Enciclopedia de la Literatura en México

Te ve, mi amor, TV

Este libro empezó siendo narrativa, y luego sentí que debía de ser teatro, necesité que alguien lo dijera en escena, que alguien lo hablara, de lo tan orales que me parecían estos cuentos, aunque se refirieran a objetos visuales. Si me lo hubiera permitido, habrían sido monólogos de teatro. Soledades sí son, eso sí. Palabras para querer estar acompañado estando solo. En suma: formas verbales, es decir, intentos de que nos acompañe alguien, un verbo, un diálogo, una frase, algo. Me fui metiendo en la escritura, y queriendo al hombre presente en los relatos, y amando a la mujer ausente en los relatos. De él no me llegó ningún cariño; de ellas, todos. Se saben hacer extrañar, las mujeres de estos cuentos, y el que vive esta ausencia lo vive, el desaforado, de la peor manera en que puede vivirse este sentimiento: en la carencia.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2014. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.


Mis encuentros con Dante Medina son siempre espectaculares y rasposos: frente a un trago en un bar de Sevilla (ésa es la parte buena) y ante uno de sus manuscritos (ésa es la parte rasposa). Yo lo acuso de misógino; él me dice que estoy muy linda, y me desarma.

Luego, me puse solemne, porque eso también amerita una obra ganadora del Premio Casa de las Américas de Cuento 2000, editada ya en Cuba, y en España, y ahora (¡por fin!) en México.

En este libro nunca se apaga la televisión. Por lo tanto, no se extingue nunca la vida: la soledad depende de ella. Yo debo decir que me sentí muy sola, como un tele-espectador ajeno a los personajes, leyendo estos doce relatos. Pero no fue una soledad amarga, sino risueña, entrañable, juguetona y hasta morbosa. Por algo el Jurado del Premio Casa dijo que estos cuentos «están escritos con virtuosismo y humor», pero también «expresan con extraordinarias dotes narrativas el aislamiento, la soledad y abigarramiento en que vive el hombre y la mujer contemporáneos.»

Volteo a ver de reojo andaluz a Dante, porque él nunca reacciona igual a los elogios. Y, efectivamente, reacciona como yo no espera.: «En estos cuentos todos quieren», me dice, «¿Y no será uno solo el que quiere muchas veces?», le digo, lectora astuta que soy. «Y quiere a muchas, entonces”, remata alegre. «¡Misógino!», le digo, como si me sacra la lotería, a ver si me dice «linda». Pero él se va por otro lado, por molestarme: «Polígamo», y no sé si se refiere al personaje o a sí mismo. Como ve que mi cara anuncia tempestad, me remata: «Linda, guapa, maja».

Para acabar con el esgrima provocado por estos cuentos, querido lector, lea usted este libro, diviértase mucho y sufra un poquito, y deje que la ternura lo invada, con la televisión encendida: porque en en este libro, como en la vida de muchas personas, la televisión nunca se apaga.

Dolores Álvarez (Sevilla, 2014)
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.