Enciclopedia de la Literatura en México

Las fronteras del exilio

Las fronteras del exilio Las mujeres como Walt Withman, contenemos multitudes; y la mayor parte de las veces, somos incapaces de saber cuántas mujeres hay dentro de nuestro flexible… extenso, voluptuoso o raquítico cuerpo, ya que todas están al unísono reclamando su propio espacio, su parcela de tiempo para ser vividas. “Todas —eso parece decir Frida Varinia— en Las fronteras del exilio, son voces interiores escondidas en una voz principal denominada mujer… Las fronteras del exilio, de las que habla Frida, se afianzan en un hilo tan fino, como el cabello de un ángel —invisible e indeleble— en la vida, la obra, el quehacer  cotidiano y la muerte, de muchas mujeres míticas, mágicas, musas, madres, músicas, misteriosas, melusinas, místicas, mesiánicas, misóginas, misántropas, mexicanas, mesoamericanas, mundiales, mulas, múltiples, misericordiosas, miedosas, molestas, maltrechas, malévolas y al fin al cabo, maravillosas. Todas transitan en los poemas como una franja de vida donde los bordes (de la piel, del pensamiento, del silencio, de la pasión, del dolor, de la lucha, de la guerra y la prisión ) son expresiones del  muro de contención, donde al fin de cuentas ha de refugiarse lo intangible pero vigente de cada mujer: su invisible e inaudita presencia como fuente inagotable de vidas. La travesía poética comienza con Eva, que para la poeta es una Eva Fénix que renace de sus deseos; la viva imagen de la “palabra encarnada”; la primera desterrada del mundo por esas cosas raras del destino de nuestro género, de donde saldríamos para siempre todas las demás mujeres como si fuéramos la representación misma del mal […] ¿Por qué una mujer completa resulta tan peligrosa, incluso para sí misma? Parece preguntarse Frida Varinia quien pinta a su otra Frida, la Khalo, como esa mujer guerrera, de pinceladas impúdicas, desgarradoramente infantiles; mujer-espejo intransigente y obra a corazón abierto; a quien le fue concedido el castigo —como a Eva— de sangrar a raudales la herida ancestral de la mujeres no cicatrizadas; Frida fue confinada al dolor —dice Varinia— que como la Kahlo, en vez de caminar con los pies ha decidido darle alas a su vida a través de su poesía […] Cuántas lágrimas brotan con cada uno de sus poemas, con cada palabra que apuntala y apuñala la vida y la obra —artística o cotidiana de estas mujeres atrapadas en su propio vientre— paredón de fusilamientos múltiples, donde lo mismo se han acribillado fetos, que ideas, sueños, pensamientos, sentimientos o razones; todo ha quedado impregnado de ecos en las paredes de estos úteros que se paren dolorosamente así mismos, al natural o haciéndose el hara kiri cuando se hace necesaria, la cesárea […] Frida le escribe a todas las mujeres que en su pluma y en su corazón todavía palpitan, mujeres que viven y conversan dentro de su vasto paraíso donde ya nadie —ni Dios mismo— habrá de desterrarlas. Yo siento que Dios las crea y Frida las junta… [Fragmento del texto “Las fronteras del exilio o las Border Woman de Frida Varinia”, de Vera Milarka, colaboradora de cultura del periódico Reforma].   … ¿Por qué se llama así? la explicación nos la revela la propia autora cuando nos dice que Eva fue la primera mujer en el exilio y con ello se devela el sentido de la palabra exilio como expulsión. Y si luego revisamos el índice, nos podemos dar cuenta que se trata de poemas dedicados a mujeres. Y que se trata de un diálogo y por ello utiliza la segunda persona en casi todos los poemas que integran el poemario. Y digo bien, “que integran”, porque pocas veces he visto poemarios tan bien estructurados. Hay un tema general y cada uno de los poemas, si bien pueden ser apreciados en lo individual, constituyen elementos de un trabajo armónico y bien organizado. ¿De qué destierros habla Frida? ¿Por qué dice que hay una frontera, un límite preciso entre el paraíso y el exilio en el que no sólo Eva, sino todas nosotras nos hemos parado, algunas firmes y otras tambaleantes? Se trata de la expulsión del logos. Cuando fuimos expulsadas del logos se pretendió marcarnos para siempre. Pero no, para algunas el destierro ha sido sinónimo de libertad, de un amplio mundo cubierto de desafíos, polícromo y polifónico. El mundo sensible para el cual es necesaria la razón. Cuando el Dios castigador que expulsó a Eva del paraíso no se percató que esta llevaba el logos, la palabra creadora, bajo la enorme mata de su pelo. Algunas de las mujeres con las que Frida dialoga, son mujeres exiliadas de la cordura, Juana la loca, Carlota, Teresa de Ávila (¿ilusa o santa?) del dominio del cuerpo, del compromiso político, de las alas olvidadas en un jardín, de un imperio forjado a contrapelo, del amor, de la pasión de los amantes cuyas sombras se alargan para un último beso. Pero no todos los ámbitos del que son exiliadas constituyen un paraíso, algunas son expulsadas o auto exiladas del infierno. Las hay también que escapan a sus múltiples cautiverios, de la incomprensión, de la tortura, del desamor, de la invisibilidad. ¿Cómo viajan? Zarpando en un barco dibujado en la pared, algunas huyen de la vida por los caminos del agua, otras son obligadas a un silencio que nos incita a la inconformidad, ejemplo de ello los casos de Alaíde Foppa o Digna Ochoa a la que Frida le regala un vestido blanco, otras cabalgan y algunas se convierten en palomas o intercambian como Frida Kahlo gajos de luna por amor. Para muchas mujeres el destierro fue también sinónimo de libertad, algunas abrieron el tiempo con sus palabras pandora, o giraron azules en las notas de un invisible pentagrama, y otras como Marylin nos dejaron sus labios rojos entreabiertos atrapados en una foto inmortal. Y ¿la muerte? La muerte es el último de los exilios, dice Frida Varinia, y es también el regreso al origen,  la vuelta a casa, para algunos la tierra, el fuego, el viento, el aire. La muerte como tregua milenaria, como silencio de los espejos. Yo prefiero pensar en la muerte irreverente, aquella que deja salir a Dios sin ponerse de pie, como la ve Verhaeren, el poeta, la que deja de calentarse los pies junto a la estufa y se va cabalgando en su viejo jamelgo de esqueleto. Me gusta esa visión de las que simplemente se van, sin ceremonias, con las alas prestadas de los sueños y su inagotable creatividad.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2017. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.