A la conseja que afirma que la poesía es siempre escritura iniciática y privilegio de los jóvenes, en tanto que la novela es resultado de la experiencia y, por lo mismo, trabajo de la madurez hay que darle, por enésima ocasión, un portazo en las narices (así se decía en fórmula muy antigua).
Vivir, empezar entonces, de Carlos Muciño, no es sólo el poemario ganador del Premio Nacional de Poesía "Gilberto Owen Estrada" 2004, con todo y lo relevante de haberse colocado en ese lugar de privilegio en el certamen convocado por la UAEM. Es, ante todo, un recuento vital: memoria en ejercicio tenaz, búsqueda en lo vivido, reencuentro sobre el mapa de una ciudad que no necesita decir su nombre, la ida pero sobre todo el regreso de Ulises.
Trabajados en versos largos que en buena parte se presentan como prosa poética, los poemas de Muciño delatan un ejercicio de vieja data. Conocido como cuentista y periodista, y además por ensayos de acercamiento a las artes plásticas, Muciño da una grata sorpresa con este trabajo de madurez y la Universidad atiende un género que sigue restringido en los catálogos de buena parte de las editoriales.
Mujer-ciudad, ciudad-mujer. Erotismo de sensaciones que no elude las ideas. Poesía labrada lo mismo a cincelazos que con lija suave. Vivir, empezar entonces provoca y conmueve como sólo puede hacerlo la nostalgia que se atreve a decir su nombre. Y más se podría decir para invitar a su lectura, pero el espacio es ingrato por breve y el libro está al alcance de quien estire la mano (su lectura ya será cuestión personalísima de quien la haga).
