“El aburrimiento detonó algo que al principio me pareció una fantasía. Al hacerse recurrente comenzó a ejercer fascinación en mí. Por fin, la idea pidió ser consumida: si mi obsesión era la cercanía con la muerte, debía enfrentarme directamente a ella, sin sustituciones antisépticas”.
Romper los frágiles hilos que sostienen la vida cotidiana puede ser perturbador. Quizá tanto como Mendoza, personaje cuya amistad lleva a Ernesto hasta la delgada línea entre lo posible y lo improbable. Una crisis, una huida, el Museo de cera de la Ciudad de México´(¡sí, el Museo de cera!… ese espacio confrontador), un casi Frankenstein de la colonia Condesa y, sin más, el reconocimiento de los fantasmas del pasado, cuya visión lleva al protagonista a un viaje sin retorno hacia el misterio más inexpugnable: él mismo.
Una novela para quienes no conocen el miedo: ni siquiera a lo que llevan dentro…
¿Afrontarás las consecuencias?