Enciclopedia de la Literatura en México

Nocturno de Bujara, o, Vals de Mefisto

"Al igual que Conrad", ha escrito el joven narrador Juan Villoro, "Sergio Pitol se ha enfrentado a un material tan exuberante como insólito. Una aldea veracruzana, hundida en un eterno estío, condenada a la depredación moral de la familia Ferri; una sala de conciertos que igual puede estar en Viena o Barcelona; una remota historia china que cobra vida en un tren que se dirige a Occidente; el bosque de Sródborów, cuya vegetación de taiga que sirve de impulso para que el protagonista recuerde una mugrosa fonda de Orizaba; una anciana que en el invierno de Varsovia establece un mágico contacto con el tiempo mexicano. Ésos son algunos de los escenarios y las situaciones por donde transitan los personajes de Pitol. Sin embargo, el tratamiento de los temas se aleja desde un principio de la búsqueda de lo exótico, de las historias efectistas en las que se podría pensar cuando uno de los personajes aborda el Expreso de Oriente o se extravía en el mítico Barrio Chino de Barcelona."

En este nuevo libro de Sergio Pitol —Nocturno de Bujara— los puntos de referencia serían Venecia, Bujara, Samarcanda, México, Varsovia, París y Moscú, entre los cuales los personajes, fantasmales y tangibles, con una obstinación semejante a la de los topos, cavan vasos comunicantes, logrando que los límites entre lo fantástico y lo real se adelgacen y se pierdan en un intento de demostrar que "todo está en todo", que todos los tiempos integran un único e impreciso presente.

Sergio Pitol (nacido en México en 1933) ha publicado varios libros de cuentos, una novela (El tañido de la flauta), una autobiografía precoz, un libro de ensayos (De Jane Austen a Virginia Woolf) y una antología de cuento polaco contemporáneo. Asimismo se ha distinguido como traductor de autores sobre todo polacos e ingleses.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 1981. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


El autor sitúa a sus personajes en escenarios imposibles que de pronto se vuelven cotidianos. O en escenarios perfectamente familiares que, de repente, a saber por qué clase de iluminación interior, se convierten en remotos e inasibles. Venecia, castamente desflorada, se transforma en un intermitente surtidor de luces. Sus reflejos parecen entregarnos una simple noche de amor que comprende todas las historias del Universo. En Samarcada asistimos a una invasión de cigüeñas dentadas, a una truculenta orgía, a un rito de iniciación que nos acerca a la locura, a los recuerdos que el autor guarda de algunas de sus conversaciones con su amigo Torres en un mortecino cafetucho de Varsovia.

El lector deambula por un laberinto que al final resulta estar trazado sobre una línea recta. Los protagonistas escapan de su celda, después de indecibles trabajos, para descubrir que sólo han ido a parar a otra. En el mundo de Pitol, las referencias son vagas y a la vez precisas; la Reina de la Noche de la ópera de Mozart; un cuadro de Giorgione; Titania, la de El sueño; una vals de Liszt; algunas manoseadas arias de ópera; unas fogatas en la ciudad natal de Avicena; algún bar de Varsovia; la novela de Arthur Schnitzler que relata un episodio de la vejez de Casanova. A través de estos signos se mueven los espectrales personajes de Pitol, quienes con obcecación semejante a la de los topos, cavan vasos comunicantes que adelgazan los límites entre lo fantástico y lo real, entre la soledad y el deseo, para demostrar que, finalmente, «todo está en todo», que cualquier tiempo integra un único presente imprevisible.

Vals de Mefisto manifiesta en todo momento el placer de narrar. Contar historias como en Las mil y una noches, engarzar una anécdota con otras, contar, narrar, relatar. Por un momento, eso parecería ser todo. Pero, de pronto, un registro se modifica y la narración se carga de una gravedad inesperada. La ruta parece bifurcarse. ¿Se ha perdido el camino? Ahí empieza el verdadero relato.

Carlos Monsiváis ha escrito: «Porque en la obra de Pitol, así no haya suspenso o enseñanza moral, sí hay acción física (ejemplo culminante, el relato veneciano Vals de Mefisto) y descripción de lugares y personas, pero todo actúa y se unifica gracias a un lenguaje escudriñador que aplica las mismas exigencias evocativas al movimiento o a la individualidad, al refinamiento extremo o al sopor provinciano. Los escenarios se suceden con rapidez y se adecúan al ritmo de los caracteres, pero en la ciudad de México o en Córdoba, en Nueva York o Bujara, en Viena o Varsovia, el punto de fusión es la ambigüedad, el método elegido para armonizar teoría y comportamiento. La introspección, las visiones totalizadoras del narrador, los relatos complementarios, todo se ciñe al fluir asimétrico de la conciencia.»

* Esta contraportada corresponde a la edición de 1984. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


En los cuatro relatos que integran este volumen, Pitol despliega humor y sabiduría para construir narraciones sobre narraciones e insinuar los riesgos misteriosos que entraña el acto de narrar, de inventar, dar realidad a lo que no la tiene, elegir entre diversas realidades o irrealidades posibles. Carlos Monsiváis ha escrito: “Porque en la obra de Sergio Pitol, así no haya suspenso o enseñanza moral, sí hay acción física (ejemplo culminante, el relato veneciano ‘Vals de Mefisto’) y descripción de lugares y personas... Los escenarios se suceden con rapidez y se adecuan al ritmo de los caracteres, pero en la ciudad de México o en Córdoba, en Nueva York o en Bujara, en Viena o Varsovia, el punto de fusión es la ambigüedad, el método elegido para armonizar teoría y comportamiento.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 1984. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


Puede decirse de los cuatro relatos de Sergio Pitol que integran este volumen lo que el propio autor dice de uno de sus personajes: “La anécdota era un mero pretexto para establecer un tejido de asociaciones y reflexiones que explicaban el sentido que para él revestía el acto de narrar”. En efecto, en sus cuentos, Pitol despliega humor y sabiduría para construir narraciones sobre narraciones, para relatarnos los relatos que sus personajes urdieron verbalmente o por escrito, e insinuar los riesgos misteriosos que entraña el acto de narrar, de inventar, dar realidad a lo que no la tiene, elegir entre diversas realidades o irrealidades posibles. A la vez, Pitol nos obsequia toda una galeria de personajes grotescos, delirantes o patéticos que hacen presentir a los de sus dos novelas posteriores El desfile del amor Domar a la divina garza.

Carlos Monsivaís ha escrito: “Porque en la obra de Pitol, así no haya suspenso o enseñanza moral, si hay acción física (ejemplo culminante, el relato veneciano de ‘Vals de Mefisto’) y descripción de lugares y personas, pero todo actúa y se unifica gracias a un lenguaje escudriñador que aplica las mismas exigencias evocativas al movimiento o a la individualidad, al refinamiento extremo o al sopor provinciano. Los escenarios se suceden con rapidez y se adecúan al ritmo de los carácteres, pero en la Ciudad de México o en Córdoba, en Nueva York o Bujara, en Viena o Varsovia, el punto de fusión es la ambigüedad, el método elegido para armonizar teoría y comportamiento. La introspección, las visiones totalizadoras del narrador, los relatos complementarios, todo se ciñe al fluir asimétrico de la conciencia”.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 1989. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


Este libro, que reúne cuatro relatos inquietantes y perfectos, es uno de los mejores logros del gran escritor mexicano Sergio Pitol.

autor sitúa a sus personajes en escenarios imposibles que de pronto se vuelven cotidianos. O en escenarios perfectamente familiares que, de repente, a saber por qué clase de iluminación interior, se convierten en remotos e inasibles. Venecia, castamente desflorada, se transforma en un intermitente surtidor de luces. Sus reflejos parecen entregarnos una simple noche de amor que comprende todas las historias del Universo. En Samarcada asistimos a una invasión de cigüeñas dentadas, a una truculenta orgía, a un rito de iniciación que nos acerca a la locura, a los recuerdos que el autor guarda de algunas conversaciones con su amigo Torres en un mortecino cafetucho de Varsovia.

Vals de Mefisto manifiesta en todo momento el placer de narrar. Contar historias como en Las mil y una noches, engarzar una anécdota con otra, contar, narrar, relatar. Por un momento, eso parecería ser todo. Pero, de pronto, un registro se modifica y la narración se carga de una gravedad inesperada. La ruta parece bifurcarse. ¿Se ha perdido el camino? Ahí empieza el verdadero relato.

Sergio Pitol (México, 1933) es uno de los escritores latinoamericanos más prestigiosos de nuestro tiempo. En Anagrama se han publicado sus cinco novelas, El tañido de una flauta, Juegos florales y Tríptico del Carnaval –formado por El desfile del amor (Premio Herralde de Novela), Domar a la divina garza y La vida conyugal–, un volumen de relatos, Vals de Mefisto, y su último libro El arte de la fuga, espléndida «summa» pitoliana que ha recibido numerosos galardones. En 1999 se le otorgó el Premio Juan Rulfo por el conjunto de su obra, el máximo galardón literario latinoamericano.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2000. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.