Enciclopedia de la Literatura en México

Pablo Prida

Fue bisnieto de Benito Juárez e hijo del historiador y empresario teatral Ramón Prida. Estudió la carrera de Leyes. Fue diputado por Chihuahua (1907) durante la última Cámara porfirista; trabajó en el Bufete de Rosendo Pineda y fue juez del Registro Civil. Al ascender Huerta al poder se refugió en Nueva York. En dicha ciudad fundó una compañía teatral que estuvo en el salón de baile Amsterdam Opera House y en el Columbia Circus Court. A principios de 1914 radicó en La Habana donde escribió para varios periódicos, entre ellos El Heraldo de Cuba, en cuya redacción conoció a Carlos M. Ortega; con él y con el músico Manuel Castro Padilla escribieron en México más de 300 piezas de revista, casi todas llevadas a escena y distintas en sus temas y naturaleza: costumbristas, políticas o sicalípticas. También estuvo asociado con Tirso Sáenz y Lupe Rivas Cacho. En ocasiones se disolvía la compañía por crisis económica, por viajes de alguno de los socios o por intereses personales; por ejemplo, sus acciones de la Compañía teatral que estaba en el Politeama, se las vendió a Federico Mediz Bolio para emprender otros negocios. Como empresario se instaló en casi todos los teatros, como el Teatro Garibaldi, el Ideal, el Regis, el Principal, el Lírico, el María Briseño (llamado por el pueblo “María Tepaches”) y el Politeama y llevó a sus distintas compañías de gira por el interior del país, La Habana y Guatemala. Escribió con Ortega muchas de sus comedias para otras compañías entre las que estaban la de los hermanos Lolo de Larrea, la de Leopoldo “El Cuatezón” Beristaín, la de Roberto “El Panzón” Soto, la de María Conesa y otras personalidades del teatro de género chico. Escribió guiones para cine, radio y televisión; fue propietario del Cine Rex y concesionario de las películas de la Paramount. Para cine realizó algunas adaptaciones para la Casa Productora Águila Films, en la que fue socio, entre otros, de su sobrino. Estuvo exiliado en varias ocasiones por la censura a sus revistas políticas (Los efectos del vacilón) y por sus ideas. En 1929, tal vez a raíz del estreno de sus obras Fantoches nacionales, Cosas de Calles, El topete de Plutarco y El demonio tentador, desapareció la Compañía que tenía con Ortega y Castro Padilla. Fue periodista y editor de las revistas Rex, dedicada al mundo del cine (1937-1938), Mercurio, revista de anuncios; El Tío del Gaván, con Carlos Fernández Benedicto; Pssty, con Ramón Riveroll; Thalía, revista de espectáculos, Azulejos (1921); y con Fortunato e Ignacio Herrerías, La Gaceta de Policía y La Tarántula, revista de caricaturas. Publicó sus memorias en Excélsior. Fue socio fundador de la Sociedad Mexicana de Periodistas, de la Sociedad Mexicana de Autores y de la Unión de Autores Dramáticos.

Pablo Prida Santacilia escribió zarzuela, sainete, comedia costumbrista, de añoranza, revistas musicales, frívolas y principalmente, de corte político, para el género chico; en ocasiones imitando al teatro español y en otras adaptando obras clásicas como Don Juan Tenorio y Las mil y una noches; escribía segundas y terceras partes de una misma obra, renovando, según necesidades dramáticas y momentos de representación, algunas escenas y añadiendo otras. Manejaba la parodia, la ironía, la burla, el doble sentido y demás recursos propios de la comedia a fin de expresar con humor sus críticas a los actos de los gobiernos, desde la época maderista hasta los años cincuenta. Creó una amplia gama de personajes y ambientes populares y de época, apegándose a los sucesos de actualidad: el poder presidencial, los diputados, los funcionarios, las elecciones, la educación, la reforma agraria, la economía, el desempleo, las tradiciones, la corrupción, las relaciones con los Estados Unidos, los braceros e incluso la moda y las costumbres moralistas. Los diálogos aparentemente inofensivos o cargados de doble sentido eran expresados por personajes populares, como el pelado, la borrachita, el ranchero, el burócrata, el revolucionario o el político; o bien por personajes alegóricos, como la patria, la opinión pública, el periódico, los instrumentos musicales, la moral o el dinero. Los sketches políticos o humorísticos eran combinados con cuadros de bailables y canciones, donde tiples y cómicos se lucían en ambientaciones costumbristas, revolucionarias, de época o urbanas, como vecindades, calles o pulquerías. Durante algún tiempo escribió revistas costumbristas y comedias mexicanas recurriendo a la añoranza, al “todo tiempo pasado fue mejor”, para resaltar los problemas económicos y sociales por los que atravesaba el país en ese momento. Incursionó en el ensayo histórico con trabajos dedicados a la época juarista. Finalmente Pablo Prida Santacilia escribió sus memorias, un recuento detallado de casi medio siglo del teatro de revista en México.