Enciclopedia de la Literatura en México

La sonrisa hueca del señor Horudi

La verdad es que la costumbre es más fuerte que el amor, canta la dúrcal, salí tarde, poco antes de las completas, las campanas del sagrario anunciaban ceremonia comprada, jóvenes turistas se divierten junto a la casona, se fotografiaban y alguno quiere una con el soldado de guardia, el militar acepta amable y risueño ser parte de esa memoria, le piden: pero haga algo, está esmirriado pero cuasi estoico, haga algo, corean, lo que se le ocurrió al uniformado fue amagar un golpe de culata contra uno de los muchachos, estalló el flash y quedó grabada la broma, las risas suenan como clandestinas, en toque de queda, mientras camino hacia mi transporte, ¿el hábito sí hace al monje?, leí un cuento de h. rojas que lo demostraba, hay que ser y parecer, repiten las cotorras de la honestidad pública y los licenciados de provincia, actuar y vestirse según la profesión: etiquetas marcadas y cuadriculadas con registro sanitario, código de barras, composición química y contraindicaciones, laxante o detergente tienen su definición existencial, ¿por qué el soldado no hizo una pirueta, abrazó al muchacho o simplemente no se puso firme y marcial?, la violencia y represión como condición, bárbara civilización, civilízame, tómame como roma al mundo pero déjame las circunstancias y la noción de mi origen, enséñame, dándome tiempo para comprender, no me ordenes solamente, no hagas de mí una bestia obediente, lista para atacar, déjame ser siéndote, esperando de mí lo que quiero de ti, como si la paz pudiera ser una forma de vida, como ser de izquierda, humanista no por tendencia sino por ser, humano.

Sábila sobre el vano de mi puerta para que no permitas el ingreso de los malos espíritus y sus augurios, traes suerte, sin tu raíz mueres lento, como esperando volver a la tierra, eres vida si te abren el corazón, y hieres con las espinas de tus cantos, tienes el glauco de mis ojos y tus ramas quieren alcanzar el cielo, recriminas mi insensatez por retenerte atada para aprovecharme de ti, dejándote sola en la oscuridad, cuidando el vacío de mi riqueza, y tomas la forma y el color de mi destino, desidioso, sepia, terrosa ruina, prefiero la acidia encarcelada de wilde, hasta la rebelde y de-solada de la mistral, que atacarte para poseerte, rindámonos mutuamente sin tregua ni concesiones, ceder no es derrota si aceptas que es más fácil perdonar aquello que no entiendes, entender y perdonar no es necesariamente causa y efecto, menos consecuencia, la yourcenar sabía mucho de eso, ella es el único ser en quien la inteligencia me parece un exceso, casi un defecto, opus nigrum de tu alquimia, soy el escepticismo de tu asepsia.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2018. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.