Continuaron un par de kilómetros, hasta que una patrulla les hizo señas para que se detuvieran.
— ¡Acelera Santos, acelera Santos! —gritó la Bodoque y su marido hizo lo que le ordenaba y se pasó de largo.
La policía comenzó la persecución y Santos y la Bodoque continuaron la huida. Llevaban milla y media de persecusión cuando los fugitivos tomaron una desviación para perder a la policía. Después de conducir un tramo dejaron el auto entre la maleza para escapar a pie más fácilmente.
— Deja los gatos — dijo Santos y comenzó a correr, mientras la Bodoque cogía la caja con sus animales.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2012. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.
