En las primeras páginas de este volumen nos aguarda una pregunta esencial para descifrar sus claves y registros. Tras ser inquiridos si del filo continuo de la noche lo único que queda es el poema sin sueño, llevados por esta voz recorremos un apretado conjunto de imágenes y juicios sobre el quehacer poético para descubrir, finalmente, que este no es un solo juego retórico. Porque si el filo de la noche parece un espacio de reposo y meditación donde, se afinan la escritura y sus acentos, es su producto, un abigarrado e hirviente conjunto de temas, imágenes y reflexiones. La historia que nos impone el espejismo de la urbe, la ciudad como estamento de violencia y silencio vital, la enajenación, son descritas y enjuiciadas aquí por una voz ambivalente: decantada y serena por la información y lecturas de que hace gala; novedosa por su juventud y originalidad. Sin estridencias formales, sumado –por inclinación intelectual y temperamento- a una corriente que explora el reposo y la sonoridad en los versos, con su versificación Daniel Bencomo recorre y funde cadencias que, no obstante ser efecto de una gran tensión creativa, se vuelve transparencia en la lectura.