Brindis de té
Debería decir que flotan capullos de pequeñas rosas en la taza.
No hubo ceremonia,
sino un lento y muy íntimo cansancio de cipreses.
Debería contar que huele a jamás humedecido,
a una felicidad perpleja que se dobla
como grulla de papel en el recuerdo.
Tengo aquí un instante de ocho rosas en la mesa.
Debería decir que doy un sorbo, que el mundo, irremediable,
me acaricia, otra vez.
Debería decir que flotan capullos de pequeñas rosas en la taza.
No hubo ceremonia,
sino un lento y muy íntimo cansancio de cipreses.
Debería contar que huele a jamás humedecido,
a una felicidad perpleja que se dobla
como grulla de papel en el recuerdo.
Tengo aquí un instante de ocho rosas en la mesa.
Debería decir que doy un sorbo, que el mundo, irremediable,
me acaricia, otra vez.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.
