Enciclopedia de la Literatura en México

Periodismo en la Ciudad de México: siglo XVIII

mostrar Introducción

En el siglo xxi para muchos mexicanos leer el periódico es una práctica cotidiana. Unas personas están suscritas a un determinado diario y lo reciben en su casa, otras van a un puesto y lo compran, otras más, sobre todo hombres, lo leen en los cafés. También se pueden consultar los periódicos en las bibliotecas, en las hemerotecas o por computadora en las páginas web. No fue así en los siglos pasados. El periódico apareció en el siglo xv en Italia, donde las gazzettas,[1] impresos con noticias, “sustituyeron a las hojas noticiosas manuscritas que llevaban y traían por Europa mercaderes y peregrinos”.[2] En estas gacetas se inspiraron las de los Países Bajos.

El periódico fue un nuevo instrumento para ofrecer información, entretenimiento o controlar la opinión; surgió en algunas ciudades europeas, al lado de la publicación de libelos y panfletos. La Gazette del médico Teophraste Renaudot, que fue publicada en París desde 1631, ha sido considerada el primer periódico francés, que llegó a convertirse en una publicación oficial.

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En España los periódicos imitaron las gacetas y los mercurios;[3] unos eran informativos y otros tenían carácter literario. La Gazeta de Madrid empezó a publicarse en 1661, “con el fin de dar a conocer noticias de todo el mundo”.[4] Este periódico contribuyó a la difusión de la actividad literaria. Otros publicaban resúmenes de obras españolas o extranjeras, ya fueran literarias, científicas o técnicas.

Estas características del periodismo español fueron retomadas en la ciudad de México, cuya imprenta publicó, a partir de 1539, “hojas volantes o papeles sueltos de carácter informativo, carentes de periodicidad”.[5] En los siglos xvi y xvii, y en los primeros veinte años del xviii, estas publicaciones eran las que proporcionaban información de la época hasta que, en 1722, don Juan Ignacio María de Castorena y Ursúa y Goyeneche, con la autorización del virrey de la Nueva España, marqués de Valero, inició la publicación de la Gaceta de México y Noticias de Nueva España.

CUADRO 1. Periódicos publicados en la ciudad de méxico durante el siglo xviii

Castorena nació en 1668 en la ciudad y real de minas de Zacatecas, estudió en el Real Colegio de San Ildefonso y se graduó de doctor en cánones en la Real y Pontificia Universidad de México. Más tarde obtuvo el doctorado en teología en la Universidad de Ávila. Llegó a ser catedrático de Sagrada Escritura durante veinte años en la Universidad de México, de la que también fue rector. Además de este cargo desempeñó el de comisario de la Santa Cruzada y calificador de la Inquisición. En los últimos tres años de su vida fue obispo de Yucatán. No sólo fue contemporáneo sino también amigo de Sor Juana Inés de la Cruz, y editó en España, en 1700, el libro Fama y obras póstumas del Fénix de México.

Durante su vida y carrera literaria Castorena manejó muchos libros e impresos, entre ellos las gacetas mexicanas del siglo xvii y las extranjeras (de París, Parma, Holanda, Luxemburgo o Lisboa), que lo motivaron a diseñar e imprimir la Gaceta de México. Él quería formar una “fidelísima relación de lo que acaece en estas dilatadas regiones” para que alguien pudiera reunirlas y “formar unos anales en lo futuro” y así “complacer a los que de Europa piden noticias de la América para enriquecer con novedad sus historias”. Creía que la publicación de gacetas mensuales era una 

política tan racional, como authorizada de todas las cortes de Europa, dando a la estampa las noticias que ocurren... e introduciendo para lo venidero este urbano estylo, que hechaban de menos los curiales de México, para mayor authoridad de su ciudad y conocimiento de su grandeza.[6]

Se inspiró en el modelo de la Gazeta de Madrid, que conoció en España y que también circulaba en la ciudad de México, para presentar las noticias por “cada ciudad dividida, en las que son capitales de obispados, provincias y puertos, para que con esta distinción se lean, con mayor comodidad”. Así, en los seis números de esta Gaceta de México,[7] apareció “información sobre aspectos religiosos, movimiento comercial, tráfico marítimo, laboreo de las minas y demás actividades propias de la sociedad colonial”,[8] de las ciudades de México, Puebla de los Ángeles, Valladolid, Oaxaca, Guatemala y Guadalaxara; de los reales de minas de Zacatecas, Pachuca y San Luis Potosí; de los puertos de Veracruz, Campeche, La Habana y Acapulco y de las provincias de California, Nayarit, Guadiana y Nuevo Reyno de León. Por las páginas de esta primera Gaceta desfilaron los nombres de los personajes más sobresalientes de la Nueva España de enero a junio de 1722.

Desde el primer número Castorena invitaba a los “gobernadores y prelados de las ciudades capitales” a informar de “las cosas dignas de la luz pública”. Prometía publicarlas “para el buen exemplo” en los siguientes meses.[9] Gracias a este esfuerzo, hoy podemos enterarnos de la vida en la segunda década del siglo xviii, porque las Gacetas hablaron de capillas, cofradías, colegios, congregaciones, conventos, embarcaciones, fiestas, gremios, hospitales, iglesias, misiones, parroquias, presidios y recogimientos de la Nueva España.

A partir del segundo número incluyó una sección con los “libros nuevos de México” y “los libros nuevos” que se recibían de España y también agregó noticias de Europa, en especial de Madrid, París y Roma. La información sobre los libros que llegaban a la ciudad de México representa un testimonio de su cultura escrita.

La Gaceta de México se publicó con privilegio en la imprenta de los herederos de la viuda de Miguel de Rivera Calderón. Esto significaba que sólo esta imprenta podía imprimirla. Cada número, en 4º, tenía ocho páginas numeradas. Entre las causas que se le atribuyen a la suspensión de este periódico están la pérdida del capital del editor y la escasez de papel, situación muy frecuente durante el periodo colonial. La colección de los seis números se conserva en la Biblioteca Palafoxiana de Puebla.

El historiador Francisco González de Cossío, quien localizó los números 2, 3, 4, 5, y 6 de la Gazeta Nueva de Madrid, correspondientes a los martes 18 y 25 de marzo y 1, 8 y 15 de abril de 1727, opinó que este periódico, que reimprimía don José Bernardo de Hogal, se publicó “para llenar la laguna que había dejado la desaparición de la gaceta de Castorena”.[10] El número 5 se encuentra en la Biblioteca Medina de la Biblioteca Nacional de Chile, en Santiago.[11] Al año siguiente de esta publicación periódica el presbítero Juan Francisco Sahagún de Arévalo y Ladrón de Guevara empezó a editar la Gazeta de México. Había nacido en la ciudad de México, se graduó “en las facultades de philosofía y sagrada teología” en la Real y Pontificia Universidad de México y llegó a ser canónigo penitenciario del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. De 1728 a 1739, “a imitación de las cortes de la Europa”, publicó mensualmente la Gazeta de México, excepto en julio de 1728, cuando sacó dos números.

Esta Gazeta de México fue publicada con licencia y privilegio, otorgado por el virrey, en la imprenta de José Bernardo de Hogal. Conservó el mismo formato y el orden de las noticias que la primera gaceta, con la novedad del escudo de armas de la ciudad de México en la portada de cada número. Para esta ilustración el impresor empleó cuatro distintos grabados en madera.

Sahagún de Arévalo siguió el ejemplo de Castorena para recabar datos. En la Gaceta de enero de 1730 volvía a pedir, como lo había hecho en el primer número, “a los señores Presidentes, Gobernadores, Alcaldes Mayores y demás prelados de las capitales” le informaran “de las novedades de sus distritos, estrenos, fundaciones, orígenes de imágenes milagrosas y demás que fuere digno de la luz pública”.[12] El impresor José Bernardo de Hogal reunió los números del 1 al 33[13] en el Compendio de noticias mexicanas con índice general de todas... las gazetas de México, “para que con más facilidad y certidumbre puedan formarse las chrónicas e historias de todas las provincias de este reyno”. Hogal dedicó este Compendio a don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta, arzobispo de México, porque las había dado a conocer en Sevilla. En el prólogo al lector informó de la utilidad de las gacetas.

El índice fue preparado por Sahagún “para los que quisieren enquadernar las treinta y siete Gazetas” y “para que sin el trabajo de recurrir a la foxa, se hallen en él las fundaciones y cosas notables que en todo el triennio se contienen”.[14] Sahagún continuó con la publicación de la Gazeta de México sin interrupciones durante nueve años más, hasta que a partir del número 146 decidió cambiar su título por el de Mercurio de México. Con este nombre salieron doce números entre 1740 y 1742. En resumen, Sahagún escribió las Gazetas de México durante quince años.

Los índices que preparó Francisco González de Cossío para la edición de las Gacetas en 1949 y 1950, por la Secretaría de Educación Pública, facilitan su consulta y nos permiten enterarnos de la diversidad de asuntos que describían sobre academias, archicofradías, capillas, cárceles, cementerios, cofradías, colegios, concilios, congregaciones, conventos, curatos, embarcaciones, epidemias, escuelas, fiestas, haciendas, hermandades, hospitales, iglesias, islas, misiones, órdenes religiosas, palacios, parroquias, plazas y plazuelas, portales, presidios, puentes, puertos, recogimientos, ríos, santuarios, seminarios, torres, tribunales, valles y villas.

En el Mercurio de México apareció un nuevo género de entretenimiento, los enigmas. De acuerdo con Antonio Alatorre, los enigmas que escribió Sor Juana Inés de la Cruz se dirigían a “un grupo selecto de aficionados a sutilezas poéticas” y eran “preguntas destinadas a hacer pensar”[15] Los enigmas que publicaba el Mercurio de México eran preguntas presentadas en forma de poemas, como la “dézima” que apareció en el número 146: 

Dézima

El author pregunta: qual 
Será entre todos aquel, 
Thesoro, que no encuentre él
En duración otro igual?
De él tocan en general 
El bautizado, el gentil
El noble, el plebeyo, el vil
Y quantos con su arrebol
Alumbra esse gran farol.
O esse dorado candil.[16]

En este mismo número Sahagún de Arévalo reiteraba “su suplica a los señores presidentes, gobernadores, alcaldes mayores, y prelados, le participen las noticias acaecidas en sus distritos, para que... se comuniquen al público en los meses futuros”.

En el siguiente número Sahagún de Arévalo informó que “un primoroso ingenio de esta Corte, que ha pedido no se diga su nombre, declarando el enigma precedente, dice y bien, que es la esperanza: y el mesmo propone el siguiente”: 

Dézima

Mi virtud, es un aliento
De un ser en todo implicante,
Pues doy el pasto abundante,
Limitando el alimento:
Este escaseo, aquel aumento,
De integridad no me aparto,
Quanto aquí carezco, allí harto,
Y en tiempos (por ciertos modos)
Hago me conozcan todos
Aun sin salir de mi quarto.[17]

El bibliógrafo José Toribio Medina localizó las Gazetas y los Mercurios de Sahagún de Arévalo en la Biblioteca Palafoxiana.

Dos personajes desarrollaron en el siglo xviii otros géneros de periodismo, el literario y el científico. En 1768 don José Antonio Alzate y Ramírez publicó ocho números del Diario Literario de México y entre 1772 y 1773 trece números de Asuntos Varios sobre Ciencias y Artes. Por su parte, el doctor don José Ignacio Bartolache, también entre 1772 y 1773, sacó dieciséis números del Mercurio Volante con Noticias Importantes Curiosas sobre Varios Asuntos de Física i Medicina.

Roberto Moreno de los Arcos, un historiador mexicano que se interesó por estos dos personajes, dejó trabajos muy completos sobre sus vidas y obras. Este artículo recupera las investigaciones de Moreno de los Arcos. En el trabajo “Un eclesiástico criollo frente al estado borbón”[18] evoca el ambiente de la Nueva España en el que vivió don José Antonio Alzate, quien nació en 1737, en Ozumba, dependiente de la jurisdicción de Chalco. Pasó su infancia en la ciudad de México, donde estudió filosofía en el Colegio de San Ildefonso. En 1753 recibió el grado de bachiller en artes y en 1756 obtuvo el de bachiller en teología por la Real y Pontificia Universidad de México. Más tarde, en 1760, se ordenó sacerdote.

Aunque realizó encargos para dos obispos, Francisco Antonio de Lorenzana y Alonso Núñez de Haro y Peralta, la clave de la vida de Alzate, según creía Moreno de los Arcos, estuvo en su amorosa entrega a la sociedad de su tiempo. Por ejemplo, dispuso y dedicó “para la utilidad pública” el Diario Literario de México, cuyos ocho números, en 4º, fueron publicados semanalmente entre marzo y mayo de 1768, con las licencias necesarias, en la imprenta de la Bibliotheca Mexicana.[19] 

En el prólogo que Alzate dirigió al “señor público” advirtió que no debería extrañar “la simplicidad del título”, pues en lugar de Diario Literario podría darle otro como “Inspector literario de esta Nueva España”, pero que se abstenía de poner “títulos extravagantes”. Aclaró que en esos años ya no se discutía la “utilidad de los Diarios”, que era evidente por el aprecio que hacían “las naciones sabias” de ellos. Comunicó la información que tenía de “los diarios o jornales de Europa”, donde unos se dedicaban a ofrecer “un extracto de las obras” que se imprimían “de toda literatura”; otros exponían “las obras de los mayores physicos y matemáticos”, y otros más trataban de la agricultura, el comercio y la navegación, y de todo aquello que tenía “relación con el bien público”.

En su DiarioAlzate se propuso publicar “un extracto” de las obras que se imprimieran “con aquella crítica que es necesaria”; también daría “un compendio de los muchos manuscriptos muy excelentes, que se hallan depositados en los archivos del olvido”; ayudaría a mejorar la agricultura, el comercio y la minería de la Nueva España, al incluir en su Diario “advertencias sobre las siembras y cría de ganado”; prometía dar algunas noticias sobre la geografía americana y sobre la “historia natural de este Reyno”, sin olvidar ofrecer “algunos remedios muy especiales” que se encontraban en “los libros y jornales estranjeros”.

Alzate esperaba “que las personas eruditas” le enviaran algunas observaciones o noticias particulares a la imprenta en la que se editaba el Diario. Después de haber expuesto “el plan general de la obra”, Alzate informó de las reglas a las que se sujetaría: su crítica sería benigna; no sólo serviría al público de los literatos sino también a la gente del campo; pedía que le señalaran sus faltas; en las traducciones pondría el nombre del autor para que la gente pudiera cotejar la obra; no sería un censor pero sí crítico; exhortaba a que alguien pudiera continuar el Diario; trataría a los envidiosos que le escribieran “versillos y pasquines... con el mayor desprecio”, y ofrecía publicar su jornal cada mes.

Los asuntos de esta publicación no fueron exclusivamente literarios. El número del 18 de marzo estuvo dedicado a comentar las “Cuestiones Theologico-Physicas, defendidas en la ciudad de Querétaro por el R. P. Fr. Joseph de Soria en enero de 1768”. En el tercer número del 26 de marzo publicó unas “Reflexiones sobre la utilidad que las bellas letras pueden sacar de la Sagrada Escritura y sobre la primera edad del mundo”. El Diario Literario recogió en el número 4 una “Breve descripción de Sonora”, escrita por el mismo Alzate.

En este número insertó una crítica sobre el abuso de los almanaques, escrita por un lector que firmó “El Anti Astrólogo”. Este lector se quejaba de “ciertos abusos” que tenían “las mugeres del país, dimanados de la fe ciega, que daban a estos librillos propheticos” o pronósticos, “que disfrazados con el título de Calendarios” salen a principio de año, “anunciando a diestra y a siniestra, fiebres, dolores de costado, fluxiones y otras muchas enfermedades, a que está sujeta nuestra humana naturaleza”. Como respuesta a esta queja sobre los “librejos” que “tantos sustos” causaban “al bello sexo”, Alzate publicó la traducción del “Discurso de Monsieur Saverien sobre astrología”.

En el quinto número, del 19 de abril, Alzate incluyó un artículo suyo sobre el “Estudio de una máquina destinada a desaguar las minas”; en el número 6, fechado el 26 de abril, publicó sus “Observaciones physicas sobre el terremoto acaecido el quatro de abril”, y en el número 7 del 4 de mayo la “Memoria sobre el beneficio y cultivo del cacao”, además de un “Método para probar la bondad de los reloxes de bolsa”. Los números de este periódico, excepto el número 8, se encuentran en la Biblioteca Pública del Estado en Guadalajara, encuadernados al principio del tomo primero de la Gaceta de Literatura de México.

De acuerdo con María del Carmen Ruiz Castañeda, una gran historiadora de la prensa en México, el Diario Literario de México respondió “al plan enciclopédico, divulgador y filantrópico de las publicaciones españolas de la misma índole que se generalizaron rápidamente en las colonias”.[20]

Parece que fue suspendido por el virrey de la Nueva España, marqués de Croix, porque el número 8 publicó unas líneas en las que se comparaba “el estado de civilización de la metrópoli con el de la Nueva España” y se replicaba a “un juicio despectivo sobre los americanos publicado en un periódico de Madrid”.[21] 

Cuatro años después, entre 1772 y 1773, Alzate preparó trece números de otra publicación periódica, de carácter científico, llamada Asuntos Varios sobre Ciencias y Artes. La dedicó al rey Carlos iii y la publicó “con las licencias necesarias” en la imprenta de la Bibliotheca Mexicana.[22]

Patricia Aceves Pastrana, investigadora que revisó el contenido de esta obra, encontró “gran influencia de los autores franceses en los artículos publicados” por Alzate y un interés por difundir en la Nueva España nuevos conocimientos.[23] Le llamó la atención el número 3, que incluía el “Artículo sobre el uso del cáñamo entre ciertos indios mexicanos”, en el que Alzate describió, con base en trabajos de autores europeos, “los efectos narcóticos experimentados por los indígenas al consumir la mezcla de las hojas con las semillas conocidas como pipilzitzintlis”.[24]

En los mismos años que Alzate publicaba Asuntos Varios sobre Ciencias y Artes el doctor don José Ignacio Bartolache trabajaba en la edición del Mercurio Volante con Noticias Importantes Curiosas sobre Varios Asuntos de Física i Medicina. Publicó 16 números en 4º, con las licencias necesarias, en la Imprenta de don Felipe de Zúñiga y Ontiveros.[25] Dedicó este periódico al virrey don Antonio María de Bucareli y Ursúa, quien le había concedido el privilegio para publicarlo.

José Ignacio Bartolache y Díaz de Posadas nació en Guanajuato el 30 de marzo de 1739, estudió como Alzate en el Real Colegio de San Ildefonso y después en el Colegio Seminario, de donde fue expulsado por seguir las obras de Melchor Cano. Entonces “la familia Osorio le dio albergue y comida y Joaquín Velázquez de León lo instó a estudiar medicina y le proporcionó libros de esa facultad”.[26] En 1766 Bartolache consiguió el título de bachiller en medicina y en 1768 sustituyó a Velázquez de León en la cátedra de “astrología y matemáticas”, que impartía en la Real y Pontificia Universidad. Un año más tarde publicó sus Lecciones matemáticas y en 1772 obtuvo los grados de licenciado y doctor en medicina.

Después de esta preparación académica Bartolache decidió publicar un periódico médico ilustrado; éste fue el Mercurio Volante, cuyo primer número apareció el sábado 17 de octubre de 1772 y logró mantener una periodicidad más o menos semanal, durante 16 números, hasta el miércoles 10 de febrero de 1773. Roberto Moreno de los Arcos advirtió que no se trataba de un texto incomprensible de medicina, sino de un periódico ilustrado que ofreció muchos temas y que podía “ser leído y gozado perfectamente por los no especialistas”, ya que sus lectores encontrarían “un manantial de informaciones” y disfrutarían “de ratos de verdadero solaz”. El primer número contiene la presentación del periódico, que se difundía públicamente pues “la renovación que se intentaba por los ilustrados españoles” tardaría en llegar a América. A semejanza de Alzate en su primer periódico, aclaró que no se ocuparía en lo absoluto de la política, “con la metáfora de Mercurio como mensajero, que a eso se limitaba”.

En el segundo número Bartolache explicó que escribía para el vulgo y también para las mujeres y en castellano. Criticó “los sistemas de enseñanza vigentes en la Nueva España” y habló de lo que era la buena física, “entendida ésta como la ciencia que se ocupa del conocimiento de los cuerpos, animados e inanimados”. También criticó a Descartes y elogió el sistema de Newton. En los números 3 y 4 se ocupó de los dos instrumentos que le parecían “de mayor utilidad para la medicina, a saber, el termómetro y el barómetro”. El número 5 estuvo “dedicado a la defensa del arte médico”. También es una refutación de las opiniones sobre medicina del ilustrado español Benito Jerónimo Feijoo.

Para Moreno de los Arcos el número 6, que contiene unos “Avisos acerca del mal histérico que llaman latido”, es “uno de los más interesantes escritos de Bartolache”. Para entenderlo habría que tener en cuenta la reforma de los conventos de monjas con la pretensión de reducirlas a la “vida común” que emprendieron los obispos mexicanos Francisco Antonio Lorenzana y Alonso Núñez de Haro.[27] Los avisos de Bartolache sobre el mal histérico “tienen mucho de observación psicológica. A fin de cuentas, si se leen con cuidado, se limita a curar la histeria combatiendo sus causas: exceso de dulces y golosinas, ropa apretada que impide hacer ejercicio, falta de condiciones higiénicas y acostarse y levantarse tarde.”

Bartolache publicó, en el número 7, un escrito anónimo que criticaba a su propio periódico, el Mercurio Volante, y a los Asuntos Varios de Alzate. En los números 8 y 9 presentó la historia del pulque, del 11 al 14 la traducción de los “Consejos para vivir mejor” y en los dos últimos números, el 15 y el 16, una memoria sobre la importancia de la anatomía para la medicina.

Tanto los Asuntos Varios de Alzate como el Mercurio Volante de Bartolache desaparecieron en 1773 y sólo hay noticia de un nuevo periódico en 1777. Se trata de las Advertencias y Reflecciones Varias Conducentes sobre el Buen Uso de los Reloxes y Otros Instrumentos Matemáticos, Físicos y Mecánicos, papeles periódicos escritos por don Diego de Guadalaxara Tello. Supongo que los publicó en la Imprenta de don Felipe de Zúñiga y Ontiveros, que se encontraba en la calle de La Palma, como se indica en el número 2 del 12 de junio, en 4º y con ocho páginas, que conoció el bibliógrafo chileno José Toribio Medina.[28]

Las colecciones de estos últimos tres periódicos se conservan en la Biblioteca Medina de la Biblioteca Nacional de Chile, en Santiago.

Después de la desaparición del Mercurio de México un impresor con gran experiencia, don Manuel Antonio Valdés y Munguía, decidió continuar en 1784 con la publicación de las Gazetas de México, Compendio de Noticias de Nueva España, “por las muchas utilidades que traen a las Repúblicas, motivo porque se ha propagado tanto su uso”.[29]Valdés nació en México en 1742 y en 1764 ya trabajaba como impresor en el Real Colegio de San Ildefonso. Después de la expulsión de los jesuitas, en 1767, comenzó a desempeñarse como impresor y editor en la casa de don Felipe Zúñiga y Ontiveros, donde llegó a ser el administrador de la imprenta y encargado de la librería o “tienda pública de devocionarios en la calle de la Palma”.[30] Esta casa, primero con don Felipe al frente, luego con sus herederos y después con don Mariano, su hijo, editó las Gazetas.

El virrey don Matías de Gálvez concedió a Valdés el privilegio para publicar la Gazeta el 22 de noviembre de 1783. Al mismo tiempo envió el expediente al rey y le escribió el 27 de agosto de 1784 para decirle que la Gazeta le parecía muy útil siempre que se limitara a  

noticias indiferentes: entradas, salidas, cargas de navíos y producciones de la naturaleza; elecciones de prelados, de alcaldes ordinarios; posesiones de canónigos y otras particularidades apreciables que en un país tan dilatado ocurren. Todo esto se olvida a poco tiempo y entre mucha inutilidad y fruslería que encuentra siempre en todos los escritos de esta clase, será éste un medio de conservar aquellos sucesos públicos que después de cierto tiempo se olvidan y conviene perpetuar en la memoria.[31]

Por real cédula del 4 de febrero de 1785 el rey aprobó el permiso concedido a Valdés para la publicación de la Gazeta, sobre todo porque el virrey había tomado “las precauciones oportunas” para que no se publicaran “noticias en orden a los insultos de los bárbaros apaches” y otras que pudieran ocasionar “algún inconveniente”. El rey creía que la Gazeta podría “hacerse más interesante” con “algunos artículos a tratar con toda exactitud de puntos geográficos del país y curiosidades de su historia natural, procediéndose en ello con la circunspección que conviene”.[32]

En la Biblioteca Pública del Estado en Guadalajara se conserva la colección completa de los dieciséis tomos que incluyen los números y los suplementos que publicó Valdés de 1784 a 1809. El siguiente cuadro muestra las fechas de cada tomo, los números, los suplementos y los índices de cada uno, así como los nombres de los virreyes a los que estuvieron dedicadas las Gazetas y los de los impresores que las editaron de 1784 a 1799:

CUADRO 2. Gazeta de México, 1784-1799

Las Gazetas de 1784 a 1799 están agrupadas en diez tomos, que comprenden dos años cada uno, excepto los tomos 6 y 7, que concentran 1794 y 1795, respectivamente. Valdés dedicó sus Gazetas a los virreyes, no sólo porque lo apoyaron sino para que el público, al ver los escudos de armas de aquéllos, no las despreciara ni destruyera, como siempre se ha hecho con “todo papel periódico”, y más bien las archivara, pues las consideraba “útiles documentos”. Desde el prólogo del primer número aceptó que el oficio de escribir era “difícil y arriesgado”, así como que organizar cada número de la Gazeta implicaba mucho trabajo. “En el corto periodo de tres días se han de recibir y coordinar las noticias, se han de revisar y dar a luz por medio de la imprenta.”

Valdés le alentaba saber que se dirigía a un “público tan ilustrado”, que informaría de lo que era una Gazeta, “una colección de noticias del día”, ya fueran de “unos sucesos peregrinos y ya de unos regulares acontecimientos, que no se escriben para un lugar determinado; sino para un Reyno entero”. Agregaba que esta colección, “memoria de innumerables cosas”, serviría también a futuros lectores.

Para ayudarse en los gastos que implicaba la publicación de la GazetaValdés “convidó a una general suscripción”, una estrategia empleada en los últimos años del periodo colonial para conseguir la edición de libros y publicaciones periódicas.

Valdés imitó el “estilo y método” y formato de las gacetas anteriores, pues concentró las noticias de acuerdo con el lugar de origen, aunque en estas nuevas Gazetas más poblaciones informaron de asuntos sobresalientes. Para recopilar las noticias recurrió a “la vía superior del gobierno”, que ordenaba a los gobernadores y justicias las enviaran a Valdés. Esto no dio buenos resultados porque veían “con indiferencias las órdenes del gobierno”.

Todo parece indicar que en 1791 a “los gobernadores y justicias” se les olvidaba enviar “sucesos y noticias” al editor de la Gazeta. Por esta razón el virrey, conde de Revillagigedo, les envió la siguiente orden:

Todos los países cultos de la Europa han adoptado como verdadero medio para la instrucción universal y pública el de hacer saber en gazetas semanarias ya hallazgos útiles a la humanidad y a las ciencias; ya sucesos raros o asombrosos que sirven o para la detestación o para el buen exemplo y ya noticias de las demás potencias que hacen conocer la constitución de los reynos, satisfaciendo el gusto de los curiosos en qualquier distancia.
Semejante ramo de ilustración, no establecido en éstas hasta muy pocos años hace, fue recibido con general aceptación: mereció que s[u] M[agestad] se dignase aprobarle y es ciertamente digno de que se sostenga; pero no podrá corresponder a la esperanza de sus utilidades y ventajas mientras se escaseen a su autor sucesos y noticias con que llenar dicho papel periódico.
Ya ha circulado este gobierno dos veces órdenes eficaces al intento y la última se acompañó una instrucción igual a la adjunta, relativa a las noticias que pudieran darse, prescribiendo el método y reglas con que debían remitirse. Todos los prelados, gefes y ayuntamientos de estos dominios contestaron el recibo con la oferta de concurrir al buen efecto; pero sin embargo, el establecimiento se halla en suma decadencia, por la inobservancia que experimenta el gazetero, porque se miran con indiferencias las órdenes del gobierno en esta parte.
Cerciorado de esta verdad y de que por falta de noticias se llena algunas veces la gazeta con muchas muy poco o nada interesantes, me ha parecido ya este asunto digno de recomendarse nuevamente: en cuya virtud prevengo a u[sted] que valiéndose de quantos arbitrios y sugetos gradúe propios y aptos, disponga que del distrito de su jurisdicción se remitan al gazetero las novedades y ocurrencias dignas de hacerse públicas conforme a la instrucción de que remito a u[sted]...
Dios guarde a u[sted] muchos años. México 31 de mayo de 1791.[33]

Esta orden estuvo acompañada de la “Instrucción” a que deberían “arreglarse los señores gobernadores, intendentes y demás justicias para la formación de noticias de geografía e historia civil y natural del reyno de Nueva España”, que el rey quería se insertaran y publicaran en la gazeta que se imprimía en la ciudad de México. Esta “Instrucción” exponía los diez puntos que debería contener la “Descripción topográfica de la ciudad, villa o lugar H”, así como un ejemplo detallado, y las once notas que habría que tomar en cuenta al describir la geografía de una población. Estos datos servirían para integrar la “primera clase de noticias”. Para formar la “segunda clase” los secretarios de los ayuntamientos debían enviar cada semana al editor información sobre:

Entradas y posesiones de los primeros gefes de una ciudad, villa &. 
Elecciones de alcaldes ordinarios, regidores, diputados de minería y demás de los ilustres ayuntamientos. 
Razón sobre siembras, cosechas, temporales prósperos o adversos, abundancia o decadencia de frutos de primera necesidad: razón de sus precios, posturas de pan, carne y demás siempre que se varíen; y razón de consumos por tercios de año. 
Razón individual de cualquiera fábrica pública que se comienze y concluya, así de templos, como de puentes, acequias, fuentes, caminos & significando el fin y la persona o personas a quienes se deba y qual sea el provecho que le resulte al público. 
Descubrimiento de minas, nuevos inventos de utilidad común &. 
Todo acaecimiento peregrino en cualquiera de los tres reynos animal, vegetal y mineral. 
Muertes de los sugetos expresados en el primer párrafo.

La tercera clase de noticias se formaban con los asuntos eclesiásticos: 

Entradas y posesiones de los ill[ustrísi]mos señores diocesanos y capitulares. 
Elecciones de los jueces hacedores y claveros de los respectivos cabildos. 
Oposiciones y votaciones de canongías. 
Edictos que se publiquen. 
Fiestas que se celebren por algún motivo extraordinario. 
Celebración de capítulos y elecciones de abadesas. 
Muertes de todos los sugetos expresados. 
Razón, dando principio el primero de enero próximo venidero, por tercios de años, de los matrimonios, nacidos y muertos de las ciudades cabezas de arzobispado u obispados, con razón individual de las enfermedades que más reynen; y si se ha descubierto algún remedio para su curación. 
Razón de las especies de los reales diezmos y su importe luego que se califiquen sus sumas por los respectivos contadores de las catedrales.

La revisión de las Gazetas de México de 1784 a 1799 es el mejor testimonio para comprobar si el editor recibió estas noticias, escritas “y dobladas en el tamaño regular de una carta”, donde se le pondrían “dos faxas de papel en cruz y sobre la primera se rotularía Al autor de la gazeta = México”.

El primer tomo incluyó noticias de 1784 y 1785 de México, Puebla, Oaxaca, San Luis Potosí, Acapulco, Veracruz, Guadalajara, Zitácuaro, Teotitlán del Valle, Sayula, Tulancingo, Guanajuato y España. Además informó de provisión de plazas, real caja, estado y variaciones de la atmósfera, observaciones físicas, inventos, noticia de la grana en Oaxaca, encargos y libros nuevos.

El tomo segundo, además de proporcionar asuntos de ciudades y pueblos de la Nueva España de 1786 y 1787, ofreció noticias sobresalientes entre las que se encuentran una “Carta del Dr. D. Joseph Ignacio Bartolache”; la “Explicación de una medalla que el... cuerpo de la minería de la Nueva España dedicó al Rey...”; el “Compendio de la Historia del Descubrimiento y Conquistas de la Nueva España”; la nota del caudal de indios, de los repartimientos de 1785 y 1786, impuesto en el Banco Nacional de San Carlos; la historia de las calenturas epidémicas de 1786; el aviso al público del doctor don José Ignacio García Jove del Real Tribunal del Protomedicato sobre el bautizo de los que nacen por aborto o mal parto; la “noticia muy útil sobre la enfermedad del cáncer”; la “advertencia” que hacía “una persona afecta a la poesía y bellas letras”; “el “modo de hacer la cerveza y otras bebidas semejantes”; los decretos del rey por los que creaban dos secretarías de estado y del despacho de Indias; el “prospecto de dos obras de Eusebio Beleña”; el “origen y progresos de la nueva fundación del Convento de las Religiosas Capuchinas”; la relación de lo que la Sociedad Patriótica de Veracruz hizo en honor del rey, y los “Apuntes de algunas de las gloriosas acciones del Exmo. Señor D. Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, virrey, gobernador...”, que escribió en un “romance heroico” don Manuel Antonio Valdés

Este segundo tomo incluía artículos que se referían específicamente a 1786, “Año del hambre”, como el “Estado de las cantidades de pesos que el arzobispo Dr. D. Manuel de Flores” dio para siembras de maíz, frijol y otras semillas de riego, medio riego y temporal para cincuenta curatos y una “carta histórica sobre siembra exterior de maíz y otras precauciones para futuro contra la escasez”. 

El tomo tercero, de 1788 y 1789, incluyó una variedad más amplia de noticias, además de las que enviaban las poblaciones: la “real cédula para... la impetración y concesión de licencias de oratorios domésticos, así urbanos, como rurales y que en cuanto a capillas rurales, procedieran los ordinarios con sólo el acuerdo y consentimiento de los vice-patronos”; la “relación del incendio acaecido en la ciudad de la Nueva Orleáns”; decretos y órdenes de la Secretaría de Cámara y Virreynato; la “razón de los buenos efectos conseguidos con el sudor provocado por el vapor de la paila de jabón de salitre”; los “exercicios públicos de botánica que sustentaron en la Real y Pontificia Universidad tres discípulos del Real Jardín Botánico”; el estado del Hospicio de Pobres; la “descripción del volcán de Jorullo”; la “observación de D. Pedro Carvajal”, cirujano del Hospital General de San Andrés, para manifestar “haber curado un cáncer confirmado con el extracto de cicuta”; el “resumen general de los caudales, frutos y efectos que han entrado en España de la América desde agosto de 1759 hasta diciembre de 1787”; el “resumen de lo acuñado en oro y plata en la Real Caxa de Moneda”, y el “discurso sobre la luz septentrional”, que se vio en la ciudad de México el 14 de noviembre de 1789 entre 8 y 9 de la noche. 

El editor, don Manuel Antonio Valdés, incluyó en las Gazetas una carta que el doctor Huxan le envió sobre el uso del vino. Del tomó dos artículos, uno sobre el “remedio en la pulmonía y en la calentura ética” y otro sobre un nuevo febrífugo “para cortar las tercianas y otras calenturas intermitentes, cuyos paroxismos y accesos resisten al medicamento de la quina”. En el tomo tercero también se pudo seguir la polémica entre don José de Alzate y un discípulo del Jardín Botánico sobre el Sistema de Linneo; leer la descripción de una “expedición botánica por el reyno”, y enterarse de las embarcaciones que habían salido de Veracruz y Acapulco, “con expresión de sus principales cargamentos”, así como de los “frutos y efectos” que habían entrado en los puertos de Veracruz, Acapulco y San Blas. Estos asuntos aparecerían cada año en la Gazeta de México

El tomo cuarto, con las Gazetas de 1790 y 1791, reunió, además de las noticias “de cajón”, unas “reflexiones políticas sobre las loterías”; un resumen de las fiestas que celebró la ciudad de México por la proclamación de Carlos iv; una real cédula sobre la educación, trato y ocupaciones de los esclavos en todos los dominios españoles; un artículo relativo a “la utilidad del estudio de la verdadera y sólida física para las ciencias y artes”; otro sobre recolección de basura; del Diario de Madrid una noticia referente al establecimiento de serenos “desde las 8 de la noche en invierno y desde las 10 en verano hasta el amanecer”. También presentó un “Reglamento sobre la prevención de incendios en la ciudad de México”, lo referente a la beatificación de fray Sebastián de Aparicio y otros artículos del Memorial Literario de Madrid. La Gazeta también propuso una suscripción para el “plano general de la ciudad de México, que de orden del virrey conde de Revilla Gigedo levantó don Diego García Conde”. 

El tomo quinto ofreció en las Gazetas de 1792 y 1793 noticias sobre las “cantidades de oro y plata acuñadas en la Real Casa de Moneda de México”; la lista de las personas nombradas para alcaldes de los 32 “quarteles menores” de la ciudad de México; un “estado del hospital general de San Andrés” de esta ciudad; la “razón de los tercios de grana y granilla” que se han registrado en la ciudad de Oaxaca; una real cédula sobre “vacantes en Indias”; un convite literario traducido; una real cédula sobre el comercio de negros; información de una publicación periódica, Diario de los Nuevos Descubrimientos de Todas las Ciencias Físicas que Tienen Alguna Relación con las Diferentes Partes del Arte de Curar, publicada en Madrid; una real cédula sobre la fundación del colegio de nobles americanos en la ciudad de Granada, y las noticias de las donaciones del obispo de Guadalajara, fray Antonio Alcalde, y la fundación de la Real Universidad de Guadalajara y su misa inaugural. 

A partir de este tomo empezaron a salir “noticias de ciudades europeas extraídas de la Gazeta de Madrid” y “de las Gazetas inglesas de Jamaica”, así como edictos del Santo Oficio “sobre libros prohibidos aun para los que tienen licencia” y listas de “libros prohibidos mandados expurgar”. En este tomo se propuso un “plan de suscripción a la colección de estampas sacadas de los mejores cuadros que tiene Su Magestad en sus palacios y sitios reales”. 

En las Gazetas de 1795, reunidas en el tomo vii, además de las colaboraciones regulares se publicó un “Estado del número de tercios, barriles y piezas de la introducción de efectos o géneros que ha habido en esta capital durante el próximo pasado 1794...”; una “carta de un aficionado a la botánica”; un artículo sobre “la curación del vómito o mal de Veracruz, experimentada a la vista de tres enfermos por D. Manuel Morfi”; el “Reglamento para carruajes y requas” que iban de México a Toluca, y la “Disertación práctica de la generalidad de los vientos que se experimentan en Veracruz con algunas observaciones del barómetro sobre los nortes dedicada por su autor el capitán de Veracruz, D. Bernardo de Orta, al Sr. virrey, marqués de Branciforte y mandada publicar por S. E. por lo que pueda convenir a los navegantes su notoriedad”. Casi todas las Gazetas de este año publicaron listas de los donativos que le dieron al rey oficinas reales de la ciudad de México y vecinos de las poblaciones del virreinato. También apareció en la Gazeta el “Tratado definitivo de paz. Concluido entre el rey nuestro señor y la república francesa firmado en Basilea a 22 de julio de 1795”. 

El tomo viii, con 47 números y cinco suplementos, cubrió noticias de 1796 y 1797 tales como el “retrato histórico de la muerte de M. Voltaire, sacado para desengaño de sus perversos sectarios”; la “disertación apologética sobre la inoculación de las viruelas; el anuncio de la nueva edición del Quixote, editada por Gabriel de Sancha en Madrid; el de don Joseph Olaeta sobre el obrador donde había instalado “un nuevo invento general de la limpia permanente de plata y demás metales”; una “instrucción de un facultativo, residente de muchos años en el Perú, sobre los diversos aspectos en que debe distinguirse la quina y sus respectivas virtudes para su mejor uso”; la descripción de las fiestas celebradas “con motivo de la solemne colocación de una estatua equestre de... Carlos iv en la plaza mayor”; listas de “oficios vendibles y demás efectos que se están pregonando en la Real Almoneda”; la “descripción de fuentes de agua sulfurosa en Xochitepec”, y el “Método claro, sencillo y fácil para practicar la inoculación de viruelas”, presentado por el Real Tribunal del Protomedicato de Nueva España. 

El tomo ix también reunió información de dos años, 1798 y 1799. En seguida vemos unos ejemplos: la “real cédula sobre el refugio en lugares sagrados”; la “nueva subscripción que a la historia de D. Quixote de la Mancha, compuesta por Miguel de Cervantes Saavedra”, publicada por don Gabriel de Sancha; la “razón de los ex jesuitas del Reyno de Nueva España que han fallecido” entre 1778 y 1796, y la noticia de la muerte de José Antonio Alzate. Entre los suplementos aparecieron “noticias del Puerto de Veracruz, embarques y descargas”; un “decreto del virrey para economizar papel”, y otro “decreto del rey pidiendo más fondos para la guerra”. 

Las noticias de los tres últimos meses de 1799 se publicaron en el tomo x. Destacan el “discurso sobre los volcanes... para dar principio al acto de mineralogía que tuvieron los alumnos del Real Seminario de Minería” y que leyó don Andrés Manuel del Río; la “Relación de un globo de fuego, que se observó en San Luis Potosí... con algunas reflexiones sobre este meteoro” y el “Extracto de un viage hecho por el arquitecto D. Luis Martín”. 

Don Manuel Antonio Valdés continuó publicando la Gazeta de México en el siglo xix y ofreciendo una diversidad informativa, incluyendo notas sobre temas científicos y literarios. En 1810 se transformó en “Gazeta del Gobierno de México, es decir, se convirtió en instrumento del poder público”.[34]

No debemos olvidar a don José Antonio Alzate, quien entre 1784 y 1787 colaboró en la Gaceta de México y a partir de marzo de 1787 inició la publicación de su tercer periódico, Observaciones sobre la Física, Historia Natural y Artes Útiles. Para esta fecha había sido nombrado socio correspondiente de la Academia de las Ciencias de París, de la Sociedad Vascongada y del Real Jardín Botánico de Madrid. Las Observaciones fueron publicadas con las licencias necesarias en la imprenta de don José Francisco Rangel. En este periódico empleó un estilo similar al de los anteriores, aunque incluyó “textos más cortos” y se inspiró en uno editado en Francia con el mismo nombre.[35] Publicado en 4°, comprendió catorce números[36] que se encuentran en la Biblioteca Pública del Estado en Guadalajara, encuadernados al final del tomo tercero de la Gaceta de Literatura de México

La investigadora Patricia Aceves Pastrana analizó este periódico en el que localizó artículos relacionados con aspectos aplicados “de la química, la medicina, la farmacia y la metalurgia”. Para la redacción de estos artículos Alzate, como lo había hecho en los periódicos anteriores, consultó sobre todo a “autores franceses”.[37]

En 1788 José Antonio Alzate tenía tras de sí una larga carrera de servicio al estado y “era un hombre de amplia sabiduría”, que “gozaba del reconocimiento de sus contemporáneos”, cuando inició su gran obra: la Gazeta de Literatura de México. En la Biblioteca Pública del Estado, en Guadalajara, se conserva la colección completa de la primera edición en tres tomos, que incluyen los números y los suplementos que publicó Alzate de 1788 a 1795. El cuadro 3 muestra las fechas de cada tomo, los números, los suplementos y los índices de cada uno, así como los nombres de los virreyes a los que estuvieron dedicadas y los de los impresores que los editaron de 1788 a 1795.

CUADRO 3. Gazeta de Literatura de México, 1788-1795

El Índice de las Gacetas de Literatura de México, que publicaron en 1996 Ramón Aureliano, Ana Buriano y Susana López, aunque se basó en una reimpresión de 1831, en cuatro volúmenes, hecha en Puebla, es muy útil para tener una idea completa de esta publicación periódica. Tres años más tarde, en 1999, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla realizó una edición de las Gacetas de Literatura de México, de la misma reimpresión, en un disco compacto. Tanto el Índice como el disco me ayudaron a conocer mejor este periódico, pero no suplieron el placer de consultar la primera edición en la Biblioteca Pública del Estado en Guadalajara. 

Los tres tomos fueron publicados con la licencia correspondiente por don Felipe de Zúñiga y Ontiveros en la ciudad de México. Las portadas del primer y segundo tomos llevan la fecha de impresión del primer número de cada uno, 1790 y 1792. En la colección de la Biblioteca Pública del Estado el primer tomo no tiene la portada impresa sino una manuscrita con letra de molde. 

En el primer número del tomo primero Alzate indicó, en el prólogo, los objetivos que perseguía con la publicación de la Gazeta de Literatura. Recordó la edición y desaparición de su primer periódico (el Diario Literario de México), aunque no aclaró las razones, “ya sea que le faltasen materiales o que otros motivos le determinasen a la suspensión de sus producciones”. Mencionó que las siguientes “obras periódicas” (los Asuntos Varios sobre Ciencias y Artes que él publicó y el Mercurio Volante de Bartolache) “padecieron semejante achaque” y que su tercera “obra periódica” (las Observaciones sobre la Física, Historia Natural y Artes Útiles) no se divulgaba “con aquella prontitud” que deseaban los interesados en su aplicación. 

Alzate se animó a publicar la Gazeta de Literatura al ver “el aprecio bien justificado que la Gazeta de México” adquiría 

de día en día, a causa de que su autor cumple con exactitud, refiriendo los hechos del tiempo, que permanecerían en el olvido, si no se publicasen por su medio, la utilidad palpable de este ensayo en que su autor habrá experimentado fatigas inexplicables, murmuraciones y demás contratiempos que se sienten por el autor y que no llegan a noticia de los lectores.

Alzate prometía que restringiría su publicación a la literatura y por medio de ella expondría “las memorias y disertaciones acerca del progreso del comercio y de la navegación... de las artes... la historia natural...”. 

En la Gazeta de Literatura Alzate también se dedicaría a hablar de “la vida y hechos de los hombres que han ilustrado a nuestra nación hispano americana”; de “la geografía de la Nueva España”, de “los diarios de viages, que tanto instruyen”; de “los descubrimientos que se han verificado en Europa, así en la física experimental, matemáticas, medicina, química, como también en la agricultura”. Tampoco se olvidaría de la jurisprudencia, de las “pocas antigüedades” que permanecían “de la nación mexicana”, y prometía publicarlas en estampas, si los costos de la impresión lo permitían.

 A don José Antonio Alzate le interesaba conservar los documentos “de la historia de los mexicanos” mediante su publicación en la Gazeta de Literatura, por ejemplo “los escritos del sabio Torquemada, del grande Zigüenza, del colectador Boturini y del insigne Clavijero”; las “curaciones particulares” que aparecían en las gacetas de Europa; el valor de “los comestibles y demás géneros”, así como reseñas de las obras que se publicaban en la Nueva España. 

Alzate esperaba que otras personas colaboraran en su nuevo periódico, donde podrían “exponer sus ideas” y divulgar lo que les pareciera útil. El prólogo terminaba con el aviso de que en el siguiente número se refutarían “las noticias siniestras que acerca de la Nueva España” tenía impresas “el Abate de la Porte”. 

La Gazeta de Literatura incluyó en sus tres tomos casi todos los asuntos que prometió. Investigadores que la han leído y analizado han escrito los siguientes artículos: Patricia Aceves, “La química en las Gacetas de Literatura”; Carlos Viesca y José Sanfilippo, “La medicina en las Gazetas de Literatura”; Ana María Huerta, “La materia médica y la farmacia en las Gazetas de Literatura de Alzate”; Yolanda Lazo y Juan Manuel Espinosa, “Alzate y las matemáticas en las Gazetas de Literatura”; María de la Paz Ramos Lara, “Alzate y la física en sus Gazetas de Literatura”, y Luz Fernanda Azuela y José Omar Moncada, “La geografía en las Gazetas de Literatura de Alzate".[38]

En octubre de 1795 apareció el último número de la Gaceta de Literatura de México, “suspendida por orden superior”. Había durado ocho años y “Alzate se encontraba en ánimo y con proporción de continuarla, según los avisos que insertó para la nueva suscripción”. Roberto Moreno de los Arcos pensó que Alzate tuvo una

premonición... del fin de sus Gacetas, porque en el último párrafo del último número dejó esta frase: “Algunos indiscretos piensan que las noticias que presentan las gacetas son efímeras; no es así, reviven a cierto tiempo y son el verdadero archivo de que se valen los que intentan escribir la historia de un país".[39]

En los tres años y medio que sobrevivió a la desaparición de su periódico, Alzate “dejó de colaborar en la Gaceta de Valdés y se limitó a seguir cumpliendo con su trabajo en el arzobispado”. Su amigo Manuel Antonio Valdés, en el elogio que escribió, encontró en la suspensión de la Gaceta “el motivo de la muerte de Alzate”, el 2 de febrero de 1799.[40]

El público interesado en las Gazetas de México podía encontrarlas en las librerías de las imprentas que las publicaban, la de 1722, de Castorena, en la de los Herederos de la Viuda de Miguel de Ribera Calderón, situada en la calle del Empedradillo; las de 1728, 1729 y 1738, de Sahagún, en la Imprenta de José Bernardo de Hogal, ubicada primero en la calle de La Monterilla y en 1734 en la de las Capuchinas. Después, en 1732, en la Imprenta de los Herederos de la Viuda de Ribera y Calderón y en 1732 y 1733 en la Oficina de María de Ribera, hija de Miguel de Ribera Calderón. Doña María le agregó a su imprenta el título de “Real del Superior Gobierno” porque hacía las impresiones oficiales. También añadió el nombre del “Nuevo Rezado”.[41] Entre 1740 y 1742, cuando la Gaceta cambió su título por el de Mercurio de México, se vendía en la tienda de la Imprenta de la Viuda de Bernardo de Hogal, en la calle de Capuchinas, donde también se expendían las Gacetas de los años anteriores. 

El Diario Literario de México de don José Antonio Alzate se compraba, en 1768, en la Imprenta de la Biblioteca Mexicana de don Juan José Eguiara y Eguren, que funcionaba en el puente del Espíritu Santo, y también en la “librería del Arquillo, frontero al Real Palacio”,[42] mientras que el Mercurio Volante de don José Ignacio Bartolache se vendía en la librería de la imprenta de don Felipe Zúñiga y Ontiveros de la calle de La Palma, donde también estuvieron a la venta en 1777 las Advertencias, de don Diego de Guadalaxara. El Mercurio se encontraba asimismo en el “Cajoncillo de Libros, frente del Portal nuevo de Mercaderes, a medio real cada pliego”, como se indicaba en la última página de cada número. En cambio, el segundo periódico de Alzate, las Observaciones sobre la Física..., estaba a disposición del público en la Imprenta de don José Francisco Rangel, en el puente de Palacio. 

La oficina, el almacén y la tienda de libros de don Felipe de Zúñiga y Ontiveros, de sus herederos y de su hijo don Mariano, fueron las encargadas de vender la Gazeta de México de don Manuel Antonio Valdés desde 1784 hasta 1809. La Gaceta de Literatura de don José Antonio Alzate se expendía no sólo en la Imprenta de los Herederos de José de Jáuregui, en su local de la calle de San Bernardo, sino también en “calle de Las Escalerillas”, donde estaba la imprenta de don Gerardo Flores Coronado, empleado en la administración de correos de México. 

La Gazeta de México también se vendía en Guadalajara. Mariano Valdés, hijo de don Manuel Valdés, publicó, el jueves 1 de julio de 1794, en la Gazeta de México, un anuncio de la imprenta y librería que había establecido en Guadalajara. Informaba que en su oficina seguiría “despachando” gazetas, “así políticas como de literatura”, y que recibiría “las suscripciones” para cualquiera.[43] 

Todas estas oficinas de imprenta, con sus librerías o tiendas de libros, han sido consideradas por François-Xavier Guerra lugares de “sociabilidad, cuya articulación conocemos todavía muy mal”.[44] Es muy probable que las gacetas de México se hayan leído también en los cafés de la ciudad de México, como se leían en los de Madrid. Precisamente el profesor Guerra llamó la atención del lugar predominante que tuvieron la alfabetización y la imprenta en las condiciones que permitieron la revolución de independencia en la Nueva España, que implicó cambios culturales y políticos radicales. Con base en los estudios del historiador inglés Lawrence Stone pensaba que era muy posible que para que hubiera “un proceso revolucionario de tipo moderno” se necesitara “un grado relativamente alto de alfabetización y un desarrollo significativo de la imprenta”.[45] El profesor Guerra consideró que la Nueva España en la época de la independencia era “un excelente campo de observación”, pues la sociedad novohispana estaba pasando de “una cultura predominantemente oral” a una cultura escrita que se iba extendiendo y que afectaba aun a los iletrados. Esta cultura escrita implicaba que las prácticas de lectura y escritura eran cada día más amplias, gracias al aumento de la alfabetización y la difusión de impresos, entre los que destacaron publicaciones periódicas como las gacetas, los diarios y los mercurios.