Con valentía, imaginación y conocimiento de causa,
Leona Vicario enfrentó a la sociedad mutilante y
abusiva aposentada en el poder de la Nueva España,
que despojaba de las riquezas de su propia tierra a los
indígenas y las embarcaba hacia el viejo continente.
Leona Vicario fue ejemplar en muchos aspectos:
se le consideraba la primera mujer periodista; fue la primera
en subirse a la tribuna y hablar ante en Congreso. Nació en
una familia solvente económicamente y supo aprovechar al
máximo esa situación: leía en latín, francés e italiano, se nutrió
intelectualmente sobre todo con la literatura francesa, de
la cual tradujo varios títulos; se interesó en el uso y en los
beneficios de la imprenta; por su sesibilidad supo apreciar
todo tipo de arte y pudo darse cuenta del sufrimiento
de los más desvalidos a quien de manera continua
ayudaba. Apoyó el movimiento independentista y
se relacionó con los líderes militares que lucharon por la emancipación de México. Por todo ello
fue perseguida y sentenciada a muerte; si
denunciaba a quienes organizaban el
movimiento libertador le reducirían la
condena a cadena perpetua, pero
logró escapar y seguir luchando,
como su nombre lo sugiere,
con verdadera ferocidad.