En la época en que México perdió gran parte de su territorio por medio de los tratados Guadalupe Hidalgo, fueron presidentes de la república José Joaquín Herrera y Mariano Arista, sucesivamente.

En esta situación, deplorable para el país, se instaló el Liceo Artístico y Literario. El maestro de Letrán, José María Lacunza, lo formó y dio las bases para su organización; en primer lugar se determinó que el objeto del círculo fuera el fomento del gusto por las letras y las bellas artes; que los socios contribuyeran con sus cuotas para comprar muebles, y que se buscara un local adecuado donde reunirse. Una vez establecido el liceo, hubo en él salón de lectura, con periódicos mexicanos y extranjeros, tertulias mensuales con baile, canto y representaciones dramáticas.^[1]

La inauguración tuvo lugar en el Teatro Nacional y tomaron parte activa en esta ceremonia José Tomás de Cuéllar, Francisco González Bocanegra, Marcos Arróniz y Emilio Rey, socios que establecieron por ese mismo tiempo el Liceo Hidalgo.

La duración del Liceo Artístico y Literario fue efímera, tal vez a causa de los trastornos políticos. Años después, al recordarse este liceo en El Siglo xix se dijo que “el bello edificio fundado sobre sus cimientos de música, flores, luces, versos y discursos, se hundió por su propio peso”.^[2]