Enciclopedia de la Literatura en México

Cuentos del alba

Las cuentas de Aldo 

Cuando leo algunas de las cuentas que conforman el escapulario de Aldo Alba, ¡oh, monje sexofílico!, no puedo sino recordar las propias aventuras y a veces, sólo por eso, quiero seguir leyendo sus perversiones literarias. 

Lo imagino como un perro con los belfos resecos que recorre la ciudad, olfateando el aire, las bancas, los bares; saltando sobre las hembras que encuentra a su paso, desde lo árboles, los autos, desde la azotea, si es necesario. Aldo quiere, sueña, lengüetea, saborea a las mujeres; no importa si son buenas, malas, virtuales, con cola de pez, terrestres, extraterrestres, flacas, fisicoculturistas, humanas, replicantes: todas tienen derecho a ser deseadas. 

Sin embargo, esa urgencia no le impide hablar del mundo que ve caer en pedazos, del país que está a punto de perecer, de la ciudad que terminará por suicidarse, de la putrefacción que puede brotar del vecino: Aldo puede pensar con la cabeza, de arriba vendrá la respuesta. Realmente no me importa cuánta sea su sapiencia literaria, o si la tiene, pues sus textos siempre me son evocadores. Quizá por eso lo sigo leyendo. 

Ricardo Guzmán Wolffer

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2002. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.