En el mejor sentido la crítica es un diálogo: va más allá de la explicación o de la exégesis para acercarnos a la obra y al autor; los envuelve y nos los aproxima. En este caso hay un doble mérito, un poeta nos inicia en la poesía de otro poeta. Quien nos lo acerca entiende el oficio, el juego y los guiños; los descubre como un gambusino con una pepita de oro, nos da su valor y contexto, lo justiprecia y nos lo muestra al derecho y por el envés.
El texto, nacido originalmente como introducción a una antología española de la poesía de José Emilio Pacheco, fue actualizado y aumentado por Luis Antonio de Villena para llevarnos por los caminos de una obra significativa para cuando se comenzaron a gestar estas páginas. Lo considera como un autor que ya se encaminaba a una condición de clásico y por eso afirma: “Creo que el crítico puede y debe ser contundente: la poesía de José Emilio Pacheco es una singular, alta, contradictoria, sugestiva y sugeridora aventura entre la palabra hecha carne y la palabra hecha libro. Se trata, ciertamente, de una gran poesía.”