Enciclopedia de la Literatura en México

Otilio González

José Luis Martínez
1995 / 10 sep 2018 12:23

Otilio González (1894-1927) había publicado dos discretos libros de poesía: Incensario (1919), con una carta prólogo de Jesús Urueta, y De mi rosal (1923). Como abogado –¿o periodista?– formaba parte del equipo del general Francisco R. Serrano, candidato antirreeleccionista en 1927 a la Presidencia de la República. Serrano planeaba una sublevación militar contra el gobierno de Calles y, apresado en Cuernavaca con trece acompañantes, todos fueron asesinados en Huitzilac el 3 de octubre de 1927. Entre ellos se encontraba Otilio González. El general Claudio Fox, ejecutor de la matanza, al ser interrogado por el historiador Vito Alesio Robles sobre la actitud de los prisioneros, momentos antes de su sacrificio, consignó: “Otilio González, soñador” (Desfile sangriento, 1936, p. 240, n.3). Después de su muerte, la devoción de su hermano, Héctor González Morales, publicó dos libros póstumos de Otilio: Triángulo (1938) y Luciérnagas. Estampas bíblicas (1947), con una presentación de Bernardo Ortiz de Montellano. Como suele ocurrir con otros poetas que murieron jóvenes, Otilio González, en el penúltimo de estos libros, escribió un poema de vaticinio estremecedor, “¡Oh muerte, no te huyo!”

Estudió la primaria en el Colegio Acuña y la secundaria y bachillerato en el Ateneo Fuente, de Saltillo. Obtuvo el título de abogado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional de México (hoy, Universidad Nacional Autónoma de México unam) en 1920. Fue diputado ante el Congreso de la Unión. Desterrado en 1923, vivió un tiempo en los Estados Unidos y, más tarde, en La Habana. En ambos países colaboró asiduamente en periódicos y revistas. Ganó concursos literarios y esbozó un drama inconcluso: “En defensa del amor”. Murió al lado del general Francisco Serrano y otros políticos opositores a la reelección de Plutarco Elías Calles.

Otilio González Morales se consagró a la poesía desde muy joven: a los veintitrés años publicó su primer libro, Incensario; cuatro años después apareció De mi rosal. Sus libros póstumos son Triángulo, Luciérnagas y Poemas escogidos, con sus mejores poemas. Reflejo de un interés costumbrista, la mayoría son poemas bucólicos, con personajes típicos y paisajes mexicanos; canta también al amor, los héroes de la patria, el dolor y la muerte. La crítica advierte que sus poemas mantienen un tono romántico; la complacencia por el erotismo y la sinceridad juveniles son influencia directa de Ramón López Velarde.