Las noticias de la muerte de Fidel llegan en forma de un pañuelo rojo y un escapulario. Ante esto y la voz del joven vivo todavía en la memoria de sus allegados -doña Lupe, su madre; Toñita, su mujer; y Gastón, el compañero de lucha envidioso de sus logros en batalla y el amor-, nace La tarde de los espejos rotos en donde Oscar Ricardo Muñoz Cano presenta las miradas recíprocas de estos personajes, sus aspiraciones desahuciadas y los rumbos desesperados que tomarán sus lealtades hacia esperanzas paliativas.
La atmósfera de esta novela breve, de feroces decepciones, no podría ser otra que la de Guerrero de principios del siglo xx, bajo el asedio de las revueltas de los ideales y las destituciones del plomo de la Revolución Mexicana.