Enciclopedia de la Literatura en México

Armando de María y Campos

José Luis Martínez
1995 / 19 sep 2018 12:42

Los espectáculos fueron la vocación de Armando de Maria y Campos (1897-1967). A partir de 1920 y hasta su muerte se dedicó a ver y escuchar sistemáticamente, toros, circo y teatro en todas sus modalidades: “de género chico” o de revista y tandas, dramático, de títeres, radioteatro, teleteatro, óperas y conciertos; a reunir libretos, programas y documentos relativos, y a conocer la vida de toreros, payasos, actores, autores, empresarios, pioneros de la aviación y, sobre todo, a relatar lo mucho que vio, leyó y oyó con soltura y desenfado periodístico.

Publicó 81 libros. Comenzó –como casi todos– con tres libros de versos, cinco novelas y tres colecciones de obras teatrales propias. Pero pronto decidió ser un investigador y un cronista del mundo de los espectáculos, y escribió al correr de los años diez biografías, cuatro de ellas de toreros; 48 libros de crónicas; 30 de teatro, diez de toros y 18 varias; cuatro estudios extensos, y siete prólogos o antologías, cuatro de ellas de temas teatrales. Entre tan copiosa producción, en buena parte inaccesible, se destacan algunos libros que merecen recordarse y aun reimprimirse: en primer lugar, su libro más sustancioso, Manuel Eduardo de Gorostiza. Su vida. Su obra (1959), que es la mejor biografía existente sobre nuestro dramaturgo, y tres biografías más: Andanzas y picardías de Eusebio Vela. Autor y comediante mexicano del siglo xviii (1944), y dos que escribió para la colección de Vidas Mexicanas, de Ediciones Xóchitl: Ponciano, el torero con bigotes (1945) y Ángela Peralta, el ruiseñor mexicano (1944). Recoge datos curiosos sobre José Zorrilla en México, su crónica El emperador y el poeta (1956), y sobre otros temas, Manuel Acuña y su teatro (1952), Los payasos, poetas del pueblo (1939), que es una historia del circo en México, desde sus orígenes hasta Cantinflas y La navegación aérea en México. Historia anecdótica (1944), con efemérides sobre la aviación nacional.

Para la olvidada y extensa (93 volúmenes) Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana –de la cual sólo se reimprimieron en 1985 algunos tomos propiamente históricos– De Maria y Campos colaboró con un poco de bullicio popular. Además de El teatro de género dramático en la Revolución Mexicana (tomo 11, 1957) y de La Revolución Mexicana a través de los corridos (tomo 26, 2 volúmenes, 1962), publicó en esta serie un tomo muy divertido, El teatro de género chico en la Revolución Mexicana (tomo 7, 1956), que debe reimprimirse. Ésta es una crónica –que ha celebrado con entusiasmo Carlos Monsiváis– con abundantes transcripciones y anécdotas, de lo que fue, durante la primera mitad de nuestro siglo, este teatro frívolo, formado por zarzuelas y sainetes que se fueron convirtiendo en tandas, revistas musicales y sketches y se presentaban en teatros o en carpas populares. La capacidad de humor e irreverencia de libretistas, actores y público era enorme, así como la vitalidad de estas formas teatrales –que repetían unas cuantas fórmulas y recursos, adaptándolas a las circunstancias–, ahora casi desaparecidas. Como lo hacía notar el actor cómico Roberto Soto, el chiste político y la picardía –junto a las modestas exhibiciones de los encantos de las tiples y vedettes– fueron los apoyos de este teatro, capaz de hacer reír a su público de los vaivenes políticos, los acontecimientos del día y aun de calamidades públicas. En 1915, “el año del hambre”, en el Teatro Lírico una tiple se beneficiaba. Y entre los ramos de flores que le obsequiaron había un extraño envoltorio, “era nada menos que un apetitoso ‘bolillo’ o pan francés, casi del tamaño de un metro […]; la tiplecita abandonando los bouquets que sus admiradores le obsequiaran, corrió loca de contento a su camerino abrazando tan buen regalo” (capítulo vi, página 179).

Y en lugar de las anécdotas del zapatista que exigió que no se interrumpiera un idilio teatral o las varias de Pancho Villa y las cómicas, prefiero recoger esta comparación entre los lenguajes de dos cómicos famosos:

Cantinflas fue el hombre sencillo, pero ingenioso del pueblo. Tin Tan es el hombre malicioso. Cantinflas dice “gacho”, es su palabra predilecta. Tin Tan para expresar lo mismo dice “balín”. Cantinflas dice “changuita” cuando habla de una muchacha. Tin Tan “fufurufa”. Cantinflas habla de la “gabardina”. Tin Tan del “tacuche”. Cantinflas al decir “zurumato” (nombre de una pequeña ciudad de México), lo usa para designar a una persona algo tonta. Tin Tan dice “primo”. Cantinflas dice “chicho” (algo que está muy bueno y bonito); Tin Tan dice “suavena” (a veces dice suavena y su arrocito con leche”). Cantinflas inventó la palabra “gacho”. Tin Tan, la palabra “carnal”, que es algo así como hermano o “cuate”. “Mi carnal Marcelo”, dice.[1]

Fue becario e interno del Instituto Científico de México hasta los estudios secundarios. Experimentó en el periodismo con la fundación de una revista sobre teatro que también dirigió durante tres meses. En 1914 fue jefe de redacción de El Estudiante, órgano del Centro de Estudiantes Católicos Mexicanos, dirigido por Julio Jiménez Rueda. Colaboró en Churubusco, publicación de combate que protestaba en contra de la intervención norteamericana. Poco después colaboró en Acción Mundial, que dirigía el doctor Atl y en El Pueblo, durante la asamblea constituyente. En 1915 fue reportero de El Liberal, dirigido por Jesús Urueta. Escribió en El Universal sobre teatro, danza y toros (1917-1920); en el suplemento cultural de El Heraldo de México (1920-1921), y paralelamente, en El Correo de Italia (1920) y en El Día Español (1921). Fundó el semanario El Eco Taurino (1925-1940) y dirigió la revista Mefistófeles. Fue columnista y articulista en las revistas México Nuevo (1923), TodoHoyTiempoJueves de ExcélsiorMañanaRevista de Revistasceteme, órgano de la Central de Trabajadores de México (1959) y en los diarios Novedades (1944-1965) y El Heraldo de México (1965-1967). Gran parte de su trabajo periodístico fue recogido organizado por él mismo en libros temáticos. Se considera a María y Campos un pionero de la industria radiofónica: fue locutor desde 1933; dirigió la xex (1935-1940); realizó programas periodísticos como noticieros (Diario Radiofónico) y de crónica taurina. Fue jefe del Departamento de Teatro de la Secretaría de Educación Pública en 1938 y produjo en la estación xefo la serie El Teatro del Aire (lo que hoy se conoce como radionovelas). Para esta serie escribió comedias y tradujo varias obras. De 1956 a 1965 difundió el programa Relaciones obrero-patronales, patrocinado por la ctm. Fue vocal de la Comisión Consultiva de Radiodifusión (1945-1959), consejero técnico de Radio y Cine del Departamento del Distrito Federal, asesor de la Secretaría del Trabajo y de la presidencia de la República. A lado de Francisco Monterde y Antonio Magaña Esquivel fundó en 1950 la Asociación de Críticos de Teatro, de la que también fue director.

Armando de María y Campos Herrera es reconocido como uno de los estudiosos más importantes del teatro mexicano. Sus crónicas teatrales son parte de la memoria histórica del teatro del siglo xx, ya que las publicó desde 1917 hasta su muerte. Sus trabajos abarcan desde la época colonial hasta los años sesenta y adoptan la forma de ensayo, entrevista, anécdota y, desde luego, crónica y reseña teatral. Entre sus libros los hay de carácter temático; de reconstrucción histórica; de carácter biográfico, por ser una semblanza o porque reúnen trabajos sobre un personaje; sus ensayos y crónicas periodísticas forman volúmenes temáticos. La política y los personajes históricos, su afición taurina y el mundo de la radiodifusión dieron pie a varios libros. Algunos de los que escribió sobre tauromaquia los firmó con seudónimo al igual que sus columnas periodísticas de este tema. Ejes temáticos de sus ensayos son asuntos como el teatro de revista (género chico), el género dramático, el teatro social, la influencia del teatro extranjero, principalmente el español, en México, las pastorelas, el mundo de la ópera, las crónicas de viaje y las de política, la farándula, las estrellas, los autores y las grandes compañías, la moda, la música como parte del espectáculo teatral, los corridos, el circo y sus personajes, la estética taurina, las corridas y los toreros, la ciudad, la adaptación del teatro a la industria radiofónica, el periodismo y la censura. Como poeta, en Visiones urbanas, se vale del soneto para retratar a los personajes que se mueven en lugares de diversión como teatros, cantinas, cafés o los hoteles. Sus obras de teatro fueron escritas para su representación en radio lo mismo que las adaptaciones que realizó, siguiendo los parámetros del melodrama y del lenguaje radiofónico. De María y Campos también es autor de poesía amorosa.

Seudónimos:
  • Alcalde de Zalamea
  • Duque de Vergara

Instituciones, distinciones o publicaciones


Revista de Revistas
Fecha de ingreso: 1959
Columnista y articulista.

Secretaría de Educación Pública (SEP)
Fecha de ingreso: 1938
Jefe del Departamento de Teatro.

Asociación de Escritores de México AEMAC
Miembro fundador.