Novela Negra desarrollada en San Pedro Garza García, la ciudad más rica de México. Un caso más para el Detective Bisancio Estrada Rubí y su compañero Rodríguez. Ante la aparición de familias de indígenas muertas a las puertas de algunas tiendas de conveniencia, Estrada Rubí se enfrenta a un serial killer como nunca antes visto en México. Dinero, poder y niños ricos forman parte de esta trama que te atrapará desde las primeras páginas. Los Coprofílicos hacen su aparición por primera vez en la novela negra mexicana.
El hallazgo de una pequeña familia de origen oaxaqueño asesinada en el centro de Monterrey obliga a Bisancio Estrada, detective aficionado a los narcocorridos, a explorar dos mundos cercanos y opuestos a la vez para solucionar el crimen. En su recorrido, Bisancio conocerá los agudos contrastes de vidas entre la metrópolis regia y sampetrina, siempre comunicadas a través del conocido túnel de la Loma Larga, que enlaza extremos. Mientras los medios locales y el ambiente político complican el avance de sus pesquisas, Bisancio enfrentará las burocracias caprichosas que el sistema tratará de imponer para sus propios intereses.
Mientras tanto, Susana escapa del mundo gris de pobreza que le envuelve y recorrerá el mismo túnel para llegar al sitio donde realizará sus sueños de fama. Su camino su unirá al de Ignacio de Mendieta, el soltero más cotizado de San Pedro Garza García, afecto a un estilo de vida poco común que comparte con un grupo selecto de personas, reafirmados por un dogma restrictivo y peligroso.
Eventos oscuros que navegan con la incongruencia que contiene la zona metropolitana de Monterrey, llevarán a los protagonistas de esta historia a terminar unidos al extraño crimen cuya resolución podría estar oculta, de forma absurda, en una veterinaria dirigida por un hombre quien parece más afectó a la simpleza del comportamiento animal que a las complejidades de la dimensión humana.
Muchos autores exploran la ciudad de Monterrey de fuera hacia dentro, describiendo el carácter físico de la mera realidad que nos absorbe, olvidando el mundo individual. Erick Lara hace lo contrario a lo largo de esta nouvelle noir y se atreva describir, con aguda honestidad, un espacio través del carácter de personajes que vienen en combate con demonios íntimos, cargando con la inconsciente herida histórica de un país que siempre ha padecido de una profunda y amarga ambigüedad social.
Bárbara Cruz
Al momento en que los descubrieron tenían más de tres días muertos ahí, a un lado de la puerta principal de una tienda de conveniencia, un Seven Eleven ubicado en la esquina de las calles Washington y Cuauhtémoc del centro de la ciudad de Monterrey. Ese era su punto de trabajo para pedir limosna quienes entraban y salían del establecimiento. Sus cuerpos ya habían desprendido casi cuatrocientos de los cuatrocientos cincuenta y dos compuestos químicos que les pedimos cuando el corazón deja de latir. Los días frescos de otoño no ayudaron a detener la descomposición de los cuerpos que ahí sentados y en orden de menor a mayor estaban sin vida. Cuando llegó el servicio forense para meter aquellos cuerpos en bolsas negras como se embolsa la basura de las casas cada que va a pasar el servicio municipal de recolección de basura en el piso yacian dos orejas desprendidas, negras, pestilentes. Un perro magullaba el pie de la madre, quería quitarle su zapato. El perito forense lo espantó de una certera patada en las costillas.
