Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria (enp) y en la Escuela Nacional de Jurisprudencia (hoy, Facultad de Derecho) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) donde obtuvo el título de abogado en 1901. Fue profesor y director de esa institución entre 1912 y 1918. Participó en la fundación del Partido Antirreeleccionista que apoyó a Francisco I. Madero para presidente de la República. Al triunfo de la rebelión antirreeleccionista fue electo diputado federal por el undécimo distrito electoral del Distrito Federal en la xxvi Legislatura. En 1913 se afilió al constitucionalismo, desempeñó el cargo de agente confidencial del movimiento, en los Estados Unidos. De 1914 a 1917, Carranza lo nombró Secretario de Hacienda en Veracruz, función que volvió a desempeñar de 1919 a 1920. Resultó electo diputado al Congreso de la Unión en dos periodos. Realizó giras por varios países de América Latina representando al gobierno mexicano (1918) como presidente de la Comisión Mexicana para formar la Comisión México-Americana para resolver problemas diplomáticos por la expedición punitiva del general Pershing. De regreso a la ciudad de México fue designado nuevamente encargado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (shcp). Se mantuvo cercano a Carranza hasta su fallecimiento en Tlaxcalaltongo en 1920. En 1931 fue deportado a Guatemala por oponerse a la política del presidente Ortiz Rubio. Se inició en el periodismo a lado de su tío Daniel Cabrera, quién más tarde lo dejó a cargo de la dirección de El Hijo del Ahuizote. Colaboró en revistas y periódicos como Hoy, Diario de Yucatán, El Hombre Libre, El Universal, Excelsior, Novedades, El Siglo de Torreón, El Heraldo de San Luis Potosí, El Noticioso, La Patria, El Diario del Hogar y otros. En su actividad como periodista firmó como “Lic. Blas Urrea” para sus escritos políticos y “Lucas Rivera” para su labor literaria.

De Luis Cabrera, jurista, politólogo, estadista, poeta y traductor, la crítica ha opinado que como intelectual destacó por su perspicaz inteligencia, aguda facultad de análisis y lengua mordaz, colocándolo como uno de los pensadores políticos más inteligentes de su tiempo. No obstante algunos historiadores han descalificado sus ideas y actuaciones como politólogo y jurista tachándolo de reaccionario y con ideas burguesas que se promulgaban en contra del movimiento revolucionario. Dedicó toda su vida a sus dos grandes pasiones: el ejercicio de la escritura y a la continua reflexión sobre el proceso revolucionario. Con clara visión analizó los acontecimientos de la Revolución de 1910 y los ubicó en su justa perspectiva. Tanto en sus ensayos como en su incesante labor periodística desarrolló su teoría política. Sus ideas consistían en acabar con el poderío económico, político y social del régimen porfirista y establecer un gobierno constitucionalista. Publicó una serie de artículos de apoyo al maderismo, lo que influyó notablemente en la opinión pública. En su obra El balance de la Revolución, desencadenó un escándalo político que provocó numerosos artículos de personas que estaban a favor del gobierno de Ortiz Rubio y en contra de Luis Cabrera. Creó el primer proyecto de reforma agraria (1915); en todos sus poemas hay gracia y acierto en la ironía, conocimiento del arte del verso y cautela de quien, entendido en ese arte y en sus peligros, prefirió ser conciso y regirse por las normas de la mesura. Destacan sus versiones de El cantar de los cantares y de La señorita Elsa, novela del escritor austriaco Arthur Schnitzler.