Un disparo habla. Puede entrar en los ojos, acariciar el llanto. Es un fragmento del espacio. Un cariño vertical como el amor que dos árboles profesan. Un disparo es un instante que condena. ¡No volverás a repetirte, Peter! Es único. ¡No volveré a repetirlo! Y ahí, en la misma azotea con vista al campo de futbol, Helen, que visitaba a Tessa, tira por la ventana un poco del horror y se hunde en el cuenco que los cuervos han hecho de su imagen. Las nubes de esta escena picotean algo de lluvia y Peter aprovecha, en su inmovolidad, accionar el arma y cubrir de arcilla a la emblemática Helen, que, con un manto de piedra, apenas logra sonreír.
Helen Mirren
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2022. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.