos por José Esquivel Pren en 1946; asimismo, en años más cercanos, Javier Perucho, en su artículo “Santiago Sierra: ese raro, indocumentado y desconocido” (2012), y Dulce María Adame, en El cuento mexicano en el siglo xix. Volumen ii. El cuento romántico: tema y variaciones (2013), han llamado la atención para que se rescate, estudie y edite la obra literaria de este autor campechano avecindado en el antiguo Distrito Federal. Fuera de la faceta de creador de literatura, los historiadores Roberto Moreno en La polémica del darwinismo en México: siglo XIX. Testimonios (2ª ed. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1989), Celia Wu Brading en Santiago Sierra: la diplomacia mexicana en América del Sur y la Guerra del Pacífico 1878-1879 (México, Secretaría de Relaciones Exteriores-Dirección General del Acervo Histórico Diplomático, 1995) y José Mariano Leyva en El ocaso de los espíritus. El espiritismo en México en el siglo xix (México, Ediciones Cal y Arena, 2005) han abordado la divulgación de la ciencia, el espiritismo y el quehacer diplomático de Santiago Sierra.
El estudio más reciente que conozco sobre Chano es Rescate, estudio y edición crítica de Viajes por una oreja (1869), de Santiago Sierra, tesis de maestría que el que suscribe está a pocos meses de defender en El Colegio de San Luis. En ella se podrá leer una biografía intelectual del mencionado autor, revisar el “Catálogo Rico Alonso” –archivo catalográfico conformado por más de 600 fichas que a su vez registran la producción periodística de Sierra entre 1868 y 1880– y por primera vez se presentará la edición en dos pastas de dicha novela con un estudio que aporta información no sólo formal sino de contenido enfocado en la meteorología, lo fantástico, el humor y lo onírico.
Santiago Sierra Méndez –como se dijo al principio de esta breve semblanza– falleció en duelo contra el abuelo del Premio Nobel de Literatura 1990 la mañana del 27 de abril de 1880 en las afueras de la Ciudad de México. Los conflictos y las querellas entre ambos escritores probablemente se gestaron desde 1877, se intensificaron en los próximos años dentro de la arena periodística (La Patria en mano de Paz y La Libertad en apoyo de Santiago) y hallaron su cúspide en 1880, año de elecciones presidenciales: recuérdese que el periódico de Paz apoyaba al candidato Trinidad García de la Cadena y el de los Sierra a Manuel González. 
Para concluir aviso que, sin aún haber tenido la oportunidad de buscar personalmente la tumba, por una nota necrológica dada a la luz a los pocos días del funesto suceso, sé que los restos de Chano descansan en el Panteón Civil de Dolores, los cuales fueron sepultados la mañana del día 28 de abril de 1880.

Seudónimos:
  • Chilam-balam