La poesía es menos espectacular que la política o el periodismo pero va más allá del fondo de las cosas. Yehuda Amijai
Partir hacia la búsqueda de las raíces primigenias, trazar todas aquellas coordenadas que presiden la cartografía personal; ésta es la travesía que la poeta Frida Varinia realiza en Kokay, álbum de familia, libro que fue reconocido con el premio Juana Meléndez 2007, otorgado por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Un lenguaje cotidiano, sin mayores rebuscamientos, lenguaje que construye a partir de metáforas contundentes, preside la escritura de Kokay, álbum de familia, donde lo mismo emergen personajes míticos como: Moisés, Venus, Astarté que Sibila o Telémaco, al tiempo que también se dan cita una serie de seres estelares que son toda poesía. Ahí está el padre, quién es visto como el eterno emigrante, quien día con día, busca un nuevo destino. Porque a final de cuentas, la intención central de la poeta es el rescate de una “geometría de espectros”, que sin el soporte de la escritura se hubiera desdibujado. Escribe Frida: “Lo indescifrable/ las ganas de llorar/ un siglo entero.” Ella conjura una y otra vez el llanto, a través de una poesía que tan sólo se circunscribe a la alquimia de la palabra. Trazos de un firme lenguaje que logra surcar las aristas más profundas de la memoria. Y por fortuna, la poeta sale ilesa, logra triunfar más allá del “Cautiverio de las profecías y los designios”. Ella se impone, en un transitar donde en momentos se desvanecen las fronteras frágiles de los designios que subyacen entre la realidad circundante y los sueños evanescentes. Ella logra que su dolor avasallador, el cual ataca al equilibrio de su paz interior, logre ser curado, bordear mitos e inventarse una nueva vida, es lo que le permite reconstruirse y lograr una conciliación consigo misma. Se asemeja a una especie de Astarté quién posee la capacidad de rehacerse una y otra vez. Y en Kokay, subyacen una serie de metamorfosis, las cuales son custodiadas por la luna, así como la presencia de la muerte, ese límite ineludible. Estamos en un bello libro, donde destacan una gama de paisajes del jardín secreto de la escritora. Ella accede gustosa a compartir con su lector a través de breves autorretratos, a esa mujer que la habita, una especie de Ariadna, capaz de despojarse de toda serie de máscaras que impiden su autenticidad, quiere entregarse a los otros, quiénes están cerca. Asimismo, devela entre bambalinas, ese exilio interior que la traspasa, su intención es poder darse en la generosidad. La poeta comparte abiertamente su “catálogo de sueños”. Kokay, álbum de familia es un libro de poemas que se encamina hacia el estallido de la luz, lo cual permite la sobrevivencia en una casa habitada por fantasmas y espectros. La poeta con palabra firme logra vencer las intermitencias de los simulacros. Estamos ante un libro de madurez poética de Frida Varinia, quien se entrega en su “yo poético”, el más contundente. Poesía intimista, que logra trasponer lo inexplicable, a través de fragmentos y algunos homenajes literarios.
Perla Schwartz
