A los veinte años se incorporó al ejército revolucionario y organizó la campaña de Occidente a las órdenes de Álvaro Obregón; ascendido a coronel en la batalla de Trinidad, perdió un ojo y el movimiento del brazo izquierdo. Estudió la carrera de Abogado; fue cónsul en Londres. Su carácter difícil lo enemistó con todos los grupos y generaciones literarias. Centenares de artículos suyos quedaron sin compilar y tampoco se volvieron a publicar sus libros y folletos. En el extranjero aparecieron importantes estudios críticos sobre su poesía.

Julián Hernández, poeta marginal, trasmite, a través de su obra poética, una infinita melancolía y un obstinado pesimismo, reflejo de su existencia caótica y atormentada.