El palíndromo es un juego muy arriesgado, vertiginoso, que nos precipita en las obligaciones y necesidades de la escritura por cifrar el sentido en una reversibilidad de lo dicho, aquello que es y significa de ida y vuelta. Son innúmeras las religiones, corrientes filosóficas y estéticas que quieren ver en el lenguaje y sus posibles combinatorias un texto otro, posterior y más profundo, sea el del impronunciable nombre de Dios o el del simple calambur de circunstancia. Gilberto Prado Galán, conocedor del barroco y sensible a las pulsiones de las palabras en sus letras y sílabas, se puso a la tarea titánica de hacer un catálogo-muestrario de todos los palíndromos posibles en español, aún sabiendo que esto es un imposible, pues la lengua siempre nos seguirá sorprendiendo, y aplicando a su lectura y construcción la inteligencia del notable ensayista y poeta que es, para que nos revele a un tiempo su mirada más juguetona y su intención más secreta. Tal vez la pulsión más profunda que nos mueve a elaorar palíndromos sea aquella que Borges señala en su poema "El Golem": Si (como el griego afirma en el Cratilo)/ el nombre es arquetipo de la cosa/ en las letras de "rosa" está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra "Nilo". En los palíndromos de Efímero lloré mi fe está la risa enfebrecida de un gramático loco de contento/ con su cargamento...
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