Enciclopedia de la Literatura en México

Ignacio Montes de Oca y Obregón

Ángel Muñoz Fernández
1995 / 28 jul 2017 14:56

Nació en Guanajuato, Guanajuato, en 1840 y murió en Nueva York, Estados Unidos de América, en 1921. Humanista y poeta. Educado en Londres y en Roma, donde se ordenó sacerdote y doctor en teología. A su regreso a México fue capellán de Maximiliano, obispo de Tamaulipas, de Linares y de San Luis Potosí. Perteneció a la Academia de la Lengua. Escribió mútiples oraciones fúnebres, cartas pastorales, etc.

Fernando Cisneros
2013 / 05 ago 2017 09:11

Sacerdote y poeta. Miembro de una rica familia minera, estudió en el colegio católico de Oscott (Inglaterra), de donde pasó al Pontificio Colegio Pío Latino Americano de Roma. Destacó desde muy joven en la carrera eclesiástica y fue nombrado capellán pontificio y camarero secreto del papa Pío IX, así como capellán de honor del emperador Maximiliano. Con la restauración de la República retornó por cierto tiempo a su parroquia de Guanajuato, en 1871 fue consagrado obispo de Tamaulipas y ocupó luego las sedes episcopales de Linares y de San Luis Potosí, que conservó hasta su muerte, aunque a raíz de la Revolución se trasladó en 1914 a Roma y luego a España, y murió precisamente cuando estaba regresando a México. Desarrolló una gran actividad apostólica, lo que significó a la vez que fuera una personalidad política: por su fuerte militancia conservadora lo vilipendiaban los liberales, e incluso lo apodaron “el padre piedrotas”, a causa de su gusto por los anillos, cabujones y ornamentos de la indumentaria sacerdotal. Dentro de sus actividades como orador religioso compuso varios sermones y oraciones, predominantemente en prosa, la Oración fúnebre de los obispos latinoamericanos, el Votum áureo por las canonizaciones de Juana de Arco, Margarita María Alacoque y Gabriel de la Dolorosa, y el Elogio fúnebre de Cervantes en el tercer centenario de la aparición del Quijote, que la Real Academia Española le encomendó en 1905. En sus funciones como prelado escribió la Oración fúnebre a Juan Ruiz de Alarcón (1878) y la Crónica de la consagración del Ilmo. Sr. obispo de Veracruz, Dr. Joaquín Arcadio Pagaza (1906), obras reunidas en sus Obras pastorales y oratorias (posterior a 1913). Su actividad como poeta también comenzó desde su juventud, y a su ingreso en la Arcadia de Roma (1864) tomó el nombre poético de Ipandro Acaico. En ella se manifiesta como heredero de una larga tradición clásica, durante siglos predominante en las letras mexicanas, pero rechazada por los liberales, que se proclamaban seguidores del Romanticismo. En Ocios poéticos (1878; nueva ed. en 1896) se recoge la mayor parte de su poesía escrita en español hasta el momento, incluyendo (odas, himnos, canciones, elegías y sátiras, además de sonetos de temática sagrada, histórica y mitológica. Al salir a la luz, el poemario fue celebrado no solamente por sus allegados y partidarios del bando conservador sino que, de acuerdo con su propio comentario, “lo encomiaron altamente poetas que, como los mexicanos Guillermo Prieto y Manuel Gutiérrez Nájera, están dominados de tal manera por el fanatismo revolucionario, que no pueden sufrir que en la Iglesia florezcan las letras ni las ciencias”. Descolló en la composición de sonetos, como lo muestra el centenar de A orillas de los ríos (1896), los Sonetos jubilares y Nuevo centenar de sonetos (ambos de 1921), e incluso se editó una serie de Sonetos póstumos (1941). Su actividad como traductor clásico influyó desde un comienzo en su obra, pues a las traducciones se agregaron imitaciones. Atraído por la literatura griega publicó su versión de las Odas de Píndaro en 1882 (México, Ignacio Escalante), la primera traducción en español preocupada por la métrica del original, reeditada en Madrid en 1883 por Luis Navarro (“Biblioteca Clásica”). Continuó una serie bucólica, con su traducción del “Canto fúnebre de Bión”, firmada como Ipandro Acaico, seguida de la del idilio de Mosco de Siracusa, publicada en El Renacimiento (número 41, 1869), excepcionalmente, por tratarse de una revista de tendencia liberal. Su antología de Poetas bucólicos griegos en verso castellano, con notas explicativas, críticas y filológicas (Ignacio Escalante, 1877) fue reimpresa en la “Biblioteca Clásica” (Madrid, 1889), e incluye textos de Teócrito, Mosco, Bión y Apolonio de Rodas. Le siguió El rapto de Helena de Coluto de Licópolis, del griego (Madrid, Blass y Cía., 1917), para tornar al género épico con La argonáutica, poema de Apolonio de Rodas (Madrid, Tipografía de Archivos, 1919). El esmero con que combinaba los metros era celebrado por sus contemporáneos y le atrajo las alabanzas de Marcelino Menéndez Pelayo. Sus limitaciones más obvias son externas a la traducción en sí, y se relacionan con la manera en que comprende los atributos y funciones de su apostolado, al ser de naturaleza moralizante; así, en el idilio XXIX de Teócrito, anuncia: “No se ha traducido este breve cuanto grosero idilio”. Sin embargo, se debe apreciar su honestidad al señalar el vacío, además de que entonces en general se aprobaba la actitud de condenar la “crudeza” o lo “vulgar”, y lo felicitaban por saber separar “los abrojos de las rosas”. Al avanzar el siglo XX se desarrolló una actitud diferente al respecto, a lo que se suma el hecho de que su estilo sonaba arcaizante, al ajustarse a lo largo de su obra a los modelos clásicos, por lo cual ha sido mal comprendido hasta recientemente, en que se han vuelto a editar sus traducciones.

Bibl.: Ignacio Betancourt, Ignacio Montes de Oca y Obregón. Poesía, San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, 2002. || Carlos Montemayor, “Prólogo” en Píndaro, Odas. Trad. de Ipandro Acaico, México, SEP, 1984, 7-11. || Ignacio Montes de Oca, “Carta-prólogo a Marcelino Menéndez Pelayo, de la Real Academia Española” en Odas de Píndaro. Traducidas en verso castellano con carta-prólogo y notas por el Ilmo. Señor D. Ignacio Montes de Oca Obispo de Linares (Méjico), Madrid, Luis Navarro, 1883, V-XXIII. || Joaquín A. Peñalosa, “Prólogo” en I. Montes de Oca y Obregón, Antología, México, SEP, 1948, 5-11.

Fernando Cisneros

Ignacio Montes de Oca y Obregón nació el 26 de junio de 1840 en Guanajuato y murió el 18 de agosto de 1921 en Nueva York por complicaciones renales y del corazón. Fue obispo, humanista, poeta, traductor de poesía, orador, periodista y profesor. Desde joven aprendió griego, latín, inglés, francés e italiano. En 1852, su padre lo envió a Inglaterra, al Colegio de Santa María de Oscott, para realizar sus estudios preparatorios (1852-1857). Al concluir, regresó a México y se matriculó alumno interno del Pontificio Seminario Mexicano; ante su insatisfacción educativa pidió apoyo a su padre para regresar a Europa y asistir al Colegio Pío Latino Americano y a la Universidad Gregoriana de Roma, donde llevó a cabo sus estudios eclesiásticos (1860-1862). Obtuvo su Doctorado en Teología en 1862. El Cardenal Vicario Constantino Patrizi lo ordenó sacerdote el 28 de febrero de 1863. En 1863, ingresó como alumno a la Academia Pontificia para Nobles Eclesiásticos y, en 1865, a la Universidad Romana de la Sapienza. Ese mismo año recibió el grado de Doctor en ambos Derechos: civil y canónico.

Fue párroco de Ipswich en Inglaterra y más adelante de su tierra natal. En 1864, el Papa Pío ix lo nombró su Camarero Secreto y capellán del Ejército Pontificio. Un año después, a su regreso a México, Maximiliano lo designó capellán de honor en la corte. El 12 de marzo de 1871 fue consagrado Primer Obispo de Tamaulipas por Pío ix; cargo en el que duró nueve años. Posteriormente, durante cinco años (1879-1884), fue Noveno Obispo de Linares (Monterrey), preconizado el 19 de septiembre de 1879 por el Papa León xiii; mismo quien, en 1885, trasladó a Montes de Oca y Obregón a la diócesis de San Luis Potosí, que ocupó durante 36 años. Asimismo, León xiii lo distinguió, el 13 de diciembre de 1887, con el nombramiento de Asistente al Solio Pontificio. También desempeñó los cargos de Consultor Teólogo en el Quinto Concilio Provincial Mexicano celebrado en 1896 y de Primer Secretario del Concilio Plenario Latinoamericano en Roma en 1899. En 1921, el Papa Benedicto xv lo condecoró con el nombramiento de Arzobispo Titular de Cesárea del Ponto. Fue, además, provisor del Arzobispado de México, maestro en el Pontificio Seminario Mexicano y profesor en el Colegio de la Valenciana.

Montes de Oca y Obregón fue académico correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española y de la de Historia de Madrid. En 1865 se unió a La Arcadia Romana, donde se estilaba otorgar a cada socio un nombre de pastor, por lo cual adoptó el seudónimo de Ipandro Acaico. Entre 1865 y 1866 formó parte de la Academia Imperial de Ciencias y Literatura. En 1877, fue socio de número de la Academia Mexicana de la Lengua Correspondiente de la Española y, en 1888, uno de los fundadores de la Academia Mexicana de la Historia.

En 1868, en Guanajuato, fundó La Revista Católica, de la cual desempeñó la labor de editor responsable y redactor en jefe; con esta publicación Montes de Oca y Obregón buscaba defender la religión. Colaboró, también, en cuantiosos periódicos y revistas: La Cruz, La Sociedad, Diario de Avisos, La Luz, luego llamado Semanario Religioso, La Revista Universal, la Revista Eclesiástica Mexicana, la Revista Eclesiástica de Puebla, la Revista Eclesiástica del Arzobispado de México, la Revista Eclesiástica del Arzobispado de Michoacán, la Gaceta Eclesiástica de México, El Renacimiento, El Tiempo en 1893, El Federalista, El Siglo Diez y Nueve, El Estandarte, Ábside, la revista El Mensajero del Corazón de Jesús y la revista Estilo. Asimismo, fuera de la República Mexicana envió colaboraciones a El Nacional (Indiana, Estados Unidos), El Ave María (Indiana, Estados Unidos), Rosas y Espinas (España) y El Amigo de la Verdad (España).

Montes de Oca y Obregón practicó diversos géneros, entre los que se encuentran la oratoria, la poesía, la pastoral y la epístola. A decir de la crítica actual, particularmente destacó en la traducción de autores latinos y griegos; publicó, en 1877, una compilación bajo el título de Poetas bucólicos griegos; tradujo las Odas de Píndaro (1882) y, en dos tomos, el poema épico de Apolonio Rodio La Argonáutica (1919 y 1920). El autor acumuló una importante cantidad de sermones, elogios y discursos que él mismo compiló, después de haberlos publicado por separado, en ocho tomos desde 1883 hasta 1913, los cuales tituló Obras pastorales y oratorias. Posteriormente, en 1939 y 1940, en celebración del centenario del natalicio de Montes de Oca y Obregón, se reimprimieron los primeros dos tomos de sus Obras. Asimismo, reunió parte de su obra poética en 1878 y 1896 en sus Ocios poéticos, aunque siguió publicando sus sonetos: A orillas de los ríos. Cien sonetos (1916), Otros cien sonetos (1918) y Nuevo centenar de sonetos (1921). Cabe destacar, finalmente, que ejerció la labor crítica en los prólogos que hizo a las Poesías originales y traducidas (1886) de José Joaquín Pesado y a las Obras poéticas (1912) de José María Roa Bárcena. El primero mereció la atención de Francisco Pimentel en el capítulo que dedicó a Pesado en su Historia crítica de la poesía en México (1892), en el cual, en notas, expone, comenta y contraargumenta varias de las posturas de Montes de Oca y Obregón.

Estudios recientes fundamentales con respecto a la obra de Ignacio Montes de Oca son las labores bibliográficas de Rafael Montejano y Aguiñaga; y con respecto a la vida del autor es el libro de José Franco Ponce Ipandro Acaico o Monseñor Montes de Oca y Obregón, Arzobispo de Cesárea del Ponto. Obispo de San Luis Potosí. Homenaje a su memoria (1921), quien dedica cerca de 300 páginas sólo a Montes de Oca y Obregón. La mayor parte de los trabajos en torno a este autor son de carácter biográfico y bibliográfico; o bien se lo trata de manera ancilar a propósito de temáticas más generales, tales como las historias del episcopado en México, entre otras; esto es, escasea un estudio crítico de su obra, a penas se puede hallar el trabajo de Emilio del Castillo Negrete Algunas observaciones a la Oración Fúnebre pronunciada por el ilustrísimo señor don Ignacio Montes de Oca (1878) o la tesis de maestría de José Poncelis Vega Ipandro Acaico. Señera figura del siglo xix (1952).

Seudónimos:
  • Ipandro Acaico