Francisco Sosa (1848-1925) ha pasado a la posterioridad fundamentalmente por su polémica actividad como crítico literario. Indudablemente esta es la faceta de su creación que más méritos desempeñó en los procesos formativos de la literatura nacional. Sin embargo, Vicente Riva Palacio al referirse a él en su libro Los ceros hace referencia, y explica, la labor global de este autor: "Sosa, como crítico, algunas veces es demasiado severo; pero esto que más bien es resultado de su carácter, no ha dejado de ser útil en el tan desacotado campo de nuestra literatura; y como la venganza no sea arma extraña entre nosotros, muchos descargan sobre él sus rencores, sin perdonarle por más que pasen los días y los años; que entre los poetas, las ofensas, reales o supuestas, prescriben con más dificultad que en los siglos pasados los bienes raíces de la Iglesia o de los Municipios.// Sosa ha engalanado con sentidos versos y con leyendas, periódicos de buen nombre, como El Domingo, El Federalista, El Renacimiento, El Artista y La Revista Mexicana.// A pesar de esto será muy difícil que muchos confiesen el mérito de Sosa; y él tiene la culpa, por andar queriendo decir siempre la verdad, en todas ocasiones, y por no darle tornillo a su carácter, poniendo en juego un poco más que la indulgencia para llamar genios a todos los que escriben más de cuatro renglones desiguales; eminencias a los valles; cóndores a los gorriones y soles a las anémicas linternas de los coches del sitio". Es posible que verdaderamente el lugar más destacado que corresponda a Francisco Sosa sea el de la crítica, el de divulgador de escritores desconocidos de México y de Latinoamérica, pero también es indudable que su labor poética y narrativa no puede ser desgajada del panorama global de la literatura mexicana del siglo pasado. Las leyendas que aquí se incluyen son buena prueba de ello.