La poesía es el filtro más profundo de la espiritualidad humana, en tanto se van agrandando los siglos. El Dante italiano, siglo catorce, Divina Comedia; Nezahualcóyotl el nuestro, siglo quince, su poesía y pensamiento los resume Miguel León Portilla en la fugacidad de cuanto existe, en la muerte inevitable, en el sentido de flor y canto, en el enigma del hombre frente al dador de la vida y en la posibilidad de vislumbrar algo acerca del inventor de sí mismo; Sor Juana Inés de la Cruz, Nepantla, México; siglo diecisiete, pasos esenciales de conocimiento y enigmas sin resolver mientras el hombre sea; amor, tesoro desbordado y efímero Rilke, poeta austriáco doblando el siglo diecinueve hacia el veinte, Elegías de Duino, los Sonetos a Orfeo, busca la significación del arte y de la muerte; Amado Nervo, mexicano, contemporáneo de Rilke, es removedor principal de la losa del tiempo sobre Sor Juana, diplomático como Alfonso Reyes. La obra poética de Nervo, según Rubén Darío, infunde en sus versos, que se visten de sencillez y claridad, un misterio delicado y comunicativo; Carlos Pellicer, tabasqueño, de deslumbrante obra poética; Jaime Sabines, el poeta bronco claridoso y tierno; es amigo entrañable de quienes viven la juventud.
El anterior espigamiento personal acudido en la más viva memoria, me induce a considerar a la hora actual el ruido más que de sencia, la consistente labor poética de Francisco Javier Estrada. Siempre me han conmovido profundamente sus poemas sobre la gran figura de Morelos independentista. Estrada es poeta y además, de forma generosa, observa los pasos de quienes tal vez lleguen a serlo.
En los Seis Encuentros Nacionales de Poetas, Estrada ha desarrollado una labor muy importante. Participa, reúne, atrae; conviven poetas consagrados y nuevos poetas. Las memorias de los III, IV, V y VI Encuentros Nacionales, constituyen un testimonio valioso de lo que subrayo e invitan a continuar, a quien tenga la fuerza, en la enorme tarea que se impusieron de aprehender lo aprehensible.
En fin, recuerdo a Juan José Arreola y a su inolvidable taller de escritores, Río Volga 7. En el Estado de México, Francisco Javier Estrada, recibe entusiasmado en su taller Gilberto Owen, a quienes intentan introducirse, por estrechísima la puerta, a la creación poética.
Carmen Rosenzweig
